Yunho
estuvo imposible toda la semana. Desde que fueron a cenar para luego disfrutar
de aquellos juegos eróticos, buscó todo tipo de excusas para discutir con Jaejoong.
Incluso en ese momento lo miraba con el ceño fruncido mientras se secaba el
sudor de la frente con el brazo.
—¿No
podías haber rellenado la bombona de gas cuando fuiste a hacer la compra al
pueblo?
—Lo
siento, pero no sabía que estaba vacía.
—Nunca
te fijas en nada —añadió él con acritud. —¿Qué crees? ¿Que se rellena
sola?
Jaejoong
apretó los dientes. Parecía como si se hubieran acercado demasiado aquella noche
y necesitara distanciarse de él otra vez. Por el momento había logrado esquivar
todas las granadas que le había lanzado, pero cada vez le resultaba más difícil
mantener a raya su propio temperamento. En ese instante tuvo que contenerse
para hablar con calma.
—No
sabía que querías que lo hiciera yo. Siempre te has ocupado tú de esas
cosas.
—Sí,
pero por si no te has dado cuenta, he estado muy ocupado últimamente. Han
enfermado los caballos, se incendió la carpa de la cocina y ahora tenemos a un
inspector de sanidad amenazando con multarnos por saltarnos no sé qué normas de
seguridad.
—Sé
que has estado sometido a mucha presión. Si me lo hubieras dicho no me habría
importado ocuparme de las bombonas.
—Sí,
claro. ¿Cuántas veces has rellenado una bombona?
Jaejoong
contó mentalmente hasta cinco.
—Ninguna.
Pero aprendería a hacerlo.
—No
te molestes. —Y se alejó a paso airado.
Jaejoong
ya no pudo contenerse ni un minuto más. Plantó una mano en la cadera y le
gritó:
—¡Que
pases un buen día también!
Yunho
se detuvo, luego se giró para dirigirle una de sus miradas más sombrías.
—¡No
te pases!
Jaejoong
cruzó los brazos sobre el pecho y dio golpecitos en el suelo con la deportiva
sucia. Puede que Yunho estuviera experimentando un montón de sentimientos que no
sabía cómo manejar, pero eso no quería decir que tuviera que desahogar su
frustración en él. Jaejoong llevaba días intentando ser paciente, pero ya no
aguantaba más.
Yunho
se acercó a él apretando los dientes. Jaejoong se negó a retroceder.
Yunho
se paró delante de él, intentando intimidarlo con su tamaño.
Jaejoong
tuvo que reconocer que se le daba muy bien.
—¿Pasa
algo? —espetó él.
Aquella
discusión era tan ridícula que a Jaejoong no le quedó más remedio que sonreír
con picardía.
—Si
alguien te dice que estás muy guapo cuando te enfadas, miente.
La
cara de Yunho adquirió un tono púrpura y Jaejoong pensó que explotaría. Pero en
vez de eso, se limitó a alzarlo por los codos y empujarlo contra el remolque.
Luego lo besó hasta que Jaejoong se quedó sin aliento.
Cuando
finalmente lo puso en el suelo, estaba de peor humor que antes de besarlo.
—¡Lo
siento! —gritó.
Como
disculpa no era gran cosa, pues cuando se marchó parecía más un tigre
malhumorado que un marido arrepentido. Aunque Jaejoong sabía que él estaba
sufriendo, se le había agotado la paciencia. ¿Por qué tenía que hacerlo todo
tan difícil? ¿Por qué no podía aceptar que lo amaba?
Recordó
la vulnerabilidad que había visto en sus ojos la noche que le había pedido más
tiempo. Sospechaba que Yunho sentía miedo de dar nombre a lo que sentía por él.
La dicotomía entre sus sentimientos y lo que creía saber sobre sí mismo estaba
desgarrándolo por dentro.
Eso
era lo que se decía a sí mismo, porque la alternativa —que no lo amara— era
algo en lo que no quería pensar. Y más si tenía en cuenta que aún no le había
dicho que estaba embarazado.
Disculpaba
aquella cobardía de todas las maneras que se le ocurrían. Cuando las cosas iban
bien entre ellos, se decía que no quería arriesgarse a perder la armonía y,
cuando todo se desmoronaba, que había perdido el valor.
Pero
lo mirara como lo mirase, sabía que estaba comportándose como un cobarde. Debía
enfrentarse al problema y, sin embargo, seguía huyendo de él. Ya había pasado
casi un mes desde que se había hecho la prueba del embarazo. Debía de estar ya
de dos meses y medio, pero no había ido al médico porque no quería arriesgarse
a que Yunho lo descubriese. El que se estuviera cuidando no era excusa para no
comenzar un correcto control prenatal, sobre todo si tenía que asegurarse de
que el bebé no había resultado dañado por las píldoras que había seguido
tomando antes de descubrir que éstas habían fallado y estaba embarazado.
Metió
la mano en el bolsillo de los vaqueros y tomó una decisión. No había razón para
seguir postergándolo más. De todas maneras era imposible seguir viviendo así.
¿Para qué seguir atormentándose? Se lo diría esa tarde. Eran necesarios dos
para hacer un bebé y ya iba siendo hora de que ambos aceptaran sus
responsabilidades.
