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sábado, 22 de marzo de 2014

Capítulo 14


Yunho clavó los ojos en la puerta por donde acababa de desaparecer Krystal, luego miró a su esposo. 

—La tuya ha sido la peor actuación que he visto en mi vida. ¿De verdad has dicho que le vas a impedir que te robe el marido o me lo he imaginado?

—Krystal se lo ha creído y eso es lo único que cuenta. Después de lo que le has dicho, era necesario que alguien la tratara como a una mujer adulta.

—No pretendía herir sus sentimientos, pero ¿qué querías que hiciera? No es una adulta. Es una niña.

—Te ha ofrecido su corazón, Yunho, y tú lo has rechazado como si no valiera nada. 

—No sólo me ha ofrecido su corazón. Un poco antes de que llegaras me dejó bien claro que su cuerpo también iba incluido en el lote. 

—Está desesperada. Si hubieras aceptado, se hubiera desmayado del susto.

Él se estremeció. —Una quinceañera no está en mi lista de perversiones favoritas. 

—¿Qué clase de perversiones...? —Jaejoong se mordió la lengua. ¿Cuándo iba a comenzar a pensar antes de hablar? 

Yunho le brindó una sonrisa enloquecedora que le puso la piel de gallina. 

—Será más divertido que lo vayas averiguando poco a poco. 

—¿Por qué no me lo dices ahora? 

—Espera y verás. 

Jaejoong lo observó. 

—¿Incluye algo con...? No, claro que no. 

—Estás pensando en los látigos otra vez. 

—No, por supuesto que no —mintió.

—Bien. Porque no tienes por qué preocuparte de eso. —Yunho hizo una pausa significativa. —Si lo hago bien, no duele en absoluto. 

Jaejoong abrió los ojos de par en par. 

—¡Deja de hacer eso!

—¿El qué? 

La expresión inocente de Yunho no lo engañó ni por un instante. 

—Deja de plantar todas esas dudas en mi cabeza. 

—No soy yo quien planta dudas en tu cabeza. Lo haces tú sólito.

—Sólo porque tú sigues diciendo esas cosas. No me gusta que me tomes el pelo. Sólo tienes que responderme sí o no. ¿Alguna vez le has dado latigazos a un hombre o mujer? 

—¿Sólo sí o no? 

—Eso he dicho, ¿no? 

—¿Sin ninguna aclaración? 

—Sin ninguna aclaración. 

—Bueno, entonces sí. Sí, definitivamente le he dado latigazos a una mujer. 

—Vale, será mejor que me lo aclares —dijo él débilmente tragando saliva. 

—Lo siento, cariño, pero ya te he respondido. —Con una amplia sonrisa, él se sentó detrás del escritorio. —Tengo mucho trabajo que hacer, quizá sea mejor que me digas para qué querías verme. 

Pasaron varios segundos antes de que Jaejoong lograra recordar lo que lo había llevado hasta allí. 

—Se trata de Glenna.

—¿Qué pasa con ella? 

—Es un animal grande y su jaula es muy pequeña. Necesita una nueva.

—¿Nada más? ¿Sólo quieres que compremos una jaula nueva? —replicó él con ironía. 

—Es inhumano que la pobre viva en un lugar tan estrecho. Se la ve muy deprimida, Yunho. Tiene esos deditos tan suaves, y los saca por los barrotes como si necesitara el contacto de otro ser vivo. Y ése no es el único problema que tenemos. Las jaulas son tan viejas que no son de fiar. La del leopardo se cierra sólo con un alambre. 

Yunho cogió un lápiz y tamborileó con él la gastada superficie del escritorio. 

—Estoy de acuerdo contigo. Odio esa condenada exposición de fieras, me parece inhumana, pero las jaulas son caras y Sully aún se está pensando si deshacerse de esos anímales o no. Por ahora tendrás que arreglártelas como puedas. —Yunho desplazó la mirada a la ventana y la silla rechinó cuando se reclinó para ver mejor. —Vaya, mira ahí fuera. Parece que tienes visita.

