Jaejoong
estaba sobre la rampa del camión a las diez de la mañana siguiente. Tenía los
músculos de las piernas agarrotados y le dolían a cada paso que daba. Además
sentía como si le hubieran estirado los brazos en un potro de tortura.
—Lo
siento, Digger. Me he quedado dormido.
A
pesar de lo cansado que estaba la noche anterior, se había despertado a eso de
las tres de la madrugada tras un sueño en el que Yunho y él navegaban en una
barca rosa con forma de cisne por un anticuado túnel del amor. Yunho lo besaba
y lo miraba con tal ternura que él se había sentido como si su cuerpo se
fundiera con la barca, con el agua y con el propio Yunho. Había sido esa
sensación lo que lo había despertado y lo que lo había hecho reflexionar,
tumbado en el sofá, sobre el doloroso contraste entre aquel bello sueño y la
realidad de su matrimonio.
Cuando
llegaron a quién sabe dónde, el remolque que transportaba a los elefantes aún
no había aparecido, se había metido en la camioneta para echar una
siesta. Dos horas después, se había despertado con el cuello rígido y dolor de
cabeza.
Desde
lo alto de la rampa vio que Digger casi había terminado de retirar el estiércol
del camión. La sensación de alivio se mezcló con una punzada de culpabilidad.
Ése era su trabajo.
—Deja
que siga yo.
—Lo
peor ya está hecho. —Habló como un hombre que estaba acostumbrado a esperar lo
peor de la vida.
—Lo
siento, no ocurrirá de nuevo.
Él
sorbió por la nariz y lo miró como diciendo que se lo creería cuando lo viera.
Desde
donde estaba, Jaejoong tenía una amplia vista de la nueva localización del
circo, situado entre un Pizza Hut y una gasolinera. Según le había dicho Yunho,
la mayor parte de los miembros del circo preferían instalarse en un terreno
liso y asfaltado, aunque eso significara tener que reparar antes de marcharse
todos los agujeros que hicieran para clavar las estacas.
Oyendo
de fondo el rítmico golpeteo de los hombres que montaban el circo, miró hacia
atrás y vio a Krystal sentada en una silla delante de su caravana. Sully estaba
de pie detrás de ella haciéndole una trenza. También había visto cómo la dueña
del circo echaba una mano a los trabajadores y ayudaba a levantarse al pequeño
de los Lipscomb, de seis años, cuando se caía. Sully era una mujer llena de
contradicciones: con Jaejoong se comportaba como una bruja malvada, pero
con todos los demás era una persona muy amable.
Sintió
que le tiraban del pantalón. Cuando bajó la vista vio que era la trompa de Tater,
que estaba al pie de la rampa, mirándolo con adoración a través de unas
pestañas ridículamente rizadas.
Digger
se burló de él.
—Tu
novio ha venido a verte.
—Pues
se va a llevar un chasco. No me he puesto perfume.
—Supongo
que tendrá que acercarse más para comprobarlo por sí mismo. Llévalo con los
demás, ¿de acuerdo? Hay que darles de beber. El pincho está allí— dijo,
señalando con la cabeza el objeto apoyado contra el camión.
El
miró el pincho con auténtica aversión. Al fondo de la rampa, Tater barritó y
giró sobre sí mismo, como si estuviera llamándolo. Luego se detuvo, y levantó
una pata tras otra como si fuera un bebé pataleando. O mucho se equivocaba Jaejoong
o todo eso era por él.
—¿Qué
voy a hacer contigo, Tater? ¿No te das cuenta del miedo que me das?
Armándose
de valor, se acercó al fondo de la rampa mientras se metía la mano en el
bolsillo para sacar una zanahoria mustia que había encontrado en la nevera.
Esperaba que la siguiera al ver que iba a alimentarlo, y le ofreció la
hortaliza con una mano temblorosa.
El
animalito alargó la trompa y olisqueó la zanahoria con delicadeza, haciéndole
cosquillas en la palma de la mano. Él retrocedió un paso, utilizando la
zanahoria como cebo para llevarlo con los demás. Tater se la arrebató de la
mano y se la llevó a la boca.
Jaejoong
observó con aprensión la mano ahora vacía mientras el alargaba la trompa hacia
él otra vez.
—N-no
tengo más.
Pero
no era comida lo que él quería; era perfume.
Metió
la trompa por el cuello de la camiseta de Jaejoong buscando el olor que tanto
le gustaba.
—Amiguito...
lo siento... yo...
¡Zas!
Con un dramático barrito, Tater le dio un golpe con la trompa y lo tiró al
suelo. Jaejoong gritó. Al mismo tiempo, Tater levantó la cabeza y volvió a
barritar, anunciando al mundo la profunda traición de la que acababa de ser
objeto: ¡Jaejoong no llevaba perfume!
—Jaejoong,
¿estás bien? —Yunho apareció de la nada y se puso en cuclillas a su lado.
—Estoy
bien. —Hizo una mueca de dolor al sentir una punzada en la cadera.
—¡Maldita
sea! No puedes dejar que este animal continúe haciéndote eso. Sully me ha dicho
que ayer también te tiró.
Por supuesto, Sully no había podido
resistirse a dejar pasar algo como eso, pensó Jaejoong, tensándose al cambiar
de postura.
