A Yunho
nada le había dado tanta lástima como su pobre esposo cabeza hueca. Le dio la
espalda a la cazuela de chile que estaba cocinando y lo observó entrar en la
caravana, con la ropa tan sucia que podría haber salido de una pocilga. Briznas
de heno y restos de comida para anímales se pegaban en el pelo. Tenía los
brazos salpicados de barro y olía que apestaba.
Como
Yunho también había sido el blanco de la llama más de una vez, reconoció el
olor.
—¿También
has tenido un encontronazo con Lollipop?
Jaejoong
masculló algo indescifrable y se dirigió al donnicker.
Yunho
sonrió y volvió a remover el chile.
—No
te he entendido. ¿Qué has dicho?
La
respuesta del joven tuvo el acento bien educado de alguien acostumbrado a las
cosas buenas de la vida.
—Vete
a freír espárragos. —Y cerró la puerta de un portazo.
Él
se rio entre dientes. —¿Ha sido tu primer encuentro con una llama?
Jaejoong
no contestó.
Yunho
echó otra cucharada de pimienta picante, añadió salsa caliente a la mezcla y la
probó. Demasiado suave.
No
se oía ningún sonido en el baño, ni siquiera el del agua. Con el ceño fruncido,
dejó la salsa picante al fuego.
—¿Jaejoong?
—Como él no respondió, se acercó al baño y llamó a la puerta. —¿Jaejoong? ¿Te pasa algo?
Nada.
Giró
la manija y lo vio inmóvil, delante del espejo, con las lágrimas cayéndole en
silencio por las mejillas mientras miraba su propio reflejo.
Yunho
notó un extraño sentimiento de ternura en su interior.
—¿Qué
te ocurre, cariño?
Él
no se movió, las lágrimas continuaron deslizándosele por las mejillas.
—No
es que nunca haya sido tan guapo como mi madre, pero ahora estoy horrible.
En
lugar de irritarlo, ver que él había perdido cualquier rastro de vanidad le
tocó la fibra sensible.
—Yo
creo que eres muy hermoso, cara de ángel, incluso cuando estás sucio. Pero te
sentirás mejor después de ducharte.
Jaejoong
no se movió. Seguía con la mirada clavada en el espejo mientras las lágrimas le
caían por la barbilla.
Él
se agachó a su lado, le levantó un pie y le quitó la deportiva y el calcetín.
Luego hizo lo mismo con el otro.
—Por
favor, vete. —Jaejoong lo dijo con la misma dignidad muda que él había
observado en él durante los últimos diez días mientras se concentraba en
completar una tarea tras otra. —Estás ayudándome porque estoy llorando de
nuevo, pero sólo lloro porque estoy cansado. Lo siento. No me hagas caso.
—Ni
siquiera he notado que estuvieras llorando. —Yunho se arrodilló ante él y le
abrió la cremallera de los vaqueros y, tras vacilar un momento, se los deslizó
por las caderas. Cuando los bajó por las delgadas piernas del joven, Yunho
sintió una punzada de deseo y tuvo que obligarse a apartar la vista del
tentador bóxer de color verde menta que llevaba puesto.
¿Cuánto
tiempo más iba a poder mantener las manos alejadas de él? Durante la última
semana y media, Jaejoong había estado tan cansado que apenas podía mantenerse
en pie, pero él sólo había podido pensar en su suave y flexible cuerpo. Había
llegado a un punto en el que no podía mirarlo sin ponerse duro, y eso le sacaba
de sus casillas. Le gustaba tener todos los aspectos de su vida bajo control y
ése se le escapaba de las manos.
Incluso
para un hombre que hubiera crecido en el circo hubiera sido demasiado duro
hacer todo lo que le había ordenado hacer a Jaejoong. Se había convencido de
que sólo era cuestión de días —por no decir horas— que él tirase la toalla y se
fuera. Y querría poder estar seguro de que no lo tocaría, por lo menos no como
deseaba hacerlo. Mantener relaciones sexuales en ese momento sólo complicaría
una situación ya de por sí complicada, y por eso no importaba lo mucho que lo
deseara, tenía que dejarlo en paz.
Pero
Jaejoong seguía sin darse por vencido y él no sabía cuánto tiempo más podría
mantenerse alejado. Cuando se metía en la cama por la noche, era tan consciente
de él acurrucado en el sofá, a tan sólo unos metros de él, que tenía
dificultades para quedarse dormido. Y el simple hecho de verlo durante el día
hacía imposible que se concentrara en su trabajo.
¿Por
qué no se había rendido? Era delicado. Débil. No hacía más que llorar. Y, al
mismo tiempo, había tenido el valor de enfrentarse a Hyunjoong y defender a
esas pobres y tristes criaturas de la casa de fieras. No era el joven
pusilánime que él había supuesto.
Que
no hubiera resultado ser como él creía lo irritaba casi tanto como el doloroso
efecto que tenía sobre su cuerpo, y por ese motivo le habló bruscamente:
—Levanta
los brazos.
Jaejoong
estaba demasiado cansado después de haberse pasado todo el día trabajando, así
que obedeció de manera automática. Yunho le quitó la camiseta por la cabeza,
dejando al descubierto su blanquecino pecho. El joven estaba tan agotado que no
podía evitar que se le cayera la cabeza, pero Yunho seguía sin poder confiar en
sí mismo, por lo que se enojó todavía más. Se dio la vuelta, ajustó la
temperatura del agua de la ducha y metió a Jaejoong dentro de la cabina con la
ropa interior incluida.
—Te
serviré la comida cuando salgas. Ya me he hartado de comer latas de conservas,
así que esta noche he preparado chile.
—Sé
cocinar —dijo él entre dientes.
