—Aquí
tienes la pala —dijo el hombre que se ocupaba de los elefantes. —Ahí está la
carretilla. Y ahí el camión con el estiércol.
Digger,
que era quien se encargaba de los animales de Hyunjoong Martin, el domador, le
dio una pala y se alejó cojeando. Era un hombre mayor que padecía artritis; tenía
el rostro arrugado y los labios hundidos por la falta de dientes. Digger era
ahora el jefe de Jaejoong.
Jaejoong
miró la pala. Ése era su castigo. Se había imaginado que Yunho lo mantendría
confinado en la caravana, que utilizaría aquel lugar como una celda ambulante,
pero debería haber sabido que él no se conformaría con algo tan sencillo.
La
noche anterior Jaejoong había llorado en el sofá hasta quedarse dormido. No
tenía ni idea de si Yunho había dormido en la caravana ni de si había
regresado. Por lo que él sabía, hasta podía haber pasado la noche en compañía
de una de las showgirls. Lo invadió la tristeza. Yunho apenas le había hablado
esa mañana salvo para decirle que tendría que trabajar para Digger y que no
debía abandonar el recinto sin su permiso.
Desvió
la mirada desde la pala que sostenía en la mano al interior del camión. Los
elefantes ya habían bajado del remolque a través de unas anchas puertas
correderas situadas en el centro de éste, justo encima de la rampa. A Jaejoong
se le puso un nudo en el estómago y una oleada de intranquilidad hizo que le
subiera la bilis a la garganta. Había mucho estiércol. Muchísimo. En algunas
partes la paja estaba casi limpia. En otras había sido aplastada por las
gigantescas patas de los paquidermos.
Y
aquel olor...
Jaejoong
volvió la cabeza y aspiró aire fresco. Su marido creía que era un ladrón y un
mentiroso y, como castigo, lo obligaba a trabajar con los elefantes a pesar de
que él le había dicho que los animales le daban miedo. Volvió a mirar hacia dentro
del camión.
Adiós
a su modelito de Mary McFadden.
Jaejoong
se sintió derrotado y, justo en ese momento, supo que había fallado. No podría
hacerlo. Otras personas parecían tener una fortaleza a la que recurrir en
tiempos de crisis, pero Jaejoong no. Era débil y no hacía nada a derechas. Todo
lo que su padre y Yunho habían dicho de él era verdad. Sólo servía para charlar
en las fiestas y eso no le valía de nada en este mundo. Con el sol cayendo a
plomo sobre su cabeza, rebuscó en su interior, pero no encontró ni un ápice de
coraje. Se dio por vencido. Tiró la pala sobre la rampa.
—¿Ya
te has dado por vencido?
Jaejoong
bajó la mirada. Yunho estaba al pie de la rampa. Él asintió lentamente con la
cabeza.
Él
le sostuvo la mirada con las manos apoyadas en las caderas cubiertas por unos
vaqueros descoloridos. —Los hombres han hecho apuestas sobre si harías o no el
trabajo.
—¿Y
qué has apostado tú? —La voz de Jaejoong apenas era un susurro y a él le sonó
como un graznido.
—No
estás preparado para recoger mierda, cara de ángel. Cualquiera puede verlo.
Pero, y sólo para que conste en acta, no he apostado nada.
No
era por lealtad hacia él, de eso estaba seguro, lo habría hecho para mantener
su reputación como jefe. Lo miró con una distante curiosidad.
—Has
sabido todo el tiempo que no podría hacerlo, ¿verdad?
—Sí,
lo sabía —dijo Yunho, asintiendo lentamente con la cabeza.
—Entonces,
¿por qué me has hecho pasar por esto?
—Eras
tú el que tenía que entender que no podías soportarlo. Pero has tardado
demasiado tiempo en darle cuenta, Jaejoong. Intenté decirle a Yesung que no
ibas a sobrevivir aquí más que una bola de nieve en el infierno, pero no quiso
escucharme. —La voz de Yunho se volvió casi suave y, por alguna razón
desconocida, a Jaejoong le molestó más aquello que el anterior desprecio de su
marido. —Vuelve a la caravana, Jaejoong, y cámbiate de ropa. Te pagaré un
billete de avión.
«¿Adónde iré?», se preguntó. No tenía
ningún lugar al que ir. Oyó el rugido de Sinjun y miró hacia su jaula, pero el
camión del agua le bloqueaba la vista.
—Te
daré dinero para que puedas mantenerte hasta que encuentres trabajo.
—Eso
es lo que te pedí en la limusina y no aceptaste. ¿Por qué lo haces ahora?
—Le
prometí a tu padre que te daría una oportunidad. He mantenido mi palabra.
