Jaejoong
cerró la puerta de golpe y se llevó la mano al pecho. ¿Qué clase de hombre
podía dominar el fuego?
Notando
que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que estaba en un
circo, un lugar de ilusiones. Yunho debía de haber aprendido algunos trucos de
magia en el transcurso de los años y Jaejoong no debería dar rienda suelta a la
imaginación.
Se
tocó la pequeña marca roja de su pecho y el pezón se tensó en respuesta.
Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en una de las sillas junto a la mesa de
la cocina e intentó asimilar la ironía de todo aquello.
«MÍ hijo se reserva para el matrimonio.» Jessica solía soltar
esa declaración en las cenas para divertir a sus amigos mientras Jaejoong se
tragaba la vergüenza y fingía reírse con ellos. Cuando Jaejoong cumplió los
veintitrés años, su madre dejó de anunciarlo en público por miedo a que sus
amigos pensaran que su hijo era un bicho raro.
Ahora
que tenía veintiséis, Jaejoong se consideraba una reliquia Jessicana. Sabía lo
suficiente de psicología humana para darse cuenta de que su resistencia al sexo
fuera del matrimonio era un acto de rebeldía. Cuando era niño, había observado
el vaivén de la puerta del dormitorio de su madre y supo que nunca podría ser
como ella. Deseaba con toda el alma ser considerado un hombre respetable.
Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo había conseguido.
Se
llamaba Park Yoochun, tenía cuarenta años y era ejecutivo en una editorial
británica. Lo conoció en una fiesta en Escocia. Era todo lo que admiraba en un
hombre: caballeroso, inteligente y bien educado. No fue difícil enamorarse de
él.
Jaejoong
era un hombre hambriento de afecto, y los besos de Yoochun y sus expertas
caricias lo enardecían hasta casi hacerlo perder el juicio. Incluso así, Jaejoong
no pudo olvidar sus principios, profundamente arraigados, para acostarse con
él. Al principio, la negativa del joven le irritó, pero poco a poco él
comprendió lo importante que era aquello para él y le propuso matrimonio. Jaejoong
aceptó entusiasmado y vivió en una nube rosa durante los días que faltaban para
la ceremonia.
Jessica
fingió estar encantada, pero Jaejoong debería haber imaginado que a su madre le
daba terror quedarse sola, hasta el punto de dejarse llevar por la
desesperación. A Jessica no le llevó demasiado tiempo tramar un cuidadoso y
calculado plan para seducir a Park Yoochun.
A
favor de Yoochun debía decir que logró resistirse casi un mes, pero Jessica siempre
conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó.
—Lo
hice por ti, Jaejoong —había dicho cuando un Jaejoong apesadumbrado descubrió
la verdad. —Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que es. Dios
mío, habrías sido muy desgraciado si te hubieras casado con él.
Madre
e hijo discutieron amargamente y Jaejoong había llegado a recoger todas sus
pertenencias para marcharse. El intento de suicidio de Jessica puso fin a eso.
Cerró
su camisa con los pocos botones que le quedaba y suspiró. Fue un sonido
profundo y doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más profundo del
alma porque no tenía palabras para expresar sus sentimientos.
Para
todos los hombres, el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para él? Se había
prometido a sí mismo que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio
y ahora estaba casado. Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para
él que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera tan
brutalmente atractivo no cambiaba las cosas. Ni siquiera podía imaginar entregarse
a alguien a quien no amara.
Volvió
a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella. Algo que parecía una cuerda
negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de cualquier manera sobre las
arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la tela de los vaqueros,
desgastada por el uso, y deslizó un dedo por la cremallera abierta. ¿Cómo sería
ser amado por ese hombre? ¿Despertar cada mañana y ver la misma cara mirándolo
desde el otro lado de la almohada? ¿Tener una casa y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo
sería ser un hombre normal?
Apartó
los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver lo que había debajo. No era
una cuerda negra, sino un látigo. El corazón comenzó a latirle con fuerza.
«Podemos hacer esto por
las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar.»