—Por
hoy ya has hecho suficiente.
Jaejoong
se colocó bajo el chorro de la ducha y dejó que el agua resbalara por su
cuerpo.
Cuando
por fin salió del cuarto de baño, llevaba el pelo retirado de la cara y tenía
puesto el albornoz azul de Yunho. Parecía un adolescente cuando se deslizó
detrás de la mesa de la cocina.
Yunho
le plantó delante un plato de chile caliente y luego se acercó al fogón para
servirse otro para él.
—¿Puedo
faltar esta noche a la función?—preguntó él.
—¿Estás
enfermo?
—No.
Yunho
puso su plato sobre la mesa y se sentó enfrente de él, endureciendo su corazón
ante la muda dignidad que mostraba su esposo.
—Entonces
no puedes faltar.
Jaejoong
pareció aceptar la negativa con resignación, algo que a Yunho le molestó más
que si hubiera discutido con él.
—Jamás
me había sentido tan despreciado.
—Las
llamas son así con todo el mundo. No te lo lomes como algo personal.
—Frankie
también me odia. Hoy me ha lanzado una caja de galletas.
—Ha
tenido que ser un accidente. Frankie es amable con todo el mundo.
Jaejoong
apoyó un codo en la mesa y descansó la cabeza en la mano mientras revolvía el
chile con desgana.
—Desfilar
con tan poca ropa denigra a las personas.
—Pero
es estupendo para la taquilla.
Yunho
lamentó de inmediato haberle tomado el pelo, sobre todo cuando sabía que él
estaba demasiado cansado para responder a la broma. Y lo cierto era que le
molestaba verlo desfilar con ese maillot. No era tan alto como los demás ni tan
esbelto, pero la belleza juvenil y la dulce sonrisa de su esposo lo hacían
destacar, e incluso había tenido que ponerse serio con algunos patanes del
público que habían intentado ligar con él tras la función. Sorprendentemente, Jaejoong
parecía no ser consciente de las reacciones que provocaba.
Jaejoong
dejó caer una galletita salada en el chile.
—Ya
que presumes de lo bien que se cuida a los animales en el circo, deberías saber
que la casa de fieras es una vergüenza.
—Estoy
totalmente de acuerdo contigo. Llevo años diciéndolo, pero a Owen le encantaba
y siempre se negó en redondo a deshacerse de ella.
—¿Y
Sully?
—Opina
como yo. Espero que la cierre pronto, pero no hay mercado para los animales viejos de los circos. En realidad están mejor con nosotros que si los vendiese
a los cotos de caza ilegales.
Jaejoong
se llevó un poco de chile a la boca, pero volvió a poner el tenedor en el plato
como si comer supusiera demasiado esfuerzo.
Yunho
ya no lo soportó más. No le importaba si le criticaban por darle a su esposo un
trato de favor, pero no podía tolerar esas sombras púrpura bajo sus ojos ni un
día más.
—Vete
a la cama, Jaejoong. He cambiado de idea. Hoy puedes saltarte la función.
—¿De
verdad? ¿Estás seguro?
La
alegría de Jaejoong lo hizo sentir todavía más culpable.
—Eso
es lo que he dicho, ¿no?
—Sí,
sí, claro. Oh, gracias, Yunho. No lo olvidaré.
Jaejoong
durmió durante la primera función, pero, para sorpresa de Yunho, se presentó
cuando comenzaba la segunda función. La siesta de dos horas había hecho
maravillas en él y parecía más relajado que en los días anteriores. Mientras
recorría la pista de arena sobre Misha, Yunho lo vio saludar con las manos y
lanzar besos a los niños sin ser consciente del efecto que aquel llameante
maillot rojo tenía en los padres de las criaturas. Yunho tuvo que contenerse
para no arrancar la gorra de alguno de esos palurdos con el látigo.
Cuando
la función finalizó, él se fue a la caravana para cambiarse de ropa. Jaejoong
solía estar ya allí, pero no lo vio por ninguna parte.
Intranquilo,
se vistió rápidamente y regresó al circo. Un destello de lentejuelas rojas
cerca de la puerta principal atrajo su atención. Vio a su esposo rodeado por
tres espectadores. Todos se comportaban con cortesía y, desde luego, él no
corría peligro, pero aun así quería estrellar el puño contra aquellas caras
presumidas.
Uno
de ellos dijo algo y Jaejoong se rio, un sonido angelical que flotó en el aire
de la noche. Yunho maldijo por lo bajo.
—¿Qué
es lo que te pone de tan mala leche?
Al
ver a Brady detrás de él, Yunho se obligó a relajarse.
—¿Qué
te hace pensar que estoy de mala leche?
Brady
se puso un palillo en la comisura de la boca.
—La
manera en que miras a esos tíos.
—No
sé de qué estás hablando.
—No
lo entiendo, Yunho. Pensaba que él no te importaba.
—No
quiero hablar de eso.
—No
te preocupes, no tengo intención de hablarte de él. —Se pasó el palillo de un
lado a otro de los labios. —Pero de todas maneras creo que, a pesar de que sea
un ladrón y lo odies, no deberías hacer trabajar tan duro a un hombre
embarazado.
—¿Quién
te ha dicho que está embarazado?
—Es
lo que piensa todo el mundo. La noche de la fiesta sorpresa no parecías
exactamente un novio feliz.
Yunho
apretó los dientes. —No está embarazado.
A
Brady se le cayó el palillo. —¿Entonces por qué coño te casaste con él?
—Eso
no es asunto tuyo. —Yunho se alejó.