Dicho
lo cual, él se dio la vuelta para dirigirse a la caravana, seguro de que él lo
seguiría. Esa arrogante seguridad atravesó el dolor de Jaejoong y lo transformó
en un ramalazo de ira, tan extraña en su tranquila naturaleza que el joven
apenas reconoció lo que era. Él estaba tan convencido de su derrota que ni
siquiera dudaba del hecho de que fuera a rendirse.
«¿Iba a
rendirse?»
Miró
a la pala tirada sobre la rampa. Tenía abono seco pegado al mango y a la
paleta, lo que atraía a un enjambre de moscas. Mientras la miraba, se dio
cuenta de que esa pala, sucia, era como todas las malas decisiones que había
tomado en su vida.
Con
un sollozo entrecortado la recogió con rapidez y se metió dentro del remolque. Contuvo la respiración y deslizó la pala bajo el montón de paja más próximo,
recogió una paletada y con brazos temblorosos la llevó hasta la carretilla. Los
pulmones le ardieron por el esfuerzo. Aspiró aire fresco y casi se atragantó
con aquel pestilente olor. Sin darse tiempo para pensar, fue a por el siguiente
montón y luego a por el siguiente. Comenzaron a dolerle los brazos, pero no se
detuvo.
Las
botas de Yunho resonaron pesadamente en la rampa. —Para, Jaejoong, y sal
de ahí ya.— Él tragó saliva intentando desatascar el nudo de su garganta.
—Vete.
—No
podrás sobrevivir aquí. Tu obstinación sólo pospondrá lo inevitable.
—Es
posible que tengas razón. —Perdió la batalla por contener las lágrimas y éstas
se le deslizaron por las mejillas. Sorbió por la nariz, pero no dejó de
trabajar.
—Lo
único que estás consiguiendo con esto es convencerme de lo tonto que
eres.
—No
estoy intentando convencerte de nada y, francamente, ya no quiero hablar más.— Con un trémulo sollozo, levantó otro pesado montón y, sin apenas fuerzas,
consiguió llevarlo hasta la carretilla.
—¿Estás
llorando?
—Vete.
Él
entró y se puso delante de Jaejoong.
—Sí,
estás llorando.
—Perdona,
pero me estás interrumpiendo —dijo Jaejoong con voz trémula.
Él
trató de quitarle la pala, pero él la apartó a un lado antes de que pudiera
cogerla. Un arranque de cólera alimentado por la adrenalina le dio la fuerza
suficiente para deslizar la pala bajo otro montón de paja y amenazar con
arrojárselo.
—¡Vete!
¡Lo digo en serio, Yunho! Si no me dejas en paz te lo echaré encima.
—No
te atreverás.
A Jaejoong
le temblaban los brazos y las lágrimas le caían desde la barbilla a la
camiseta, pero sostuvo la mirada de Yunho sin rendirse.
—No
deberías desafiar a alguien que no tiene nada que perder.
Yunho
se quedó inmóvil por un momento. Luego meneó lentamente la cabeza y
retrocedió.
—De
acuerdo, pero sólo lo estás haciendo más difícil para ti.
El
joven tardó dos horas en limpiar el remolque. Bajar la pesada carretilla por la
rampa fue lo más difícil. Se le volcó la primera vez que lo intentó y tuvo que
recogerlo todo de nuevo. Había seguido llorando todo el tiempo, pero no se
detuvo. De vez en cuando levantaba la cabeza y veía a Yunho, que lo observaba
con esos ojos marrones, pero lo ignoró. Los hombros y los brazos le dolían
demasiado, pero apretó los dientes y se obligó a seguir.
Cuando
terminó de limpiar con la manguera el interior del camión, la camiseta y los
vaqueros que Yunho le había comprado dos días antes estaban cubiertos por una
capa de porquería que parecía formar parte de ellos. Tenía el pelo alborotado.
Examinó el trabajo intentando sentir orgullo por lo bien que lo había hecho,
pero lo único que sintió fue un cansancio mortal.
Se
apoyó en la puerta del camión. Desde aquella ventajosa posición, en lo alto de
la rampa, podía ver a los elefantes encadenados cerca de la carretera para
anunciar que el circo estaba allí.
—Baje,
señorito —dijo Digger. —El día no ha terminado todavía.
Jaejoong
bajó por la pendiente cojeando sin apartar la vista de los elefantitos que
estaban, sin atar, a unos quince metros.
Digger
los llamó por señas.
—Hay
que llevarlos a abrevar. Use esto para empujarlos, cláveselo en los costados.
—Le señaló un palo de casi dos metros con un pincho en el extremo, luego se
acercó a los pequeños elefantes (que debían de pesar cerca de una tonelada cada
uno). Combinando las órdenes y la voz con unos ligeros golpecitos del pincho,
Digger los hizo ponerse en movimiento hacia un tanque lleno de agua. Jaejoong
se mantuvo tan alejado de ellos como le fue posible, con el corazón latiéndole
con fuerza por el miedo.