Yunho
había insinuado que habría consecuencias si no le obedecía. Cuando Jaejoong le
había preguntado cuáles serían, había contestado que lo descubriría él mismo
esa noche. No habría insinuado que tenía intención de golpearlo, ¿verdad?
Intentó
normalizar la respiración. Puede que en el siglo XVIII los hombres pegaran a
sus esposos, pero las cosas habían cambiado desde entonces. Llamaría a la
policía si se atrevía a ponerle un solo dedo encima. No sería víctima de la
violencia de ningún hombre por muy desesperadas que fueran las circunstancias.
Seguramente
había una explicación sencilla para todo eso: el fuego, el látigo e incluso esa
amenaza. Pero Jaejoong estaba exhausto y tembloroso por el vuelco que había
dado su vida y le costaba pensar con claridad.
Antes
de hacer nada, tenía que cambiarse de ropa. Una vez que volviera a sentirse él
mismo, se encontraría mejor. Arrastró la maleta hasta el sofá, donde la abrió,
y se encontró con que todos sus elegantes trajes habían desaparecido,
aunque el resto de las prendas parecían bastante adecuadas para alternar con
esa gente. Se puso unos pantalones, un suéter de color melón y unas
sandalias. El diminuto cuarto de baño resultó estar mucho más limpio que el
resto de la caravana. Y cuando se arregló el pelo y se retocó el delineador, se
sintió lo suficientemente bien consigo mismo para salir y explorar el lugar.
Olores
a animales, heno y polvo inundaron las fosas nasales de Jaejoong tan pronto
como puso un pie en el suelo. La brisa caliente de finales de abril corría por
el recinto, agitando suavemente las lonas laterales de la carpa y los
banderines multicolores. Oyó el sonido de una radio a través de la ventana
abierta de una de las caravanas y el sonido estridente de un programa de
televisión saliendo de otra. Alguien estaba cocinando en una parrilla de carbón
y a Jaejoong le rugió el estómago. Al mismo tiempo, creyó percibir el olor a
tabaco. Lo siguió hasta otra caravana y vio a un hada apoyada contra la pared,
fumando un cigarrillo.
Era
una delicada y etérea criatura, con el pelo rojo, ojos de Bambi y boca
diminuta. Recién entrada en la adolescencia, poseía unos pequeños pechos que
presionaban contra una descolorida camiseta con un agujero en el cuello.
Llevaba
unos vaqueros cortos y una imitación de deportivas Birkenstocks que se veían
enormes en sus delicados pies.
Jaejoong
la saludó amablemente, pero los ojos de Bambi de la chica se mostraron taciturnos y hostiles.
—Hola,
soy Jae.
—¿Es
ése tu nombre de verdad?
—Mi
verdadero nombre es Jaejoong, mi madre era un tanto melodramática, pero todos
me llaman Jae o Jaejoong. ¿Cómo te llamas?
Hubo
un largo silencio.
—
Krystal.
—Qué
bonito. Eres del circo, ¿no? Por supuesto que lo eres, o no estarías aquí, ¿verdad?
—Soy
una de las acróbatas de Brady Pepper.
—¡Eres
artista! ¡Genial! Nunca he conocido a una artista de circo.
Krystal
lo miró con el perfecto desdén que sólo los adolescentes parecen capaces de
dominar.
—¿Has
crecido en el circo? —Al hacer la pregunta, Jaejoong se dio cuenta de la
inmoralidad que suponía pedir un cigarrillo a una adolescente. —¿Cuántos años
tienes?
—Acabo
de cumplir dieciséis. Llevo aquí algún tiempo. —Se puso el cigarrillo en la
comisura de la boca, donde parecía vagamente obsceno. Entrecerrando los ojos
por el humo, la chica comenzó a lanzar los aros hasta que hubo cinco en el
aire. Al ver que fruncía la frente con concentración, Jaejoong tuvo la
impresión de que aquel ejercicio de malabarismo no era fácil para ella,
especialmente cuando los ojos de la joven comenzaron a lagrimear por el humo.
