—¿Qué
coño has hecho aquí? —Yunho se quedó paralizado bajo el umbral de la puerta.
—¿A
que queda genial? —Jaejoong contempló con satisfacción la transformación de la
caravana en lo que él consideraba un acogedor y encantador nidito de
amor.
Unas
fundas en tono crema salpicadas de pensamientos en colores púrpuras, azules y
caramelo ocultaban el horroroso estampado a cuadros del sofá; los colines a
juego hacían que los viejos muebles parecieran cálidos y confortables. Había
instalado también unas pequeñas barras de latón encima de las ventanas,
sustituyendo aquellas horribles cortinas amarillentas por otras de muselina
blanca adornadas con cintas azules y lavanda de diversas texturas y
anchuras.
Un
lazo de seda azul y violeta camuflaba la pantalla rota de la lámpara en la
esquina, y varias cestas de mimbre contenían ahora las revistas y los
periódicos que antes estaban esparcidos por todas partes. Un surtido de envases
desaparejados, desde floreros y tazones de alfarería a jarras azules Wedgwood,
llenaban el estante de encima de la cocina donde había clavado con chínchelas
una cuerda de colores para que no se cayeran los utensilios cuando la caravana
estuviera en movimiento. La mesa estaba dispuesta con mantelitos individuales
en la misma gama de colores púrpura y violeta, así como la porcelana china, que
aunque no hacía juego entre sí, poseía las mismas tonalidades. Había dos tazas
blancas, dos copas de cristal, una de las cuales tenía una fisura, y unos
platos de color añil. En el centro de la mesa, un recipiente de barro albergaba
un ramillete de flores silvestres que Jaejoong había cogido en el borde del
recinto.
—No
he podido hacer más con la alfombra —le explicó aún jadeante por haber tenido
que prepararlo con prisa. —Pero he quitado las peores manchas y no ha quedado
tan mal. Cuando tenga algo de dinero, me ocupare de la cama. Quizá le ponga una
de esas colchas indias y más almohadones. No soy buen costurero, pero creo que
puedo...
—¿De
dónde has sacado el dinero para hacer esto?
—De
mi sueldo.
—¿Te
has gastado tu dinero en esto?
—He
buscado en tiendas de segunda mano y en los mercadillos de los pueblos que
hemos visitado. ¿Sabías que nunca había entrado en un WalMart hasta hace dos
semanas? Es asombroso lo que puede dar de sí un dólar si te lo propones... —En
ese momento Jaejoong vio la expresión en la cara de Yunho y su sonrisa se
desvaneció. —No te gusta.
—No
he dicho eso.
—No
hace falta que lo digas. Se te ve en la cara.
—No
es que no me guste. Es que no tiene sentido que desperdicies tu dinero en este
lugar.
—No
creo que sea un desperdicio.
—Es
una caravana, por el amor de Dios. No vamos vivir aquí tanto tiempo.
Ésa
no era la verdadera razón de la reticencia de Yunho. Jaejoong lo observó y
llegó a la conclusión de que tenía dos opciones: podía marcharse enfadado o
podía obligarle a ser sincero con él.
—Dime
exactamente qué es lo que no te gusta.
—Nada.
—Sí,
algo no te gusta. Sully me dijo que habías rechazado una caravana mejor que
ésta. —Él se encogió de hombros. —¿Acaso sólo querías hacerme las cosas más
difíciles?
Yunho
fue a la nevera y cogió una botella de vino que había comprado el día anterior;
una botella que él había considerado demasiado cara para su presupuesto.
Jaejoong
se negó a dejar pasar el tema. —¿Querías seguir viviendo en este lugar tal y
como estaba?
—Estaba
bien —repuso él sacando un sacacorchos del cajón.
—No
te creo. Te gustan las cosas bonitas. He observado cómo miras el paisaje cuando
viajamos y siempre me señalas los escaparates cuando ves algo bonito. Ayer,
cuando paramos en aquel quiosco al lado de la carretera, dijiste que la cesta
con frutas te recordaba a un Cézanne.
—¿Quieres
una copa de vino?
Jaejoong
negó con la cabeza y lo estudió. Finalmente se dio cuenta de lo que pasaba.
—He
traspasado la línea otra vez, ¿verdad?
—No
sé a qué te refieres.
—Me
refiero a esa línea invisible que has trazado en tu mente entre un matrimonio
de verdad y otro que no lo es. La he cruzado otra vez, ¿no?
—Lo
que dices no tiene sentido.
—Claro
que lo tiene. Has hecho una lista mental de reglas y preceptos para nuestro
matrimonio. Se supone que debo acatar tus órdenes sin rechistar y que debo
mantenerme apartado de ti, salvo para acostarnos juntos, claro. Pero lo más
importante de todo es que no debemos crear vínculos emocionales. No me está
permitido preocuparme por ti, ni por nuestro matrimonio, ni por nuestra vida en
común. Ni siquiera puedo ocuparme de que esta fea caravana resulte
acogedora.
Por
fin consiguió que Yunho reaccionara. Él posó con un gesto brusco la copa de
vino sobre el mostrador.
