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miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 2


El último año había sido un desastre total y Jaejoong se había acostumbrado a animarse con pequeñas cosas a fin de no dejarse llevar totalmente por la desesperación. 

Se recordó a sí mismo que aunque su educación podía haber sido poco ortodoxa, desde luego sí había sido completa. Y a pesar de lo que su padre pensaba, había heredado el cerebro de Yesung  y no el de Jessica. También poseía un gran sentido del humor y era optimista por naturaleza, cualidad que ni siquiera el último año había podido destruir por completo. Hablaba cuatro idiomas, era capaz de identificar al diseñador de casi cualquier modelo de alta costura y era todo un experto en calmar a mujeres histéricas. Por desgracia, no poseía ni el más mínimo sentido común. 

¿Por qué no había hecho caso del abogado parisino de Jessica, cuando le dejó claro que no le quedaría ni un centavo una vez que pagara las deudas que ésta había dejado? Ahora sospechaba que había sido el sentimiento de culpa lo que lo había impulsado a asistir a todas aquellas fiestas durante los desastrosos meses que siguieron al funeral. Llevaba muchos años queriendo liberarse del chantaje emocional al que su madre la había sometido en su interminable búsqueda del placer. Pero no había querido que Jessica muriera. Eso no. 

Se le llenaron los ojos de lágrimas. Había querido muchísimo a su madre y, a pesar de su egoísmo, de sus interminables exigencias y de su constante necesidad de reafirmarse en la belleza, Jaejoong sabía que Jessica lo había querido.

Se había sentido culpable ante la inesperada libertad que el dinero y la muerte de Jessica le habían proporcionado. Se había gastado toda la fortuna, no sólo en sí mismo sino en cualquiera de los viejos amigos de Jessica que estuviera en apuros. Cuando las amenazas de los acreedores habían subido de tono, había extendido cheques para mantenerlos callados, sin saber ni importarle si tenía dinero para cubrirlos.

Yesung descubrió el derroche de Jaejoong el mismo día que emitieron una orden de arresto contra él. Fue entonces cuando se dio cuenta de la realidad y del alcance de lo que había hecho. Tuvo que rogarle a su padre que le prestara dinero para mantener alejados a los acreedores, prometiendo devolvérselo en cuanto pudiera. 

Yesung había recurrido al chantaje. Era hora de que madurara, le había dicho, y si no quería ir a la cárcel debería poner fin a todas esas extravagancias y seguir sus órdenes sin rechistar. 

En un tono brusco e inflexible, él había dictado sus términos. Se casaría con el hombre que él escogiera para él tan pronto como pudiera arreglarlo. Y no sólo eso, tendría que permanecer casado durante seis meses, ejerciendo de esposo obediente durante ese tiempo. Sólo al final de esos seis meses podría divorciarse y beneficiarse de un fondo fiduciario que él establecería para él, un fondo fiduciario que él controlaría. Si era cuidadoso, podría vivir con relativa comodidad el resto de su vida.

—¡No puedes hablar en serio! —exclamó él cuando finalmente había recobrado el habla. —Ya no existen los matrimonios de conveniencia. 

—Nunca he hablado más en serio. Si no aceptas casarte, irás a la cárcel. Y si no permaneces casado durante seis meses, nunca volverás a ver un penique más de mi
bolsillo. 

Tres días más tarde, le había presentado al futuro novio sin mencionar qué estudios poseía ni a qué se dedicaba, y sólo le había hecho una advertencia: —Él te enseñará algo sobre la vida. Por ahora, es todo lo que necesitas saber.

Se dio cuenta de que muy pronto llegarían a La Guardia, por lo cual no podía esperar más para sacar a colación el tema sobre el que tenían que hablar. Por costumbre, Jaejoong sacó un espejo dorado del bolso para cerciorarse de que todo estaba como tenía que estar. Ya más seguro, lo cerró con un golpe seco.

—Disculpe, señor Jung. 

Él no respondió.

Jaejoong se aclaró la garganta.  —¿Señor Jung? ¿Yunho? Creo que tenemos que hablar. 

Él abrió los párpados que ocultaban aquellos ojos color marrón profundo. —¿De qué? 

A pesar de los nervios, él sonrió. —Somos unos completos desconocidos que acaban de contraer matrimonio. Creo que eso nos da tema más que suficiente para hablar. 

—Si quieres escoger los nombres de nuestros hijos, cara de ángel, creo que paso. 

Así que tenía sentido del humor después de todo, aunque fuera algo cínico. —Quiero decir que deberíamos hablar de cómo vamos a pasar los próximos seis meses antes de poder solicitar el divorcio. 

—Creo que será mejor que vayamos paso a paso, día a día —hizo una pausa. —Noche a noche. 

A Jaejoong se le puso la piel de gallina y se dijo a sí mismo que no fuera estúpido. Él había hecho un comentario perfectamente inocente y él sólo había imaginado la connotación sexual en aquel tono bajo y ronco. Forzó una brillante sonrisa. —Tengo un plan, un plan muy simple en realidad. 