En
cuanto acabó la función de la tarde fue a buscarlo, pero la camioneta no
estaba. Jaejoong estaba cada vez más nervioso. Después de haber estado
posponiendo esa conversación tanto tiempo, lo único que deseaba era quitarse
ese peso de encima.
Deberían
haberse visto a la hora de la cena, pero el inspector de sanidad retuvo a Yunho
hasta que dio comienzo la última función. Cuando se dirigió a la puerta trasera
del circo antes de la actuación, Jaejoong lo vio junto a Misha. Llevaba uno de
los látigos enrollado al hombro y el extremo le colgaba sobre el pecho. La
brisa le removía el pelo y la tenue luz arrojaba profundas sombras a sus
rasgos.
No
había nadie con él. Era como si hubiera dibujado un círculo invisible a su
alrededor, un círculo que mantenía a todo el mundo fuera, incluyéndola a él. En
especial a él. Las lentejuelas rojas del cinturón de Yunho brillaron cuando
pasó la mano sobre el flanco del animal. La frustración de Jaejoong fue en
aumento. ¿Por qué tenía que ser tan testarudo?
Mientras
el público reía por las travesuras de los payasos, Jaejoong se acercó a él.
Misha resopló y echó la cabeza hacia atrás. Jaejoong miró a la bestia con
aprensión. No importaban las veces que representara el número, nunca se
acostumbraría a él, incluyendo el aterrador momento en el que Yunho lo montaba
delante de él en la silla.
El
joven se detuvo delante del caballo.
—¿Crees
que alguien podría sustituirte después de la función? Tengo que hablar contigo.
Yunho
le respondió sin mirarlo mientras ajustaba la cincha de la silla de montar.
—Tendrás
que esperar. Tengo mucho que hacer.
Pero
a Jaejoong se le había agotado la paciencia. Si no resolvían sus problemas ya,
no serían capaces de sacar ese matrimonio adelante.
—No
puedo esperar.
Las
holgadas mangas de la camisa blanca de Yunho se hincharon cuando se incorporó.
—Mira,
Jaejoong, si es por lo de la bombona, ya te he dicho que lo siento. Sé que no
ha sido fácil vivir conmigo estos últimos días, pero he tenido una semana muy
dura.
—Has
tenido muchas semanas duras, pero nunca lo has pagado conmigo.
—¿Cuántas
veces tengo que disculparme?
—No
quiero tus disculpas. Lo único que quiero es hablar de los motivos por los que
te distancias de mí.
—Déjalo
estar, ¿vale?
—No
puedo. —El número de los payasos llegaba a su fin. Jaejoong sabía que ése no
era el mejor momento para hablar, pero ahora que había comenzado, no podía
parar. —Nos estamos haciendo daño el uno al otro. Tenemos un futuro juntos y
necesitamos hablar de ello. —Le acarició el brazo esperando que se apartara y,
como no lo hizo, Jaejoong se sintió confiado para seguir. —Estos meses han sido
los mejores de mi vida. Me has ayudado a encontrarme a mí mismo, y espero
haberte ayudado a hacer lo mismo. —Le puso las manos en el pecho y sintió el
latido del corazón de Yunho a través de la tela de seda. La flor de papel que
llevaba entre el pechos crujió y el extremo del látigo rozó la mano de Jaejoong.
—¿No sientes cómo nos envuelve el amor? ¿No estamos mejor juntos que separados?
Somos perfectos el uno para el otro —sin haberlo planeado siquiera, las
palabras que había estado conteniendo tanto tiempo surgieron de su boca, —y
también lo seremos para el bebé que estamos esperando.
Durante
un segundo no pasó nada. Y luego todo cambió. Los tendones del cuello de Yunho
se tensaron y los ojos se le oscurecieron mientras lo miraba con algo que
parecía terror. Después retorció la cara en una máscara de furia.
Jaejoong
apartó las manos de su pecho. El instinto lo impulsó a escapar, pero ya había
hecho lo más difícil y estaba dispuesto a mantenerse firme.
—Yunho,
no he buscado este bebé. Ni siquiera sé cómo ocurrió. Pero no voy a mentirte y
a decir que lo siento.
—Confié
en ti —dijo él sin apenas mover los labios.
—En
ningún momento he traicionado tu confianza.
Yunho
cerró los puños y tragó compulsivamente. Por un momento, Jaejoong pensó que iba
a golpearlo.
—¿De
cuánto estás?
—De
unos dos meses y medio.
—¿Cuánto
hace que lo sabes?
—Más
o menos un mes.
—¿Lo
sabes desde hace un mes y no me has dicho nada?
—Me
daba miedo decírtelo.
La
alegre música de los payasos fue en aumento señalando el final del número. Yunho
y él eran los siguientes. Digger, que era el encargado de enviar a Misha a la
pista en el punto álgido de la actuación, se acercó para hacerse cargo del
caballo.
Yunho
agarró a Jaejoong del brazo y lo alejó de los demás.
—No
vas a tener ningún bebé. ¿Entiendes lo que te digo?
—No,
no lo entiendo.
—Mañana
por la mañana, en cuanto nos levantemos, tú y yo nos iremos. Y cuando volvamos,
no existirá ningún bebé.