—¡No
quiero que hagas un «nidito de amor»,
eso es todo! No es una buena idea.
—Así
que tengo razón —dijo él en voz baja.
Yunho
se pasó la mano por el pelo.
—Eres
un maldito romántico. Algunas veces, cuando te veo observándome, tengo la
sensación de que no me ves cómo soy en realidad, sino como tú quieres que sea.
Eso es lo que haces con este acuerdo... este vínculo legal que hay entre
nosotros. Vas a moldearlo hasta que se ajuste a tus ideas.
—Es
un matrimonio, Yunho, no un simple vínculo legal. Hemos hecho unos votos
sagrados.
—¡Durante
seis meses! ¿No entiendes que estoy preocupado por ti? Intento protegerte para
no hacerte daño.
—¿Protegerme?
Ya entiendo. —Jaejoong respiró hondo. —¿Por eso cuentas mis píldoras?
La
expresión de Yunho se volvió fría y distante.
—Eso
no significa nada.
—Al
principio no entendía por qué sobresalían del estante del botiquín cuando
siempre las dejaba al fondo. Luego me di cuenta de que las contabas.
—Sólo
me aseguraba de que no te olvidabas ninguna, eso es todo.
—En
otras palabras, me has estado espiando.
—No
pienso disculparme. Sabes lo importante que es para mí no tener hijos.
Jaejoong
lo miró con tristeza.
—No
hay nada entre nosotros, ¿verdad? Ni respeto, ni afecto, ni confianza.
—Existe
afecto, Jaejoong. Por lo menos por mi parte. — Vaciló. —Y también te has ganado
mi respeto. Nunca pensé que te tomarías el trabajo tan en serio. Eres muy
valiente, Jaejoong.
El
joven se negó a sentirse agradecido por aquellas palabras.
—Pero
no confías en mí.
—Creo
que tienes buenas intenciones.
—Aun
así crees que soy un ladrón. Eso no habla bien de mis buenas intenciones.
—Estabas
desesperado cuando cogiste ese dinero. Estabas cansado y asustado o no lo
habrías hecho. Ahora lo sé.
—Yo
no cogí el dinero.
—No
importa, Jaejoong. No te culpo.
El
hecho de que él aún no le creyera no debería dolerle tanto. La única manera de
convencerlo sería implicar a Krystal y, como ahora sabía, no podía hacerlo.
¿Qué
ganaría con ello? No quería ser el responsable del destierro de Krystal. Y
aquella relación no funcionaría si tenía que demostrarle a Yunho su
inocencia.
—Si
confías en mí, ¿por qué contabas las píldoras?
—No
puedo correr riesgos. No quiero tener hijos.
—Eso
ya lo has dejado claro. —Quiso preguntarle si lo que encontraba tan repulsivo
era tener un hijo o tenerlo con él, pero le daba miedo la respuesta. —No quiero
que vuelvas a contarlas. Te he dicho que las tomaría y lo haré. Pero tendrás
que confiar en mí.
El
joven percibió la lucha interna de su marido. A pesar de que su propia madre lo
había traicionado con Park Yoochun, Jaejoong no había perdido la fe en la raza
humana. Pero Yunho no confiaba en nadie salvo en sí mismo.
Para
su sorpresa, sintió que la indignación que sentía se desvanecía y la compasión
ocupaba su lugar. Qué terrible debía de ser esperar siempre lo peor de la
gente.
Jaejoong
rozó la mano de Yunho con la punta de los dedos.
—Nunca
te haría daño a propósito, Yunho. Me gustaría que al menos creyeras eso.
—No
es fácil.
—Lo
sé. Pero es necesario que lo hagas.
Él
lo miró durante un buen rato antes de asentir brevemente con la cabeza.
—Vale.
No las contaré más.
Jaejoong
sabía lo que esa pequeña concesión le había costado a su marido y se emocionó.
—¡Yyyyy
ahora, entrará en la pista central del circo de los Hermanos Quest, Jaejoong,
el hermoso esposo de Yunho el Coreano!
A Jaejoong
le temblaban tanto las rodillas que trastabilló, echando a perder su primera
entrada. «¿Qué había sido de lo de el
gitanillo salvaje?», se preguntó frenéticamente mientras escuchaba el
discurso de Jack por primera vez. Esa mañana, durante el ensayo, había
comenzado a contar una historia de un gitano, pero se había marchado lleno de
frustración cuando él soltó el primer grito. Jaejoong se enteró de que el
narrador contaría otra historia cuando Sully le dio el traje, pero la
propietaria del circo se alejó sin dar más explicaciones.
La
música de la balalaica resonaba en el circo, situado esta vez en el
aparcamiento de una ciudad de verano en China, Shanghái. Yunho entró en
la pista central con el látigo en la mano. Bajo el resplandor carmesí de los
focos, resaltaban las brillantes botas negras y las lentejuelas rojas del
cinturón centelleaban ante cualquier movimiento.
—¿Parece
nervioso, damas y caballeros? —preguntó Jack, señalándolo con la mano. —A mí sí
que me lo parece. Pero este joven ha tenido que armarse de mucho valor para entrar
en la pista con su marido.