El
hombre volvió la mirada hacia él.
—Así
es como debe hacerlo.
Jaejoong
se acercó poco a poco, diciéndose a sí mismo que, a pesar de su tamaño,
aquellas bestias eran sólo unos bebés. Al menos no eran unos desagradables perritos.
Observó
que algunos bebían directamente de la artesa, mientras que otros aspiraban el
agua con la trompa y luego se la llevaban a la boca. Digger notó que él se
mantenía apartado.
—No
le darán miedo, ¿verdad, señorito?
—Por
favor, tutéame.
—No
debes dejar nunca que los animales perciban tu miedo.
—Eso
me ha dicho todo el mundo.
—Tienes
que demostrarles quién es el jefe. Enseñarles que eres tú el que manda.
Él
golpeó a uno de los animales, haciendo que se echara a un lado para que
pudieran pasar los demás. Desde lo alto de las gradas, durante el espectáculo, Jaejoong
había encontrado preciosos a los elefantitos, con esas orejas blanditas,
aquellos encantadores rabitos y las expresiones solemnes, pero ahora le daban
muchísimo miedo.
Jaejoong
había visto cómo manejaba Hyunjoong Martin a los adultos (los machos, se
recordó a sí mismo, aunque hubiera jurado que todas eran hembras). Hizo una
mueca cuando Digger golpeó con fuerza a uno de ellos. Puede que él no fuera
amante de los animales, pero al ver aquello se revolvió por dentro. Los
elefantes no habían nacido para vivir en un circo y nadie debería tratarlos tan
brutalmente por no seguir las reglas de los hombres, en especial cuando dichas
reglas iban contra sus instintos.
—Tengo
que ayudar a Hyunjoong a pasear a los elefantes —dijo Digger. —Encárgate de
llevar a los elefantitos hasta la estaca. Iré dentro de unos minutos para
ayudarte a atarlos.
—¡Oh,
no! No, no creo que...
—Aquel
de allí es Puddin. Ése es Tater. El del fondo es Pebbies y este de aquí es Bam Bam, lo llamamos Bam para abreviar. Dale ahora a Pebbies con el pincho. Tienes
que enseñarle modales. —Le ofreció el pincho a Jaejoong y se alejó.
Jaejoong
miró con consternación aquella arma del diablo. Bam abrió la boca, Jaejoong no
supo si lo hacía para bostezar o para pegarle un bocado, y se echó hacia atrás.
Dos de los elefantes metieron la trompa en el abrevadero.
«Ahora sí que me voy a rendir», pensó él. Había conseguido
limpiar el camión, pero no lograría acercarse a los elefantes. Había alcanzado
su límite.
A
lo lejos vio a Yunho observándolo, vigilándolo como un buitre acecha a su presa
antes de saltar sobre él.
Él
se estremeció y dio un paso indeciso hacia los elefantitos.
—Eh...
venga, amiguitos. —Temblorosamente señaló la estaca con el pincho.
Bam
(o quizá fuera Pebbies) levantó la cabeza y le lanzó una mirada de
desdén.
Él
se acercó con inquietud. —Por favor, no me den más problemas. Ha sido un
día terrible.
Tater
levantó la trompa de la artesa y giró la cabeza hacia él. A continuación Jaejoong
recibió un chorro de agua fría en la cara.
—¡Aaah!
—Gritó dando un salto atrás.
Tater
salió disparado aunque, por supuesto no hacia la estaca, sino hacía los
remolques.
—¡Vuelve!
—gritó él, frotándose la cara. —¡No hagas eso! ¡Por favor, vuelve!
Hyunjoong
se acercó corriendo con una larga barra metálica con un aguijón en forma de U
en el extremo. Lo dirigió hacia Tater, escogiendo un punto detrás de la oreja.
El elefante dio un fuerte chillido de dolor; se detuvo en seco y se giró inmediatamente
hacia la estaca. Los demás elefantes lo siguieron con rapidez.
Jaejoong
miró a los animales antes de volverse hacia Hyunjoong.
—¿Qué
le has hecho?
Él
se pasó la barra metálica de una mano a otra y se apartó el largo cabello rubio
de la cara.
—Es
una picana. Lanza descargas eléctricas. No la uso a menos que sea necesario,
pero ellos saben que la utilizaré si no se comportan correctamente.
Jaejoong
miró la picana con desagrado. —¿Les das descargas? ¿No te parece que es
una medida muy drástica?
—Cuando
se trabaja con animales no se puede ser sentimental. Puede que los quiera
mucho, pero no soy estúpido. Tienen que saber quién es el que manda, quién
lleva aquí la voz cantante.