Yunho
trabajó hasta medianoche. Cuando entró en la caravana, Jaejoong estaba dormido,
pero en lugar de estar acurrucado sobre un montón de sábanas arrugadas como
siempre, yacía en el sofá con el maillot de la función todavía puesto, como si
se hubiera sentado unos minutos y se hubiera quedado dormido sin querer. Él
sabía que una cosa era ser duro con él y otra llevarla hasta el límite de sus
fuerzas. En ese momento supo que no podía dejar que siguiera trabajando así. En
lo que a él concernía, Jaejoong había pagado su deuda y había llegado el
momento de bajar el ritmo.
Jaejoong
tenía los labios ligeramente entreabiertos, estaba tumbado boca abajo y a Yunho
se le secó la boca al ver ese dulce culito respingón cubierto sólo por la trama
en forma de diamantes de las medias negras de red. Se obligó a apartar la
mirada, se desnudó y entró en el cuarto de baño, donde se metió rápidamente
bajo el agua fría.
El
ruido de la ducha debió de despertar a Jaejoong, porque cuando Yunho apareció
envuelto en una toalla, el joven estaba delante del fregadero con la bata azul
de Yunho cubriendo el maillot. Las pequeñas manos de su esposo se asomaban por
las mangas mientras cortaba un trozo de pan.
—¿Quieres
que te haga un bocadillo? —Jaejoong parecía de mejor humor que cualquiera de
los días anteriores. —Me quedé dormido antes de cenar y estoy muerto de hambre.
Se
le abrió el albornoz, revelando su pecho bajo las lentejuelas llameantes del
maillot. Yunho deslizó la mirada sobre él y en vez de agradecerle el
ofrecimiento, le espetó:
—Como
Sully te atrape durmiendo con uno de sus maillots, te desnudará estés donde
estés.
—Entonces
tendré que asegurarme de que no me pille.
El
renovado ánimo en la voz de Jaejoong hizo que Yunho se sintiera mejor.
—No
se puede esperar que lo aprendas todo de inmediato.
Jaejoong
se volvió hacia él, pero cualquier cosa que fuera a decir murió en sus labios. Deslizó la mirada por el pecho de su marido hasta la toalla amarilla que le
cubría las caderas.
Yunho
quiso gritarle, decirle que no lo mirara de esa manera a no ser que quisiera
acabar en la cama con él. Casi sintió que perdía el control.
—¿Quieres
que... er... quieres tu bata? —preguntó Jaejoong.
Yunho
asintió con la cabeza.
Él
tiró del cinturón, se la quitó y se la tendió.
Yunho
la dejó caer al suelo.
Jaejoong
se lo quedó mirando.
—¿No
acabas de pedírmela?
—Lo
único que quería era que te la quitaras.
Jaejoong
se humedeció los labios y Yunho lo estudió mientras esperaba una respuesta,
llamándose estúpido en todos los idiomas que conocía, pues sabía que no podría
resistirse a él otra noche.
—No
estoy seguro de qué quieres decir exactamente —dijo él con timidez.
—Quiero
decir que no voy a poder mantener mis manos alejadas de ti durante más tiempo.
—Eso
es lo que me temía. —Jaejoong respiró hondo y alzó la barbilla. —Lo siento,
pero no puedo acostarme contigo. No estaría bien.
—¿Por
qué?
—Porque
no sería sagrado. Hacer el amor significa algo más para mí. No lo hago con
cualquiera.
—Me
alegro de oírlo. —Impulsado por una fuerza que no podía resistir, Yunho se
acercó a él.
Jaejoong
dio un paso atrás, hasta tropezar contra el mostrador, sin apartar la mirada de
los ojos de él.
—No
puedo hacerlo sin que signifique algo.
—Espero
que eso quiera decir que no tengo que preocuparme por ninguna enfermedad de
transmisión sexual como las que le mencionaste a la camarera al poco de
casarnos.
—¡Por
supuesto que no!
—En
ese caso tampoco tienes que preocuparte por mí. Estoy perfectamente sano.
—Me
alegro mucho por ti, pero...
—¿No
te ha dicho nadie que hablas demasiado?
Él
plantó las manos en el mostrador atrapándola entre sus brazos.
—Tenemos
que hablarlo. Es importante. Es... —Lo que realmente necesitamos es dejar de
hablar. Rodeó la cintura de Jaejoong con las manos. —Ya hemos jugado suficiente
al gato y al ratón, cara de ángel. ¿No crees que ha llegado el momento de
actuar?
El
olor de Jaejoong lo tentaba. Lo recorrió con la mirada; su cuerpo quedaba
resaltado por el maillot de llameantes lentejuelas rojas y la suave respiración
del joven le agitaba el vello del pecho.
—¿Por
qué quieres hacerlo con alguien a quien no respetas?
A Jaejoong
se le cerraron los ojos cuando él inclinó la cabeza y le acarició el cuello con
los labios. —¿Por qué no dejas que sea yo quien se preocupe de eso?
—Me
consideras un ladrón.
—Bueno,
he estado dándole vueltas a ese asunto.
Jaejoong
ladeó la cabeza, y otra punzada de culpabilidad golpeó a Yunho cuando vio que
los ojos de su esposo brillaban con deleite y su boca suave se curvaba en una
sonrisa tonta.
—¡Me
crees! ¡Sabes que no fui yo quien robó el dinero!
Él
no había dicho eso. Pero ya no estaba enfadado. Aunque no podía perdonarle lo
que había hecho, entendía lo que era la desesperación y no quería seguir
juzgándolo.
—Creo
que eres endemoniadamente sexy. —Le rozó el labio inferior con el pulgar y lo
encontró húmedo bajo su caricia. —¿Utilizas algo… Anticonceptivo o que se yo o
quieres que me encargue yo?
Los
ojos de Jaejoong llamearon. —Tomo una píldora nueva, pero...
—Bien.