—¿Sí? 

—Si me da la mitad de lo que le pagó mi padre por casarse conmigo, y creo que estará de acuerdo conmigo en que es lo más justo, podremos irnos cada cual por su lado y acabar con este lío. 

Una expresión divertida asomó en esos rasgos de acero. —¿De qué lío hablas? 

Jaejoong debería haber sabido, por la experiencia adquirida gracias a los amantes de su madre, que un hombre así de guapo no rebosaría materia gris.  —El lío de encontrarnos casados con un desconocido.

—Pues creo que llegaremos a conocernos bastante bien. —De nuevo esa voz ronca. —Y eso de ir cada uno por su lado no era lo que Yesung tenía en mente. Tal y como lo recuerdo, se supone que tenemos que vivir juntos como matrimonio. 

—Eso pretende mi padre. Es un poco tirano en lo que se refiere a las vidas de otras personas. Lo mejor de mi plan consiste en que él nunca sabrá que nos hemos separado. Mientras no vivamos en su casa de Seúl, donde puede vernos, no tendrá ni idea de dónde estamos.

—Definitivamente no viviremos en su casa de Seúl.

Él parecía no estar tan dispuesto a cooperar como él había esperado, pero Jaejoong era lo suficientemente optimista como para creer que sólo necesitaba un poco más de persuasión.

—Sé que mi plan funcionará. 

—A ver si nos entendemos. ¿Quieres que te dé la mitad de lo que Yesung me dio por casarme contigo? 

—Ya que lo menciona, ¿cuánto fue? 

—No fue ni mucho menos suficiente —masculló él. 

Jaejoong nunca había tenido que discutir las condiciones y no le gustaba tener que hacerlo ahora, pero al parecer no tenía alternativa.

—Si lo piensa un poco, verá que es lo justo. Después de todo, si no fuera por mí, no tendría nada. 

—¿Quieres decir que planeas darme la mitad del fondo fiduciario que tu padre ha prometido establecer para ti? 

—Oh, no, no pienso hacer eso. 

Él soltó una breve carcajada.  —Me lo imaginaba. 

—No lo entiende. Le pagaré la deuda tan pronto como tenga acceso a mi dinero. Sólo le estoy pidiendo un préstamo. 

—Y yo me niego. 

Jaejoong comprendió que le había vuelto a pasar lo de siempre. Tenía la mala costumbre de asumir lo que otras personas harían o lo que haría él en su lugar. Por ejemplo, si fuera Jung Yunho, se prestaría a darle la mitad del dinero simplemente por deshacerse de él. 

Necesitaba fumar. Aquello no pintaba bien. —¿Puede devolverme los cigarrillos? Estoy seguro de que no todos estaban defectuosos. 

Él sacó el arrugado paquete del bolsillo de los pantalones y se lo entregó. Jaejoong encendió uno con rapidez, cerró los ojos y se llenó los pulmones de humo. 

Se escuchó un estallido y cuando abrió los ojos de golpe, el cigarrillo estaba en llamas. Con un grito ahogado, lo dejó caer. De nuevo, Yunho apagó la colilla y las ascuas con el pañuelo. 

—Deberías denunciarlos —dijo él con suavidad. Jaejoong se llevó la mano a la garganta, demasiado aturdido para hablar. 

Él se acercó y le tocó el pecho. Él sintió el roce de ese dedo y se estremeció, lo mismo que la piel sensible debajo del raso. Alzó la mirada de golpe a esos insondables ojos negros. —Un poco de ceniza —dijo él. Jaejoong puso la mano donde él lo había tocado y sintió el martilleo del corazón bajo los dedos. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que una mano que no fuera la suya la había tocado allí? Dos años, recordó, cuando se había hecho la última revisión médica. 

Jaejoong vio que habían llegado al aeropuerto y se armó de valor. 

—Señor Jung, tiene que entender que no podemos vivir juntos como matrimonio. Somos unos completos desconocidos. Toda esta idea es ridícula y tendré que insistir en que coopere más conmigo. 

—¿Insistir? —dijo él suavemente. —No creo que tengas derecho a insistir sobre nada. 

Jaejoong tensó la espalda. 

—No voy a permitir que me intimide, señor Jung. 

Él suspiró y sacudió la cabeza, mirándolo con una expresión de pesar que él dudaba que fuera sincero. 

—Esperaba no tener que hacer esto, cara de ángel, pero debería haber imaginado que no ibas a ser fácil. Será mejor que te explique las reglas básicas ahora mismo, así sabrás a qué atenerte. Para bien o para mal, vamos a permanecer casados durante seis meses a partir de hoy. Puedes irte cuando quieras, pero tendrás que hacerlo solo. Y por si todavía no te has dado cuenta, éste no va a ser uno de esos matrimonios modernos de los que se habla en las revistas. Éste va a ser un matrimonio tradicional. —Repentinamente, su voz se volvió más tierna y suave. —Lo que quiero decir, cara de ángel, es que yo mando y tú harás lo que diga. Si no lo haces, sufrirás algunas consecuencias bastante desagradables. La buena noticia es que, pasado el tiempo estipulado, podrás hacer lo que quieras. Sinceramente, me importará un bledo.