—Hyunjoong,
esto no es para mí. Ya le he dicho a todo el mundo que los animales me dan miedo,
pero nadie me hace caso.
—Acabarás
por superarlo. Sólo necesitas pasar algún tiempo con ellos. No les gustan las
personas ni los ruidos inesperados, así que tienen que verte venir. —Le quitó
el pincho de la mano y le dio la picana a cambio. —Si te ven con ella te
respetarán más. Los pequeños son fáciles de controlar; un par de descargas
rápidas si no te hacen caso y listo. Cuando uses el pincho, apunta detrás de
las orejas, es donde más les molesta.
Él
sintió como si estuviera siendo obligado a sujetar algo obsceno. Miró a los
elefantitos y vio que Tater le devolvía la mirada. El animal observó la picana
y, aunque tal vez fuera cosa de su imaginación, Jaejoong pensó que parecía
decepcionado.
Cuando
Hyunjoong se marchó, él se acercó a los animalitos tosiendo para no
sorprenderlos. Ellos levantaron la cabeza y se removieron inquietos al ver lo
que llevaba en la mano. Bam abrió la boca y emitió un fuerte barrito de
tristeza.
Debían
de estar acostumbrados a que les dieran descargas eléctricas. Jaejoong pensó lo
mucho que comenzaba a desagradarle Hyunjoong Martin. Más que incrementar la
confianza en sí mismo, la picana hacía que se sintiera incómodo. No importaba
lo mucho que le asustaran los animales, jamás podría hacerles daño, así que
dejó el artilugio detrás de una bala de heno.
Miró
con anhelo la caravana de Yunho. Sólo tres días antes la había considerado
repugnante, pero ahora le parecía el lugar más acogedor del mundo. Se recordó a
sí mismo que si había podido limpiar el remolque, también podía sobrevivir a
eso.
Se
acercó a las bestias de nuevo, esta vez sin la picana. Ellos lo observaron
durante un momento. Satisfechos de que él ya no supusiera una amenaza, se
dedicaron a remover el heno.
Todos
salvo Tater. ¿Sería cosa de su imaginación o él le estaba realmente sonriendo?
¿Y no tenía esa sonrisa cierto toque diabólico?
—Elefantes
bonitos. Elefantitos b-bonitos —canturreó él. — Jaejoong es bueno. Jaejoong es
muuuuuy bueno.
Pebbies
y Bam levantaron la cabeza y se miraron el uno al otro, y él hubiera jurado que
incluso habían puesto los ojos en blanco. Tater, mientras tanto, levantó un
fardo de heno y lo dejó caer sobre su lomo. Aunque los demás elefantes
continuaron observándolo, Tater no estaba molesto por la presencia del joven.
Parecía el más sociable de todos.
El
animal dejó caer otro fardo de heno sobre su lomo. Jaejoong se acercó unos
pasos más, hasta que sólo hubo tres metros entre ellos. Tater comenzó a
resollar en la paja.
—Tater
bonito. Tater es un elefantito muy bonito. —Se acercó a él unos centímetros
más, susurrándole tonterías como si fuera un bebé de verdad. —Niño bonito. Sé
bueno.— Comenzó a temblarle la voz. —Tater tiene que ser más educado. —Estaba
tan cerca que podía palmearle la trompa, y Jaejoong sintió la piel húmeda y
pegajosa por el sudor. —A Tater le gusta Jaejoong. Jaejoong es amigo de Tater.
—Alargó la mano lentamente, obligándose a hacerlo centímetro a centímetro,
diciéndose a sí mismo que los elefantes no comían personas, tan sólo... «¡Zas!»
El
elefantito le plantó la trompa en el pecho y lo tiró al suelo. El joven cayó
con tal fuerza que vio las estrellas. El dolor le subió por el costado
izquierdo. La vista se le aclaró justo a tiempo de observar cómo el elefante
levantaba la trompa y emitía un grito de inequívoca Jessica.
Jaejoong
se quedó allí sentado, demasiado deprimido para levantarse. Levantó la cabeza y
vio que Sully lo miraba desde detrás de unas gafas de sol. Sully llevaba un
ceñido top blanco, unos pantalones cortos a juego y un cinturón de color
lavanda. Cargaba sobre la cadera a un bebé de pelo oscuro, un niño que Sully
recordaba haber visto con uno de los hermanos Tolea y su mujer. Sully bajó la
mirada hacia él, luego se colocó las gafas de sol en la coronilla, retirándose
el pelo lo suficiente para dejar a la vista unos pendientes púrpura con brillantes
en forma de estrellas.
Jaejoong
esperaba ver una expresión de triunfo en los ojos de Sully, pero sólo vio
satisfacción. Se dio cuenta de que estaba tan hundido que la mujer ni siquiera
lo consideraba una amenaza.