Jaejoong
lo miró conmocionado. Se le revolvió el estómago y tuvo que llevarse el puño a
la boca. El público guardó silencio como siempre que Jack Daily comenzaba la
dramática introducción de Yunho.
—Yyyy...
ahora, el circo de los Hermanos Quest se enorgullece en presentar...
—¿Quieres
que aborte? —susurró Jaejoong.
—¡No
me mires como si fuera un monstruo! ¡No te atrevas a mirarme así! Te dije desde
el principio lo que pensaba de ese tema. Te abrí mi corazón para que lo
entendieras. Pero, como siempre, has decidido que sabes más que nadie. Aunque
no tienes ni una pizca de cordura en tu maldito cuerpo, ¡decidiste que eres más
listo que nadie!
—No
me hables así.
—¡Confié
en ti! —Yunho hizo una mueca cuando las primeras notas de la balalaica
rompieron el silencio de la noche. Era la señal para entrar en la pista. —Creía
que tomabas las pastillas, pero me has engañado.
Jaejoong
negó con la cabeza y se tragó la bilis que le subía por la garganta.
—No
voy a deshacerme del bebé.
—¡Por
supuesto que sí! Harás lo que yo diga.
—Tú
tampoco quieres. Sería algo horrible.
—No
tan horrible como lo que tú has hecho.
—¡Yunho!
—gritó uno de los payasos. —Es tu turno.
Cogió
el látigo de su hombro.
—Nunca
te lo perdonaré, Jaejoong. ¿Me oyes? Nunca. —Apartándose de él, desapareció en
dirección a la pista.
Jaejoong
se quedó paralizado, embargado por una desesperación tan profunda y amarga que
no podía respirar. Oh, Santo Dios, ¡qué tonto había sido! Había pensado que él
lo amaba, pero Yunho había tenido razón todo el tiempo.
No
sabía amar. Le había dicho que no podía hacerlo y él se negó a creerle. Ahora
tendría que pagar por ello.
Demasiado
tarde recordó algo que había leído sobre los tigres: «Los machos de esta
especie se desvinculan por completo de la vida familiar. No participan en la
cría de los cachorros, ni siquiera los reconocen.»
Yunho
iba incluso más lejos. Quería aplastar esa brizna de vida que se había vuelto
tan preciosa para él. Quería destruirla antes de que pudiera llegar al
mundo.
—¡Espabila,
Jaejoong! Te toca. —Madeline lo agarró y lo empujó hacia la puerta trasera del
circo.
El
foco lo iluminó. Desorientado, levantó el brazo, intentando protegerse los
ojos.
—...
y ninguno de nosotros sabe cuánto le ha costado a este joven entrar en la pista
con su marido.
Jaejoong
se movió automáticamente al compás de la música de la balalaica, mientras Jack
contaba la historia del novio criado en un seminario que había sido
secuestrado. Apenas lo escuchó. No veía nada salvo a Yunho, el traidor, en el
centro de la pista.
Las
luces arrancaban brillos carmesí del látigo que caía hasta sus brillantes botas
negras, titilaban en el pelo oscuro de Yunho y en sus pálidos ojos , que
brillaban como los de un animal acorralado. Jaejoong seguía bajo la luz del
foco cuando Yunho comenzó a mover el látigo. Pero esa noche el baile del látigo
no hablaba de seducción, sino de locura salvaje, de furia.
El
público ovacionó con aprobación al principio, pero según transcurría el número,
percibió la tensión de Jaejoong. La comunicación fluida que siempre había
existido entre ellos había desaparecido. El joven ni siquiera se sobresaltó
cuando Yunho cortó el rollo de papel en su boca, de hecho actuaba como un
autómata. La embargaba una desesperación tan profunda que no sentía
absolutamente nada.
El
ritmo del acto decaía en picado. Yunho destruyó uno de los rollos en dos
cortes, otro en cuatro. Olvidó una variante en la que había añadido una
serpentina al extremo del rollito, y cuando envolvió las muñecas de Jaejoong
con el látigo, los espectadores se removieron inquietos. En el aire se palpaba
la tensión de la pareja y lo que antes había sido un acto de seducción ahora
parecía una violenta parodia. En lugar de un marido intentando ganarse el amor
de su esposo, el público veía a un hombre peligroso amenazando a un pequeño hombre
frágil e indefenso.
Yunho
notó lo que ocurría y se dejó llevar por su amor propio. Se dio cuenta de que
no podía permitirse el lujo de rodearlo con el látigo sin que el público se
pusiera en su contra, pero por otro lado necesitaba un gesto final que diera
por concluida la actuación antes de indicar a Digger que soltara a Misha.
Deslizó
la mirada por el cuerpo de Jaejoong y sus ojos cayeron sobre la flor de papel
que emergía entre su pecho, y se dio cuenta de que la había olvidado antes. Con
un gesto de cabeza le indicó a Jaejoong lo que iba a hacer. El joven lo observó
sin moverse; lo único que quería era acabar de una vez para poder marcharse y
ocultarse del mundo.