Por
el rabillo del ojo, vio cómo Hyunjoong se acercaba a grandes zancadas hacia
ellos. —Yo me encargaré de esto —les dijo.
Jaejoong
soltó un grito ahogado cuando lo vio coger el pincho.
—¡No!
¡No le pegues! Ha sido culpa mía. Yo... —Ignorando el dolor, se obligó a
ponerse de pie y se interpuso de un salto entre Hyunjoong y Tater, pero llegó
demasiado tarde.
Horrorizado,
observó cómo Hyunjoong golpeaba al elefantito en aquel lugar sensible detrás de
la oreja. Tater soltó un agudo chillido y retrocedió. Hyunjoong se acercó de
nuevo a él, levantando el pincho para propinarle un segundo golpe.
—Ya
basta, Hyunjoong.
Jaejoong
no oyó las suaves palabras de advertencia de Yunho porque ya se había lanzado
sobre la espalda de Hyunjoong.
—¡No
vuelvas a pegarle! —con un grito de indignación, intentó arrebatarle el pincho.
Alarmado,
Hyunjoong tropezó, y tras recuperar el equilibrio, soltó una maldición y se dio
la vuelta. Jaejoong no pudo sujetarse a sus hombros y sintió que se resbalaba.
Pero en vez de caer al sucio por segunda vez ese día, Yunho lo atrapó en
sus brazos.
—Ya
te tengo.
Sully
se acercó con rapidez.
—Por
el amor de Dios, Yunho, hay periodistas en el recinto.
Mientras
lo dejaba en el suelo, Jaejoong se preparó para sufrir una bronca de Yunho. Pero para su sorpresa, Yunho se volvió hacia Hyunjoong.
—Creo
que Tater ha captado el mensaje la primera vez.
Hyunjoong
se puso rígido. —Sabes tan bien como yo que no hay nada más peligroso que
un elefante se vuelva contra sus adiestradores.
Jaejoong
no pudo morderse la lengua. —¡Es sólo un bebé! Y fue culpa mía. No me he
puesto perfume y se enfadó conmigo.
—Cállate,
Jaejoong —dijo Yunho con suavidad.
—Tu
bebé pesa una tonelada —dijo Hyunjoong apretando los labios. —No dejaré que
ninguno de los que trabaja conmigo se ponga sentimental con los animales. No
podemos correr riesgos. Actuando de esa manera pones en peligro la vida de la
gente; los animales tienen que saber quién manda.
Jaejoong
dejó salir toda su frustración. —¡Las vidas de los animales también tienen
valor! Tater no pidió que lo encerraran en un circo. No pidió que lo llevaran
por todo el país en un remolque maloliente, ni que le ataran para ser exhibido
delante de personas ignorantes. Dios no creó a los elefantes para que hicieran
equilibrios sobre sus patas. Los creó para que vagaran libres.
Sully
se cruzó de brazos y alzó una ceja con ironía. —Ya lo veo tirando pintura roja
a los abrigos de piel. Yunho, controla a tu esposo o lo echaré de mi circo.
Ni
el más mínimo atisbo de emoción cruzó por la cara de Yunho cuando sus ojos se
encontraron con los de Sully.
—Jaejoong
es el encargado de los elefantes. Por lo que he visto, sólo cumplía con su
trabajo.
A Jaejoong
casi se le detuvo el corazón. ¿Sería posible que su marido lo estuviera
defendiendo?
El
placer del joven se desvaneció cuando Yunho se volvió hacia él, señalando con
la cabeza el remolque de los elefantes.
—Se
está haciendo tarde y aún no lo has limpiado con la manguera. Vuelve al
trabajo.
Él
se dio la vuelta y, deseando que los tres se fueran al infierno, volvió a su
tarea. Sabía que los animales que viajaban con el circo debían estar bajo
control, pero la idea de que estaban siendo obligados a comportarse en contra
de su naturaleza, le molestaba. Tal vez encontrara tan perturbadora su
situación porque sentía que tenía algo en común con ellos. Como los animales
del circo, estaba cautivo contra su voluntad y, como ellos, su guardián tenía
todo el control.
Sully
casi había llegado al vagón rojo cuando la abordó Brady Pepper. A pesar de lo
molesta que estaba con Brady, no podía negar lo apuesto que era, con aquella
piel aceitunada y esos rasgos fuertes y firmes. Aunque tenía cuarenta y dos
años, sólo había unas pocas hebras plateadas en el pelo rizado del acróbata y
aquel atlético y poderoso cuerpo que poseía no tenía ni un ápice de grasa
—¿Te
tiras a Hyunjoong? —preguntó él de esa manera agresiva que siempre la hacía
rechinar los dientes.
—No
es asunto tuyo.
—Me
apuesto lo que sea a que sí. Es el tipo de tío que te gusta. Guapo y corto de
entendederas.
—Vete
al infierno. —La irritación de la mujer se debía al hecho de que sí se había
acostado con Hyunjoong en alguna ocasión al inicio de la temporada. Sin
embargo, había perdido rápidamente el interés en él y no había sentido ganas de
repetir la experiencia. No quería que nadie sospechara que el sexo ya no le
interesaba tanto como antes.