Jaejoong siguió la dirección de la mirada y vio a un elefantito con la correa colgando delante del vagón rojo, —Es Tater. —Cuando él lo miró, el elefante levantó su trompa y bramó como un trágico héroe que vagara por el mundo en busca de su amor perdido. —¿Qué hace ahí? 

—Supongo que estará buscándote. —Yunho sonrió. —Los elefantes crean fuertes vínculos familiares, y Tater parece haberlo establecido contigo. 

—Es un poco grande para ser mi mascota. 

—Me alegra oír eso, porque por mucho que me lo pidas jamás dormirá en nuestra cama. 

Jaejoong se rio. Pero se abstuvo de recordarle que aún no estaba seguro de si él dormiría o no con él. Había demasiadas cosas por resolver entre ellos. 

Sully estaba de un humor de perros cuando se acercó a Yunho. Esa mañana Brady le había dicho que Jaejoong no estaba embarazado. La idea de que ese hombre llevara a un Jung en su vientre era tan aborrecible que debería haberse sentido aliviada, pero por el contrario se le había puesto un nudo de angustia en la boca del estómago. Si Yunho no se había casado con Jaejoong porque estaba embarazado, entonces lo había hecho porque quería. Lo había hecho porque lo amaba.

La bilis la corroía por dentro. ¿Cómo podía Yunho amar a ese pobre e inútil niño rico cuando no la había amado a ella? 

¿No veía lo indigno que era Jaejoong? ¿Habría perdido Yunho todo su orgullo? 

En ese momento la intención de Sully era poner en práctica el plan que hacía días que le rondaba la mente. Tenía cabeza para los negocios —siempre pensaba en lo mejor para el circo, por encima de sus sentimientos perenales, —pero lo que se le había ocurrido haría que Yunho viera con otros ojos a su esposo.

Se detuvo detrás de él mientras éste estaba trajinando en la grúa de montaje del circo. La camiseta húmeda se  le pegaba a los firmes músculos de la espalda. Recordó el tacto de esa piel tensa bajo las manos, pero en lugar de excitarla ese recuerdo hizo que sintiera asco de sí misma. Sully, la reina de la pista central, le había rogado a ese hombre que la amara y él la había rechazado. El rencor hizo que se le revolviera el estómago. 

—Tenemos que hablar sobre tu número. 

Él cogió un trapo grasiento y se limpió las manos con él. Yunho siempre había sido un mecánico de primera y reparar la grúa no era un problema para él, aunque hora mismo Sully no sentía ningún tipo de gratitud por el dinero que le ahorraba. 

—Dime. 

La mujer levantó la mano para protegerse los ojos del sol, tomándose su tiempo, haciéndole esperar. Tardó un buen rato en hablar. 

—Deberías hacer algún cambio. No lo has hecho desde la última gira y aún queda demasiada temporada para seguir repitiendo lo mismo.

—¿Qué has pensado? 

Sully cogió las gafas de sol con las que se retiraba el pelo de la cara. 

—Quiero que Jaejoong intervenga en tu número. 

—Olvídalo. 

—¿Crees que no podrá hacerlo? 

—Sabes muy bien que no. 

—Bueno, pues tendrá que hacerlo. ¿O es que ahora es él quien lleva los pantalones en tu casa? 

—¿Qué pretendes, Sully? 

—Jaejoong es ahora un Jung. Es hora de que comience a comportarse como tal. 

—Eso es asunto mío, no tuyo.

—No mientras yo siga siendo la dueña del circo, Jaejoong sabe cómo meterse al público en el bolsillo y tengo intención de aprovecharlo. —Le dirigió a Yunho una larga y dura mirada. —Quiero que actúe en el espectáculo, Yunho, te doy dos semanas para prepararlo. Si se niega a hacerlo recuérdale que, si quiero, todavía puedo denunciarlo.

—Estoy harto de tus amenazas. 

—Entonces limítate a pensar en lo que es mejor para el espectáculo. 

Yunho terminó de reparar la grúa y se dirigió a la caravana para lavarse las manos llenas de grasa. Mientras tomaba el cepillo de las uñas y el jabón de debajo del fregadero, se obligó a reconocer que Sully tenía razón. Jaejoong sabía cómo camelar al público y, aunque no había querido admitirlo antes, ya había pensado en incluirlo en el número. Su reticencia provenía de lo difícil que sería entrenarlo.