Yunho
inclinó aún más la cabeza y cubrió los labios de él con los suyos. Los dos se
estremecieron. ¡Santo Dios, qué dulces eran! Jaejoong debía de haberse comido
una de las ciruelas maduras que había en una bolsa sobre el mostrador, porque
él podía saborear la fruta en su boca.
El
joven entreabrió los labios, pero el movimiento fue titubeante, como si aún no
hubiera tomado una decisión. A él le resultó muy excitante esa aceptación
tímida e insegura. En ese momento decidió que no le daría más tiempo para
pensar, y lo estrechó contra su cuerpo.
Fuera
del pequeño mundo de la caravana, comenzaron a caer las primeras gotas de
lluvia, que golpearon el techo metálico con un ligero y agradable repiqueteo.
El sonido era hipnótico y tranquilizador. El ruido de la lluvia los aislaba,
los apañaba del resto del universo y los llevaba a un lugar íntimo y acogedor.
Jaejoong
suspiró contra los gentiles y pacientes labios de su marido. La medalla
esmaltada que colgaba del cuello de Yunho se rozaba contra él y, cuando él le
pasó la punta de la lengua por la sensible superficie interior del labio
inferior, una oleada de calor le atravesó las venas. En ese momento todos sus
principios morales se evaporaron, y cualquier idea que hubiera tenido de re
chazarlo se esfumó. Jaejoong había deseado eso desde el principio y ya no podía
reprimir la fuerza que lo impulsaba hacia él.
Se
rindió y separó los labios, dejándole entrar.
Yunho
se tomó su tiempo y, cuando le invadió la boca, el beso fue completamente
arrebatador. Jaejoong respondió con fervor y él le permitió indagar todo lo que
quiso.
Jaejoong
introdujo la lengua entre los labios de Yunho, besando las comisuras de esa
boca dura, explorando el interior una y otra vez. Rodeó los hombros de su
marido con los brazos y se puso de puntillas para mordisquearle la oreja. Le
dejó la marca de los dientes en la curva de la mandíbula antes de regresar de
nuevo a su boca.
Entraba
y salía.
Se
retiraba e indagaba.
Y
dentro otra vez.
Jaejoong
se sentía cada vez más excitado, una excitación alimentada por la respiración
entrecortada de Yunho y por la sensación que le provocaban sus manos,
estrechándolo con fuerza: una en la cintura, otra magreándole las nalgas. ¿Cómo
podía haber tenido miedo de él? La imagen de los látigos guardados bajo la cama
apareció en su mente, pero él la ignoró. Yunho no le haría daño. No podría.
Jaejoong
lamió el dulce camino entre el cuello y el pecho de su marido y hurgó con la
punta de la lengua en el vello oscuro que le cubría el torso hasta llegar a la
piel de debajo. La respiración de Yunho era ahora más rápida y, cuando habló,
su voz sonó ronca.
—Si
es así como besas, ángel, no quiero ni pensar en cómo... —gimió cuando él
encontró la tetilla.
Jaejoong
le subió los brazos al cuello y uno de los dedos se le quedó atrapado en la
cadena de oro que sostenía la medalla esmaltada. Esos besos ardientes y esas
caricias tentadoras eran tan deliciosos que no tenía suficiente. El cuerpo de Yunho
era ahora suyo para explorarlo a placer, y él ansiaba conocer cada centímetro
de él.
—Quiero
quitarte la toalla —susurró.
Yunho
le hundió los dedos en el pelo. Él alargó el brazo hacia el nudo, pero él le
atrapó la mano.
—No
tan rápido, cariño. Primero enséñame tú algo.
—¿Qué
quieres ver?
—Lo
que tú quieras.
—Con
este maillot no dejo nada a la imaginación
—Aun
así quiero verte más de cerca.
Jaejoong
sabía que el sexo podía ser excitante, pero no había esperado el sensual tono
provocador en la voz de Yunho. De repente pensó que quizá debería decirle que
era virgen, pero entonces él creería que era un bicho raro. Y lo cierto es que Yunho
nunca lo sabría si él no se lo decía.
Echando
la cabeza hacia atrás, Jaejoong observó cómo Yunho se lo comía con los ojos y,
mientras permanecía delante de él, sólo cubierto por el maillot, encontró que
la idea de jugar a ser un experimentado hombre fatal era demasiado excitante
para ignorarlo. Había leído montones de libros al respecto, pero ¿sería capaz
de conseguirlo? ¿Qué podía hacer para provocarlo aún más?
Le
dio la espalda, intentando ganar tiempo para pensar, y entonces vio que las
cortinas azules que colgaban en la ventana de la cocina no estaban cerradas del
todo. Dudaba que alguien se paseara por ahí fuera con ese tiempo, pero por si
acaso se apresuró a cerrarlas. Apoyando una mano en el mostrador, se estiró por
encima para alcanzar la cortina.
Oyó
un sonido ahogado, casi como un gemido. —Una buena elección, cariño.
No
supo de qué estaba hablando Yunho hasta que lo sintió detrás, acariciándole las
nalgas. Él le amasó la carne por encima de las mallas de red en forma de
diamante.
A Jaejoong
se le tensaron los pezones y su piel comenzó a arder de una manera extraña. Comenzó a sentirse nervioso. No importaba lo que había querido que pensara él,
ni siquiera sabía hacer el amor de la manera básica, así que mucho menos podía
probar a hacerlo de forma exótica.
Yunho
le deslizó un dedo bajo la tira de lentejuelas y le dibujó la hendidura entre
las nalgas. Jaejoong se mordió los labios para no gritar de placer. El dedo se
deslizó más abajo.
Incapaz
de resistirlo más, Jaejoong se enderezó y se giró hacia los brazos de Yunho.