La
música de la balalaica creció en intensidad mientras él clavaba los ojos en su
marido. Si no hubiera estado tan petrificado, se habría dado cuenta del
sufrimiento de Yunho, de que lo embargaba una pena tan profunda como la
suya.
Él
movió los brazos y dio un latigazo con un rápido movimiento de muñeca. La punta
del látigo voló hacia él como docenas de veces antes, pero esta vez Jaejoong
lo vio todo a cámara lenta. Con una extraña sensación de desapego, él esperó
que volaran los pétalos de la flor, pero en su lugar sintió un dolor abrasador.
Se
quedó sin aliento. Una punzada ardiente atravesó su cuerpo cuando el látigo
impactó en él desde el hombro hasta el muslo. La pista comenzó a girar y él a
caer. Pasaron unos segundos y luego volvió a sonar la música, una enérgica y
alegre melodía que parecía un extraño contrapunto a aquel dolor tan intenso que
le impedía respirar. Sintió que la alzaban unos brazos fuertes y que los
payasos entraban a la pista a toda velocidad.
Jaejoong
seguía consciente aunque no quería. A sus oídos llegó una oración. La música,
el murmullo del público, todo resonaba débilmente detrás del muro de dolor que
lo envolvía.
—¡Apartad!
¡Atrás todos!
La
voz de Yunho. Era Yunho quien lo llevaba en brazos. Yunho, el enemigo. El
traidor.
Yunho
sintió el duro y cortante frío del exterior cuando lo tendió al lado de la
carpa. Su marido se inclinó sobre él, utilizando su cuerpo para ocultarlo de
los demás.
—Cariño,
lo siento. Oh, Dios mío, cuánto lo siento.
Jaejoong
utilizó las fuerzas que le quedaban para apartar la mirada de él y clavarla en
la polvorienta lona de nailon. Jadeó de dolor cuando Yunho rozó con una mano
los pedazos desgarrados del maillot.
Jaejoong
tenía los labios tan secos y pegados que no podía abrirlos.
—No
me toques...
—Déjame
ayudarte. —La respiración de Yunho era rápida y entrecortada. —Te llevaré a la
caravana.
Jaejoong
gimió cuando lo alzó en brazos, odiando que lo moviera y lo hiciera sentir más
dolor.
—Nunca
te perdonaré por esto —susurró.
—Ya,
ya lo sé.
Una
abrasadora estela de fuego le bajaba desde el hombro al centro del pecho y
desde el vientre hasta la cadera. Sentía tanto dolor que no se dio cuenta de
que habían atravesado el recinto y entrado en la caravana hasta que Yunho lo
dejó sobre la cama.
Una
vez más, Jaejoong apartó la mirada de él, mordiéndose los labios para no gritar
cuando su marido le quitó lentamente el destrozado maillot.
—Tu
pecho... —él contuvo el aliento. —Tienes un verdugón, pero no tienes la piel
cortada, sólo amoratada.
El
colchón se movió cuando él se levantó, pero regresó enseguida.
—Sentirás
frío. Voy a ponerte una compresa.
Jaejoong
dio un respingo cuando él le cubrió la piel ardiente con una toalla húmeda y
fría. Apretó los párpados, deseando que pasara todo.
La
toalla se calentó por la piel ardiente y Yunho se la quitó para reemplazarla
por otra. El colchón se hundió de nuevo cuando él se sentó a su lado. Comenzó a
hablar, con voz suave y ronca.
—No
soy... no soy tan pobre como te he hecho creer. Doy clases en la universidad,
pero... pero además me dedico a la compra-venta de arte chino. Y soy asesor en
algunos de los mejores museos del país.
Las
lágrimas se deslizaron por los párpados de Jaejoong y cayeron en la almohada. Cuando las compresas comenzaron a surtir efecto, el dolor disminuyó y se
convirtió en un latido sordo y vibrante.
Yunho
continuó hablando con frases entrecortadas y titubeantes.
—Me
consideran una autoridad en iconografía china en... en Estados Unidos. Tengo
dinero. Prestigio. Pero no quería que lo supieras. Quería que pensaras que era
un inculto y pobre trabajador del circo. Quería... ahuyentarte.
—Ya
no me importa —se obligó a decir Jaejoong.
Yunho
hablaba ahora con rapidez, como si se le acabara el tiempo.
—Poseo
una... una gran casa de ladrillo. En Seúl, no lejos del campus. —Con un toque
ligero como una pluma, reemplazó la compresa por una nueva. —Está repleta de
arte y cosas bellas y también... también tengo un granero en la parte de atrás
con un establo para Misha.
—Por
favor, déjame en paz.
—No
sé por qué sigo viajando con el circo. Siempre que lo hago me juro que será la
última vez, pero después pasan unos años y comienzo a sentirme inquieto. No
importa si estoy en China, en Ucrania, o en Nueva York, al final acabo sintiendo
una llamada que me impulsa a volver. Supongo que siempre seré más Jung que Choi.
Ahora
que ya no importaba, Yunho le contaba todo aquello que él le había rogado que
le revelara durante meses.
—No
quiero oír más.
Yunho
le ahuecó la cintura con la mano en un gesto extrañamente protector.
—Ha
sido un accidente. Lo sabes, ¿no? No sabes cuánto lo siento...