—Con
un tío como Hyunjoong siempre puedes llevar la voz cantante, ¿verdad? Mientras
que con alguien como yo...
—Alguien
como tú nunca podría satisfacerme. —Dirigiéndole una falsa sonrisa, le recorrió
con la uña el deltoides que se marcaba bajo la camiseta. —Las chicas dicen que
ya no se te levanta, ¿es cierto?
Para
disgusto de Sully, él reaccionó a la puya con una carcajada.
—Vigila
esa lengua viperina que tienes, Sully. Un día te meterá en grandes problemas.
—Me
gustan los problemas.
—Lo
sé. En especial los que provocan los hombres.
Ella
continuó caminando hacia el vagón rojo, pero en vez de darse por aludido y
marcharse, Brady no tardó en ajustar su paso al de ella. Todo en él, desde la
longitud de su zancada hasta el movimiento de sus hombros, anunciaba que se
consideraba un regalo de Dios para las mujeres. Era además un machista confeso,
por lo que Sully siempre tenía que recordarle quién era la que mandaba. Y aun
así, a pesar de todo lo que la exasperaba, era el tipo de hombre que más le
gustaba. Orgulloso, trabajador y honesto. Debajo de su hosca fachada tenía una
naturaleza generosa y, a diferencia de Jung Yunho, no había en él más de lo que
se veía.
La
recorrió con la mirada tal y como hacía siempre. Brady nunca había mantenido en
secreto que le gustaban las mujeres y, a pesar de que solía coquetear con las
jóvenes del circo, tenía una manera de mirarla que la hacía sentir como si aún
estuviera en la flor de la vida. Ella había fingido no notar la sensual
cadencia de caderas de ese hombre, pues no podía olvidar que Brady era el hijo
de un carnicero de Brooklyn sin una sola gota de sangre circense en las venas.
—Krystal
y tú pasan mucho tiempo juntas últimamente —dijo él.
—Hoy
le he hecho una trenza, si es eso a lo que te refieres.
Brady
la cogió del brazo y la giró hacia él.
—Eso
no es lo que quiero decir, y lo sabes. Estoy hablando del tiempo que dedicas a entrenarla.
—¿Y
qué?
—No
quiero que la hagas albergar falsas esperanzas. Sabes que no tiene madera para
ser una buena equilibrista.
—¿Por
qué dices eso? Ni siquiera le has dado una oportunidad.
—¿Estás
de coña? ¡He trabajado con ella desde que llegó y no ha mejorado nada!
—¿Y
te parece extraño?
—¿Qué
quieres decir?
—Quiero
decir que podría llegar a ser buena si tú fueras un buen entrenador.
—¡No
me jodas! No hay nadie que entrene mejor que yo. —Se clavó el pulgar en el
pecho.
—Fui yo quien le enseñó a mis hijos todo lo que saben.
—Matt
y Rob son tan duros como tú. Una cosa es enseñar a dos chicos pendencieros y
otra trabajar con una joven sensible. ¿Cómo va a aprender algo contigo si no
haces más que decirle lo mal que lo hace?
—¿Qué
demonios sabrás tú de jovencitas sensibles? Por lo que me han dicho, tu madre te
amamantó con arsénico.
—Muy
gracioso.
—No
intentes convencerme de que tu padre se añilaba con contemplaciones cuando te enseñaba a hacer el triple salto.
—No
tenía que andarse con nada. Yo ya sabía que me quería.
Brady
apretó los labios. —¿Estás insinuando que no quiero a mi hija?
Ella
plantó las manos en las caderas. —Pero ¡qué estúpido eres! ¿No se te ha
ocurrido pensar que en este momento te necesita más como padre que como
entrenador? Si dejaras de presionarla tanto, lo haría mejor.
—Vaya,
pero si tenemos aquí a la jodida Arm Landers —dijo refiriéndose a la famosa columnista
del Chicago Tribune.
—¡Vigila
tu lengua!
—Mira
quién fue a hablar. Te lo advierto, Sully, no me jodas con Krystal. Ya lo tiene
bastante difícil en este momento sin que tú intentes ponerla en mi contra.
Y
se fue rezumando animosidad.
Lo
observó durante un momento, luego abrió la puerta y entró en el vagón rojo.
Brady y ella habían chocado desde el principio, pero además existía entre ellos
una poderosa atracción sexual que la hacía mantenerse en guardia. La
experiencia le había enseñado a ser cauta con los hombres que elegía como
amantes. El día que se casó con Owen Quest había sido el día que se había
prometido a sí misma que nunca más se acostaría con un hombre al que no pudiera
controlar. Tenía mala suene con los hombres y en dos ocasiones casi la habían
destruido: primero Carlos Méndez y luego, de manera más contundente, Jung Yunho.
Había
hecho pagar a Carlos Méndez por lo que le había hecho, y se recordó a sí misma
que Yunho había tenido su propio castigo. Miró por la ventana y vio a Jung Yunho
forcejeando con un fardo de heno. Sully casi sintió lástima por él —y la
hubiera sentido de haber sido otra persona, —pero Jaejoong era el instrumento
con el que podía castigar a Yunho. Qué humillado debía de sentirse.