Todas las ayudantes con las que había trabajado en el pasado habían sido artistas con experiencia y no les daban miedo los látigos. Pero Jaejoong sentía terror. Si se sobresaltaba cuando no debía... 

Ahuyentó ese pensamiento. Podía entrenarlo para que no se sobresaltase y permaneciese completamente inmóvil. Su tío Kangin lo había entrenado a él y lo había hecho tan bien que incluso cuando la función terminaba y aquel pervertido hijo de puta lo hostigaba por alguna ofensa imaginaria, Yunho no había movido ni un solo músculo. 

Su mente había recorrido aquel tortuoso camino de su infancia más veces de las que quería recordar y no quería remover aquella mierda otra vez, así que apartó un lado aquellos viejos recuerdos. Había otra ventaja en utilizar a Jaejoong como ayudante, una más importante que el simple hecho de cambiar el número, le daría a él una razón válida para mandarle menos trabajo, una razón contra la que él no podría discutir. 

Aún no podía creer que Jaejoong se hubiera negado a permitir que le facilitara las cosas. Esa mañana Yunho había vuelto a insistir, pero algo en la expresión de su esposo lo había hecho desistir. El trabajo era importante para él; se había dado cuenta de que Jaejoong lo consideraba una especie de prueba de supervivencia. 

Pero a pesar de lo que él pensaba, él no tenía intención de permitir que acabara agotado. Lo supiera Jaejoong o no, actuar en la pista central con él era mucho menos duro que recoger estiércol de elefante. O limpiar jaulas. 

Mientras se lavaba las manos y se las secaba con una toalla de papel, recordó lo frágil que lo había sentido bajo él la noche anterior. La manera de hacer el amor de su esposo había sido tan buena que lo asustaba. No se lo había esperado, nunca se hubiera imaginado que Jaejoong tuviera tantas facetas: inocente y tentador, infantil e inseguro, agresivo y generoso. Había querido conquistarlo y protegerlo al mismo tiempo, y ahora estaba jodidamente confundido. 

Al otro lado del recinto, Jaejoong salió del vagón rojo. A Yunho no le agradaría descubrir que había hecho un par de llamadas a larga distancia con su móvil, pero él estaba más que satisfecho con lo que había aprendido del guardián del zoo de Seúl. El hombre le había sugerido algunos cambios que él intentaría llevar a cabo: tenía que reajustar la dieta de los animales, darles vitaminas extras y cambiar los horarios de alimentación. 

Caminó hacia la caravana, donde había visto dirigirse a su marido unos minutos antes. Al terminar las tareas en la casa de fieras había ido a echarle una mano a Digger, pero el hombre le había dicho con un gruñido que no necesitaba su ayuda, así que Jaejoong había decidido aprovechar esas horas libres para ir a la biblioteca de la localidad. La vio al pasar por el pueblo y quería investigar un poco más sobre los animales. Pero antes tenía que conseguir que Yunho le dejara las llaves de la camioneta, cosa que, hasta entonces, no había conseguido. 

Cuando Jaejoong entró en la caravana, él estaba delante del fregadero lavándose las manos. Lo atravesó una especie de vértigo absurdo. Yunho era demasiado grande para un lugar tan estrecho y Jaejoong pensó que aquella oscura presencia que él poseía parecía mucho más adecuada para vagar por un páramo inglés del siglo XIX que para viajar con un circo itinerante del siglo XX. Yunho se volvió y él contuvo el aliento ante el impacto de esa mirada.

—¿Podrías dejarme las llaves de la camioneta? —dijo Jaejoong cuando recuperó la voz. —Tengo que hacer unos recados. 

—¿Vas a ir a comprar tabaco? 

—Por si no te has dado cuenta, he dejado de fumar. 

—Estoy orgulloso de ti. —Yunho lanzó la toalla de papel a la basura y Jaejoong observó cómo la camiseta se le pegaba al pecho húmedo de sudor. Tenía una mancha de grasa en el brazo. —Te llevaré dentro de una hora o así. 