El pánico se apoderó de Jaejoong, que luchó por no perder los nervios. 

—No me gusta que me amenacen. Será mejor que hable claro y me diga cuáles son esas consecuencias que penden sobre mi cabeza.

Él se reclinó en el asiento y torció la boca en una mueca tan dura que Jaejoong sintió un escalofrío en la espalda.

—Verás, cara de ángel, no pienso decirte nada. Tú mismo lo descubrirás todo esta noche. 

Jaejoong se pascaba por el rincón más apañado de la sección de fumadores de la puerta de embarque de Koreanir, dando unas caladas un profundas y rápidas al cigarrillo que empezó a marearse. El avión, según había descubierto, se dirigía a Busan, una de sus ciudades favoritas, algo que tomó como una buena señal en una larga cadena de acontecimientos que se iban volviendo cada vez más desastrosos. 

Primero, el estirado y poderoso señor Jung se negó a aceptar el plan. Luego le había saboteado el equipaje. Cuando el chófer descargó una sola maleta del maletero en lugar del juego completo que él había preparado, Jaejoong pensó que era una equivocación, pero Yunho lo sacó rápidamente de su error.

—Viajaremos con poco equipaje. Le ordené al ama de llaves que lo rehiciera por ti durante la ceremonia. 

—¡No tenía derecho a hacer eso!

—Vamos a facturar. —Él cogió su propio y ligero equipaje, y Jaejoong se quedó mirando con asombro cómo echaba a andar sin dejarle otra opción que seguirlo. Jaejoong apenas podía cargar con la maleta; sus tobillos se tambaleaban sobre sus zapatos dorados mientras se arrastraba tras él. Sintiéndose desgraciado y cohibido, se había dirigido a la entrada, donde todo aquel que pasaba notaba los orificios en su pantalón  y el traje quemado. 

Cuando Yunho desapareció en los aseos, él se había apresurado a comprar una nueva cajetilla, pero descubrió que sólo tenía un billete de diez dólares en el bolso. Se dio cuenta con inquietud de que ése era todo el dinero que poseía. Sus cuentas corrientes estaban bloqueadas y las tarjetas de crédito canceladas. Por lo tanto, volvió a guardar el billete en la cartera y le pidió un cigarrillo a un atractivo ejecutivo. 

En cuanto lo apagó, Yunho salió de los aseos y al ver cómo iba vestido sintió un vuelco en el estómago. El oscuro traje sastre había sido reemplazado por una camisa vaquera, desgastada por infinidad de lavados, y unos vaqueros tan descoloridos que parecían casi blancos. Los bajos deshilachados del pantalón caían sobre unas botas camperas de piel llenas de rozaduras. Llevaba la camisa remangada, mostrando unos fuertes y  bronceadoss antebrazos ligeramente cubiertos de vello y un reloj de oro con una correa de piel. Jaejoong se mordisqueó el labio inferior. Al pensar en todo lo que su padre podía haberle hecho, nunca se le había ocurrido que la casaría con el Hombre Marlboro. 

Él se acercó a Jaejoong cargando la maleta con facilidad por el asa. Los ceñidos pantalones revelaban unas piernas musculosas y unas caderas estrechas. A Jessica le hubiera encantado. 

—Vamos. Acaban de hacer la última llamada. 

—Señor Jung, por favor, no creo que quiera hacer esto. Si me prestara sólo la tercera parte del dinero que legítimamente me pertenece, podríamos poner fin a esta situación. 

—Le hice una promesa a tu padre y nunca falto a mi palabra. Quizá sea un poco anticuado, pero es una cuestión de honor. 

—¡Honor! ¡Se ha vendido! ¡Dejó que mi padre le comprara! ¿Qué clase de honor es ése? 

—Yesung  y yo hicimos un trato y no voy a romperlo. Por supuesto, si insistes en marcharte, no te detendré. 

—¡Sabe que no puedo hacerlo! No tengo dinero. 

—Entonces, vámonos. —Él sacó las tarjetas de embarque del bolsillo de la camisa y se puso en marcha. 

Jaejoong no tenía dinero ni tarjetas de crédito, y su padre le había ordenado que no se pusiera en contacto con él. Con el estómago revuelto, se percató de que no tenía otra alternativa que seguirlo, y cogió la maleta. 

Delante de él, Yunho había alcanzado la última hilera de sillas, donde un adolescente estaba sentado fumando. Cuando su nuevo marido pasó junto al chico, el cigarrillo de éste comenzó a arder. 