Seguro
que estaba embarazado, ¿por qué otra razón se hubiera casado Yunho con ese
hombre? Pero a pesar de lo mucho que odiaba a Yunho, el circo lo significaba
todo para Sully, y le parecía denigrante que la sangre de los Jung—una de las
familias más famosas en la historia del circo— pasara a la siguiente generación
a través de un ladronzuelo. Cada vez que miraba a Jaejoong, Sully se preguntaba
cómo podría haber mantenido la cabeza en alto si no se hubiera hecho pública la
verdad sobre Jaejoong.
Tiempo
después Jaejoong no pudo recordar cómo consiguió aguantar durante los diez días
siguientes mientras el circo recorría hacia el Norte .Durante el día Yunho
y él estaban solos en la camioneta y, cuando él se dignaba a hablarle, él
sentía como si le estuviera pinchando con carámbanos. Ni siquiera compartían
las comidas. Yunho siempre se abría alguna lata de conservas mientras él estaba
en el cuarto de baño arreglándose para la función y le dejaba preparado un
plato de comida mientras él se cambiaba. Nunca le preguntó qué le apetecía
comer ni le pidió que cocinara, aunque él tampoco habría tenido fuerzas para
hacerlo.
Algunas
veces Jaejoong pensaba que había soñado aquel apasionado beso que habían
compartido. Ahora a ni siquiera se tocaban, salvo en esas ocasiones en las que
se quedaba dormido en la camioneta y se despertaba acurrucado contra él. Cuando
eso ocurría se apartaba de un salto, sólo para sentir la intensa energía sexual
que existía entre ellos, tan palpable como la brisa que entraba en la
camioneta.
O
puede que todo eso fuera cosa de su imaginación. Tal vez Yunho no se sentía
atraído por él. ¿Cómo iba a encontrar atractivo a un chico con las manos llenas
de ampollas, la nariz quemada por el sol y los codos llenos de costras, que no
vestía otra cosa que ropa de trabajo sucia? En algún momento de la última
semana había dejado de maquillarse hasta la hora de la función. Durante el día
se recogía el pelo en una coleta hacia arriba, como una piña. En sólo dos
semanas había abandonado las costumbres de toda una vida.
Ni
siquiera sabía quién era cuando se miraba en el espejo.
Siempre
estaba cansado. Se quedaba dormido en el sofá antes de medianoche, pero luego,
una vez que Yunho entraba en la caravana, le resultaba imposible volver a
dormirse. Daba igual lo que hiciera, daba vueltas durante horas hasta que
finalmente caía en un sueño intranquilo y se despertaba sin haber descansado.
Se sentía agotado, confundido e increíblemente solo.
Como
todos creían que era un ladrón, continuaban haciendo todo lo posible para
evitarlo y, por otro lado, tampoco había mejorado la relación con los
elefantes. Tater todavía se comportaba como si lo hubiera traicionado. Varias
veces llegó a considerar la posibilidad de ponerse perfume, pero lo asustaba
todavía más el cariño del elefantito que su odio. Cuando Hyunjoong y Digger
estaban cerca, el animal lo dejaba tranquilo, pero, si no estaban a la vista,
buscaba cualquier oportunidad para arrojarla al suelo; lo derribó tantas veces
que Jaejoong tenía magulladuras por todas partes.
Los
otros elefantes se dieron cuenta enseguida de que era una presa fácil y lo
convirtieron en el blanco de todas sus travesuras. Lo rociaban con agua, le
chillaban y lo tiraban al suelo si se acercaba demasiado. Lo peor era ver cómo
esperaban a que se aproximara a ellos antes de divertirse a su costa. Hyunjoong
le decía que, como se negaba a usar el pincho, tenía lo que se merecía y que
jamás vencería.
Aunque
se mantuvo alejado de Sinjun y averiguó más cosas de él por lo que les oyó a
los demás. Era un tigre viejo, tenía unos dieciocho años y fama de arisco.
Según Digger, ninguno de sus entrenadores había conseguido ganar su confianza,
y todos lo consideraban imprevisible y peligroso.
Como
su marido.
Yunho
lo confundía de tal manera que no sabía qué pensar de él. Tan pronto se
comportaba como un monstruo sádico como aparecía por el camión de los elefantes
con unos nuevos guantes de trabajo para él o una gorra de béisbol para que no
se quemara con el sol. Y, más de una vez, llegó justo a tiempo de bajar una
carretilla cargada de estiércol por la rampa antes de que Jaejoong tuviera
ocasión de hacerlo. Sin embargo, la mayor parte del tiempo sólo parecía sentir
pena por él.
Era
un día insoportablemente cálido para estar sólo a mediados de mayo. La
temperatura superaba los treinta y cinco grados y la espesa humedad dificultaba
la respiración. De nuevo instalaron el circo en un aparcamiento, en un pequeño
pueblo al sur, y el asfalto negro intensificaba el calor. Los elefantes ya
habían conseguido tirar a Jaejoong dos veces ese día y, la segunda vez, se
raspó el codo. Para empeorar las cosas, todos los miembros del circo parecían
disfrutar de un tiempo de relax excepto él.
Brady
y Perry Lipscomb estaban sentados a la sombra del toldo de la caravana
Airstream de la familia Pepper, tomando una cerveza fría y escuchando un partido
de béisbol en la radio. Jia se rociaba con agua mientras él tomaba el sol
recostada en una silla con el último ejemplar del Cosmopolitan en las manos. Incluso
Digger echaba una siesta a la sombra.