El
traje de Jaejoong susurró mientras se adentraba lentamente en la arena. Era un
traje de noche recatado, con el cuello alto adornado. Yunho le había colocado
una rosa roja de papel de seda entre su pecho antes de salir. Le había dicho
que formaba parte del vestuario.
Jaejoong
sintió los ojos del público en él. La voz de Jack se mezclaba con la música
coreana y con el susurro de la brisa del océano que agitaba los laterales de la
carpa.
—Hijo
de ricos aristócratas chinos, Jaejoong estuvo apartado del mundo moderno por
los curas que lo instruían.
«¿Curas?» Pero ¿qué estaba diciendo Jack?
Mientras
el director de pista continuaba su monólogo, Yunho comenzó el lento baile del
látigo que siempre daba comienzo a su número, mientras él se mantenía inmóvil
bajo los focos frente a él. La luz se volvió más suave; el público escuchaba la
historia de Jack hipnotizado por los gráciles movimientos de Yunho.
—Conoció
al coreano cuando el circo actuó en un pueblo cercano al seminario donde vivía,
y los dos se enamoraron profundamente. Pero los padres del joven se opusieron a
la idea de que su gentil hijo se casara con un hombre al que consideraban un
bárbaro y lo encerraron bajo llave. Jaejoong tuvo que escapar de su
familia.
La
música se hizo más dramática y el baile del látigo de Yunho pasó de enérgico a
seductor.
—Ahora,
damas y caballeros, entra en la pista con su marido, algo muy difícil para él.
El látigo aterroriza a este dulce joven. Por eso les rogamos que estén lo más
quietos posible para que él pueda enfrentarse a sus miedos. Les recuerdo que si
está aquí es sólo por una cosa —el baile del látigo de Yunho alcanzó su clímax,
—el amor que siente por su feroz marido coreano.
La
música siguió in crescendo y, sin previo aviso, Yunho agitó el látigo formando
un arco sobre su cabeza. El aliento abandonó el cuerpo de Jaejoong en un grito
estrangulado y dejó caer el rollito que acababa de sacar del bolsillo especial
que Sully le había cosido al traje sólo unas horas antes.
El
público contuvo el aliento y él se percató de que la increíble historia de Jack
había funcionado. En lugar de reírse por la reacción de Jaejoong, habían
simpatizado con el desvalido joven.
Para
su sorpresa, Yunho se acercó a él, recogió el rollito del suelo y se lo ofreció
como si fuera una rosa, luego inclinó la cabeza y le rozó los labios con los
suyos.
El
gesto fue tan romántico que Jaejoong oyó suspirar a una mujer en la primera
fila. Él mismo también habría suspirado si no hubiera sabido que él sólo jugaba
con las emociones del público. A Jaejoong le temblaron los dedos cuando sostuvo
el rollito de papel tan alejado de su cuerpo como pudo.
Logró
mantener la compostura cuando él se alejó, pero cuando llegó el momento de
ponérselo en la boca, comenzaron a temblarle las rodillas de nuevo. Deslizó
ligeramente el rollito entre los labios, cerró los ojos y se puso de perfil.
Sonó
el chasquido del látigo y el extremo del rollito cayó al suelo. Jaejoong cerró
los puños a los costados. Si había pensado que tener audiencia haría que
aquello resultara más fácil, estaba equivocado.
Yunho
chasqueó el látigo dos veces más hasta que sólo quedó el cabo entre los labios
de su esposo. Jaejoong tenía la boca tan seca que no podía tragar.
La
voz de Jack surgió entonces, susurrante y dramática.
—Damas
y caballeros, necesitamos su colaboración mientras Yunho intenta hacer el
último corte al pequeño rollo de papel que su esposo sujeta entre los labios.
Necesita silencio absoluto. Les recuerdo que el látigo pasará tan cerca de la
cara del joven que la más mínima equivocación por parte de su marido podría
marcarlo de por vida.
Jaejoong
gimió. Se clavó las uñas en las palmas de las manos con tanta fuerza que temió
haberse hecho sangre.
El
chasquido resonó en sus oídos cuando el látigo cortó la última sección del
rollito que sostenía en la boca.
El
público estalló en vítores. Jaejoong abrió los ojos, sintiéndose tan mareado
que temió desmayarse. Yunho le hizo indicaciones con la mano, señalándole lo
que iba a hacer a continuación. Lo único que él pudo hacer fue alzar la
barbilla.
Cuando
levantó la cabeza, la punta del látigo voló hacia él y la roja flor que llevaba
entre el pecho explotó en un despliegue de frágiles pétalos de papel.
Jaejoong
dio un respingo y dejó escapar un siseo que el público acalló con sus aplausos. Yunho hizo otro gesto, indicándole que levantara las manos y cruzara las
muñecas. Temblando, él siguió sus indicaciones.
El
látigo restalló de nuevo y la multitud soltó un grito ahogado cuando el látigo
se enroscó alrededor de las muñecas de Jaejoong. Él esperó un momento, luego lo
liberó. Un murmullo indescifrable surgió de las gradas. Yunho lo miró con el
ceño fruncido y él recordó que debía sonreír. Consiguió curvar los labios y
mostrar las muñecas para que vieran que estaba ileso. Mientras hacía eso, él
volvió a chasquear el látigo.