—¿Quién
es Brady Pepper?
—Mierda.
—A Krystal se le cayó uno de los aros y luego atrapó los cuatro restantes.
—Brady Pepper es mi padre.
—¿Actúan
los dos juntos?
Krystal
lo miró como si estuviera chiflado.
—¿Pero
qué dices? ¿Cómo voy a actuar con mi padre si ni siquiera puedo mantener los
cinco aros en el aire?
Jaejoong
se preguntó si Krystal era así de ruda con todo el mundo.
—Brady
actúa con mis hermanos, Matt y Rob. Yo sólo salgo para posar con estilo.
—¿Posar
con estilo?
—Para
captar la atención del público. ¿Es que no sabes nada?
—No
sobre el circo.
—Tampoco
debes saber mucho sobre los hombres. Te vi entrar antes en la caravana con Yunho.
¿Sabes lo que dice Sully sobre los que se enrollan con Yunho?
Jaejoong
estaba bastante seguro de no querer escucharlo.
—¿Quién
es Sully?
—
Sully Quest. Es la dueña del circo desde que murió su marido. Y le dice a
todos los que se acercan a Yunho que algún día acabará asesinándolo.
—¿Por
qué?
—Se
odian mutuamente. —Tomó una profunda calada y tosió. Cuando se recuperó, miró a
Jaejoong de reojo con una intensidad aniquiladora que parecía ridícula en un
hada. —Apuesto algo a que se deshace de ti después de que te haya follado un
par de veces.
Jaejoong
había oído cosas peores en su infancia, pero aún se sentía desconcertado cuando
esa palabra salía de labios de un adolescente. Él nunca decía palabrotas. Otra
rareza como rebelión a su educación.
—Eres
una chica muy guapa. Es una pena que lo eches a perder utilizando ese lenguaje
tan soez.
Krystal
le dirigió una mirada de desprecio absoluto.
—Follar.
—Se quitó el cigarrillo de la boca y lo tiró al suelo, apagándolo con la suela
de la sandalia.
Jaejoong
contempló la colilla con anhelo. Habría podido darle al menos tres caladas
antes de apagarla.
—Yunho
puede tener a quién quiera —le escupió Krystal por encima del hombro cuando se
dio la vuelta para marcharse. —Puede que seas su novio ahora, pero no durarás
mucho tiempo.
Antes
de que Jaejoong pudiese decirle que era el esposo de Yunho, no su novio, la
adolescente desapareció. Ni siquiera mirándolo por el lado positivo, podía
decir que el primer encuentro con uno de los miembros del circo hubiera sido
bueno.
Se
pasó la siguiente media hora deambulando por el recinto, observando los paseos
de los elefantes desde una distancia segura y procurando mantenerse apartada
del camino de todo el mundo. Se percató de que había un orden sutil en la forma
en que funcionaba el circo. En la parte delantera se encontraba el puesto de comida
y de venta de recuerdos junto a una carpa decorada con brillantes posters de
dibujos horripilantes de animales salvajes devorando a sus presas. En el
letrero de la entrada se leía CASA DE
FIERAS DE LOS HERMANOS QUEST. Justo enfrente, había una caravana con una
taquilla en el extremo. Los camiones de carga pesada estaban estacionados a un
lado, lejos de la multitud, mientras que las caravanas, las camionetas y los
remolques ocupaban la parte del fondo.
Cuando
la gente comenzó a agolparse en la carpa del circo, Jaejoong avanzó entre los
puestos de comida, recuerdos y algodón de azúcar para acercarse más. Los olores
de gofres y palomitas de maíz se mezclaban con los de los animales y el del
moho de la carpa de nailon del circo. Un treintañero con el pelo color arena y
una voz atronadora intentaba convencer a la gente de que entraran en la casa de
fieras para ver la exhibición de animales salvajes.
—Sólo
por un won podrán ver a un cruel tigre siberiano en cautividad, a un exótico
camello, a una llama cariñosa con los niños y a una gorila feroz...