—¡Jaejoong,
mueve el culo y ocúpate del heno! —le ordenó Hyunjoong a gritos desde la puerta
de la caravana de los equilibristas, luego rodeó los hombros de Tiffany con el
brazo. Algunas veces, desde que se habían enfrentado por el pincho, Hyunjoong
lo trataba con hostilidad. Le encargaba los trabajos más duros, y lo hacía
trabajar durante horas interminables, hasta que llegaba Yunho y le decía que ya
había sido suficiente por ese día.
Cuando
comenzó a mover el heno, le ardía cada músculo del cuerpo. Tenía la camiseta
empapada de sudor y un roto en el hombro; sus vaqueros parecían no haber visto
una lavadora en semanas, y la suciedad, el heno y el abono se le pegaban a cada
centímetro de su húmeda piel.
Al
otro lado del recinto, Sully tomaba un refresco y se pintaba las uñas de los
pies. A Jaejoong le goteaba el sudor por los ojos, haciendo que le picaran,
pero tenía las manos demasiado sucias para enjugarse la cara.
—¿Quieres
apresurarte, Jaejoong? —gritó Hyunjoong, mientras Tiffany soltaba una risita tonta.
—Está entrando otra carga.
Algo
dentro de Jaejoong explotó. Estaba harto de ser el chivo expiatorio de todos.
Estaba cansado de que los elefantes lo tiraran y de que los seres humanos lo
despreciaran.
—¿Sabes
qué te digo? ¡Que lo hagas tú mismo! —Arrojó al suelo el rastrillo y se alejó
con paso airado. Ya había tenido suficiente. Iba a buscar a Yunho y a exigirle
que le comprara ese billete de avión. Nada podía ser tan malo como eso.
Un
gran rugido resonó en el recinto. En ese momento, le comenzó a arder la piel y
su deshidratada garganta clamó por agua. Vio una manguera enganchada al camión
del agua, que serpenteaba hasta la zona de las fieras. Corrió hacia ella, preso
del pánico porque jamás se había sentido tan acalorado.
Una
vez más oyó el rugido, y le sorprendió ver a Sinjun en su jaula cociéndose bajo
el sol. Oleadas de calor rebotaban contra el asfalto, y las rayas naranjas y
negras del tigre parecían brillar débilmente.
No
todos los animales estaban debajo de la carpa de las fieras. Algunos estaban en
una pequeña zona cercada entre la carpa de los animales y el circo. Chester, un
camello de aspecto enfermizo, no estaba demasiado lejos de allí, al lado de
Lollipop, una llama de ojos somnolientos. Un gran toldo de nailon blanco, un
tanto gastado, les daba sombra; pero nada protegía a Sinjun del sol inclemente
que lo golpeaba a través de los barrotes de la jaula. Igual que él, Sinjun
parecía haber sido escogido para que los demás abusaran de él.
El
animal clavó los ojos en Jaejoong con amarga resignación, sin siquiera
molestarse en mover las orejas. Detrás de él, la llama emitió un sonido
extraño, pero el camello no le hizo ni caso. El calor del asfalto traspasaba la
suela de las deportivas de Jaejoong y le quemaba los pies. Le goteaba el sudor
entre el pecho. Los ojos de Sinjun le taladraron el alma. «Calor. Tengo calor.»
Jaejoong
odiaba ese lugar donde los animales se exhibían en jaulas. El extraño sonido de
la llama reverberó en sus oídos. Le dolía la cabeza y tenía el estómago
revuelto por el olor a moho del toldo de nailon. Instintivamente dio un paso
atrás, intentando alejarse del sol, y de esos tristes animales, del horrible
calor y de ese olor nauseabundo. Pisó un charco. Miró hacia abajo y vio una
fuga en la manguera que llevaba el agua al abrevadero.
Sin
ni siquiera pensar lo que estaba haciendo, corrió hacia donde la manguera se
conectaba a la boquilla de latón. La tomó y cortó el flujo del agua. Hasta que
sólo cayeron unas gotas en sus manos.
Entrecerró
los ojos ante el resplandor que se reflejaba en el sucio toldo blanco y sintió
los ojos de Sinjun quemándolo, derritiéndole la piel.
«Calor. Tengo tanto calor.»
Jaejoong
miró el agua fría que le goteaba en las manos. Accionó la boquilla de nuevo,
levantó la manguera y comenzó a rociar agua fría en la jaula de tigre.
¡Sí!
Al
momento sintió el alivio del animal en su propio cuerpo.
—¡Eh!
—Digger se acercó a él corriendo tan deprisa como sus artríticas rodillas se lo
permitían. —¡Detente, Jaejoong! Para de una vez, ¿me has oído?
El
tigre le enseñó los dientes al anciano. Jaejoong se giró con rapidez y lanzó el
chorro de agua fría al hombre, mojándole la mugrienta camisa de trabajo.
—¡No
te acerques!
Digger
se detuvo. —¿Qué estás haciendo? ¡Vas a matar al tigre! A los felinos no
les gusta el agua.