Jaejoong
dio un respingo. Miró hacia abajo y vio que el látigo le rodeaba los tobillos. Yunho
no había hecho eso antes y él le dirigió una mirada preocupada. Lo liberó y
arqueó una ceja indicándole que saludara. Jaejoong le dirigió al público otra
sonrisa falsa. A continuación Yunho le indicó que levantase los brazos. Con una
sensación de fatalidad, Jaejoong hizo lo que le ordenaba.
«¡Zas!»
A Jaejoong
se le escapó un gritito cuando el látigo se curvó en torno a su cintura. Jaejoong
esperaba que él aliviara la presión de la cuerda, pero Yunho se limitó a tirar
con fuerza del látigo, obligándolo a acercarse a él. Sólo cuando rozó los
muslos de Yunho, él sustituyó el látigo por sus brazos para darle un beso
arrebatador que habría hecho justicia a la portada de un libro romántico.
La
multitud soltó una ovación.
Jaejoong
se sentía mareado, y aunque estaba enfadado con Yunho, no pudo evitar sentirse
feliz. Su marido silbó y Misha resolló con furia al volver a la arena. Yunho lo
soltó sólo un momento y montó a lomos del caballo de un salto mientras el
equino trotaba por la pista. Un escalofrío de inquietud se deslizó por la
espalda de Jaejoong. Sin duda alguna él no iba a...
Jaejoong
sintió que sus pies dejaban de tocar el suelo cuando Yunho se inclinó sobre el
lateral del caballo para subirlo en sus brazos. Antes de saber qué sucedía,
estaba sentado en su regazo.
Se
apagaron las luces, dejando la pista sumida en la oscuridad. Los aplausos
fueron ensordecedores. Yunho aflojó uno de los brazos mientras él se agarraba
frenéticamente a su cintura. Un momento después, sonó una explosión y el gran
látigo de fuego danzó por encima de sus cabezas.
Jaejoong
cruzó la estrecha carretera asfaltada que separaba el aparcamiento donde estaba
instalado el circo.
El
debut de Jaejoong había tenido lugar en la primera representación del circo en
Shanghái y ahora estaba demasiado excitado para dormir. El público de la
segunda función había reaccionado con más entusiasmo aún y una maravillosa sensación
de realización le impedía sentirse cansado.
Incluso
Brady Pepper había abandonado su acostumbrado silencio para brindarle una
gélida inclinación de cabeza.
Inhaló
el olor del mar y comenzó a pasear por la arena, que había perdido el calor del
día y le enfriaba los pies al metérsele en las sandalias. Le encantaba estar
junto al océano y se alegraba de que el circo fuera a permanecer allí más de
una noche.
—¿Jaejoong?
—Se volvió y vio a Yunho en lo alto de las escaleras, una alta y delgada
silueta recortada contra el tenue resplandor de la noche. La brisa le revolvía
el pelo y le pegaba la camisa al cuerpo.—¿Te importa si paseo contigo o
prefieres estar solo?
—¿Vas
armado?
—Ya
he guardado los látigos por esta noche.
—Entonces
ven. —Jaejoong sonrió y le tendió la mano.
Yunho
vaciló un momento y Jaejoong se preguntó si el gesto habría sido demasiado
personal para él. Decía mucho de su relación el hecho de que cogerse de la mano
fuera más íntimo que mantener relaciones sexuales. Aun así, no bajó el brazo.
Aquello sólo era un reto más que él debía vencer.
Las
botas de Yunho resonaron en los escalones de madera cuando se acercó. Le cogió
la mano y las callosidades de su palma le recordaron a Jaejoong que era un
hombre acostumbrado al trabajo duro. Aquella cálida y firme mano envolvió la
suya.
La
playa estaba desierta, pero aún quedaban restos que había dejado la gente que
había acudido al lugar adelantándose a la temporada veraniega: latas vacías,
plásticos, la tapa rota de un vaso térmico. Se dirigieron hacia el mar.
—Al
público le ha gustado el número.
—Estaba
tan asustado que me temblaban las rodillas. Si no hubiera sido por el giro que
Jack le dio a la historia, mi actuación hubiera resultado un desastre. Cuando
intenté agradecérselo me dijo que había sido idea tuya. —Lo miró y sonrió. —¿No
crees que te has pasado un poco con lo de los monjes?
—Conozco
de primera mano tus creencias morales, cariño. A menos que me equivoque, estoy
seguro de que los monjes formaron parte de esa extraña educación que recibiste.
Jaejoong
no lo negó.
Pasearon
durante un rato en un cómodo silencio. La brisa agitaba levemente el cabello de
Jaejoong y el vaivén de las olas acallaba los lejanos ruidos de la feria, al
otro lado de la carretera, dándoles la sensación de que estaban solos en el
mundo. Jaejoong esperaba que él le soltara la mano en cualquier momento, pero
seguía manteniéndola agarrada.
—Has
hecho un buen trabajo esta noche, Jaejoong. Trabajas duro.
—¿De
veras? ¿De verdad crees que trabajo duro?