—Sólo
quiero dormir.
—Jaejoong,
soy un hombre rico. Esa noche, cuando fuimos a cenar, sé que estabas preocupado
por la cuenta... No tienes... no tienes que preocuparte nunca más por el
dinero.
—No
me importa.
—Sé
que te duele. Mañana te encontrarás mejor. Te saldrá un cardenal doloroso, pero
no te quedará cicatriz. —Yunho vaciló como si se diera cuenta de la terrible
mentira que había dicho.
—Por
favor —dijo él. —Si te importo algo, déjame en paz.
Hubo
un largo silencio. Luego el colchón se movió de nuevo cuando Yunho se inclinó y
le rozó los húmedos párpados con los labios.
—Si
necesitas algo, enciende la luz. Vendré de inmediato.
Jaejoong
esperó que se fuera. Esperó que saliera de la caravana para poder romperse en
un millón de pedazos.
Pero
Yunho no se apiadó de él. Levantó la punta de la compresa y sopló con suavidad,
enviando una oleada de aire que le enfrió la piel. Algo caliente y húmedo cayó
sobre él, pero Jaejoong estaba demasiado aturdido para saber lo que era.
Finalmente
Yunho se levantó de la cama y la caravana se llenó de los familiares sonidos de
su marido cambiándose de ropa: el sordo ruido de las botas contra el suelo, el
leve susurro de las lentejuelas al quitarse el fajín rojo, el roce de la
cremallera de los vaqueros. Jaejoong sintió que pasaba una eternidad antes de
que oyera cerrarse la puerta.
El
gruñido del tigre saludó a Yunho cuando salió de la caravana. Se detuvo en los
escalones y tomó aire. Las luces de colores iluminaban los banderines, pero él
era incapaz de ver nada más que el obsceno verdugón rojo que cruzaba la frágil
piel de Jaejoong. A Yunho le picaban los ojos por las lágrimas contenidas y le
ardían los pulmones. ¿Qué había hecho?
Se
acercó a ciegas a la jaula del tigre. La función aún no había terminado. La
zona de las caravanas estaba desierta salvo por un par de payasos con los que
evitó cruzarse.
Todo
había salido mal esa noche. ¿Por qué no había dado por finalizado el número
antes? Debería haberle indicado a Digger que enviara a Misha cuando supo que
aquello no iba bien. Pero había estado demasiado furioso. Su orgullo le había
exigido que hiciera un truco más para intentar salvar la función. Sólo un truco
más, como si eso hubiera podido arreglar algo.
Yunho
apretó los párpados. Jaejoong tenía una piel pálida y delicada. El verdugón le
cruzaba el pecho y aquel dulce vientre todavía plano donde crecía su hijo. Su hijo.
Ese ser del que le había dicho a Jaejoong que se deshiciera. Como si Jaejoong
pudiera hacer algo así. Como si él pudiera dejar que lo hiciera. Las feas y
horribles palabras que había dicho le resonaron en los oídos. Palabras que él
nunca olvidaría ni perdonaría. Porque ni siquiera Jaejoong tenía el corazón tan
grande como para perdonar algo semejante.
Cuando
llegó a la jaula, Sinjun le sostuvo la mirada sin parpadear, con tanta atención
que pareció llegar a los rincones más profundos de su alma. ¿Qué veía el tigre?
Yunho traspasó la cuerda de seguridad y agarró los barrotes. Aquel lugar frío y
vacío que siempre había tenido en su interior había desaparecido, pero ¿qué
había ocupado su lugar?
La
mirada de Yunho se clavó en la del tigre y se le pusieron los pelos de punta.
Por un momento todo quedó en suspenso y luego oyó una voz —su propia voz—
diciéndole exactamente lo que veía el tigre.
«Amor.»
El
corazón le golpeó las costillas. «Amor.»
Ése era el sentimiento que no había reconocido, el sentimiento que había
provocado el deshielo. Estaba aprendiendo a amar. Jaejoong se había dado
cuenta. Había sabido lo que le ocurría aunque él lo había negado.
Lo
amaba. Total y absolutamente. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Era más
precioso para él que todos esos iconos antiguos y que las obras de arte que
llenaron su vida durante tanto tiempo. Al vivir con él había aprendido a ser
feliz. Jaejoong le había mostrado la alegría, la pasión, todo... Y lo había
hecho con una impresionante humildad. ¿Y qué le había dado él a cambio?
«No te amo,
Jaejoong. Nunca lo haré.»
Apretó
los párpados al recordar cómo había negado una y otra vez el precioso regalo
que él le daba. Pero con un valor que le dejaba sin aliento, Jaejoong había
seguido ofreciéndoselo. No importaba cuántas veces hubiera negado Yunho su
amor, él continuaba brindándoselo.
Ahora
aquel amor estaba encarnado en el niño que crecía en el vientre de su esposo.
El niño que había dicho que no quería. El niño que deseaba con cada latido de
su corazón.
¿Qué
había hecho? ¿Cómo iba a recuperar a su esposo? Volvió la cabeza hacia la
caravana, deseando que la luz estuviera encendida, pero la ventana permanecía
en penumbra.