Mientras
seguía con el discurso, Jaejoong pasó junto a él y bordeó el puesto de comida
donde estaban almorzando algunos trabajadores del circo. Desde que había
llegado a aquel lugar se había dado cuenta de lo ruidoso que era, y ahora
descubría la fuente de ese sonido atronador: un camión que contenía dos grandes
generadores amarillos. Pesados cables se extendían desde ellos; algunos
culebreaban hacia la carpa, otros hacia las tiendas y algunos más hacia las
caravanas.
Una
mujer envuelta en una capa ribeteada con plumas de marabú de color azul verdoso
salió de una de las caravanas y se detuvo a hablar con un payaso que llevaba
una brillante peluca naranja. Otros artistas comenzaban a reunirse bajo una
carpa que debía de ser la entrada de los empleados del circo, ya que estaba en
el lado contrario a la del público. Jaejoong no vio señales de Yunho y se
preguntó dónde estaría.
Aparecieron
los elefantes, magníficos con sus mantas doradas y rojas y sus casquetes de
plumas. Cuando enfilaron en dirección a Jaejoong, ésta retrocedió hasta una de
las caravanas. Si los perros pequeños lo aterrorizaban, los elefantes no podían
ser menos y estaba seguro de que se desmayaría si se le acercaba uno de ellos.
Varios
caballos engalanados con arneses adornados con joyas se encabritaron a un lado.
Jaejoong hurgó torpemente en el bolsillo para coger la caja de cigarrillos casi
vacía que acababa de gorronear de una de las camionetas y sacó uno.
—¡Señoras
y señores, la función va a comenzar! Acérquense todos...
El
hombre que hacía el anuncio era el mismo que animaba a la gente a entrar en la
casa de fieras, aunque ahora llevaba puesta una chaqueta roja de maestro de
ceremonias. En ese momento Jaejoong vio aparecer a Yunho montado en un caballo
negro. Fue entonces cuando el joven se percató de que su marido no sólo era el
gerente del circo, sino también uno de los artistas.
Iba
vestido con un hanbok: una camisa blanca de seda con las mangas largas y una
bata hasta antes de los tobillos, que dejaba ver los holgados pantalones.
También llevaba un látigo enrollado colgando de la silla de montar y, con
alivio, Jaejoong se percató de que había dejado volar la imaginación.
El
látigo que había visto sobre la cama no era nada más que uno de los artilugios
que Yunho utilizaba en la pista.
Mientras
lo observaba inclinarse sobre el lomo del caballo para hablar con el maestro de
ceremonias, Jaejoong recordó que había hecho unos votos sagrados que la
vinculaban a ese hombre y supo que ya no podía ignorar más su conciencia. No
podía negar que aceptar casarse con él era la cosa más cobarde que había hecho
nunca. Había dudado de sí mismo, de su habilidad para cuidarse solo; debía
haberse negado al chantaje de su padre y haberse buscado la vida, aunque eso
significara ir a la cárcel.
¿Sería
así como viviría el resto de su vida? ¿Evitando responsabilidades y saliendo
airoso de las situaciones? Se sintió avergonzado al recordar que había hecho
esos votos sagrados sin intención de cumplirlos y supo que de un modo u otro
tenía que llevarlos a cabo.
La
conciencia se lo había susurrado durante horas, pero se había negado a
escucharla. Jaejoong aceptaba ahora que no iba a poder vivir consigo mismo a
menos que intentase cumplir su promesa. El que fuera a ser difícil no lo hacía
menos necesario. En el fondo reconocía que si huía de esto no habría esperanza
para él.
Pero
aunque sabía que tenía que hacerlo, su mente ponía obstáculos. ¿Cómo podía
honrar los votos hechos a un desconocido?
«Tú no se los
hiciste a un desconocido, le recordó su conciencia. Se los hiciste a Dios.»