Unas dos horas después Jaejoong se encontraba bajo un sol resplandeciente en el aparcamiento del aeropuerto de Busan, observando la camioneta negra de Yunho; tenía el capó cubierto por una gruesa capa de polvo y la matrícula de Busan casi ilegible por el barro seco que la ocultaba.

—Déjala ahí detrás. —Yunho lanzó su propia maleta sobre la camioneta, pero no se ofreció a hacer lo mismo con la de Jaejoong, igual que no se había ofrecido a llevársela en el aeropuerto. 

Jaejoong rechinó los dientes. Si pensaba que iba a pedirle ayuda, podía esperar sentado. Le dolieron los brazos cuando intentó lanzar la voluminosa maleta a la parte trasera. Pudo sentir los ojos de Yunho sobre él y, aunque sospechaba que al final agradecería todo lo que el ama de llaves había metido en ella, en ese momento habría dado cualquier cosa por que aquel diseño de Louis Vuitton fuera más pequeño. 

Cogió el asa con una mano y sujetó la parte inferior de la maleta con la otra. Con gran esfuerzo, tiró de ella. 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó el con falsa inocencia. 

—No... gra... cias. —Las palabras parecían gruñidos más que otra cosa.

—¿Estás seguro? 

Jaejoong, que por fin consiguió alzarla para empujarla con el hombro hacia dentro, no tenía suficiente aliento para contestar. Sólo unos centímetros más. Se tambaleó sobre los zapatos. Un poco más... 

Con un grito de consternación, la maleta y él cayeron hacia atrás. Gritó al impactar contra el pavimento, luego chilló de pura rabia. Con la mirada clavada en el cielo se percató de que la maleta había amortiguado la caída y evitado que se lastimara. También se dio cuenta de que había caído de manera desgarbada,  rompiendo algunos botones de su camisa,  dejando ver su delicado y blanquecino pecho. 

Unas oscuras y gastadas botas camperas entraron en su ángulo de visión. Deslizó la mirada por los muslos que se perfilaban bajo los vaqueros y por el ancho pecho y, al llegar a aquellos ojos color negro que brillaban con diversión, Jaejoong recuperó su dignidad. Cerrando su traje, se apoyó en los codos. 

—Esto es justo lo que pretendía. 

La risa del hombre fue ronca y oxidada, como si no se hubiera reído en mucho tiempo. 

—Si tú lo dices. 

—Así es. —Con toda la dignidad que pudo reunir, se impulsó sobre los codos hasta quedar sentado. —A esto es a lo que nos ha llevado su comportamiento infantil. Espero que lo sienta.

Él soltó una carcajada. 

—Tú lo que necesitas es un vigilante, cara de ángel, no un marido. 

—¡Deje de llamarme así! 

—Agradéceme que te llame así. —Cogió el asa de la maleta y la lanzó con facilidad sobre la parte trasera de la camioneta como si no pesara más que el orgullo de Jaejoong. Luego tiró de él hasta ponerlo en pie. Abrió la puerta de la camioneta y lo empujó al sofocante interior. 

Jaejoong esperó para hablar hasta que hubieron dejado el aeropuerto atrás. Viajaban por una carretera de doble sentido que se dirigía tierra adentro en lugar de a Busan, como él había esperado. 

Matorrales y maleza bordeaban ambos lados de la carretera y el aire caliente que entraba por las ventanillas abiertas de la camioneta le agitaba los cabellos. Adoptando un tono suave, Jaejoong rompió el silencio. 

—¿Podría encender el aire acondicionado? Se me enreda el pelo. 

—Lleva años sin funcionar.

Tal vez estuviera ya entumecido, porque aquella respuesta no lo sorprendió. Los kilómetros pasaron volando y los signos de civilización escaseaban cada vez más. De nuevo le preguntó lo que se había negado a contestar cuando bajaron del avión. 

—¿Podría decirme adonde nos dirigimos? 

—Es mejor que lo veas por ti mismo. 

—Eso no suena muy esperanzador 

—Por decirlo de una manera suave, donde vamos no hay salón de cóctel.

Vaqueros, botas, matrícula de Busan. ¡Tal vez fuera ranchero! Él sabía que había multitud de ganaderos ricos en Busan. Quizás estuvieran dirigiéndose hacia el sur. «Por favor, Dios, que sea ranchero. Que sea igual que un episodio repetido de Dallas. Que haya una hermosa casa, ropas de diseño, y Sue Ellen y J. R. haraganeando alrededor de la piscina.» 

—¿Es usted ranchero? 

—¿Parezco ranchero? 

—Lo que parece es un psiquiatra. Responde a una pregunta con otra. 

—¿Los psiquiatras hacen eso? Nunca he ido a uno.

—Por supuesto que no. Es evidente lo bien que le funciona la cabeza

Jaejoong había intentado que el comentario sonara sarcástico, pero el sarcasmo nunca se le había dado bien y pareció que lo estaba adulando. 