Volvió
a dirigir el chorro al tigre y sintió un fresco alivio en los huesos, como si
estuviera mojándose él mismo.
—A
éste sí.
—¡Te
he dicho que te detengas! No puedes hacer eso.
—A
Sinjun le gusta. Míralo, Digger.
Cierto,
en vez de alejarse del agua, el tigre se recreaba en ella, permaneciendo
inmóvil bajo el chorro. Mientras continuaba mojando al felino, Jaejoong quiso
decirle a Digger que eso no habría sido necesario si él hubiera hecho mejor su
trabajo, pero sabía que el pobre hombre no podía hacer más de lo que hacía y se
mordió la lengua.
—¡Dame
eso!
Hyunjoong
se había plantado detrás de él y alargó el brazo para quitarle la manguera de
la mano. Pero Jaejoong ya estaba harto de Hyunjoong y no dejó que se la
arrebatara.
El
agua cambió de dirección. Jaejoong soltó un jadeo al sentir toda la fuerza del
chorro en la cara, pero no soltó la manguera.
Él
le retorció la muñeca.
—¡Detente,
Jaejoong! Dame la manguera.
El
rugido enloquecido de Sinjun vibró a través del pesado aire de la tarde,
ahogando por completo el alboroto habitual del circo. La jaula tembló cuando
Sinjun lanzó su enorme cuerpo contra los barrotes, casi como si estuviera
intentando llegar a Hyunjoong para protegerlo. Alarmado, el domador soltó la
muñeca de Jaejoong y se volvió hacia los rugidos.
Sinjun
aplanó las orejas contra la cabeza y le siseó al hombre. Jaejoong le arrancó de
un tirón la manguera.
—Condenado
tigre loco —masculló Hyunjoong. —Alguien debería haberlo doblegado hace años.
Jaejoong
envió otro chorro de agua a la jaula. Con más seguridad de la que sentía, le
dijo: —No le gusta que te metas conmigo.
—Mira
eso, Hyunjoong —dijo Digger. —A ese cabrón le gusta el agua.
—¿Qué
mierda pasa aquí?
Todos
se volvieron hacía Yunho, que se acercaba a ellos. Jaejoon se limpió los
ojos con la manga de la camisa sucia mientras seguía apuntando el chorro de
agua hacia la jaula del tigre.
—Jaejoong
ha decidido duchar a Sinjun —dijo Hyunjoong.
—¿Duchar
a Sinjun? — Yunho lo observó con esos inescrutables ojos coreanos.
—Sinjun
tenía calor —explicó él débilmente. —Quería que lo refrescara.
—¿Te
lo ha dicho él?
Jaejoong
estaba demasiado agotado para responder. Además, ¿cómo podía explicarle que
Sinjun se había comunicado con él? Ni siquiera él podía comprender esa especie
de conexión mística que parecía tener con el tigre.
Dirigió
el chorro del agua al barro que se había acumulado en el fondo de la jaula.
—Estas
jaulas están asquerosas. Habría que limpiarlas con más frecuencia.
Digger
se mostró ofendido. —Yo no puedo con todo. Si crees que las jaulas están
asquerosas, quizá deberías limpiarlas tú mismo.
—Vale.
Lo haré.
¿Qué
estaba diciendo? Sólo unos minutos antes, había decidido irse de allí, y ahora
se ofrecía voluntario para echarse más trabajo a la espalda. ¿Cómo iba a poder
encargarse de otra tarea si casi no lograba terminar las que le asignaban?
Yunho
frunció el ceño. —Jaejoong, tú ya haces demasiado. Apenas te mantienes en
pie y no quiero que hagas nada más.
El
joven ya estaba un poco harto de que su marido le dijera lo que podía o no
podía hacer.
—Ya
he dicho que lo haría, y lo haré. Ahora, a menos que Hyunjoong y tú quieran
acabar tan mojados como Digger, será mejor que me dejen solo.
La
sorpresa brilló en los ojos de Yunho. Hyunjoong lo presionó más.
—Jaejoong
no consigue siquiera terminar las tareas que le asigno. ¿Cómo se va a ocupar
también de las fieras?
—No
lo hará —dijo Yunho firmemente.
—Lo
haré.
—Jaejoong...
—No
puedes decirme lo que tengo que hacer en mi tiempo libre.
—No
tienes tiempo libre —le recordó.
—Entonces
supongo que tendré que trabajar más rápido.
Él
lo miró durante un buen rato. Jaejoong vio brillar en sus ojos algo que no pudo
comprender del todo. ¿Un poco de reconocimiento? ¿Un atisbo de respeto?
—¿De
verdad quieres hacerlo? —le preguntó él.
—Sí.
—¿Estás
seguro de saber lo que haces?
Él
le sostuvo la mirada sin pestañear. —No tengo la menor idea.
Una
emoción que casi parecía ternura brilló en los ojos de Yunho, pero desapareció
tan pronto como éste asintió bruscamente con la cabeza.
—Vale,
estarás a prueba durante unos días. Puedes trabajar aquí un par de horas a
primera hora de la mañana y luego te encargarás de hacer lo que te mande Hyunjoong.
Digger
comenzó a protestar.
—¡Pero
necesito ayuda! ¡No puedo hacerlo todo yo solo!