—Quiero
volver a besarte.
Él
gimió. —Tus besos son más de lo que puedo manejar ahora mismo. —Yunho se ajustó
el nudo de la toalla y Jaejoong se dio cuenta de que la tenía abultada. De
hecho estaba muy abultada.
Él se
quedó mirándolo fijamente y sintió que se le secaba la boca. —S-sigo
queriendo besarte.
—Hagamos
un trato. Ábrete el cierre del maillot y nos besaremos todo lo que quieras.
Jaejoong
levantó la vista a regañadientes y llevó los brazos a la espalda para hacer lo
que le pedía. Cuando terminó, el maillot comenzó a caer, pero él lo sostuvo
contra su pecho.
Yunho
inclinó la cabeza y lo besó al tiempo que le agarraba las muñecas y se las
apañaba del pecho. Mientras el indagaba con la lengua en su boca, el maillot se
le bajó hasta la cintura. Yunho lo empujó contra la pared, al lado de la mesa,
le levantó las muñecas y se las sujetó a ambos lados de la cabeza.
—No
es justo —susurró él contra sus labios mientras la apretaba contra la pared.
—Eres más fuerte que yo.
—Ahora
es mi turno —respondió él con un susurro.
Y
lo fue.
Manteniéndole
las muñecas inmovilizadas, Yunho usó la boca para excitarlo. Le mordisqueó la
oreja y el cuello. Le recorrió con rapidez la clavícula y la base de la
garganta. Y luego se echó hacia atrás para poder mirarlo de arriba abajo.
Aquella
posición hacía que los pezones de Jaejoong se vieran deliciosos. Él
jugueteó con uno y luego con el otro, haciendo que le ardiesen con tal
ferocidad que él apenas podía soportarlo.
—Para
—le dijo el joven sin aliento. —Suéltame.
Él
le soltó de inmediato las muñecas.
—¿Te
hago daño?
—No,
pero vas muy rápido.
—¿Muy
rápido? —lo miró con una sonrisa torcida. —¿Estás criticando mi técnica?
—Oh,
no. Tu técnica es maravillosa —repuso Jaejoong con rapidez, en tono serio y
ansioso, y él sonrió. Avergonzado, Jaejoong evitó mirarlo a los ojos y clavó la
vista en su boca. Luego se dio cuenta de que si iba a hacer el amor con ese
hombre feroz y orgulloso, tenía que ser tan fuerte como él.
Levantó
la cabeza y le sostuvo la mirada.
—No
quiero que seas tú quien lleve la voz cantante. No ahora. Quizá después, pero
aún no.
—¿Me
estás diciendo que quieres mandar un rato?
Jaejoong
asintió con la cabeza. Puede que estuviera nervioso, pero nada iba a impedir
que explorara los maravillosos misterios ocultos bajo la toalla.
—Sólo
te pongo una condición, ángel. —Yunho enganchó un dedo en el maillot que se
enredaba en la cintura del joven. —Quítatelo todo excepto las medias.
Jaejoong
tragó saliva. No llevaba bóxer debajo de las medias. Éstas consistían en una
red que lo cubría desde la cintura a los dedos de los pies, y que no tapaban
absolutamente nada.
Él
arqueó una ceja después de retarlo, luego lo soltó y se sentó a los pies de la
cama.
—Y
quiero ver cómo te desnudas.
Eso
era demasiado. Jaejoong se aclaró la garganta y le habló con toda la despreocupación
que pudo fingir.
—¿Quieres
decir aquí mismo? ¿Con luz y todo?
—Así
es. Desnúdate y hazlo despacio.
El
joven se armó de valor decidido a mantenerse a su altura.
—¿Luego
te quitarás la toalla?
—Cada
cosa a su tiempo.
Jaejoong
se deslizó lentamente el maillot por las caderas, inclinándose hacia delante
mientras lo bajaba para cubrir su desnudez ante él. El maillot se le deslizó a
los tobillos. Él lo apartó con el pie, examinó la desgastada alfombra y escuchó
el ligero repiqueteo de la lluvia sobre el techo de la caravana.
—Oh,
no, así no. —Él se rio entre dientes. —Yérguete. Y olvídate del maillot.
La
ronca voz de Yunho hizo que se estremeciera. Le temblaron las manos cuando
acató su orden.
—Eres
muy hermoso —susurró Yunho cuando se exhibió ante él, desnudo salvo por las
negras medias de red que realzaban, más que ocultaban, la parte inferior de su
cuerpo.
Jaejoong
decidió que ya le había dado tiempo más que suficiente para mirarlo.
—Tiéndete
en la cama —le dijo él en voz baja.
Él
vaciló sólo un momento antes de acostarse como le decía, apoyándose en los
codos.
—¿Así?
—Ah,
no. De eso nada; túmbate por completo.
Para
deleite de Jaejoong, él hizo lo que le pedía. Yunho recostó la cabeza en dos
almohadas apiladas para no perderse nada.
Jaejoong
se mordisqueó los labios. No estaba completamente seguro de poder conseguirlo,
pero sí decidido a intentarlo.
—Ahora
levanta las manos hasta tocar la pared. Y no se te ocurra moverlas.
Él
le dirigió una perezosa sonrisa que hizo que se le derritieran los huesos.
—¿Estás
seguro?
—Muy
seguro.
Yunho
colocó los brazos como él quería, haciéndolo sentir muy orgulloso de sí
mismo. Se acercó a la cama. Él le recorrió el pecho y el vientre con una mirada
ardiente, haciéndolo ser consciente de que estaba casi desnudo. Cuando se
acercó a él, cada célula del cuerpo de Jaejoong bullía de excitación y
anticipación. Por un momento la imagen de los látigos guardados bajo la cama
irrumpió en su mente, pero lo ahuyentó.