—Puedo ir solo. Esta mañana vi una lavandería al lado de la biblioteca del pueblo. He pensado que podría hacer la colada y, al mismo tiempo, pillar algún libro. ¿Te parece bien? 

—Genial. Pero prefiero llevarte yo. 

—¿Tienes miedo de que te robe la camioneta? 

—No. Es sólo que... la camioneta no es mía. Es del circo y no creo que tú debas conducirla. 

—Soy un conductor excelente. No voy a darle ningún golpe. 

—Eso no puedes asegurarlo.

Jaejoong tendió la mano decidido a salirse con la suya. 

—Por favor, dame las llaves. 

—Te acompañaré y aprovecharé para coger un libro de la biblioteca. 

Jaejoong le dirigió su mirada más intimidante. 

—Las llaves, por favor. 

Él se frotó la barbilla con los dedos como si considerase la idea. 

—Hagamos un trato. Quítate el jean y te daré las llaves. 

—¿Qué? 

—Es mi mejor oferta. O la tomas o la dejas. 

Al observar el brillo divertido en los ojos de Yunho, Jaejoong se preguntó cómo alguien tan serio podía tener una naturaleza tan juguetona cuando se trataba de sexo. 

—¿De verdad esperas que yo...? 

—Aja. —Yunho se apoyó en el fregadero y se cruzó de brazos, esperando. 

Una ardiente llamarada de excitación atravesó el cuerpo de Jaejoong al ver el deseo en los ojos de Yunho. No estaba seguro de estar preparado para otro encuentro sexual con él, pero por otra parte... ¿qué daño podía hacerle jugar un rato? La humedad de su camisa le recordó que llevaba toda la mañana trabajando y que estaba sucio. Aunque por otro lado, él también lo estaba y, después de todo, sólo retozarían un poco. Entonces ¿qué importaba lo demás? 

Lo miró por encima del hombro con un gesto altivo. 

—No acostumbro a utilizar mi cuerpo como moneda de cambio. Es ofensivo. 

—Siento que pienses así. —Sacó las llaves del bolsillo y, con exagerada inocencia, las lanzó al aire y las cogió con la mano. 

La suave piel de los pezones de Jaejoong se erizó bajo la húmeda camisa y se le pusieron como guijarros. Sintió una especie de electricidad cruzar por su entrepierna. 

—¿De verdad te gustaría que hiciera algo así? 

—Cariño, me encantaría. 

Conteniendo una sonrisa, Jaejoong se desabrochó lentamente el botón del jeans. 

—Está bien, pero sólo una miradita. —Una vocecilla interior le dijo que estaba jugando con fuego, pero la ignoró. 

—Con una miradita conseguirás la llave de la puerta, pero no la del contacto. 

Jaejoong bajó un poco el trozo de tela. 

—¿Qué tendría que hacer para conseguir la llave del contacto?

—¿Llevas Bóxer? 

—Sí.

—Pues, quitártelo. 

Jaejoong sabía que debería poner fin al juego en ese momento, pero siguió bajando el jeans, casi por sus rodillas.

—Bueno, supongo que como eres el responsable de la camioneta, es normal que pongas tú las reglas. 

Se tomó su tiempo mientras sacaba el jeans. Cuando estuvo sólo en bóxer, agarró el elástico de su ropa interior y jugueteó con él, tomándole el pelo, aunque sabía que lo estaba provocando. 

—Quizá debería pensármelo un poco más. 

—No hagas que me ponga duro. —El ronco susurro de Yunho no era amenazador, pero hizo que Jaejoong se pusiera a temblar. 

—Ya que te pones así... — inclinó un poco su cabeza, mirando lo que había en el interior de su bóxer azul. 

—Quítatelo también. 

Jaejoong se acarició por fuera con la mano, pero no lo abrió. 

—Haz lo que te digo y nadie resultara herido. 

Jaejoong no pudo ocultar una sonrisa mientras deslizaba la tela azul por sus piernas. Se desprendió lentamente de lo que le cubría su miembro y se exhibió ante él con descarado atrevimiento.