Jaejoong miró por la ventanilla el hipnótico paisaje de la carretera. Totalmente ensimismado, vio una casa desvencijada con un árbol en el patio delantero lleno de comederos de pájaros hechos de calabaza. El aire caliente los movía. 

Cerró los ojos y se imaginó fumando. O lo intentó. Hasta ese día, no se había dado cuenta de lo mucho que dependía de la nicotina. En cuanto se adaptara a la nueva situación, tendría que dejar de fumar. En cuanto llegara a su nueva vida, tendría que replantearse muchas cosas. Por ejemplo, nunca fumaría en la casa del rancho. Si le apetecía un cigarrillo, saldría a fumárselo a la terraza, en el balancín al lado de la piscina.

Mientras seguía soñando, se encontró rezando otra vez: «Por favor, Dios, que haya terraza. Que haya piscina...» 

Un poco más tarde, lo despertó el traqueteo de la camioneta. Se incorporó bruscamente, abrió los ojos y soltó un grito ahogado de asombro. 

—¿Pasa algo? 

—Dígame que eso no es lo que creo que es. 

El dedo del joven temblaba cuando señaló hacia el objeto que se movía al otro lado del polvoriento parabrisas. 

—Es difícil confundir a un elefante con otra cosa.

Era un elefante. Un elefante de verdad, vivito y coleando. La bestia recogió un fardo de heno con la trompa y lo lanzó hacia atrás. Mirando la deslumbrante luz del atardecer, Jaejoong rezó para estar todavía durmiendo y que aquello sólo fuera una pesadilla. 

—Dígame que estamos aquí porque quiere llevarme al circo. 

—No exactamente. 

—¿Va a ir usted solo?

—No. 

Jaejoong tenía la boca tan seca que le resultaba difícil articular las palabras.

—Sé que no le gusto, señor  Jung, pero, por favor, dígame que no trabaja aquí. 

—Soy el gerente. 

—Gerente de un circo —repitió él débilmente. 

—Exacto. 

Atontado, Jaejoong se dejó caer contra el asiento. A pesar de su optimismo, era incapaz de encontrar una luz al final del túnel. 

En el recinto abrasado por el sol había una carpa de circo roja y azul junto con varias carpas más pequeñas y una gran cantidad de caravanas. La carpa más grande, salpicada por estrellas doradas, tenía un gran rótulo de color rojo intenso donde se podía leer: CIRCO DE LOS HERMANOS QUEST, PROPIETARIO: OWEN QUEST. Además de unos cuantos elefantes atados, Jaejoong vio una llama, un camello, varias jaulas enormes con animales y toda clase de gente de mal vivir, entre la que incluyó a algunos hombres bastante sucios. A la mayoría de ellos parecían faltarle los dientes delanteros. 

El padre de Jaejoong siempre había sido un esnob. Le encantaba todo ese rollo de los linajes antiguos y los títulos de nobleza. Se jactaba de descender de las más grandes familias zaristas de Corea. El hecho de que hubiera casado a su único hijo con un hombre que trabajaba en un circo decía mucho de lo que sentía por él. 

—No es exactamente el de los Hermanos Ringling. 

—Eso ya lo veo —repuso él débilmente. 

—Los Hermanos Quest es uno de los circos que se conocen como circos de barro.

—¿Por qué dice eso? 

—Pronto lo averiguarás —la respuesta sonó ligeramente diabólica. 

Su marido aparcó la camioneta al lado de las demás, apagó el motor y salió. Para cuando él bajó, él ya había sacado las maletas de la parte trasera y había echado a andar cargando con ellas.

Los zapatos de Jaejoong se hundieron en el terreno arenoso y se tambaleó mientras seguía a Yunho. Todos dejaron lo que estaban haciendo y clavaron los ojos en él. La rodilla le asomaba por el ancho agujero del pantalón, la chamuscada chaqueta de raso se le caía de un hombro y los zapatos se hundían en algo demasiado blando. Afligido, Jaejoong bajó la mirada para asegurarse de que había pisado justo lo que se temía. 

—¡Señor Jung! 

El chillido del joven tenía un deje de histeria, pero él pareció no oírla y siguió caminando hacia la hilera de caravanas. Él restregó la suela del zapato por la arena, llenándoselo de polvo durante el proceso. Con una exclamación ahogada, Jaejoong echó a andar de nuevo. 

Yunho se acercó a dos vehículos que estaban aparcados uno al lado del otro. El más cercano era una moderna caravana plateada con una antena parabólica. Al lado había otra caravana abollada y oxidada que parecía haber sido verde en otra vida. 

«Por favor, que sea la caravana de la parabólica en vez de la otra. Por favor...» 

Él se paró ante la fea caravana verde, abrió la puerta y desapareció en el interior. Jaejoong gimió, luego se dio cuenta de que estaba tan entumecido emocionalmente que ni siquiera era capaz de sorprenderse. 

Yunho reapareció en la puerta un momento después y observó cómo se acercaba tambaleándose hacia él.