Miró
los brazos extendidos de Yunho en aquella falsa pose de esclavitud. Era su
cautivo. Si se quedaba de esa manera, cada parte de aquel cuerpo sería suya,
para explorarlo a voluntad, incluyendo el imponente montículo que abultaba la
toalla. Apartó los ojos de allí y se arrodilló en el borde de la cama.
—Recuérdalo
—susurró Jaejoong. —No apartes las manos en la pared. No las muevas.
—Si
separas un poquito las piernas, cariño, seré tan colaborador como quieras.
Jaejoong
decidió que era un trato justo, y separó los muslos. Yunho se recreó en lo que
quedaba ahora a la vista. Tensó el brazo derecho, como si fuera a moverlo, pero
luego se relajó.
Jaejoong
inclinó la cabeza y comenzó a saborearle de nuevo, mordisqueando cada
centímetro del torso masculino, y siguió bajando. La piel, firme y tensa,
delineaba cada músculo. Le deslizó las manos por el pecho, disfrutando de la
textura y de la piel húmeda. No pudo resistirse a los pezones color café y los
capturó con los labios, haciendo que Yunho se contorsionara debajo de él.
Extendiendo una mano, Jaejoong le agarró el bíceps y se lo apretó. Después
deslizó los dedos hacia abajo, buscando el suave vello de su axila. Cuando se
demoró allí, a Yunho se le puso la piel de gallina y soltó un profundo gemido
entrecortado. Él levantó la cabeza lentamente y lo miró a los ojos.
—Voy
a quitarte la toalla.
—¿Ahora?
El
crudo deseo en la mirada de Yunho le recordó que estaba jugando con fuego. Pero
no pensaba retroceder; bajó las manos a la toalla. Deshizo el nudo con un movimiento
fluido y la abrió.
—Oh...
—Era magnífico. Alargó la mano y lo tocó tímidamente con la punta del dedo. Yunho
dio un brinco y él apartó la mano.
La
mirada de Jaejoong voló hacia la cara de Yunho; la mueca que esbozaba parecía
reflejar dolor.
—¿Te
he hecho daño?
—Tienes
sesenta segundos —graznó él, —después moveré los brazos.
Un
estremecimiento de placer atravesó como un relámpago el cuerpo de Jaejoong al
darse cuenta de lo que pasaba.
—No
lo harás hasta que te dé permiso —le dijo con severidad.
—Cincuenta
segundos —repuso él.
Jaejoong
se apresuró a acariciarlo otra vez, dejando que las indagadoras puntas de sus
dedos vagaran por todas partes, acariciándolo aquí y allá. Deslizó la mano por
los muslos separados de Yunho y buscó más sitios donde tocarlo.
—Veinte
segundos —gimió él.
—No
cuentes tan rápido.
Él
se rio entre dientes al tiempo que gemía, haciéndolo sonreír. Pero la sonrisa
de Jaejoong se desvaneció con rapidez. Después de tantos años de abstinencia,
¿cómo lograría su pequeño cuerpo alojar algo de ese tamaño? Cuando cerró su
mano en torno a él, se le ocurrió que quizá sus partes privadas se habían
atrofiado por falta de uso. Jaejoong lo acarició.
—¡Se
acabó el tiempo!
Sin
previo aviso, se encontró de espaldas sobre la cama bajo el cuerpo de Yunho.
—Es
hora de que recibas un poco de tu propia medicina. Ponte en la misma postura
que yo.
—¿Cómo
dices?
—Las
manos contra la pared.
Jaejoong
tragó saliva y pensó en los látigos. Quizás eso de jugar a hombre fatal se le
había dado demasiado bien. Él lo estaba creyendo mucho más experimentado de lo
que era en realidad.
—¿Yunho?
—No
quiero que hables, sino que obedezcas mis órdenes.
Lentamente
Jaejoong levantó los brazos por encima de la almohada.
—Te
he dicho que apoyes las manos contra la pared.
Hizo
lo que le ordenaba y se sintió indefenso y excitado. Cuando sus nudillos
rozaron el cabecero de la cama, Jaejoong estaba confundido por la inquietante
mezcla de desasosiego y profundo deseo sexual. Quería rogarle que fuera suave
con él, pero, a la vez, quería que lo poseyera con todas sus fuerzas.
Permaneció
cautivo bajo la mirada de Yunho. El hecho de que no lo hubiera atado de verdad
no hacía que su cautiverio fuera menos real. Yunho era más fuerte que él, más
poderoso, podía hacerle lo que quisiera, estuviera Jaejoong de acuerdo o no. El
deseo del joven se incrementó todavía más cuando él le pasó la yema del dedo
por el estómago, de un lado a otro de la cinturilla de las medias de red, hasta
que Jaejoong quiso gritar. Yunho siguió bajando hasta rozar su miembro
excitado.
—Separa
las piernas, cariño. - Él lo hizo, pero al parecer Yunho no quedó satisfecho
con su acción porque le agarró los muslos y se los separó todavía más.
Las
medias no suponían ninguna barrera para él, y Jaejoong se sintió demasiado
expuesto, demasiado vulnerable. Apartó las manos de la pared.
—Ni
se te ocurra —susurró Yunho, deslizándole los dedos sobre la parte de su cuerpo
que él había revelado.
Jaejoong
gimió y permaneció inmóvil mientras él introducía sus húmedos dedos en su
entrada. Entonces Yunho inclinó la cabeza. Jaejoong gritó y apretó los
puños contra la pared cuando él se metió su miembro en la boca, lamiéndolo.
Un ronco murmullo de placer escapó de la garganta de Jaejoong.