Tenía
que ganárselo de nuevo, tenía que hacer que perdonara todas las desagradables
palabras que había dicho. Había sido tan arrogante, había estado tan ciego, tan
obsesionado con el pasado, que le había dado la espalda al futuro. Lo había
traicionado de un modo tan absoluto que nadie en su lugar lo perdonaría.
Pero
Jaejoong no era un hombre común. Para él amar era tan natural como respirar. No
era capaz de contener su amor igual que no era capaz de hacer daño a nadie.
Buscaría misericordia en su dulzura y en su generosidad. No tendría más
secretos para él. Le diría todo lo que sentía y, si eso no lo ablandaba, le
recordaría aquellos votos sagrados que siempre sacaba a relucir. Se
aprovecharía de su simpatía, lo intimidaría, le haría el amor hasta que no
recordara que lo había traicionado. Le recordaría que ahora era un Jung, y que
los hombres Jung luchaban por sus hombres, incluso aunque éstos no se lo
merecieran.
La
ventana de la caravana seguía a oscuras. Decidió dejarlo dormir, darle tiempo
para que se recuperara, pero en cuanto amaneciera haría todo lo que estuviera
en su mano para ganárselo de nuevo.
El
circo comenzaba a vaciarse y él se puso a trabajar. Mientras desmontaban la
cubierta, pensó en cómo podría demostrarle su amor, cómo podría hacerle ver
que, a partir de ahora, todo sería diferente entre ellos. Volvió la mirada a la
ventana oscura de la caravana, luego corrió a la camioneta. Diez minutos más
tarde, encontró una tienda que abría toda la noche.
No
había mucho para elegir, pero se llenó los brazos con todo lo que encontró a su
paso: galletitas saladas para niños con forma de animales, un sonajero de
plástico azul y un patito amarillo; un ejemplar del libro sobre educación
infantil del doctor Spock, un babero de plástico con un conejo de grandes
orejas y una caja de harina de avena, porque Jaejoong tendría que alimentarse
bien.
Regresó
al circo con los regalos tan rápido como pudo. La bolsa se rompió cuando la
cogió del asiento delantero. La cerró con sus grandes manos y corrió hacia la
caravana. Cuando Jaejoong viera todo eso, comprendería lo que significaba para
él. Lo mucho que quería ese bebé; sabría cuánto lo amaba.
Se
le cayó el sonajero mientras giraba la manilla de la puerta. El juguete de
plástico rebotó en el escalón superior y luego rodó por la hierba. Yunho entró
corriendo sin prestarle atención.
Jaejoong
se había ido.
D: no! Yunho fue muy cruel con Jae! Justo cuando parecía que todo iba bien, baaaaaaaaaaam! Se destruye todo! Ya quiero saber que va a pasar, dónde está Jae y qué pasará con el bebé? :) gracias por actualizar!
ResponderBorrar¡Yunho hijo de su... madre!
ResponderBorrarEsta vez si se paso, aunque no fue a propósito, pero carajo D:
Es una lastima que tuvo que pasar un incidente asi para que Yunho se sincerara con Jae
Lo del bebe fue demasiado cruel, jaejoong debe estar tan lastimado :C
No tardes en actualizar, estoy chillando ;;
Gracias por el capitulo
Oh no! siempre tiene que suceder cosas asi para que el estupido de Yunho se de cuenta agg ya me habia dado a la idea de que algo asi pudiera pasar, pero no pense que a tal grado .. pobre Jae lo que mas temía se dio en el peor momento que pudiera darse, ¬¬ yunho esta vez fue demasiado lejos, aunque las circunstancia no fueron favorables para ninguno y yunho no haya querido hacerlo
ResponderBorrarde todo modos me siento muy molesta con Yunho
para ser sincera espero que sufra un poco ... solo un poco ya que si yunho sufre Jae tambien lo hará porq lo ama u.u
Gracias por la actualización, ya quiero saber que es lo que pasara en el proximo capitulo
Me partio el alma este capítulo :(, yunho carajos, sabua que la iba a regar oero se paso de cruel con sus palabras, pedirle a jae que aborte al niño y decirle que traiciono su confianza y para acabar de rematarla que el acto saliera mal y lastimara a jae T__T ya luego de que jae se siente lastimado y dolido por todo lo que paso su mente brillante se ilumina y es consciente del hecho de que ama a jae, es que se entiende por una parte de que tuviera.miedo, su infancia y carencia de afecto pero el bien sabe que hermosa persona es jae y que esas palabras y acciones lo iban a destrozar y aun asi no se controlo ya luego de que va a comprar y pensar acerca de como recuperar a jae regresa y este se ha marchado junto al hijo que esperan T_T quiero llorar y saber que pasara necesito saber, deben arreglar las cosas ahhh. Gracia por actualizar y compartir esta historia insisto me encanta demasiado ♡
ResponderBorrarun capítulo cruel al principio por parte de Yunho, pero al final muy triste y con un Jae vencido, por lo menos no hubiera ocurrido lo del accidente, pero ahora a ver como soluciona Yunho el gran problema que tiene con Jae... Gracias.