—Tampoco
puede hacerlo Jaejoong —dijo Yunho en voz baja.
Sorprendido,
el joven clavó los ojos en él. Él arqueó una ceja.
—¿Algo
más?
Jaejoong
acababa de recordar que le daban miedo los animales, pero no era el momento de
sacar el tema a colación y negó con la cabeza.
—Entonces,
serás tú quien se ocupe de las fieras.
Mientras
Yunho se alejaba, Jaejoong pensó que cada vez que lo consideraba el malo de la
película, él lo sorprendía. También se dio cuenta de que ya no le daba miedo.
No de verdad. Yunho tenía unas reglas duras y, para Jaejoong, injustas, pero
siempre se ceñía a ellas y Jaejoong no podía imaginárselo comprometiéndose en
algo en lo que no creyera.
Durante
las horas siguientes, regó las jaulas con la manguera y limpió la porquería
acumulada mientras intentaba mantenerse lo más alejado posible de los animales. Cuando por fin terminó, estaba incluso más sucio que cuando empezó, dado que se
había añadido barro a la mugre que la cubría.
Convenció
a uno de los trabajadores para que moviera la jaula de Sinjun a la sombra,
luego le puso heno limpio a Chester y a Lollipop. El camello intentó patearlo,
pero la llama se mantuvo tranquila, y cuando Jaejoong miró los ojos
somnolientos de Lollipop, decidió que por fin había encontrado un animal que le
gustaba.
—Eres
toda una dama, Lollipop. Nos vamos a llevar muy bien.
La
llama movió los belfos y le lanzó un escupitajo maloliente.
Eso
era gratitud, sí señor.
Actualizaste tan rapido :>.<: muchas gracias!!!!!!! noto un avance leve en la relación de estos dos~ *-* ya quiero que dejen de molestar tanto a Jaejoong pobresito :c
ResponderBorrarBueno espero que actualizes pronto~~ me gusto mucho la historia, me siento ansiosa por leer el proximo xDDD cuidate y saludos :3
Lollipop se pasa jajaja le dio un escupitajo q interpretó como agradecimiento, Jae acertó en q el felino quería agua y hyun se ha ensañado con boo :/ muchas gracias por los caps *w*
ResponderBorrarAdmiro a jae, en serio au determinación puede más, esta demoatrandoles a todos que el puede, aunque algunos como hyungjoong se quieran aprovechar de él, yunho me exaspera lo ayuda y luego lo trata mal de nuevo, y su conexión con sinjun, gracias por actualizar pronto ya me traume con esta historia, me encanta estare esperando por actualización! *-*
ResponderBorrarNo he parado de leer hasta llegar hasta aquí. Gracias por adaptar esta historia me atrapó desde el inicio...
ResponderBorrarDe Seguro Yunho se rinde ante JJ. Pobre JJ es una injusticia lo q estan haciendo con él, pero por otra parte todo esto esta sirviendo para ganarse la admiracion de Yunho, espero q su situacion mejore ponto y se pueda esclarecer muchas cosas...
Pobre de Jae Y.Y a veces siento q yunho es muy tirano con el.. pero se q dentro de su corazoncito lo ama con devoción *0*.. gracias por actualizar a la velocidad de un rayo ^^
ResponderBorrarDios, amo tanto tus historias, esta es una de mis favoritas, no tardes en actualizar. Te comento en anónimo porque estoy desde el portátil de mi hermano ¬¬
ResponderBorrarLos siguientes prometo comentar desde mi cuenta y más seguido, besos
(^_-)
jajjaja yama mala jajaj y mal agradecida con jae , gracias por el capitulo
ResponderBorrarjajajajajaja osea que JJ tiene alguna conexión mitica con los animales?¡ :O omooo¡¡ mira que sorpresita¡¡ eso me alegra mucho¡¡ pero me siento mal al ver como tratan a los animalitos no solo en la historia sino en la vida real u_u okya eso no estema del fic o bueno si pero me enfocare en comentar sobre el YunJae xD
ResponderBorrarque tal el acto de valentida de JJ hacia hyunjoong¡¡ esooo¡¡ aunque como dijo yunho pobresito ni puede con su alma y ya se hecho encima mas trabajo awww y como yunho lo miro¡¡ se terminara enamorando de JJ lo sé¡¡
Oww Joongie esta trabajando during me conmuebe ToT
ResponderBorrarjaja XD me mato lo ultimo con Lollipop ...
ResponderBorrarme encanta la relacion que sinjun y jae llevan al parecer ese tipo de comunicación que tienen es muy fuerte ... kkk al parecer Jae sera primero el primero en "domesticar" a Sinjun
Jae se implanta cada vez mas trabajo u.u espero que de una vez por todas algo bueno le pase al muchacho porque hasta ahora todo ha estado en su contra
Gracias por el fic linda
pobresito sinjun con calor y menos mal llego jaejoong a refrescarlo y a cuidar de el <3
ResponderBorrarque clase de relación tendrá jaejoong con ese tigre? me parece muy especial :3
jaejoong esta superando sus miedos que alegría y esta demostrando ser muy fuerte ^u^
Jae es tan fuerte a pesar de todo el es fuerte......pero, lo juro no paro de llorar....