—¿De
dónde demonios te ha sacado Yunho?
Negando
con la cabeza, Sully pasó por encima de los pies de Jaejoong, para acercarse a
Tater y acariciarle la oreja.
—Eres
un pequeño demonio, ¿verdad, colega? ¿A que es un diablillo, Theo? —dijo Sully,
cogiendo el pie del niño.
Jaejoong
había sido derrotado por todos y ya no pudo soportarlo más. En lo que a él
concernía, el trabajo había terminado por ese día, y había sobrevivido a duras
penas. Se puso en pie y se dirigió a la caravana. En ese momento vio a Yunho.
Demasiado cansado para volver a enfrentarse a él, se dio la vuelta y comenzó a
deambular por el recinto del circo.
Se
cruzó con dos de las animadoras, pero le dieron la espalda. Uno de los payasos
fingió no verlo. Jaejoong necesitaba con urgencia un cigarrillo.
Dio
un respingo cuando un potente chillido surcó el aire. El joven giró la cabeza
con rapidez y vio a Frankie cerca de uno de los camiones de la mano de Jia. Lo
señaló y chilló de nuevo. Jia lo cogió en brazos y, sin dirigirle la palabra a Jaejoong,
se alejó.
Jaejoong
se sintió fatal. El mensaje era claro. Lo habían declarado un pario.
Siguió
caminando hasta que se encontró delante de la casa de fieras. La puerta de lona
estaba levantada y todos los animales estaban dentro menos Sinjun, cuya jaula
aún se encontraba a pleno sol. El animal bajó las orejas cuando él se acercó, y
lo miró con desdén. La noche anterior había estado demasiado oscuro para ver en
qué condiciones se encontraba la jaula, pero ahora podía ver lo sucia que
estaba. Digger era quien se encardaba de cuidar a los animales, pero estaba
claro que éstos ocupaban el último lugar en su lista de tareas.
El
tigre clavó los ojos en él y Jaejoong no pudo apartar la mirada de él. La noche
anterior el pelaje a rayas parecía brillar bajo los reflectores, pero ahora el
animal parecía flaco y sucio. El joven miró fijamente aquellos misteriosos iris
dorados y, al cabo de unos segundos, se sintió muy sofocado.
El
sudor le cubría el hueco de la garganta y los brazos. Tenía la cara
congestionada y el pecho mojado. Nunca había sentido tantísimo calor. Quiso
desnudarse por completo y meterse en una piscina de agua helada. Tenía un calor
insoportable. Sabía que el ardor no provenía de él sino del tigre.
—Aquí
estás.
Jaejoong
volvió la cabeza y vio que Yunho se acercaba a él. Lo miró de arriba abajo y se
quedó helado bajo el impacto de esos ojos fríos e impersonales.
—Aún
te queda algo de tiempo libre antes de la función —dijo. —¿Por qué no vas a
ducharte y luego cenamos algo?
—¿La
función?
—Ya
sabes que es parte de tu trabajo.
—Pero
no esta noche. Es imposible que pueda hacer nada esta noche. ¡Mírame!
Mientras
lo observaba, Yunho casi se rindió. La parte más decente de sí mismo le
exigía que lo dejara en paz por esa noche. Estaba pálido debido al agotamiento
y tan sucio que era imposible reconocerlo. El único rastro de cosméticos en su
cara era la mancha de delineador bajo los ojos. Su pequeña boca tenía un
gesto de tristeza y Yunho pensó que nunca había estado en presencia de alguien
que estuviera tan a punto de quebrarse.
Sintió
una renuente chispa de admiración ante el hecho de que él estuviera todavía en
pie. Por la forma que había manejado la pala supo lo difícil que le había
resultado todo aquello. El joven lo había dejado sorprendido. Por desgracia,
aquella pequeña rebelión sólo había prolongado lo inevitable.
¿Por
qué no se rendía? No sabía de dónde había sacado las fuerzas para llegar hasta
allí, pero sí que acabaría por ceder, y se negaba a torturarlo más. Luchó contra
esa debilidad interior que lo impulsaba a ablandarse, sabiendo que sería una
crueldad presionarlo. Pero tenía que hacerlo si quería que Jaejoong aceptara la
verdad.
Se
recordó con firmeza que era una ladrón y que, a pesar de las circunstancias, no
podía perdonárselo.
—La
primera función es a las seis. Saldrás con los elefantes.
—Pero...
Se
fijó en que él tenía un corte en la palma de la mano y se la agarró con rapidez
para examinarlo.
—¿Cuánto
hace que te vacunaste del tétanos?
Lo
miró sin comprender.
—La
vacuna del tétanos. Por la infección.