ResponderBorrarnoooo :( este capítulo fue muy triste óò Yunho reaccionó tan mal con lo del bebé como me esperaba, pero lo de lastimarlo... :/ pucha yunnie >:( ahora Jaejoong se fue ? noooo lloraré T~T
ResponderBorrarBueno a esperar el proximo para saber que pasará *secome las uñas* muchasgracias por el capituloooo >.< hasta el proximo~ saludos y cuidate ^_^
Me quede impactada, paso lo q temia, Yunho le dúo con el látigo a Jae :'( fue muy duro diciéndole q aborte, era lógico q jaejoong se resintiera con el, ahora q Yunho comprende todo Jae ya se fue, lastimado y triste a donde puede haber ido el pobre :( que capitulo *.* me gusto tanto. Muchas gracias Hisashi.
ResponderBorrarHola mira estoy muy impresionada con este fic es bastante intenso siempre anda uno corriendo como todos los del circo jajajaa lei el primer cap x tlf y cuando me di cuenta habian bastantes cap y cuando ya iba a terminar el ultimo vi que habian mas pase todo un dia leyendo pero x mi cel no se puede comentar x eso aprovecho este momento y te felicito muy buen fic la vida de Yunho no fue facil pero la de Jae tampoco aparte de vivir de lujos y derroches xq ninguno tenia amor xq aunque la mama de Jae lo queria no le demostro amor y lo traiciono ha sido un camino duro para los dos con este matrimonio pero esto que hizo Yunho como dijo el no tiene perdon se porto peor que un animal xq Sinjun siendo una bestia salvaje no lo hirio como el ni siquiera Tater que lo maltrato al principio ahora ha aceptado que ama a Jae pero es tarde Jae se ha ido y con mucho dolor tanto fisico como mental bueno linda excelente trabajo continua y gracias x compartir
ResponderBorrarpero yunho como es tan cruel con jae , por lo me nos se a repintio , pero jae se fue uuu mi niño , gracias por capitulo
ResponderBorrarpor favorrr sube el siguiente capitulo por favor lo necesito
ResponderBorrarkyaaaaaaaaa.....por favor sigueeeeee..... T.T mi jaeeeee pobre....Yunho se dio cuenta tarde.. despues de hacerle sufrir al jae...por que???! necesito otro capiiii
ResponderBorrarpor favor sube el que sigue.... Yunho la regó pero ya se dio cuenta y el hará todo lo posible para recuperar su amor.......
ResponderBorrarWaaaa se dio cuenta de sus sentimientos ya tarde cuando termino por hacer pedazos el corazon de jaejoong el cual esta roto. TTnTT
ResponderBorrarHasta el tigre le dijo lo que sentia y el no lo quizo ver. Jaejoong esta muy lastimado Ya, le sera dificil a el que le perdone.
Hay dios no!!!!
ResponderBorrarComo puede ser Yunho tan cruel con el podre de Jae que lo unico que ha intentado desde el inicio es que todo salga bien.
Francamente pienso que Yunho la tendra muy dificil para que Jae li perdone, ya que no solo lo agredio a él sino que también quizo ir contra la integrida del bebe.
Jejej Hisashi como te daras cuenta aquí ando reportandome, gomen u.u por no comentar en cada uno de los cap, pero es que no me dio tiempo, ando super atareada en trabajo y la historia esta tan buena que me la lei de corrido ^_^.... jejejejej pero te prometo que ire comentando a medida que vayas actualizando, claro si es que ni
O ando en campo....
Besos y gracias por los cap. Continuare mas tarde con las otras historias
waaaaa yunho estúpido, hiciste pedacitos en corazón de boo
ResponderBorrary ahora te das cuenta, mejor dicho admites tus sentimientos, yunho espero no se suficientemente tarde para ti :(
No se q comentar.. Estoy en shock.
ResponderBorrarYunho quería q aborte el bebé y lo golpeó con el látigo.. No se ni q decir
Yunhoo… como pudiste decirle todo ello pobre jae
ResponderBorrar*-*@*@… .ahora se ha idoooo* -*
¿Y tenia que pasar ese accidente para que recapacitaras, YunHo? Que malo. :c ¿Ahora que vas a hacer? ¡Eh! ¡JAEJOONG SE A IDO! Estoy sufriendo contigo, lo sé tu sólo querías "protegerlo" pero al negar que lo amas ya tienes el conocimiento de que lo AMAS, por fin puedes sabes que AMAS. TIENES UN BEBÉ, ¿como que vas a obligar a Jae a que lo aborte? En eso si estas mal, eso no se dice. u_u
ResponderBorrarEste capitulo me dejo muchas cosas, Yunho tiende a dejarse llevar, pero cuando se da cuenta que no debe ser, ser comporta como un patan, y Jae obviamente lo siente, todo por que Yunho no pudo reconocer su amor desde un principio, Jae mis respetos el lucho se esforzó, creyó que Yunho cambiaria, creyó que el si podía amar, pero Yunho de plano assh como se le ocurre pedir que aborte a su bebe con eso logro que las esperanzas de Jae se esfumaran, y luego el mal acto, sufrí mucho junto a Jae, este capitulo tuvo muchos sentimientos dolorosos que los sentí junto con el, una historia que te llega y que aprendes con ella, ahora Yunho tendrá que esforzarse mucho, sinceramente creo que si Jae lo rechaza ahora se lo tiene merecido aunque me duela hasta a mi, pero creo que es hora que Yunho se plantee el hecho de que es el ahora el que debe esforzase y traer de nueva cuenta el amor de Jae, pero le debe costar...mi Jae sufriendo realmente estoy triste T.T
ResponderBorrarnoooo jae se fue, la pregunta es como?? quien lo ayudo'?