—Claro.
—Gracias.
Nunca me habían dicho eso. —Soltó una risita irónica. —Y si lo hubiesen hecho,
seguramente no me lo habría creído.
—Pero
a mí me crees.
—No
eres un hombre que diga las cosas a la ligera.
—¿Estoy
oyendo un cumplido?
—No
estoy seguro.
—No
es justo.
—¿Qué?
—Te
he dicho algo agradable. Al menos podrías decir una cosa buena de mí.
—Por
supuesto que puedo. Haces un chile de muerte.
Para
sorpresa de Jaejoong, él frunció el ceño.
—Estupendo.
Olvídalo.
Atónito,
Jaejoong se dio cuenta de que, sin querer, había herido los sentimientos de su
marido. Pensaba que él estaba bromeando, pero tratándose de Yunho debería saber
que eso no era posible. Aun así era toda una sorpresa que a él le importara su
opinión.
—Sólo
me estaba reservando lo mejor —dijo él.
—No
es importante. De verdad, déjalo.
Pero
tenía importancia y a Jaejoong le encantaba.
—Mmm,
déjame pensar...
—Olvídalo.
Jaejoong
le apretó la mano.
—Siempre
haces lo que crees que es correcto, incluso si la gente lo desaprueba. Es algo por lo que te admiro. Admiro tu integridad, pero... —Jaejoong le rodeó los
dedos con los suyos. —¿Quieres que sea sincero?
—Eso
he dicho, ¿no?
Jaejoong
ignoró el beligerante gesto de su mandíbula.
—Tienes
una sonrisa maravillosa.
Yunho
pareció algo aturdido y relajó la mano bajo la de él.
—¿Te
gusta mi sonrisa?
—Sí,
muchísimo.
—Nadie
me lo había dicho nunca.
—No
muchas personas consiguen verla. —Jaejoong contuvo una sonrisa mientras
observaba el gesto serio con el que Yunho consideraba lo que él había dicho. —Y
hay otra cosa más, pero no sé cómo vas a tomártelo.
—Suéltalo.
—Tienes
un cuerpo de infarto.
—¿Un
cuerpo de infarto? ¿Sí? ¿Ésa es la segunda cosa que más te gusta de mí?
—No
he dicho que fuera la segunda. Te estoy diciendo cosas que me gustan de ti y
ésa en concreto me encanta.
—¿Mi
cuerpo?
—Tienes
un cuerpo estupendo, Yunho. En serio.
—Gracias.
—De
nada.
El
embate de las olas llenó el silencio que se extendió entre ellos.
—Tú
también —dijo él.
—¿También
qué?
—Tienes
un cuerpo estupendo. Me gusta.
—¿De
veras? Pero si no es gran cosa. Tengo los hombros demasiado estrechos en comparación con las caderas y los muslos demasiado delgados. Y mi estómago...
Él
negó con la cabeza.
—La
próxima vez que oiga a un hombre decir que las mujeres son unas neuróticas,
recordaré esto. Tú me dices que te gusta mi cuerpo, ¿y qué hago yo? Te doy las
gracias. Luego te digo que me gusta el tuyo, ¿y qué escucho? Una larga lista de
quejas.
—Es
culpa de los modelos. —La mueca de desagrado de Yunho lo complació sobremanera.
—Gracias por el cumplido, pero sé sincero. ¿No crees que tengo el trasero
demasiado pequeño?
—Ésa
es una pregunta con trampa, seguro.
—Solo
quiero que me digas la verdad.
—¿Estás
seguro?
—Sí.
—Vale.
Veamos. —Lo tomó por los hombros y lo hizo girar de cara al océano, luego se
puso detrás de él. Lo rodeó con un brazo y le ahuecó una nalga primero. La piel
de Jaejoong se erizó de deseo cuando Yunho apretó y moldeó por separado cada
uno de los montículos.
A Jaejoong
se le entrecortó la respiración. Yunho le acarició la oreja con los labios y le
murmuró al oído:
—Creo
que son perfectos, Jaejoong. Exactamente del tamaño adecuado.
Jaejoong
se volvió y no había nada en el mundo que pudiera haber evitado que lo besase. Le rodeó el cuello con los brazos, se puso de puntillas y apretó su boca contra
la de él, con labios suaves y flexibles. La lengua de Yunho jugueteó con la
suya y él respondió a la provocación. Jaejoong perdió la noción del tiempo y ni
se le pasó por la cabeza separarse de él. Los dos cuerpos se habían fundido en
uno.
—¡Mira,
Taecyeon! Es la pareja del circo.
Jaejoong
y Yunho se separaron de golpe, como dos adolescentes pillados in fraganti por
la policía.
La
dueña de la estridente voz era una mujer de mediana edad, con un vestido de
flores verde lima y un enorme bolso negro colgado del hombro. Su marido llevaba
puesta una gorra azul que cubría lo que, casi con toda seguridad, sería una
calva. El hombre tenía los pantalones enrollados en las pantorrillas y la
camiseta de deporte se te ceñía a la prominente barriga.
La
mujer les brindó una alegre sonrisa.