En
ese momento Yunho lo vio. La decisión que había tomado era demasiado reciente
como para que fuera cómodo para Jaejoong hablar con él ahora, pero no tenía
escapatoria. Le dio una nerviosa calada al cigarrillo sin apartar la mirada
cautelosa del caballo que él montaba, y que parecía más feroz según se
acercaba. El animal estaba enjaezado con magníficos arreos, incluida una silla
de montar revestida de rica seda dorada y roja, unas bridas con filigranas
doradas y elaboradas piedras preciosas rojas que parecían rubíes de verdad. Él
lo miró desde arriba.
—¿Dónde
te habías metido?
—He
estado explorando.
—Hay
gente poco recomendable rondando por el circo. Hasta que sepas cómo va todo,
quédate donde pueda verte.
Ya
que él acababa de prometerse a sí mismo que iba a cumplir los votos
matrimoniales, se tragó su resentimiento ante las maneras dictatoriales de su
marido y se obligó a responder amablemente.
—De
acuerdo.
A Jaejoong
comenzaron a sudarle las palmas de las manos ante la proximidad del caballo y
se encogió contra el remolque.
—¿Es
tuyo?
—Sí.
Perry Lipscomb lo cuida por mí. Hace un espectáculo ecuestre y transporta a
Misha en el remolque de sus caballos.
—Ya
veo.
—Entra
y echa un vistazo a la función.
Él
agitó las riendas y él retrocedió con rapidez. Luego siseó consternado cuando
el resto del cigarrillo comenzó a arder.
—¡Tienes
que dejar de hacer eso! —gritó Jaejoong, sacudiendo las ropas y pisoteando las
ascuas que habían caído al suelo.
Él
lo miró por encima del hombro con la comisura de la boca ligeramente curvada.
—Ese
vicio acabará por matarte. —Riéndose entre dientes, regresó a su lugar en la
fila junto al resto de los artistas.
Jaejoong
no sabía qué encontraba más desalentador: el que Yunho hubiera destruido uno de
los cigarrillos con su acostumbrada teatralidad o saber que parecía haberlo
vencido en cada uno de los encuentros que habían tenido ese día.
Aún
se sentía acalorado cuando rodeó a los animales y entró en la carpa por la
entrada trasera. Encontró un sitio libre en las gradas. Eran tablones de madera
blanca, duros y estrechos, sin otro lugar donde apoyar los pies que el asiento
de los espectadores de la fila de abajo. Pero rápidamente olvidó la incomodidad
al ver la excitación de los niños de alrededor.
Le
encantaban los niños. Aunque nunca se lo había dicho a nadie, su sueño secreto
había sido dar clases en una guardería. No creía que aquel sueño se fuera a
hacer realidad algún día, pero le gustaba pensar en ello algunas veces.
Las
luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó en crescendo mientras un foco
iluminaba al maestro de ceremonias en la pista central.
—¡Señoooooras
y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la emocionante
edición número veinticinco del circo de los Hermanos Quest!
La
música estalló, tocada por una banda que constaba de dos músicos con tambores,
un sintetizador y un ordenador. Comenzó a sonar una animada versión de I'd like to teach the world to sing y en
la pista entró un caballo blanco con una chica que portaba la bandera coreana.
Los demás artistas la siguieron portando coloridos estandartes, sonriendo y
saludando con la mano a la multitud.
La
trouppe de acróbatas de Brady Pepper fue la que captó la atención de Jaejoong;
la componían tres hombres guapos y Krystal, que estaba ataviada con lentejuelas
doradas, mallas brillantes y espeso maquillaje. Sobre el pelo de la chica,
ahora suavemente rizado, había una diadema de brillantes y rubíes de imitación
que brillaba como un cometa. Jaejoong no tuvo ninguna dificultad en identificar
a Brady Pepper entre sus hijos. Era un hombre musculoso y de estatura media,
que le recordaba a un chico duro de la calle. Los seguía un grupo de jinetes,
payasos, malabaristas y perros adiestrados.