Cuando al fin llegó al combado peldaño de metal, él le ofreció una sonrisa cínica. 

—Hogar, dulce hogar, cara de ángel. ¿Quieres que te coja en brazos para cruzar el umbral? 

A pesar del sarcástico comentario, él eligió ese momento en particular para recordar que nunca lo habían cogido en brazos para cruzar un umbral y que a pesar de las circunstancias, éste era el día de su boda. 

Quizá poner un toque sentimental los ayudaría a los dos a sacar algo positivo de esa terrible experiencia. 

—Sí, gracias. 

—¿Estás de coña? 

—¿Quiere o no quiere hacerlo? 

—No quiero. 

Él intentó disimular la decepción. 

—Vale. 

—Es una puta caravana. 

—Ya lo veo. 

—Ni siquiera creo que las caravanas tengan umbrales. 

—Si hay una puerta, hay un umbral. Incluso un iglú tiene umbral. 

Por el rabillo del ojo, Jaejoong vio que comenzaba a formarse una multitud a su alrededor. Yunho también se dio cuenta. 

—Vamos, entra.

—Es usted quien se ha ofrecido. 

—Estaba siendo sarcástico.

—Ya me he fijado que lo hace mucho. Y por si nadie se lo ha dicho nunca, es una costumbre molesta. 

—Entra, Jaejoong.

De alguna manera se había trazado una línea y lo que había comenzado como un impulso se había convertido en un duelo de voluntades. Jaejoong permaneció en el escalón, con las rodillas temblorosas, pero intentando mantenerse firme. 

—Le agradecería que por lo menos tuviera la decencia de cumplir esa tradición. 

—Por el amor de Dios. —Él bajó de un salto, lo levantó en brazos y lo llevó al interior, cerrando la puerta de una patada. Al momento lo dejó bruscamente en pie. 

Antes de poder decidir si había ganado o perdido esa batalla en particular, Jaejoong fue consciente de lo que lo rodeaba y se olvidó de todo lo demás. 

—¡Ay, Dios!

—Herirás mis sentimientos si me dices que no te gusta.

—Es horrible. 

El interior era incluso peor que el exterior. Estrecho y desordenado, olía a moho, a viejo y a comida rancia. Delante de él había una cocina en miniatura, el mostrador de fórmica color azul desvaído estaba astillado. Los platos sucios estaban amontonados en el diminuto fregadero y había una cacerola con una gruesa costra sobre el fogón, justo encima de la puerta del horno, que estaba sujeta por un trozo de cordel. La raída alfombra había sido dorada en otro tiempo, pero ahora tenía tantas manchas que su color sólo podía describirse recurriendo a alguna función corporal. A la derecha de la cocina, la descolorida tapicería a cuadros del pequeño sofá apenas era visible debajo de la pila de libros, periódicos y ropa masculina. Vio una nevera descascarillada, armarios con el laminado astillado y una cama revuelta.

Jaejoong miró rápidamente a su alrededor. 

—¿Dónde están el resto de las camas? 

Él lo miró sin expresión, luego pasó junto a las maletas que había dejado en medio del suelo. 

—Esto es una caravana, cara de ángel, no una suite en el Ritz. Es todo lo que hay. 

—Pero... —Jaejoong cerró la boca. Tenía la garganta seca y un vacío en el estómago.

La cama ocupaba la mayor parte del fondo de la caravana y estaba separada del resto por un alambre que sostenía una descolorida cortina color café que en ese momento estaba recogida contra la pared. Sobre las sábanas había algunas ropas enredadas, una toalla y algo que parecía ser un pesado cinturón negro. 

—El colchón está limpio y es cómodo —dijo él. 

—Estaré más cómodo en el sofá. 

—Como quieras. 

Él oyó una serie de tintineos metálicos y vio que Yunho se estaba vaciando los bolsillos en la desordenada encimera de la cocina: algunas monedas, las llaves de la camioneta y la cartera.

—Vivía en otra caravana hasta hace una semana, pero era muy pequeña para dos personas, así que me mudé a ésta. Es una pena que no haya tenido tiempo para llamar al decorador. —Él sacudió la cabeza. —Los donnickers están allí. Es el único sitio que me dio tiempo a limpiar. Puedes meter tus cosas en el armario que tienes detrás. La función empieza en una hora; no te acerques a los elefantes. 

«¿Donnicker? ¿La función?» 

—En realidad, no creo que pueda vivir aquí —dijo él. —Está asqueroso. 

—Tienes razón. Supongo que necesita el toque de un niño ricachón. Encontrarás productos de limpieza debajo del fregadero. 

Él pasó por su lado en dirección a la puerta, entonces se detuvo. Estupefacto, Jaejoong vio cómo se acercaba de nuevo a la encimera, cogía la cartera y volvía a meterla en el bolsillo. 

Se sintió profundamente ofendido. 

—No pensaba robarle. 