—Eres precioso. —El susurrante cumplido de Yunho lo hizo sentir el hombre más bello del mundo. 

—¿Lo bastante para que me des la llave del contacto? 

—Lo suficiente para que te dé toda la puta camioneta. 

En dos pasos lo tomó entre sus brazos. Yunho bajó la cabeza con rapidez y le cubrió la boca con la suya, y Jaejoong sintió que el mundo comenzaba a girar como un loco carrusel. Lo agarró por las caderas y lo alzó lo justo para rozarlo contra las suyas. Jaejoong lo sintió duro y exigente, y supo que el tiempo de jugar había terminado. 

La sangre rugió ardiente y necesitada en las venas de Jaejoong. Separó los labios para que la lengua de Yunho penetrara en su boca mientras él lo cogía en brazos y lo llevaba a la cama donde lo dejó caer sin ningún miramiento. 

—Estoy sucio y sudado. 

—Yo también, así que no hay problema. —Con un rápido movimiento Yunho se quitó la manchada camiseta por la cabeza. —Vas demasiado vestido para mi gusto. 

Jaejoong se deshizo de los zapatos y se sacó la camiseta, pero al parecer no con la suficiente rapidez para Yunho. 

—¿Por qué tardas tanto? —En unos instantes Yunho le había arrancado la ropa para dejarlo tan desnudo como él. 

Los ojos de Jaejoong recorrieron el cuerpo de su marido, los músculos marcados, la piel blanquecina y en su pecho resaltaba la medalla esmaltada. Tenía que preguntarle por ella. Tenía que preguntarle muchas cosas. 

Cuando Yunho se dejó caer junto a él, Jaejoong inhaló el carnal olor a sudor, producto del trabajo duro, y se preguntó por qué no se sentía asqueado. Lo primitivo de aquel encuentro lo excitaba de una manera que nunca hubiera creído posible. El desenfreno que sentía lo hacía avergonzarse. 

—T-tengo que ducharme. 

—Después. —Yunho cogió un condón del cajón de la mesilla, lo abrió y se lo puso. 

—Pero estoy muy sucio. 

Él le separó las rodillas. 

—Quiero que disfrutes, Jaejoong. 

Jaejoong gimió después de la rápida y desesperada preparación de su entrada y le mordió el hombro cuando entró en él. Su piel le supo a sal y a sudor; lo mismo que él saboreaba en sus pezones. Se le puso un nudo en la garganta. 

—De verdad, Yunho, tengo que ducharme. 

—Después.

—Oh, Dios mío, ¿qué me estás haciendo? 

—¿Te gusta? 

—¿Te gusta a ti? 

—Sí. ¿Quieres más? 

—Sí, oh, sí. 

Olores y sabores. Caricias. Sudor y fuerza bajo las palmas de las manos de Jaejoong mientras Yunho embestía una y otra vez. 

A Jaejoong se le pegó el pelo  en un ojo y una brizna de paja le hizo cosquillas en el cuello. Yunho lo tomó con fuerza del trasero mientras seguía penetrándolo  y lo puso sobre su cuerpo, manchándole el costado con la grasa del brazo. Le aferró los muslos con las manos y lo alzó sobre él.

—Móntame. 

Jaejoong lo hizo. Se arqueó y bajó con rapidez, moviéndose como le dictaba su instinto, e hizo una mueca de dolor al intentar albergarle en su cuerpo.

—Más despacio, cariño. No voy a ir a ningún sitio. 

—No puedo. —Lo miró a través de una neblina de dolor y deseo y vio la cara de Yunho cubierta de sudor con los labios apretados y pálidos. La suciedad oscurecía esos rudos pómulos eslavos y tenía un poco de paja en su pelo. El sudor se deslizaba en el pecho de Jaejoong. Volvió a descender sobre él y soltó un jadeo de dolor. 

—Así no, cariño. Shhh... más despacio. 

Yunho le deslizó las manos por la espalda y lo atrajo hacia él, apretándole los pezones contra su torso, enseñándole a encontrar un nuevo ritmo.