Yunho
entró solo en la arena, a lomos de su feroz caballo negro, y a diferencia de
los demás artistas no hacía gestos con las manos ni saludaba. Mientras daba
vueltas por la pista, parecía un ser tan distante y misterioso como su corazón
coreano. No era ajeno a la presencia de la gente, pero de alguna manera
permanecía aislado y le daba una extraña dignidad al colorido despliegue. La
multitud se animó cuando los elefantes cerraron el desfile.
La
función comenzó y, según avanzaba el espectáculo, Jaejoong se sorprendió ante
tanto talento. Salió un trío de rumanos, unos trapecistas llamados los Tolea
Voladores, las luces se apagaron y la música se desvaneció. Un foco azul
iluminó al maestro de ceremonias, el único que ocupaba la oscura pista central.
—Están
a punto de presenciar un número jamás visto en ningún otro lugar del planeta más que en el circo de los Hermanos Quest. Por primera vez, voy a contarles una
historia asombrosa. —Su voz se volvió dramáticamente baja y una folclórica y
embrujadora melodía coreana comenzó a sonar de fondo.
»Hace casi treinta años, en las estepas
heladas de Busan, una tribu errante de bandidos se tropezó con un niño muy
pequeño que sólo vestía harapos y llevaba un colgante esmaltado de valor
incalculable en el cuello. Llevaron al niño a su pueblo y le enseñaron las
habilidades que habían aprendido de sus padres. Sólo el colgante que llevaba
puesto daba alguna pista de su verdadera identidad.
Las
extrañas notas de la popular melodía rusa se fundía con la voz baja del maestro
de ceremonias, y cuando la luz se volvió más brillante, el público escuchó,
embelesado.
—Durante años, se forjó una leyenda sobre ese
hombre, una leyenda que incluso a día de hoy sus rescatadores insisten en que
es cierta.
La
música se hizo más estridente.
—Creen que es el único descendiente directo
de los asesinados presidentes. —La voz del hombre se volvió más fuerte.
—Señoras y señores, ese hombre está aquí esta noche... —un redoble de tambores.
—¡El heredero de la corona imperial coreana!
Jaejoong
sintió un estremecimiento de excitación, a pesar de que no se creía ni una
palabra de la historia que había oído.
La
voz del maestro de ceremonias resonó en la carpa.
—¡El
circo de los Hermanos Quest se enorgullece en presentar... al incomparable, Yunho, el heredero!
Las
luces subieron de intensidad, la música resonó y Yunho entró en la pista a todo
galope a lomos de su caballo negro. Las mangas de su camisa blanca ondeaban y
las joyas de la cintura parecían gotas de sangre roja. El poderoso alazán se
elevó sobre las patas traseras. Desafiando la gravedad, Yunho levantó los
brazos por encima de la cabeza, permaneciendo montado sólo con la presión de
las poderosas piernas.
El
caballo bajó y Yunho desapareció. Jaejoong quedó boquiabierto al verle
reaparecer, de pie sobre la silla de montar. Mientras su montura galopaba
alrededor de la pista, él realizó una serie de proezas diestramente ejecutadas
que eran a la vez atrevidas y dramáticas. Finalmente se hundió en la silla y
tomó el látigo que colgaba del pomo, ejecutando un gran arco sobre su cabeza,
haciéndolo resonar tan fuerte que la gente de la primera fila pegó un salto.
Habían
introducido algunos accesorios en la pista durante la presentación del maestro
de ceremonias: una hilera de dianas con cintas y coronadas con globos púrpura.
Dando una vuelta sobre la pista, Yunho hizo estallar los globos uno a uno, y
una brillante explosión roja, como gotas de sangre, surcó el aire con cada
chasquido del látigo.
Uno
de los focos iluminó un candelabro con seis brazos enormes. Yunho hizo girar el
látigo en un hipnótico arco sobre su cabeza para apagar las velas.