—Hemos
asistido a la función. Éste es Taecyeon. No se ha creído que estuvieran
enamorados de verdad. Me aseguró que todo era falso, pero le dije que nadie
podía fingir algo así. —Dio una palmadita en la barriga de su marido. —Taecyeon
y yo llevamos casados treinta y dos años, así que sé reconocer el amor
verdadero cuando lo veo.
Al
lado de Jaejoong, Yunho estaba rígido y ponía cara de póquer, dejando que fuera
él quien sonriera al matrimonio.
—Seguro.
—Nada
me gusta más que un matrimonio con los pies en el suelo.
Yunho
saludó a la pareja con una brusca inclinación de cabeza y agarró el brazo de Jaejoong
para alejarlo de allí. Jaejoong se volvió y les gritó:
—¡Espero
que disfruten de otros treinta y dos años ¡juntos!
—Y
ustedes también, tesoro.
Dejó
que Yunho lo arrastrara, sabiendo que no conseguiría nada protestando. El tema
del amor lo ponía un nervioso que Jaejoong sintió el absurdo impulso de consolarlo. Cuando llegaron a los escalones que conducían a la carretera, se detuvo y se
volvió hacia él.
—Yunho,
no pasa nada. No voy a enamorarme de ti.
En
cuanto las palabras salieron de su boca, Jaejoong notó una pequeña punzada en
el corazón. Eso lo asustó, porque sabía que sería una catástrofe enamorarse de
él. Eran demasiado diferentes. Él era duro, serio y cínico, mientras que él era
justo lo contrario.
Entonces,
¿por qué él provocaba algo tan elemental en su interior? ¿Y por qué él parecía
comprenderle tan bien cuando Yunho no le había contado nada de su pasado ni
sobre su vida fuera del circo? A pesar de todo, Jaejoong sabía que Yunho lo
había ayudado a encontrarse a sí mismo. Gracias a él era más independiente de
lo que nunca lo había sido. Por primera vez en su vida, se sentía bien consigo
mismo.
Yunho
subió los escalones.
—Eres
un romántico, Jaejoong. No es que me considere un ser irresistible, bien sabe
Dios que no lo soy, pero llevo años observando que cuanto más indiferente se
muestra un hombre, más interesada se vuelve la otra persona.
—Bah.
Cuando
llegaron arriba, él apoyó las caderas en la barandilla y lo observó.
—Lo
he visto muchas veces. Las personas anhelan lo que no pueden tener, incluso
aunque no sea bueno para ellas.
—¿Es
así como te consideras? Malo para las personas que te rodean.
—No
quiero hacerte daño. Por eso me molestó el cambio que hiciste en la caravana. Ahora es más acogedora y será más fácil vivir en ella, pero no quiero jugar a
las casitas. A pesar de que nuestro matrimonio sea un acuerdo legal, esto no es
más que un simple rollo. Una cana al aire. Sólo eso.
—¿Un
rollo?
—Un
lío. Una aventura. Llámalo como quieras. Sólo es algo pasajero.
—Eres
imbécil.
—¿Ves
cómo tengo razón?
Jaejoong
intentó controlar la cólera.
—¿Por
qué te casaste conmigo? Al principio pensé que mi padre te había pagado, pero ahora sé que no fue así.
—¿Y
qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión?
—Ahora
te conozco.
—¿Y
crees que no me dejo comprar?
—Sé
que es imposible que te dejes comprar.
—Todo
el mundo tiene un precio.
—Pues
dime, ¿cuál fue el tuyo?
—Le
debía un favor a tu padre y tenía que pagárselo. Eso es todo.
—Debía
de ser un favor muy grande.
La
expresión de Yunho se volvió fría y Jaejoong se sorprendió cuando, después de
un largo silencio, añadió:
—Mis
padres murieron en un accidente ferroviario en Corea cuando yo tenía dos años.
Se hizo cargo de mí el pariente más cercano, el hermano de mi madre, Kangin.
Era un sádico hijo de puta al que le daba placer pegarme.
—Oh,
Yunho...
—No
quiero ganarme tu simpatía. Sólo quiero que comprendas cómo soy. —Él se sentó
en un banco y parte de su rabia desapareció. Se inclinó hacia delante y se
frotó el puente de la nariz con el pulgar y el índice. —Siéntate, Jaejoong.
Ahora
que ya no tenía remedio, Jaejoong se preguntó si no debería haber dejado las
cosas tal y como estaban, pero había llegado demasiado lejos como para
retroceder ahora, y se sentó a su lado. Él se quedó mirando hacia delante; parecía
cansado y vacío.
—Habrás
leído historias sobre niños maltratados, niños a los que mantienen encerrados
durante años. —Él asintió con la cabeza. —Los psicólogos dicen que incluso
después de haber sido liberados de esa tortura, estos niños no se desarrollan
de la misma manera que los demás. No tienen las mismas actitudes sociales. Y si
no los rescatan a tiempo, ni siquiera aprenden a hablar. Supongo que eso es lo
que me pasa con el amor. No llegué a experimentarlo en la infancia y ahora no
puedo sentirlo.
—¿A
qué te refieres?