Yunho
le separó más las rodillas con los hombros mientras lo acariciaba con los
labios. La lluvia tamborileaba en el vientre de metal que los cobijaba y el
propio vientre de Jaejoong se estremeció en respuesta a lo que le estaba
ocurriendo. Estaba perdido en un torbellino de sensaciones cuando sintió en las
manos la vibración de un trueno a través de la pared que retumbó en cada nervio
de su cuerpo. Jaejoong arqueó la espalda y se entregó a un clímax destructivo.
Él
lo sostuvo mientras se estremecía. Sólo cuando se recuperó sintió Jaejoong que Yunho
le tiraba con fuerza de las piernas. Jaejoong no comprendió lo que su marido
estaba haciendo hasta que se acomodó sobre él y experimentó esa penetración tan
largamente esperada en la entrada de su cuerpo.
—Me
has roto las medias —murmuró Jaejoong, deslizándole los brazos alrededor de los
hombros y recreándose en la sensación de ese cuerpo apretándolo contra el
colchón.
Yunho
le rozó la sien con los labios.
—Te
compraré un nuevo par. Te lo juro. —Y embistió con suavidad.
Y
no consiguió nada.
Jaejoong
se puso rígido. Sus peores temores se estaban haciendo realidad. Su cuerpo se
había atrofiado por tantos años sin usar.
Yunho
se retiró un poco y le sonrió, pero él podía sentir la tensión de su cuerpo y
notaba lo cercano que estaba de perder el control.
—Pensé
que estabas listo, pero imagino que no es suficiente. —Cambió de posición sobre
él y comenzó a acariciarlo.
La
voz de Yunho pareció llegar de muy lejos.
—Eres
muy estrecho, cariño. Ha pasado mucho tiempo para ti, ¿no?
Jaejoong
le hundió las uñas en los hombros.
—Sí...
puede ser... —el joven soltó un jadeo cuando las nuevas sensaciones crecieron
vertiginosamente en su interior —que esté un poco cerrado.
Él
gimió y se volvió a colocar sobre él. —Volvamos a intentarlo. —Dicho eso
intentó penetrarlo otra vez.
Jaejoong
gritó y se arqueó sin saber si quería apartarse o acercarse más a él. Su cuerpo
se abrió suavemente con un ardiente dolor. Él lo sujetó por las nalgas y lo
penetró profundamente al tiempo que le cubría la boca con la suya, devorándolo.
Su posesión era rápida e intensa, pero la tensión que sentía en él le
decía que Yunho seguía controlándose. No supo por qué hasta que escuchó su
murmullo.
—Deja
de contenerte, cariño. Deja de contenerte.
Jaejoong
supo en ese momento que él lo estaba esperando y esas palabras suaves lo hicieron
llegar otra vez al clímax.
Cuando
volvió en sí, la piel de Yunho estaba húmeda y su cuerpo tenso de deseo bajo
las manos de Jaejoong. Pero era un amante fuerte y generoso.
—Otra
vez, cariño. Otra vez.
—No,
yo...
—¡Sí!
—Con firmeza, lo condujo de nuevo al éxtasis.
Fuera
de la caravana retumbó un trueno y, dentro, él hizo lo que le pedía. Y, esta
vez, él lo siguió.
El
tiempo transcurrió mientras yacían inmóviles, con los cuerpos entrelazados, con
el todavía enterrado en su interior.
Jaejoong
no lo olvidaría jamás. A pesar de todas las cosas horribles que lo habían
conducido a ese momento, no podía haber tenido una iniciación más maravillosa,
y siempre le estaría agradecido a Yunho por ello.
Apretó
los labios contra el pecho de su marido mientras le acariciaba con las palmas
de las manos. Después de tanto tiempo, por fin había pasado.
—Ya
no soy virgen.
Jaejoong
sintió que Yunho se ponía rígido debajo de sus manos. Sólo entonces se percató
de que había dicho su secreto en voz alta.
Ah!!!!!!!!!!!!!!!!!! :>.<: ¡ame el capítulo! al fin Yunho se comporta más amable con Jaejoong y y hasta lo hicieron siiiiiiiiiiiiiiiiii! >__________< xD me pregunto que pasará despues de esto ... de seguro la reacción de Yunho no será buena :/ aunque espero que sí >.<
ResponderBorrarMuchas gracias por subir el capitulo tan prontoooooooooooo >.< llegue a soñar con la continuacion ayer xDD me encanta la historia, muchas gracias~ estare esperando la proxima actu~ saludos y cuidate :3
Ahora entiendo porque nos encantaría el capítulo, omg ;_; ♡ por fin luego de tanto ya yunho no se pudo contenerante todo lo que es jae, y este me sorprende en como.se comporto con yunho a pesar de ser virgen por eso este no lo sospecho hasta cuando jar dijo su secreto en voz alta, y a pesar de la situación yunho fue suave, paciente sin saberlo le proporciono a jae su mejor primera vez ahh ellos deben solo estar juntos que yunho deje a tras su forma de pensar y se enamore mas de lo que esta de jae, ahora necesito desesperadamente el sig capítulo para saber que pasara ahora que yunho se entero del pequeño secreto de jae, gracias por actualizar me encanta esta historia ♡.
ResponderBorrarJaejoong y yunho por fin se entregaron completamente ** y este Jae pensó en voz alta jajaja, q dira Yunho de esto?
ResponderBorrarpor fin el yunjae y que dira yunho al saber que jae era virgen , gracias por el capitulo
ResponderBorraray que bueno que yunnie por fin entendio y compadecio un poco más a su esposo jaejoong pobresillo con lo cansado y agotado que se encuentra por tantas labores es bueno que yunho lo consitiera un poco y buenoooooooooooooooooooooo OMGSUN¡¡ por fin por fin porfin sacaron fuego juntos¡¡ eha eha eha¡¡ y oh por dios como se le pudo haber escapado a JJ el qu eera virgen¡¡ :O tan despistado como siempre xDD jajajajajaja y ahora como reaccionara Yunho?
