Capítulo 4 - ¡Los embarazados no son fáciles!

Yunho estaba sol y sombra con Jaejoong sin importarle lo que la demás gente pudiera llegar a decir de ellos, había sido despedido del trabajo por eso, por faltar para cuidar de Jaejoong y no era que el contrato lo ejercía, de hecho decía los nueve meses, pero no de que a qué hora por lo que Jaejoong se estaba poniendo demasiado confuso acerca de Yunho, era muy difícil para el convencerse de que ese agradecimiento no iba más allá de la amistad, la cual nunca estuvo, se podría decir que fue un amor a casi primera vista porque el más que nadie sabe que Yunho le vio con cara de loco el primer día que se vieron.

Jaejoong ríe recordando las cosas que pasaron en sus 8 meses de embarazo, si ya estaba con 9 meses y contando porque al parecer el bebé estaba cómodo y no quería salir, pero Jaejoong era el que estaba cada vez más fastidioso porque su espalda dolía y no era que su barriga fuera tan inmensa, para nada, apenas y se notaba su barriga con una remera holgada, pero él disfrutaba de mostrar su vientre aunque digan que le da frío al bebé y Yunho disfrutaba posar su oído en el vientre de Jaejoong y escuchar los latiditos del bebé, su hijo, si… su hijo, pero él no tenía derecho alguno de decirle así porque bien estaba ahí por el contrato, bueno eso era lo que quería hacerle creer a Jaejoong porque en realidad él le quería sobre ese contrato y los signos de dólares en el cheque, pero sabía que Jaejoong no se lo tomaría bien porque él le advirtió que no debía enamorarse y él lo tomo como un chiste diciendo.

“Debes tener pechos y v***** para enamorarme, lo aseguro”

Y ahora se veía enamorado de alguien casi plano, ya que el embarazo le hizo crecer un poco los senos por la leche para amamantar que residía ahí, y que no tenía el aparato reproductor femenino y lo irónico que era masculino.

—¡Hey, maldito oso tráeme ramen!— dice haciendo un puchero, las tres de la mañana y no era un antojo, era su maldito capricho y bueno, como Yunho no sabía mucho sobre embarazos le decía que su bebé lo quería y Yunho no tenía que discutirle o sufría las consecuencias de un llanto o ser ignorado el resto del día, a veces Jaejoong se pasaba y le golpeaba con la barriga.

—¿La palabra mágica?— Dijo mientras se acomodaba en la cama que compartía con Jaejoong y no era porque se había declarado era para que Jaejoong no se tuviera que levantar a pedirle nada.

—Oppa, por favor tráeme Ramen— si no fuera porque pedía comida esa voz sumamente erótica, a oídos del contrario, le hubieran hecho querer hacerle otro bebé dentro de esa barriguita.

—Está bien, ¿De qué sabor?

—Hum…. Quiero de… Ehm… mariscos— sonrió —y que tenga algas sino no quiero— frunció el ceño y suspiró para acomodarse.

—Como usted diga, señorito.

—Así es— El menor le saco la lengua y el otro solo rio viendo que infantil se portaba alguien de 23 años.

Yunho corrió al primer mercado abierto a esas horas de la noche, que tampoco era demasiado cerca que digamos, compro tres ramen, uno para él y dos para Jaejoong, bueno él comía por dos personas así que...

Volvió a la casa y los preparo, llamo a Jaejoong quien llego y tomo los palillos para comer amenamente con Yunho.

Una noche cualquiera en el departamento de Jaejoong.

—¡Ah! ¡Yunhooooo!— Grito el menor sosteniendo su barriga —Creo que el bebé ya viene, apúrate— grito al ver que Yunho le miraba confundido y luego de entender lo que sucedía tomo el bolso que habían preparado y lo llevo al hospital en su carro, no muy lujoso pero al menos funcionaba.

Llegaron con la doctora quien preparo a Jaejoong para una cesárea, le pincho con la aguja en la columna y lo llevo al quirófano donde Yunho había entrado para presenciar el parto, claro que lo había charlado con Jaejoong de hecho él lo había propuesto.

El castaño no sabe cuántas horas estuvieron ahí y tampoco sabe si fueron horas o qué, pero todo disgusto emocional se había disipado al escuchar el llanto del bebé, al verlo sus ojos se nublaron, la doctora se lo acerco y no pudo contener las lágrimas y él que estuvo nueve meses diciéndose mentalmente que no lloraría, le fue imposible hacerlo. 

Luego la misma enfermera se lo llevo a limpiarlo. Trasladaron a Jaejoong a una habitación preparada especialmente para él, estuvo dormido tres horas y al abrir los ojos vio a Yunho dormido a su lado, con la cabeza en sus piernas. Paso su mano por el sedoso cabello del moreno deseando poder ver su rostro, ya que estaba volteado y no podía verlo.

—Esto es raro…— murmura para sí mientras ve la cabellera brillante bajo sus dedos —Si supieras que… siento muchas cosas por ti— musita y suspira —Si supieras que te amo, de segu-

—¿Me amas, Jaejoong?— Antes de darse cuenta Yunho le estaba mirando completamente expectante, juraba que jamás tuvo tanto miedo como ahora.