Jaejoong lo abrazó con los muslos y la medalla esmaltada le arañó la piel. Se movió sobre el cuerpo de su esposo. Lentamente al principio, contoneándose después adorando la sensación de tener el control, de dictar el compás y la profundidad. Ahora ya no había dolor, sólo placer. 

Yunho le aferró las nalgas, pero dejó que siguiera a su ritmo. Jaejoong sabía por la tensión de esos duros músculos que a él le costaba renunciar al control. Yunho le mordió en la clavícula, sin hacerle daño; como si quisiera utilizar otra parte de su cuerpo para sentirlo. 

Jaejoong se entregó en medio del sudor y el olor almizcleño. Yunho emitió unos sonidos incoherentes y él respondió en el mismo lenguaje. Olvidaron cualquier rastro de civilización, regresando a la selva, a la caverna, al mundo primitivo; a un momento suspendido en el tiempo en el que recordaron el origen de la creación.

Jaejoong dejó la cama en cuanto pudo y se metió en el cuarto de baño. Mientras el agua caía sobre su cuerpo se estremeció por esa desconocida y salvaje parte de sí mismo ¿Era sagrado o profano? ¿Cómo podía entregarse de esa manera a un hombre al que no amaba? Aquella pregunta lo atormentaba.

Cuando salió del baño envuelto en una toalla, con la piel limpia y el alma confusa, Yunho estaba apoyado en el fregadero. Se había vuelto a poner los vaqueros sucios y sostenía una cerveza en la mano. 

Lo miró fijamente y frunció el ceño. 

—Vas a complicarlo todo, ¿verdad? 

Jaejoong cogió ropa limpia del cajón y le dio la espalda para vestirse. 

—No sé a qué te refieres.

—Lo veo en tu cara. Estás dándole vueltas a lo que acaba de ocurrir. 

—¿Y tú no? 

—¿Por qué iba a hacerlo? Es sólo sexo, Jaejoong. Es divertido y ardiente. Y no hace falta enredarlo más. 

Jaejoong señaló la cama con la cabeza. —¿Te ha parecido algo sencillo?

—Ha estado bien. Eso es todo lo que importa. 

Jaejoong se subió la cremallera de los pantalones cortos y se puso unas zapatillas. 

—Te has acostado con muchos hombres, ¿verdad? 

—No de manera indiscriminada, si es eso lo que quieres decir. 

—¿Ha sido así siempre? 

Yunho vaciló.  —No. 

Por un momento, desapareció parte de la tensión de Jaejoong. 

—Me alegro. Quiero que signifique algo.  

—Lo único que significa es que, aunque nos cueste comunicarnos a nivel mental, nuestros cuerpos no encuentran ninguna dificultad para hacerlo. 

—No creo que sea tan sencillo. 

—Para mí sí. 

—La tierra se ha movido —dijo Jaejoong suavemente. —Es algo más que dos cuerpos que se atraen. 

—A veces sucede, a veces no. A nosotros nos pasa y punto. 

—¿De verdad crees eso?

—Jaejoong, escúchame. Si comienzas a imaginar cosas que no van a ocurrir, lo único que conseguirás es salir herido.

—No sé lo que quieres decir. 

Yunho lo miró fijamente a los ojos y Jaejoong sintió como si estuviera mirándole el alma. 

—No voy a enamorarme de ti, cariño. No ocurrirá. Me importas, pero no te amo. 

Cómo herían esas palabras. ¿De verdad era amor lo que quería de él? Ciertamente, lo deseaba. Lo respetaba. ¿Pero cómo era posible llegar a amar a alguien que sentía tan poco aprecio por él? En lo más profundo de su alma sabía que a él le resultaría muy difícil amar a un hombre como Jung Yunho. Él necesitaba a alguien tan terco y arrogante como él, alguien obstinado e imposible de intimidar, una mujer u hombre que no se echara a temblar ante todos esos oscuros ceños y que le respondiera de la misma manera. Una mujer u hombre que se sintiera como en casa en el circo, que no temiera a los animales ni el trabajo agotador. Necesitaba a Sully. 