ResponderBorrarOh. Ser virgen es bueno para yunho, no?, el fue su primero.
ResponderBorrarDespués de que le aterran los animales, y con el que mas tiene comunicación resulta ser el más peligroso, el tigre. Al fin lo hicieron pero que hará Yunho al saber que era virgen y que el fue el primero, a ver que sucede, a seguir leyendo. Gracias...
ResponderBorrarWaaa!!! lo hicieron... bueno yunnie ya le esta sediendo algunas cosas a Jae jijiji
ResponderBorrarahora quiero leer el siguiente a ver como reacciona yunho al saber que jae era virgen cuando lo hizo suyo
Gracias por este gran fic
hasta que por finnn...!! ya era hora que esos dos tengas su noche de bodas *Q*
ResponderBorrarque dirá yunho ahora que sabe que jaejoong es virgen waaa que emocionante (^u^)
Y el momento más esperado se dio!!!!! Por fin jae ya no es virgen
ResponderBorrarJessica en tu cara!! Ja!!
Mi mama esta en frente de mi y quise soltar un gritito pero me contuve...pero es que wowwwwww han estado juntos, ahora que dira Yunho ante tal revelación...debe sentirse feliz es el primero, espero no lo tome a mal pero me encanto que hayan estado juntos :DDDD
ResponderBorrarLo que tanto se merecia jae oor finnn^=^… como tomara yunho lo ultimo que dijo jae#*#
ResponderBorrarhgkahdfhghadkfhkhakldfhkaghñghadgfhaglñhafghadfghaflkghlaflfdghadflghladfkhgaldhl este es un señor capitulo POR FINNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN!! ajajajajajjajajajajajajajaj tengo derrame nasal ~ en serio xD
ResponderBorrarJajajajajajaja!!! Quien dice eso después de haber echo ese acto de hombre fatal XDDD
ResponderBorrarUff de la emocion jae le solto toda la sopa . Y ahora que hara yunho? Pero wii por fin accion yunjae. Lo ame ♥
ResponderBorrarYunho por fin esta empezando a darse cuenta de que Jae no es la persona que le dijo Yesung, pobre Jae me dio tristeza cuando se vio en el espejo y Yunho ayudándolo a sentirse mejor,me encanta esa parte.
ResponderBorrarAl fin el momento mas esperado llego, Yunho no soporto mas la idea de estar alejado de el, fue muy hot, que ternuera Jae pensó que su cuerpo se había atrofiado porque no la usaba, como reaccionara Yunho con lo que dijo Jae????
waaaa lo hicieron al fiin !! xD
ResponderBorrarups a JJ se le olvido mencionar ese pequeño detalle a
yunho jkajaja espero y no se enoje = el es el primero no debería estar feliz ¬¬
qué entrega, es increible la atracción que sienten. Jae tomó el control de la situación y eso me gustó mucho.
ResponderBorrarYunho se dio cuenta por fin el muy tontorrón que Jae era virgen y no estrecho como él pensaba
OMG O.O AL FINNNNNNNN.....Yunnie que haras ahora que ya sabes la verdad y Jae como le explicaras??? Bueniiiiisimoooo el cap. gracias Unnie >3<
ResponderBorrarAhhh estos estaban que se deseaban desde un buen tiempo...el YUNJAE lo hizo!!!! yeah!!! ..y jae que jugaba a ser experimentado..y yunho que no se daba cuenta XD .ahora que pasara con yunho ..que se entero al ultimo que el fue el primero para jae ^^ ....me encanto este cap ^^
ResponderBorrarWooooooooo!!!!!!!
ResponderBorrarLo hicieron *-* no tengo mas que decir me encanto gracias por el cap ^^
Por fin !!! Ahora que pasara ? Yh fue el primero que dira creo que ya se esta enamorando de JJ ♥♥
ResponderBorrarAAAAAAAAAJAJAJAJAJA ESE JAE :'D es que suelta las estrellas por esa boca, pobre Yunho no se esperaba algo como eso! me parto en serio
ResponderBorraroh por fin después de tanto tiempo se a consumado el matrimonio de jae y yunho
ResponderBorrarpero si que a sido una sorpresa para yunho no pensó que jae se conservara virgen a su edad
y oh sor presa es pero que a yunho si le de mucho gusto por que el a sido el primer hombre en la vida de jae que llega asta esa intimidad con el
Yunho se porto como un caballero con Jaejoong, aun con todo y sus perversiones cx
ResponderBorrar¿Ahora que dira? D: Con Yunho no se que esperarme pero creo que Jae hizo bien al decir eso porque Yun pensaba que Jae era un hombre promiscuo pero ya se dio cuenta que no :D
wooo ahora se comporta como un caballero bueno ya le tenía ganas y no soporto mas tener a ese hermoso angel y las manos quieras oh Jaejoong pensar en voz alta qveces no es bueno pero Yunho debe de estar dicho ya que el fue el primero no su primero bueno..
ResponderBorrarahora no vas a poder vivir sin elllll......tienes que descubrir quien fu la que robo ........ hermoso capitulo ....gracias
ResponderBorrarAy jejejejej se le escapó jejejeje
ResponderBorrarNo es posible!!!! Yunho no se dió cuenta, no fue capas de ver eso en Jae, lo tomo sin valorar lo que le ofrecía, ay quiero llorar. No fue nada tantito ni tierno, fue mero deseo y pasión. Es muy triste que Jae haya tenido que pasar por algo así.
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