Yunho
parpadeó; estaba tan agotado que él tuvo que resistir el deseo de cogerlo en
brazos y llevarlo a la caravana. Yunho no quiso pensar lo que sería sentir ese
menudo y suave cuerpo entre sus brazos. Si no hubiera robado ese dinero,
hubieran pasado la noche anterior en la misma cama, pero al ver lo que había
hecho, él se había enfurecido tanto que no había confiado en sí mismo para tocarlo.
No había deseado tocarlo.
—¿Cuándo
te has vacunado del tétanos? —repitió el bruscamente.
Él
se miró el corte.
—El
año pasado. Me corté en el yate de Biffy Brougenhaus.
«Santo Dios.» ¿Cómo podía estar casado
con un hombre que conocía a alguien llamado Biffy Brougenhaus? Al diablo
con él.
—Échate
un poco de antiséptico —le espetó— y procura estar listo a tiempo para la
función o también te encargarás del remolque del caballo.
Mientras
lo miraba, el semblante de Yunho se endureció todavía más. Siempre se había
sentido orgulloso de su sentido de la justicia, pero él lo hacía sentir como un
matón malhumorado. Otro punto más en contra de él.
Jaejoong
sobrevivió a la función, básicamente porque el cansancio lo había entumecido de
tal manera que no le dio vergüenza aparecer en público vestido con el minúsculo
maillot rojo. Aunque Yunho le había dicho que desfilaría con los elefantes,
había ocupado un lugar algo más atrás, como si fuera un miembro de los Tolea
Voladores.
Se
había obligado a ducharse, algo que le había resultado muy doloroso por los
arañazos que le cubrían los brazos. Se lavó y secó el pelo y se maquilló más de
lo habitual siguiendo las instrucciones de Yunho. Entre ambas funciones, se
quedó dormido en la caravana con un sándwich de mantequilla de cacahuete en la
mano. Si él no lo hubiera despertado se habría perdido la segunda función.
Al
finalizar, Hyunjoong lo detuvo cuando salía por la puerta de los artistas.
—Digger
necesita que le eches una mano para subir a los elefantitos al camión.
Digger
no parecía necesitar ayuda, pero ése era su trabajo y él no quería que Yunho
le echara nada en cara.
—No
seré de mucha ayuda —dijo él.
—Tienen
que acostumbrarse a ti, eso es todo.
Jaejoong
se puso una bata azul de Yunho que había encontrado colgada en la percha del
cuarto de baño. Aunque se enrolló las mangas, todavía le quedaba enorme, pero
era apropiada para preservar su pudor.
Al
ver que los elefantitos salían en ese momento por la puerta trasera, Jaejoong
se acercó a Digger.
—¿Necesitas
ayuda?
—No
te pasees por delante de ellos, todavía les pones nerviosos.
Se
puso detrás de Digger, a varios metros de distancia de los elefantes. No tuvo
ningún problema en reconocer a Tater dado que era el más pequeño de los cuatro;
recordaba de sobra el golpe que le había dado y lo miró con resentimiento
mientras él trotaba detrás de Puddin cogido de su cola. Cuando llegaron a la
estaca, Digger los ató con una correa.
—Ven
aquí, Bam. Acércate Jaejoong, así aprenderás cómo se hace.
Jaejoong
estaba tan atento a lo que él estaba haciendo con Bam que no se dio cuenta de
que Tater se había acercado a él por detrás, hasta que sintió un cosquilleo
húmedo, suave como una caricia, por el lateral de su cuello. Dio un gritito y
saltó hacia atrás, alejándose de la trompa extendida del elefante.
El
elefantito lo miró con un brillo testarudo en los ojos, se acercó a él y alargó
la trompa de nuevo. Demasiado tenso para moverse, Jaejoong se quedó mirando las
fosas nasales de la trompa que cada segundo estaban más cerca de él.
—Tater
b-bonito. Elefantito b-bonito. —Emitió un chillido asustado cuando Tater le
metió la trompa por el cuello, abriéndole la bata. —Digger... —gritó.
Digger
lo miró y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.
—¿Te
has puesto perfume?
Él
tragó saliva y asintió con la cabeza. Tater le pasó la trompa con delicadeza
por detrás de la oreja.
—A
Tater le vuelven loco los perfumes dulces.
—¿Qué
tengo que hacer ahora? —dijo con voz entrecortada.
Digger
lo miró sin entender qué le preguntaba. —¿A qué te refieres?
—¿A
T-Tater?
—Pues
no lo sé. ¿Qué quieres hacer?
Se
oyó una risa entrecortada. —Es probable que quiera desmayarse, ¿verdad, Jaejoong?
Yunho
apareció justo detrás de él y el joven intentó mostrar valor.
—No...
no exactamente.