ResponderBorrarahhh todo se rompió, jae personalo yunho no quiso decir eso del bebé esta arrepentido, pero yunho tambie tomo desiciones equivocadas
a lo largo de la histori, como no contarle
acerca de su vida y acerle creer que era pobre, sin mencionar
lo que dijo del bebé
ahh que pasará ahora, como se tornará la historia
aunque esto hizo recapacitar a yunho acerca del amor que siente por jae
la pregunta ahora es... jae aun lo ama?
waa claro que sii, espero que todo se arregle pronto XD
(T^T) lloroooo....
ResponderBorrarhay yunho como te adeooo :(
lo bueno es que estas arrepentido y te has dado cuenta que estas enamorado de jaejoong pero creo que ya es un poco tarde (T.T)
ahora poes tienes hacer varios méritos el yunnies para que sea perdonado :(
YUNHO COMO HAS PODIDO HACERLE ESO A JAE, PRIMERO ESTABA MAL HUMORADO Y SE DESQUITO CON JAE LUEGO JAE LE DICE QUE ESTA EMBARAZADO Y EL REAACIONA MAL DICIENDOLE QUE LO TRAICIONO Y QUE NO QUERIA QUE NAZCA EL BEBE,YUNHO ERES MALO COMO PUDISTE LASTIMAR JAE Y AHORA EL SE HA IDO, Y YUNHO AL FIN SE DA CUENTA DE QUE EL AMA A JAE, QUE HARA YUNHO ??? DONDE SE HABRA IDO JAE???
ResponderBorrarqué triste, tanto dolor , Yunho se dio cuenta tarde de que amaba a Jae, y lo lastimó con el látigo, tanto terror que le tenía Jae a ese látigo, ahora creerá que Yunho lo hizo a propósito ,que lo latigeó para castigarlo porque está embarazado.
ResponderBorrarJae se fue , se fugó, no aguantó más esta situación, fue tan bueno siempre, y amó tanto a Yunho , y Yunho estuvo ciego. recién despertó cuando dijo e hizo tantas cosas feas, decirle que se deshiciera del bebé, eso fue lo más cruel y creo que Jae no lo perdonará.
gracias por el capítulo
yunho realmente se paso.. apoyo al actitud de jae.. no decio ni hablarle asi.. ni mucho menos ahcer eso con el latigo.. ashhhhhhhh lo odio y de paso le mintio como para ahuyentarlo? ¬¬
ResponderBorrarComo pudo yunho tontooo!!!!!!
ResponderBorrarPobre jae ojala y no le pase nada
gracias
se fue ojala este biencito ahhh yunho fuiste un tonto al quere tener a jae en un mundo pero ahora te das cuenta que el se fue lejos de ti debes encontrarlo y decirle que lo amas con todo el corazon y decir te amo >.<
ResponderBorrarYh que has hecho claro que JJ nose iva a desacer del bebe ahora se fue justo cuando le iva a decur que lo amaba que complicado es el amor por que ??? Voy a seguir leyendo
ResponderBorrarExclente, odio a Yunho mucho, que le mintiera me cabrea,pero es lo de menos,como ponerse
ResponderBorrartipo ES EL FIN DEL MUNDO! omg que depre... me dieron ganas de llorar cuando le hace daño
era de esperarse con todo lo que le dijo jae se sintió traicionado y mas por que el quería desacerse de su bebe al día siguiente por eso mejor uyo claro jae nosave que yunho si ama a su bebe tanto como a el espero y lo encuentre pronto y le haga saber que esta muy arrepentido de el trato que le dio y que quiere que su bebe nasca y quiere hacerlo muy feliz a el y su bebe
ResponderBorrar¡NOOO! ¿Como pudo hacerle eso a Jae? Primero pedirle que aborte al niño (que sinceramente ya es demasiado) ¡y todavía creer que el va a hacerlo!
ResponderBorrar¿Para que le dijo todas esas cosas de su vida cuando el daño ya esta hecho? Jae no va a perdonarlo, no fácilmente porque Yunho acaba de traicionarlo y espero que sufra mucho xc
Yunho por dios como es posible que le hallas dicho que lo abortara fuiste muy cruel tu terquedad te cego tu estúpido carácter ahora donde habrá ido Jaejoong sabea que no tiene a nadie y ahora que embarazo hay Yunho creo que te diste cuanta muy tarde u.u
ResponderBorrarNooooooo santa de las Macarena que cosas muy intendo.... Ahhh los dos a flor de piel ... Me duelen los dos
ResponderBorrarNo sé que escribir, estoy otra vez de chillona, no puedo creer que Yunho fuera capaz de decir que no quería al bebé. A Jae no le duele el ardor por el látigo. Yunho le hirió el alma. Y siento mucha pena por Yunho porque no sabía lo que pedía, nunca lo quiso ver.
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