—Por supuesto que no. Pero es mejor no tentar a la suerte. —Yunho le rozó el brazo con el pecho cuando volvió a pasar junto a él hacia la puerta. —Hoy tenemos función a las cinco y a las ocho. Actúo en las dos.

—¡Deténgase ahora mismo! ¡No puedo quedarme en este horrible lugar y no voy a limpiar toda esta porquería! 

Él miró con aire distraído la punta de su bota, luego levantó la vista. Jaejoong se quedó mirando aquellos pálidos ojos marrones y sintió un escalofrío de temor, seguido de otra extraña sensación que no quiso examinar más a fondo. 

Él levantó lentamente la mano, y Jaejoong dio un respingo cuando lo cerró con suavidad alrededor de su garganta. Sintió la ligera aspereza del pulgar cuando le rozó el hueco bajo la oreja con algo que parecía una caricia. 

—Escúchame con atención, cara de ángel —dijo él con suavidad. —Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar. Tú decides cómo quieres que sea.

Se miraron fijamente a los ojos. En un instante que pareció eterno, Yunho le exigió sin palabras que se sometiera a él. Los ojos del hombre dejaron un rastro de fuego sobre Jaejoong, consumiéndole la ropa, la piel, hasta que Jaejoong se sintió desnudo y despojado, con todas sus debilidades expuestas. Quería huir y esconderse, pero la fuerza de aquella mirada masculina lo dejó inmovilizado. 

Yunho le deslizó la mano por la garganta, luego le quitó la chaqueta por los brazos, haciendo que cayera al suelo con un susurro. Cogió la camisa con los botones rotos y desabotonó los demás-el corazón comenzó a latirle con fuerza. 

Con la punta del dedo, Yunho bajó por su pecho hasta llegar al pezón. Luego, inclinó la cabeza y tomó con los dientes la suave piel que había expuesto.

Jaejoong se quedó sin respiración cuando notó el pellizco. Debería haber sido doloroso, pero sus sentidos percibieron el pequeño mordisco con placer. Sintió la insolente mano de Yunho en el pelo y luego él se apartó, aunque ya había dejado su marca en él como si fuera un animal salvaje. Fue entonces cuando Jaejoong supo a qué le recordaban esos ojos marrones. A un animal de presa. 

La puerta de la caravana se meció sobre sus goznes. Yunho salió y lo miró, dejando caer los botones que había tomado. 

Estalló en llamas.

29 comentarios:

  1. Oh jesus, jae se va a morir ahi pero el final estuvo ftcvgbhn
    gracias por la adaptacion, sigue que estare esperandole con ansias <3

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  2. jae tratandolo de usted, de señor Jung XD bueno lo entiendo yo tambien suelo ser un poco timida con mis amigos, pero jae la tiene dificil ya q yunho tiene una mirada y caracter peculiar y ademas es su esposo , jaejoong la pasara mal lo presiento :( este yunho lo ha llevado a un sitio sucio, pasaria q sea humilde, no hay problema pero sucio :/ me da pena jae, si quiere vivir un poquito mas comodo va tener q limpiar mucho, mismo ceniciento, me dio risa q al final yunho lo llevo cargado adentro, obligado y renegando pero lo hizo, Hisashi muchas gracias por el capitulo *w*

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  3. Oh esto se pone cada vez mejor, no cabe duda que yunho esta poniendo a prueba a jae , nada ds a lo que esta acostumbrado, y es o se aguanta porque de todas maneras yunho ganara! Ja y la parte donde le pide que lo carague al entrar a su hogar xD y ni que decir del final estuvo shfjja, fue uf demasiado y eso que fue algo leve! Me intriga todo eso de yunho y el fuego! Gracias por actualizar y por compartirnos esta historia!^^

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  4. llamas.??! acaso esa es la habilidad de yunho en el circo bueno eso explicaría los cigarrillos en llamas XD

    waaa.. que tal cambio para jaejoong de lujos ropa cara etc, etc a un circo humilde (?

    esta muy interesante voy a seguir leyendo ;)

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  5. jjajaaja pobre Jae la va a tener bien fea nada mas imagínenlo limpiando ese desastre con sus bellas hermosas y delicadas manos hay Yunho se fuerte por tu malcriado pero no lo maltrates ni abuses de el xfa .Gracias x compartir

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  6. pobre JJ jajaj bueno eso le enseñara a q no todo en la vida es lujo xD
    waa sabia q yunho tenia algo q ver con lo de los cigarros e,e asdasda
    gracias x compartir esta interesante :)

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  7. uuu mi pobre jae de rico a pobre , a si tendra que aprender a ser una persona sin lujos y normal jajajajaj gracias por compartir

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  8. OMG sun¡¡ pobre jj xDD el tan diva rezando por que tuviera un poco de lujo y comodidades en el lugar donde Yunho lo llevaba y con que se encuentra?? que lo llevo a un circo~~~ un circo¡¡¡ xDD bueno por algo pasan las cosas no?? y el hecho de que Yunho no se hubiera dejado chantajear por JJ ya da lugar a ver que cosas interesantes pasaran en la historia hahahaha :O