—Es
por el perfume. —Alargó la mano y acarició a Puddin. Tater, mientras tanto,
emitió un barrito de alegría y metió la punta de la trompa por el cuello de la
bata, hasta la base de la garganta de Jaejoong.
—N-nadie
me dijo que no usara perfume. —Para sorpresa del joven, el elefantito bajó más
la trompa, hacia las llamas que dibujaban las lentejuelas rojas que cubrían el
maillot. Recordó que también se había puesto perfume en el pecho.
—Yunho...
—le imploró. —Me va a tocar... me va a tocar... —la trompa de Tater alcanzó su
meta. —¡Los pezones! —gritó.
—Tienes
razón. —Yunho palmeó la trompa y la apartó a un lado. —Ya basta, amiguito. Eso
es de mi propiedad.
Jaejoong
estaba tan asombrado por aquella declaración que no notó que Tater retrocedía.
Digger
soltó una risita jadeante y señaló al elefante con la cabeza.
—Parece
que Tater se ha enamorado.
—Eso
me temo—repuso Yunho.
—¿De
mí? —Jaejoong miró a los dos hombres con incredulidad.
—¿Ves
a alguien más? —contestó Yunho.
Lo
cierto era que el elefante le estaba lanzando una mirada conmovedora.
—Pero
si me odia. Esta tarde me golpeó y me tiró al suelo.
—Esta
tarde no llevabas perfume.
Digger
se levantó y le crujieron las rodillas. Se acercó al elefantito.
—Ven,
chico. El joven no está interesado.
Mientras
Digger lo alejaba de allí, Tater le lanzó por encima del hombro una mirada de
adolescente enamorado. Jaejoong no sabía si sentir temor o agradecimiento por
gustarle al menos a alguien de ese horrible circo.
Esa
noche se quedó dormido en cuanto su cabeza tocó la almohada. Oyó entre sueños
que Yunho entraba en la caravana unas horas más tarde y notó que le cubría los
hombros con la manta mientras volvía a dormirse.
Jaejoong asume valientemente su castigo que por cierto es injusto ya q el es inocente :( tater el elefante tan lindo con Jae XD ese hyun q malo como le va dar descargas eléctricas a los animalitos :'( y Yunho me gusto cuando le dijo a tater q Jae es de su propiedad *.*
ResponderBorrarJae, es tan valiente y decidido, se ha cansado de como ha sido su vida y busca algo diferente, aunque el no deberia estar haciendo todo eso como castigo ya que es inocente, yunho teme ablandarse frente a el pero le resulta dificil es que jae ea encantador insisto, los pequeños elefantitos ya hasta enamorado resultonde jae es que como no, y queria tocar hasta otras partes pero yunho defendio lo suyo ahsjd
ResponderBorrarAYEGO..!!! adore a TATER..!!! *0* están dulce y creo q yunho ya tiene un buen contrincante xDDD
ResponderBorrarjjaja ay mi niño tan testarudo y fuerte y e elefantito enamorado de jae jajajaj gracias por el capitulo
ResponderBorrary ahora que JJ ha decidido ser valiente y enfrentar su trabajo por que obviamente el castigo no lo merece¡¡ y Yunho lo trata mal assshhh~~ la vida es muy injusta¡¡ pero que risas con el JJ y los animalitos awww adore el comportamiento de los elefantitos con JJ jajajajaja son unos diablillos xD y el Tater todo hermoso enamorandose de jae jajajaja hasta que yunho se puso celosito de tanta tocadera con su marido jajajajaj hermoso hermoso¡¡ lo ame :3 gracias por el capitulo :)
ResponderBorrarTToTT pobre jaejoong Es duro para el hacer eso cuando nunca ha echo algo asi, ademas d q todos le huyen como si fuese leproso. Al menos el elefante le qiere, espero q algien le sea carino s jae y demuestre q pudo.
ResponderBorrarQue buen contrincante en amores se encontró Yunho, puesto que el elefantito ya se enamoro de Jae. Que injustos son con Jae por lo del robo, cuando sepan la verdad a ver si les da vergüenza haberle hecho eso a Jae.
ResponderBorrarme quede sorprendida por como reacciono jaejoong con mucha esfuerzo y valentía , me dio mucha pena como todos lo ignoraban :(
ResponderBorraraunque me dio mucha mas pena como maltrataron a los elefantitos T^T para mi eso fue lo mas fuerte.
jae termino muy cansado ojala me mañana las cosas mejores ...