Los celos lo inundaron. Aunque reconocía la lógica de que Yunho y Sully eran perfectos el uno para el otro, su corazón rechazaba la idea. 

Vivir con él le había enseñado algo de orgullo, y Jaejoong irguió la cabeza.

—Lo creas o no, no me he pasado todo el tiempo pensando en cómo voy a conseguir que te enamores de mí. —Cogió la cesta de ropa que se iba a llevar a la lavandería. —De hecho, no quiero tu amor. Lo que sí quiero son las llaves de la maldita camioneta. 

Las cogió del mostrador y salió corriendo hacia la puerta. Él se movió con rapidez para bloquearle el paso. Yunho le quitó la cesta de las manos.

—No pretendo hacerte daño, Jaejoong —dijo. —Me importas. No quería que fuera así, pero no puedo evitarlo. Eres dulce y gracioso, y me encanta mirarte. 

—¿De veras? 

—Aja. 

Jaejoong alargó la mano para limpiarle con el pulgar una mancha del pómulo. 

—Bueno, a pesar de que eres un hombre con muy mal genio, también me gusta mirarte. 

—Me alegro. 

Jaejoong sonrió e intentó coger de nuevo la cesta de la ropa sucia, pero él no se la dio. 

—Antes de que te vayas... Sully y yo hemos hablado. A partir de ahora tendrás una nueva tarea. 

Jaejoong lo miró con cautela. —Ya estoy ayudando con los elefantes y con las fieras. No creo que tenga tiempo para hacer nada más. 

—A partir de ahora, ya no te encargarás de los elefantes, y Trey se hará cargo de la casa de fieras. 

—Los animales son responsabilidad mía. 

—Bien. Puedes supervisarlo si quieres. El hecho es, Jaejoong, que le gustas al público y Sully quiere aprovecharse de ello. Actuarás conmigo. —Jaejoong clavó los ojos en él. —Comenzaré a entrenarte mañana.

Jaejoong se dio cuenta de que le rehuía la mirada. 

—¿Entrenarme para que haga qué? 

—Tu trabajo consistirá en estar quieto y hermoso.

—¿Y qué más? 

—Tendrás que ayudarme. No será difícil.

—Ayudarte. ¿A qué te refieres con eso de ayudarte? 

—Sólo eso. Lo hablaremos mañana. 

—Dímelo ahora. 

—Sostendrás algunas cosas, eso es todo. 

—¿Sostenerlas? —Jaejoong tragó saliva. —¿Las arrancarás de mi mano? 

—De tu mano —Yunho hizo una pausa, —de tu boca. 

Jaejoong palideció. 

—¿De mi boca? 

—Es un truco fácil. Lo he hecho centenares de veces, y no debes preocuparte de nada. —Yunho abrió la puerta y le puso la cesta en los brazos. —Si quieres pasarte por la biblioteca, será mejor que te vayas ya. Te veré más tarde.

Con un suave empujón lo echó afuera. Jaejoong se dio La vuelta para decirle que de ninguna manera pensaba actuar en la pista central con él, pero Yunho le cerró la puerta en las narices antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.

21 comentarios:

  1. ;( yunho a veces me dan ganas de golpearte es que no es dificil amar a jae no se.porque te cierras a esa posibilidad porque aunque jae lo niegue a el no se le dificultaria amar a yunho, y a ver ai decide actuar con yunho o si se niega omgsun esto se pone cada vez mas interesante. Gracias! ^^

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  2. pucha yunho por que eres a si con jae que rabia ,gracias por el capitulo

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  3. esos dos son taaaan pasionales ashdfahsdfj aunque por que Yunnie no quiere enamorarse de JJ??¡¡ POR QUE??¡¡ que le abra pasado?? pobre jj tan ilusionado que ya esta pero no se ha dado cuenta u_u aunque es muy bu ena la logica de Yunho "aunque nuestras mentes no puedan comunicarse nuestros cuerpos si pueden" jajajaja pues que disfruten xD

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  4. Pues aunque no quieras enamorarte Yunho ya lo estas, empezaste por la admiración que ya le tienes a Jae por lo que ha tenido que hacer y no dejarlo a medias y si sigues así lo harás a sufrir y tu también sufrirás por ser tan obstinado.