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  9. El padre de jae.. Le cabo una graaan tumba

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  10. aigooo pobre jae ir a un ugar en el que no estaba para nada acostumbrado jja lo que se imagino de la piscina fue genial kyaa leere el sig capi

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  11. esto se pone cada vez mejor! xD...me quede intrigada con eso de llos cigarrillos y lo que Yunho provoca cuando esta cerca de ellos, deseo saber por que...*tal vez pronto mi duda se aclare :D*...Jae fue a parar en un lugar completamente poco peculiar a lo que el acostumbra, tal vez sea difícil esta nueva etapa para el, y estoy ansiosa de ver como lo sobrelleva

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  12. lo llevó a un circo en el medio de la nada?? y a cuento de qué le tiene tanta idea Yunho a Jae?? por qué quiere reformarlo??
    interesante historia. seguiré leyendo así entro más en la situación. gracias

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  13. Es un cambio radical para jaee @*@… .como hara para adaptance a ello

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  14. ajajajajajajajajajja amo el sarcasmo que yunho
    xD ahhhhhhhhh este FF me esta gustando mucho~^^

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  15. ¡JAE TÚ PLAN NO FUNCIONO! :c HAHAHAHAHAHAHAHAHAHA, sí es un elefante Jae. XDD Él todo asustado porque YunHo es el gerente de un circo. Querer que lo cargue y pasen la puerta juntos, loquillo, pero es hermoso su forma de pensar.

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  16. Pobre Jae su plan no funciono ,Yunho no acepto su oferta y ahora tendrá que estar casado con el por 6 meses y para colmo tiene que vivir en un circo sin ninguna de las comodidades que tenia, espero que Yunho sea mas comprensible con el, cual será el acto de Yunho???

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  17. al final jae no pudo convencer a yunho de seguir su plan....pero yunho gerente de un circo??? seguro yesung lo tramo todo muy bien...pobre jae no la va tener facil yunho le va hacer la vida imposible ( al menos por 6 meses )..T^T .adios a la diva joongie~ ...aunque en lo ultimo yunho uso su voz suave .*o* ..ya sera opcion de jae si la quiere por lasa malas XD

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  18. Gracias >3< en cada capitulo se pone mejor O//O preparate Jae que Yunnie sera una bestia que tienes que dominar kyaaaaa *se va al sig. cap.

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  19. Wooooooooo!!!!!!
    Jae dioun giro a su viada todo cambio para el
    Gracias^^

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  20. por que los cigarrillos se incendian eh sera que yunho los provoca ? y tenia razon osea que es mago se puede decir
    bueno que trato harian el y su papa de jae
    jae si que va a tener las cosas dificiles

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  21. En llamas ?? Que fus un circo ??
    Pobre JJ lo que le espera limpiar vivir ahí definitivamente va ser una tortura para él y Yh me gusta como lo domina ;) ha seguur leyendo ya megustoo

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  22. slknfovjeori esperen ESPEREN! yunho es tan QUE HAGAS LO QUE TE DIJE SINO TE VIOLO! O///O Jae sufrira, y mucho creo que se enamorara por el sindrome de estocolmo que le dara xD

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  23. hay pobre jae el acostumbrado a lo bueno, bonito y lujoso
    y adonde vino a parar solo espero y yunho no lo haga sufrir mucho teniendo lo ahí

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  24. Me pareció tierno que Jae dijo en el capítulo pasado que se sentía como un patito feo cuando se le quedaban viendo :3 <3
    Aah~ Pero este capítulo definitivamente me impacto, no pensé que Yunho llevaría a Jae a un lugar así o-o Esto va a ser mas interesante con Jae de niño rico y mimado viviendo en un lugar que está a años luz de ser las riquezas que el acostumbra y además con un super guapo, pero aparentemente, frío esposo u-u
    Solo espero que Yunho se suavice con el tiempo c:

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  25. Oh mi pobre Cara de Angel si que tu papa te quiere mucho .mmmm un circo interesante y Yunho es el chico del fuego eso explica lo que pasó en el aeropuerto ..pero vamos por el lado que te puede gustar esta bien sexy tu esposo a que si Jaejoong XD

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  26. OH POBRE MI ÁNGEL QUE VA HACER EL EN UN CIRCO QUE INTERESANTE SE PASO SU PAPA....GRACIAS

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  27. Pobre Jae, está asustado, es tan difícil leerlo en esa situación. Yunho parece no quererlo es como si fuera un estorbo. Me gusta la historia y hubo momento en los que Jae me dio mucha ternura y risa a la vez. Por qué un hombre como Yunho vive ahí????

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  28. Yunho ha de ser mago, por lo que hizo con los cigarros de Jae y esto último.

    Pobre Jae de princecito a amó de casa y tener que poner en orden y limpieza su nueva residencia, jajaja...

    Gracias!!! ❤️💕💞

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