Odio como nadie le pregunta a jae si fue el, él que robo
ResponderBorrarJia la que parecía la amiga.. Ahora le da la espalda
Yo amo a Tater aunque al principio cuando lo empujo estaba asi ¬¬ ahora estoy asi *.*...jeje ese elefantito se enamoro de Jae jaja un adolescente elefantito enamorado, de un amor imposible xD...Yunho, Yunho que pasara el dia que te enteres de que el no es un ladron!...aash me molesta que no creas en el Yun
ResponderBorrarJae ..no se dara porvencido tan facill… enserio demostro mucho realiza do todo ello ..sabemos que es algo que jamas penso hacer pero lo afronto muy biennn *-*
ResponderBorrarme gusto que jae le demostrara a yunho que el si podia...! VAMOS JAE TU PUEDES!!! aunq si yo fuera jae ni le hablara a yunho x no confiar en mi.. ora cosa es uqe me gusta uqe los encargados de los elefantes traten bn a Boo~^^(me imagino todo sexy a hyunJoong con esos elefantes , lo siento mi lado henecia salio a flote xD)
ResponderBorrarjajaj jae trae pegue con los elefantes pero la neta si se pasaron con todo eltrabajo duro que le han hecho hacer
ResponderBorrarme imagino el agotamiento y aun asi por orgullo saco fuerzas
pero se yunho que sigue pensando que es un larón hum, uiero ver su cara cuando sepa que no lo es, por eso a seguir leyendo...este fic es adictivo!! XD
Yunho no le creyo a Jae y ahora lo puso a limpiar como castigo por haber robado el dinero, lo bueno que Jae le demostra a Yunho que el no se rendiría tan fácilmente y ahora hasta Tater lo trata mal, ya nadie habla a Jae todos le dan la espalda.
ResponderBorrarJae aunque el sabe que el es inocente asumió el castigo que le dio Yunho y cumplio con todo, hasta que Tater lo golpeara,espero que Yunho no lo haga sufrir mas.
me jode q no le crea y q lo trate de esa manera no es justo q lo ponga a limpiar e,e
ResponderBorraryo se q JJ les va a demostrar q el puede con todos y contra todo ¬¬ y
ademas ahora tiene al elefantituu *-*
el elefante enamorado del valiente Jae. bien por él. por no rendirse y demostrar que si vale.
ResponderBorrarese circo y sus ocupantes son horribles. y Yunho haciéndose el posesivo con las tetillas de Jae.
mi vidooooo Tater enamorado de Jae, Yunnie ya tienes competencia hahahahahah xD son tan lindos.....
ResponderBorrarsin duda ja eva demostrar a todos del circo que el no se va rendie...y de alguna manera que el no robo...assshhh yunho quiere a jae pero xq lo trata asi.....y bueno un elefantito mandando miradas de enmoradizo a jae ..jajaj XD .y yunho con lo de no toques que es de mi propieadad ...hasta el elefante lo va a tratar mejor creo?
ResponderBorrarJaejoong es muy valiente para soportar todo
ResponderBorrarOdio que todos le den la espalda como no pueden creerle agrrrr
gracias por el cap^^
vamos jae tu puedes demuestra lo perseverante que eres demuestrale a todos que ademas de ser culto dulce y amigable no res ningun ladron
ResponderBorrary ya esta ya te ganaste a uno de ellos jejejejeejeje
Eso es Jae!!! Demuestrales a todos de que estas hecho!!! Y bueno si no puedes pídele una patita a algún elefantito
ResponderBorrarEse elefantito es genial lo adore, y el gesto de Yunnie awww awww so sweet! y lo que le dijo!! asdasdasdasd
ResponderBorrarjae es muy valiente al trabajar con los animales si les tiene pavor a ellos pero ese elefantito malo a pesar de que lo golpeo sigue acosándolo y ahora intima mente es un pillo el elefantito pero el celoso de yunho ya lo puso en su lugar y no permitió que el elefantito lo este toqueteando si le pertenece todo ese cuerpecito a yunho
ResponderBorrarJaejoong va a sorprender a todos con su trabajo duro como ya lo hizo con Yunho :)
ResponderBorrarTater será el nuevo amor de Jae Hahahaha Cuidado Yunho te lo están quitando :a
Su comentario me sorprendió, Yunho ya se esta dejando querer x3
Oh Jaejoong. se que es dificil pero no te dejes vencer se que lo lograrás eres valiente los animalitos te adoraran luego mira ahora tater le gustas
ResponderBorrarHay Yunho hasta celoso del elefantito jajajaja XD
Que mal plan pobre jae... Pero le sirve un poco para relacionarse aunque no como debe ser ..
ResponderBorrarTomala Yunho ya tienes competencia jejejejej .y un elefantito... Más bonito jejejeje
Aaayyy los bebés elefantitos son siempre un amor y una ternira!!! Jae es un chico increíble porqué Yunho se niega a ver cuan valiosa es esa joya??? Solo espero que cuando se entere de lo injusto que ha sido al no creer en su inocencia la vergüenza sea tal que no Haye como pedir perdón.
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