ResponderBorrarpor eso odio lo circos, por ser tan malos con los animales
ResponderBorrarAhhh sigo odiando a todos
ResponderBorrarJae tal vez. Si tenga un talento... Mmm ese tigre lo protege mucho
Y cuando va a decir la verdad la ladrona verdadera!!
Y los avances de amor del yunjae?? u.u
todos son una bola de ....ciegos e ignorantes, ojala algún dia estén arrepentidos por ignorar y maltratar a Jae, y Yunho quiérelo y cuídalo abre los ojos, pronto te veras arrepentido si sigues asi de frio...mientras tanto al tigre mis respetos!!! ese tigue es la fiera pero el que si a sabido aceptar a Jae *.*
ResponderBorrarCon cada cap admiro mas a jae enserioo se esfuerza tanto ^_^ gracias por compartirloooo
ResponderBorrarwoooooooo me imagino ese calor insoportable pobre tigresito^^ menos mal q lokito de boo le hecho agua~ ^^ y yunho ya quiero qeu esten juntos~
ResponderBorrarwaaa jae cada vez me sorprende más
ResponderBorrarlo amo, lo amo, cuando piensa darse por vencido
siempre hay algo que lo recobra, quiero ser como él
Jae a pesar de que le teme a los animales no deja que los maltraten,como Tater que lo ha vuelto a tirar pero no le gusta que le hagan daño, y Sully que no desperdicia una oportunidad de hacerlo sentir mal.
ResponderBorrarSully y Brady se traen algo, pero el no cree en Krystal, que extraña conexión de Jae con Sinjun me gusto en como se enfrento con Yunho por lo de las jaulas a pesar de que el tenia mucho trabajo, lo bueno que Yunho no dejo que lo haga todo
wajaja pobre ya me le escupieron xDD llama mala e,e
ResponderBorrarhojala y aprenda a no tenerle miedo a los animales ><
admiro a Jae realmente. de tenerle pavor a los animales termina cuidando hasta el tigre.
ResponderBorrartan inhumano el trato hacia los animales en los circos.
Jae es un ángel y sé que se quedará ahí a pesar de todo lo malo que tiene ese lugar y sus habitantes.
Lollipop y gratitud jajajajaja jae demostrando que aunq les tenga miedo los ama...gracias unnie >3<
ResponderBorrares ciertp jae tiene una conexion con el tigre...seguro el lo va defender de los demas....me alegra que no se rindiera...que le demuestre a yunho y su padre que el no es un niño mimado...el esta cambiando pero talvez no era la manera...quiero mas amor entre el YUNJAE ^^
ResponderBorrarAdmiro a jae ohhh es tan injusto lo que hacen con el...
ResponderBorrargracias por el cap^^
jae eres y siempre seras un amor de persona sigue asi de perseverante ;-):-P
ResponderBorrarJae debería de preocuparse más por las fieras q lo rodean a por los animales enjaulados pero q sirva de lección para todos por subestimarlo
ResponderBorrarUn escupitajo en otras culturas se conoce como promesa(? asdasdasd jajaja Pobre Jae, tiene que lidear con cosas que no debería,pero bueno los animales al menos estaran mejor, y pss eso forjara su caracter, gracias!
ResponderBorrarhay no en que te has metido jae
ResponderBorrarpero si tu no lo haces nadie lo ara y esos animales estarán pasando mucho tiempo sucios y con bastante calor y el tigre esta a favor de jae y lo defiende ahora si que no se sentirá tan solo como se a sentido por el rechazo de todos los del circo
y yunho se esta dando cuenta de el hombre tan fuerte que eres y espero ablande el corazón tan duro que yunho tiene y se pueda enamorar de el bueno creo que ya lo esta haciendo
Jae me sorprende, es mas fuerte y decidido que muchos otros que están en ese mismo circo xc
ResponderBorrarEntonces el tigre será una parte importante de la historia, mas que Tater, hizo que Jae tomará una decisión muy drástica y además que lo va a cansar más pero gracias a eso Yunho está teniendo nuevos sentimientos por el :3
Jaejoong es la unica persona con cerebro y razón por que los demas son unos aninales ingnorantes o lo siento creo que estoy insultando a los pobres animales mejor dicho la basura sin cerebro que trabaja ahi .....pero lo que me intriga es que Jaejoong tiene una conexión con el trigre es sorprendente ...acabes Jaejoong se va haciendo respetar el es valiente y los callara por decir lo contrario de el sigue asi Jaejoong
ResponderBorrarWow su coneccon de Jae con el tigre impresionante
ResponderBorrarTiene como 5caps que se me pasa escribir la risa que me da cuando leo eso de "HyunJoong Martín"....jajajaj es como un meme que leí sobre nombrar a un niño "Yoochun Rafaél" pero Bueno creo que Jae está avanzando mucho, primero porque no se ha dado cuenta de que su pánico por los animales es cada vez más superado, y si las cosas van mejor espero que les tape la boca a todos incluido Yunho siendo quién dome a SinJun, esa conección es muy interesante y aunque es rara como la de Yunho y el fuego, Quero que será una buena ayuda para Jae. Ese beso con Yunho...ay Jae hasta yo creo que fue un sueño...hasta ahora nada lindo le ha pasado con Yunho...
ResponderBorrar