El
público aplaudió, incluso los de las filas traseras habían podido obtener una
buena visión del espectáculo. Yunho bajó con gracilidad a la arena y el caballo
se alejó trotando fuera de la carpa. Las luces se atenuaron hasta que sólo el
quedó iluminado por el foco. Cogió un segundo látigo y los hizo restallar a los
dos al mismo ritmo, arriba y abajo, delante y detrás. Y luego los hizo bailar,
realizando movimientos intricados con una gracia tan masculina, que Jaejoong se
quedó sin aliento. El baile iba en aumento, con movimientos cada vez más
rápidos y, como por arte de magia, los dos látigos se convirtieron en uno solo.
Gigante. Con una poderosa torsión del brazo, Yunho lo elevó por encima de su
cabeza para hacerlo estallar en llamas.
El
público soltó un grito ahogado, se apagaron las luces y el látigo de fuego
bailó una mazurca alocada en medio de la oscuridad.
Cuando
las luces se encendieron de nuevo, Yunho el heredero había desaparecido.
Jessica se pasa , manipulaba a Jae XD y jaejoong todo tierno esperando el matrimonio para entregarse **
ResponderBorrarPobre jae su madre lo manipulaba, lo casan a base de amenzas que dificil fueron las cosas para el pero a pesar de todo es un chico con principios, asu asi que yunho ea descendiente de la coroma imperial vaya, de ahí viene au talento? OMg esto se pone mejosr, gracias por actualizar! ^^
ResponderBorrarque mala madre como le va hacer eso a su hijo u.u
ResponderBorrartoda esa historia que contaron sobre yunho tendrá algo de verdad (?
como me gustaría ver el espectáculo también (^.^)
q madree la q tenia e,e pero bue todo eso lo ha llevado a yunho
ResponderBorrarestoy segura q no es un simple cirquero pero le dara una buena leccion a JJ
waa esta muy interesante ^^
jae manipulado por su mama pobre mi niño , que mala solo para que no lo dejara sola y jae pensando en sus votos¡¡¡ con yunho gracias por compartir
ResponderBorrarMÁGICO.. esto es lo que es esta adaptación magia y amor y mucho interes por lo que va a pasar a lo largo de la historia. Fue realmente asombroso el acto de Yunho me lo imagine todito todo :O y quise estar ahii u_u pero bueno~ y sobre Krystal que abra querido decir con lo de Yunho acaso es un mujeriego?? o hombreriego?? lo que sea espero que cambie por JJ por que se enamoraran vdd?? y guau¡¡ con el poder de Yunho el fuego y el látigo¡¡ asi o más sexy?? xD
ResponderBorrarOh, el cirquero yunho Es magico y hace de todo. Y jaejoong esta asombrado por su esposo.
ResponderBorrarQ Pedazo de hombre se consigue jae
ResponderBorrarMira todo lo q hace...no se de q se queja!!!!
La manipulación que manejaba la mamá de Jae para que no la dejara y se quedara sola es puro egoísmo. Yunho todo un artista del circo, la forma en que maneja los látigos me lo imagino fantástico, espero que no sea todo un don Juan para que no haga sufrir a Jae... Gracias
ResponderBorrarOh no al parecer Jae va a tener algunos problemas unicamente por ser el esposo de Yunho u.u esperemos que no le hagan algo malo
ResponderBorrarEsa Jessica que poca vergüenza metiéndose con Yoochun siendo la persona que se iba a casar con Jae y del cual estaba enamorado :(...Jae es muy inteligente y soñador, solo que nadie lo nota ya que el o lo oculta o los otros son ciegos, espero Yunho logre ver ello, y siento que las personas del circo aunque algunas pueden ser buenas presiento que otras no tanto...seguire leyendo ^^
ResponderBorrarChanfle como quisiera conseguirme un esposo asi.. hace de todo.. *v*♥♥♥ pobre Jae todo el mundo lo manipula su mama... su papa.. Y.Y pobre !!!
ResponderBorrarFue demasiado la madre de jae @*@… .pobre jae se hacia una ideas locas el espectaculo de YH wowow enserio solo el ^_^
ResponderBorrar¡Tiene fuego control! XDD Nah~ que padre que haga eso, me gusta el fuego y cuando prende los cigarros pues mejor, al menos para que le quite el vicio a Jae.