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  5. aunque yunho diga que no se va a enamorar de jaejoong igual se va a terminar enamorando de el ... bueno eso espero (^u^)

    y ahora como le va ir a jae para su presentación si no le gustan los látigos ?

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  6. Yunho!!!como no te das cuenta de que amas a jae!!!Grrr toooonto

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  7. No le creas a Sully, Yunho!, noq uiero que funcione su plan que tiene en mente, aunque no se cual es, con el hecho de saber que quiere hacer daño a Jae y separarlo de Yunho ya la odio.....Yunho ábrete a Jae el te gusta y hasta me atrevo a decir que mas que eso

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  8. … fueron muy apasionadossss^_^ yunho enserio hay ocaciones que olvidas rener un poco de tacto… .jae jae esperemos que las cosas salgan bien *-*

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  9. me encanta cuando están juntos~ pero me dolio que le dijera que no se enamoraría de el~ u.u

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  10. Otro capi que meencato auqneu tuvo de todo pasión, desilución argg pobre jae aunque no creo que sully sea la mejor opción para yunho y por otro lado como hará jae su nuevo trabajo? y de que se tratará kya ya quiero saber XD

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  11. Omo Yunho no tenias que decirle eso a Jae, pero aunque el no quiero admitirlo quiere a Jae aunque el diga que el no se enamorara de el, como e ira en su nuevo trabajo si Jae le tiene mucho miedo a los látigos????

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  12. este Yunho es muy orgulloso y le dice cada cosa a Jae que terminará arrepintiéndose.
    odio a Sully

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  13. hay yunho estas haciendo cosas de las cuales luego te bvas a arrepentir

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  14. yunho idiota!! ..como que me imporats pero no te amo...simplemente xq no puede aceptarlo ..no solo es atraccion ..es amor ..estan tan ciegos..ninguno de los dos quiere expresarlo abiertamente ...al menos jae un poco ..pero yunnie.."!#!"$#$%"...te vas arrepentir si llega alguien y te lo quita =P

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  15. agrrrrrrr yunho lo volviste a cagar ahhhh que no entiendes como se siente jae...
    Gracias por el cap^^

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  16. AJAJAJAJAJAJAJAJJA POBRE YUNHO SE ESCAQUIO POR AHORA DE LA RESPONSABILIDAD DE DECIRLE A JAE LO DEL LATIGO X'D que malo!! me ha encantado muchas gracias!

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  17. me molesta esa sully quiere que jae participe por que a de saber que pondrá nervioso a yunho pues como es su esposo el estará nervioso y esa quiere que lo lastime si sale algo mal por los nervios de yunho
    y yunho no entiendo por que no lo puede amar si jae es lindo y todos lo aman
    mmmmmmmmmmm para mi que yunho también lo ama y no se da cuenta de ello toda vía

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  18. Creo que Jae ya tiene suficiente con lo que le hizo Krystal como para que venga Sully y también quiera comenzar con esas tontadas, JJ no le hace daño a nadie :'(
    Presiento que Yunho se va a terminar enamorando de Jae pero va a hacer algo de lo que se va a arrepentir por todos esos pensamientos de "no me voy a enamorar de ti" "no quiero tener hijos" Luego que no.ande llorando cuando le quiten a Jae :)

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  19. Cuando no los celos trae lo malo de las personas pero encambio a sully ella ya era asi de amargada y resentida por otro lado estos dos no pueden dejar las manos tranquilas se ponen muy hot hay Yunho pero quien no amaría a ese angelito

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  20. Como siempre por jodido obstinado Yunhoo va hacer sufrir a mi ángel ,ya lo ama pero no lo va aceptar fácilmente babo.....gracias

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  21. Que a caso Yunho se compró un manual de cómo ser un total inbecil y el set completo de idiota terco enamorado o qué?? Después de hacer que Jae pierda el suelo le dice todo eso??? De verdad que dan ganas de soltarle todas las palabrotas que le tengo guardadas...que lo proteja si, pero de él y su afán de hacerlo sentir idiota.

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