—No
soy uno de esos cínicos que cree que el amor no existe, porque lo he visto en
otras personas. Pero yo no puedo sentirlo. Ni por una mujer ni por nadie. Nunca
he amado.
—Oh,
Yunho.
—No
es que no lo haya intentado. He conocido algunas mujeres y hombres
maravillosos a lo largo de mi vida, pero, al final, sólo he conseguido
herirlos. Por eso te he contado las píldoras. Por eso no quiero tener hijos.
—¿Crees
que nunca podrás mantener una relación duradera? ¿Te refieres a eso?
—Sé
que no puedo. Pero es más profundo que todo eso.
—No
entiendo. ¿Qué es lo que te pasa?
—¿No
has oído nada de lo que he dicho?
—Sí,
pero...
—No
puedo sentir las mismas emociones que los demás hombres. Por nadie. Ni siquiera
por un niño. Cualquier niño merece que su padre lo ame, pero yo no podría.
—No
te creo.
—¡Créelo!
Me conozco a mí mismo y sé que no podría hacerlo. Mucha gente se toma a la
ligera tener hijos, pero yo no. Los niños necesitan amor y, si no lo tienen,
algo se muere en su interior. No podría vivir conmigo mismo sabiendo que un
niño sufre por mi culpa.
—Todo
el mundo es capaz de amar, y más cuando se trata de su propio hijo. Te ves a ti
mismo como una especie de... de monstruo.
—Más
bien como una mutación. No tuve una educación normal y es por eso que soy
distinto. No puedo tolerar la idea de tener un hijo y que crezca sabiendo que
no le amo. No pienso hacerle a nadie lo que me hicieron a mí.
Era
una noche calurosa, pero Jaejoong se estremeció al darse cuenta del terrible
legado que aquel violento pasado le había dejado a Yunho. Ese legado también le
afectaba a él y se abrazó a sí mismo. Nunca se había imaginado teniendo un hijo
con Yunho, pero quizá la idea ya había germinado en su subconsciente porque
sentía como si acabara de sufrir una profunda pérdida.
Jaejoong
observó el perfil de su marido recortado contra el tiovivo que giraba a lo
lejos. La imagen la llenó de pena. Los caballos de madera, de brillantes
colores, parecían representar la inocencia, mientras que Yunho, con aquellos
ojos sombríos y el corazón vacío, era como un condenado a muerte. Durante todo
el tiempo Jaejoong había pensado que era él quién que más amor necesitaba, pero
él tenía heridas mucho más profundas.
Guardaron
silencio mientras volvían caminando a la caravana; no había nada más que decir.
Tater se había escapado otra vez y lo estaba esperando. Trotó hacia él
saludándolo con un barrito.
—Lo
ataré de nuevo —dijo Yunho.
—No
te preocupes, ya lo hago yo. Necesito estar solo un rato.
Él
asintió con la cabeza y le pasó el pulgar por la mejilla mientras le dirigía
una mirada tan desolada que Jaejoong no pudo soportarlo, así que se volvió y
acarició la trompa de Tater.
—Vamos,
cariño.
Lo
llevó con los demás elefantitos y lo ató con la correa; luego cogió una vieja
manta de lana y la puso en el suelo a su lado. Se sentó y se rodeó las rodillas
con los brazos, Tater se acercó a él. Por un momento pensó que lo pisaría y se
puso tenso, pero el animal se limitó a colocar sus patas delanteras a ambos lados
y a rodearlo con la trompa.
Jaejoong
se encontró sumergido en una cálida cueva. Presionó la mejilla contra el áspero
cuerpo del animal, protegido entre las patas de Tater mientras oía el fuerte
latido de su dulce y travieso corazón. Sabía que debería moverse, pero a pesar
de estar bajo una tonelada de elefante, nunca se había sentido más seguro. Allí
sentado, pensó en Yunho y deseó que fuera lo suficientemente pequeño para estar
donde él estaba, justo debajo del corazón de Tater.
;_; yunho,fue tanto lo que le paso en la infancia que nunca ha experimentado el amor y no cree nunca poder hacerlo y por lo mismo no desea tener hijos, pero eso podria cambiar solo debe dejar que pase, T_T es tan triste,tanto el como jae han pasado por mucho, se necesitan!
ResponderBorrardefinitivamente yunho quedo marcado con aquellos maltratos en su infancia :( pero el mismo se denomina malo sin sentimientos pero si fuera asi no le importaria lastimar a jaejoong ni traer un hijo al mundo q no reciba su amor, todo es psicologico, necesita algun tipo de ayuda o estimulo para superarlo, pobre jae quedo triste ante esta declaracion, solo su elefantito lo consuela. la parte del espectaculo con los latigos me dio miedo, era como estar ahi viendo el espectaculo y pensar q ahorita le daba en el rostro, felizmente todo salio bien y wooo jae arreglo la caravana tan bonito
ResponderBorrarpucha yunho por todo lo que paso desde niño es tan serado con el amor y los hijos , gracias por el capitulo
ResponderBorrarmuy bien pude notar en este capitulo un poco del pasado de yunho y entenderlo pobresillo cuanto a de haber sufrido para llegar a ser lo que es hoy u_u pero se ve que JJ YA SE ESTA ENAMORANDO PERDIDAMENTTE de yunhie :3 cosas hermosas como no terminas queriendolos y dioss¡¡ el acto del circo su historia toda misteriosa sobre JJ ay esos dos cada vez avanzan más espero de todo corazón que si puedan enamorarse y formar un hogar sobre todo por como Yunho y JJ han sufrido merecen ser feliz.