ResponderBorrarSobre su mamá, que mala onda ¿que culpa tenia Jae de que ella fuera una mujer sin compromisos? Aunque si el otro de verdad hubiera querido a Jae no se hubiera dejado seducir de esa manera por la mamá de su futuro esposo. ¿No?
¿YunHo el heredero? Mmh~ Latigos, eh. ¡Zaz! dsjhaksghid
Jessica manipulaba a Jae le hizo creer muchas cosas y para que Jae no lo dejara y para colmo lo traiciona enredándose con Yoochun, que mala fue.
ResponderBorrarYunho que maravilloso es su acto con los látigos y el fuego, ahora ya se porque se encendiaban los cigarrillos, será verdad todo esa historia de Yunho El Heredero????
Ohh hace tanto que no voy al circo que ese acto que realizò Yunho me pareciò espectacular XD quiero ir a ver a Yunho el heredero!!! jaja pobre jae cada que trae un cigarro su ahora esposo lo hace encender, cada vez me gusta más esta historia!!!
ResponderBorrarqué interesante vivir en un circo. no me imagino Jae viviendo allí ,con tantos animales sueltos y él teniéndoles miedo a ellos
ResponderBorrarme imagino Yunho con el córcel negro y su indumentaria circense y se me cae la baba.
jae estaba enamorado de yoochun <3 ...que mal de la parte de jessica de meterse en la relacion de su hijo ¬¬ ...YUNHO DIOS DEL FUEGO~~ ya me imagino el ultimo momento ...dos reflectores iluminando a cada uno ..a jae mientras observa a yunho hacer su acto ( yo tmb *¬*) ..nos quedamos sin aliento XD
ResponderBorrarPobre jae sufrio con semejante madre...
ResponderBorrarwooooooooo!!!!!!! Yunho hssgahshjshdgdk no tengo palabras para describirlo me encanto gracias^^
que madre la que tuvo jae cuando estuvo viva lo hixo sufrir y aun despues de muerta tambien lo hixo
ResponderBorrarla presentacion de yunho fue grandiosa y la historia del heredero me encanto
NJAODJCFOIEJF YUNHO EL HEREDEDOR JODER!! X'D Yunnie eres como el fuego eso si mi cielo <3 estas hermoso y sensualon! enamorate de Jae si? xD
ResponderBorrarpobre jae piensa que los látigos de yunho son para lastimarlo pero no es parte de su trabajo ahora que se relaje y que se divierta pues esta en un circo donde su encantador esposo trabaja y es todo un buenazo con lo que hace
ResponderBorrar¿Que rayos con Jessica? ¿Por que Jae dejo que su madre fuera de esa manera con el? ¡El pudo haber sido feliz! Ugh. Me molesta cuando las personas son taaan nobles porque de alguna forma siempre terminan aprovechandose de ellos y eso es justo lo que le pasó a Jae :'(
ResponderBorrarPor lo menos ahora está.con Yunho y tiene otra oportunidad, aunque no veo mucha emoción de parte de Yun :a A lo que entendí seria algo así como.un príncipe ¿no? Ay, que ilusión *u*
Pobre Jaejoong que madre manipuladora a tenido por dios si hubiera sido diterente no estaría ahi pero bueno asi es el destino pero jo conocería a su se,y esposo jejje .. Yunho el heredero wooo interesante
ResponderBorrarQUE RARO SE LEE,SU MAMA SE PASO POBRE MI CIELO VEREMOS COMO VA ENCAJAR EN SU NUEVA VIDA......YUNHO ES EL HEREDERO INTERESANTE ........GRACIAS
ResponderBorrarYunho tiene poderes sobre humanos???? No puedo con la intencidad de su número, pensé que era el domador de los caballos o tigres pero demonio el hace cosas ardiente!!!! Así menos entiendo que hace ahí. Por otro lado, No puedo Creer que su madre haya sido así de egoísta, imaginar a Mi Chunnie de 40 todo guapo o dios Mío!!!!!
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