ResponderBorrarOww TnT es q yunho tuvo una infancia dura ahora comprendo porque es asi.
ResponderBorrarQue triste es lo que le paso a Yunho que lo ha marcado en su vida, pero estoy segura que Jae lo hará cambiar con su amor...
ResponderBorrarMmm...Q triste cap...
ResponderBorrarLo único q me gusto es q todos van notando el amor q se tienen..
Aunque Yunho no crea poder amar yo se que si T.T tu puedes Yunho solo abre los ojos y ve lo que tienes enfrente...su historia es triste ningún niño o adulto merece ser golpeado por nadie :´(
ResponderBorrarYunho ba pasado por tanto en su niñes ..que por ello ha creado un perfil erroneo de si mismo #* y cierra la posibilidad de amar y tener una familia *-*
ResponderBorrarLas cosas se complican
ResponderBorrarjae la esta pasando mal, seguro si queria tener un bebé de yunho
pero con su dura infancia probablemnete sea dificil
aun así siento que se pasa por que no reconoce el esfuerzo que ha hecho jae
como lo de la casa, arreglarla no es tan malo, pero su reaccion no fue buena, espero que se vayan sabiendo mas cosas en los proximos capitulos XD
Woo pobre historia de Yunho Y_Y conr azon es como es~ me gusto mucho como estaban hablando del cuerpo del otro xD yo podría decir que otras cosas me gustan de yunho *v*♥
ResponderBorrarPobre Yunho el sufrio mucho con en su niñez y por eso se ha convertido en la persona que es y como es, el cree que no puede amar a nadie y eso a Jae le hace sentir mal, solo tater lo consuela.
ResponderBorrarEl acto de Yunho y Jae ha sido un éxito
qué triste infancia e historia tiene Yunho, está muy traumatizado y cree que no puede amar a nadie.
ResponderBorrartan desconfiado el pobre contando las píldoras de Jae.
y Jae tan dulce y comprensivo
la pareja que los vió besarse se dieron cuenta de que esto dos están enamorados.
gracias
wow pobre yunho si que tuvo una infancia fatal
ResponderBorrarpero tiene que saber que el puede ser nejor persona con los seres que el quiere y ademas aunque lo niegue ya esta enamorado de jae
Pobre yunho sufrio mucho de pequeño TT__TT
ResponderBorrarahhh gracias por el cap^^
ahh me encanto la funcion del YUNJAE ..el final fue ...cuento de hadas...yunho llevando en brazos a jae montando un caballo...*o*...y ahora sabemos el origen del problema de yunho....todo fue por ser maltratado y no recibir amor....pero yo creo que yunho seria un buen padre..el amor nace cuando menos te lo esperas.....creo que yunho dice que no quiere crear vinculos entre ellos pero al final se van acercando mas y mas... YUNJAE LOVE~ ^^
ResponderBorrarEs totalmente normal que Yunho quiera poner esa barrera entre Jae y el pff el pobre paso
ResponderBorrarY Jae debe sentirse muy..deprimido, y frustrado pero bueno esperemos y veremos
Taste es una dulzura es un elefantito que es como el pañuelo de Jae y eso me
parece hermoso.
fue triste la niñez de yunho pero ya tiene a jae que lo llenara de amor y le dará todo lo que le negaron de chico y jae lo enseñara a amar
ResponderBorrarcomo el pequeño elefantito le da cariño y mucho amor a jae así debería de ser yunho llenarlo de amor y cariño solo eso necesita jae de el para ser completa mente feliz yo se que yunho si puede amarlo de echo el ya siente amor por jae pero no se da cuenta pues lo protege y no quiere que sufra
Yunho no puede abrir su corazón a Jaejoong por su pasado :( La verdad que su infancia fue muy dura pero si el no deja que lo ayuden y se encierra en si mismo.estará así para siempre y perderá a Jae
ResponderBorrarPero ¡Hey! Joongie estuvo genial en la funcion:D Ahora tiene que pensar en lo que le ha pasado y las cosas que le dijo Yunho acerca de los niños, lo bueno es que.tiene a Tater para protegerlo c:
Se que el comportamiento de Yunho es por el trauma que tubo de niño no creo que el no pueda amr solo tiene que abrir su corazón y se el que entrará va ser Jaejoong pero Jaejoong creo que esta sintiendo algo por el y se que sufrira si Yunho no cambia
ResponderBorrarTengo un nudo en la garganta, primero porque Ambos necesita sanar su corazón y segundo porque Jae tiene esperanzas, espera de la vida, pero Yunho no. Está tan lastimado que no quiere abrir su corazón quiere protegerse y proteger a los demás de su propio dolor y eso es tan triste. Ningún niño debería sufrir así. Ni el menosprecio, el desamor o la crueldad.
ResponderBorrar