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sábado, 22 de marzo de 2014

Capítulo 13


Yunho volvió a dirigirle la palabra cuando llegaron al nuevo recinto. Cuando bajó de la camioneta y empezó a desenganchar la caravana, le dijo a Jaejoong que no volvería a trabajar con los animales. Que debía dedicarse a cosas más ligeras, como ordenar el vestuario y, claro está, aparecer en el desfile todas las noches.

Él lo miró con el ceño fruncido. 

—Pensaba que te alegraría no tener que trabajar tan duro —dijo él. —¿Qué es lo que te parece mal ahora? 

—¿Por qué has esperado hasta esta mañana para aligerar mis tareas? 

—Por ninguna razón en particular. 

—¿Seguro? 

—Déjate de rodeos y dime qué estás pensando. 

—Me siento como un prostituto a el que están pagando por los servicios prestados.

—Vaya ridiculez. Había tomado la decisión antes de que nos acostáramos juntos. Además, quién dice que tendría que pagarte. Creo sin duda alguna que mi actuación fue buenísima. 

Jaejoong no picó el anzuelo. 

—Dije que me ocuparía de las fieras y eso es lo que haré. 

—Y yo te digo que no tienes por qué hacerlo. 

—Y yo digo que quiero hacerlo. —Era cierto. Tras su experiencia con los elefantes, sabía que sería un trabajo duro, pero no podía ser peor de lo que ya había sido.

Había sobrevivido. Había recogido estiércol hasta que le salieron ampollas en las manos, había transportado pesadas carretillas y había sido golpeado por malhumorados elefantitos. Se había enfrentado al miedo y todavía seguía en pie —magullado, tal vez— pero con la cabeza bien alta.

Él lo miró con una mezcla de incredulidad y algo que casi parecía admiración, aunque Jaejoong sabía que no podía ser eso. 

—¿Por qué no me haces caso y dejas correr el tema? 

Jaejoong se mordisqueó el labio inferior y frunció el ceño. —Mira, no sé qué me deparará el futuro, me limito a vivir el día a día. Ahora mismo lo único que tengo claro es que tengo que hacerlo. 

—Jaejoong, es demasiado trabajo. 

—Lo sé. —Sonrió. —Por eso tengo que hacerlo. 

Yunho lo observó un buen rato y luego, para sorpresa de Jaejoong, inclinó la cabeza y lo besó. Allí mismo, en mitad del recinto, con todos yendo de un lado para otro, con Brady y sus hijos ensayando sus saltos acrobáticos y Krystal haciendo equilibrios a su lado. En medio de todo eso le dio un beso largo y profundo. 

Cuando se separaron, Jaejoong se sentía débil y jadeante. Él levantó la cabeza y miró a su alrededor. Jaejoong esperaba que se sintiera avergonzado por aquella exhibición pública, pero no lo parecía. Quizás intentaba compensar el incidente de la fiesta sorpresa, o tal vez sus motivaciones fueran más complicadas, pero, sin importar cuál fuera la razón, había dejado claro a todo el que quisiera mirar que él significaba algo para él.

Jaejoong tuvo poco tiempo para pensar en el tema cuando emprendió sus tareas en la casa de fieras. Poco después apareció un joven llamado Trey Skinner que dijo que Yunho le había enviado para ayudarlo con el trabajo más pesado. Jaejoong le mandó poner la jaula de Sinjun a la sombra y meter dentro un poco de heno, después le dijo que podía marcharse. 

Por suerte, Lollipop no intentó escupirle de nuevo, pero aun así Jaejoong se mantuvo alejado de la llama. Además de Lollipop, Sinjun y Chester, en la casa de fieras también había un leopardo llamado Fred, un buitre con las alas cortadas y una gorila. Había también una boa, pero, para alivio de Jaejoong, la serpiente se había convertido en la mascota de Jia y vivía en su caravana cuando no estaba en la exhibición.

Siguiendo las escuetas instrucciones de Digger, Jaejoong alimentó a los animales y después comenzó a limpiar las jaulas, empezando por la de Sinjun. El tigre lo miraba con aire condescendiente cuando comenzó a remojarlo con la manguera, como si le estuviera otorgando el privilegio de servirlo. 

—No me gustas —murmuró Jaejoong empapándolo de agua. 

«Mentiroso.» 

Jaejoong casi dejó caer la manguera. 

—Deja de hacer eso —siseó. —Deja de meterte en mi mente. 

El tigre bostezó y se estiró bajo el chorro de agua, haciéndolo sentir increíblemente tonto. 

Cuando terminó de duchar a Sinjun, volvió a la carpa y miró a la gorila que recibía el nombre de Glenna y ocupaba la jaula de la esquina. Sus ojos color chocolate parecían tristes y le sostuvieron la mirada cuando lo observó a través de los barrotes oxidados de aquella vieja jaula que parecía demasiado pequeña para ella. Algo en la tranquila resignación del animal enterneció a Jaejoong, que se acercó a la jaula. 

Glenna se sentó, observándolo en silencio, estudiando a uno más de los cientos de humanos que pasaba cada día por su jaula. Jaejoong se detuvo y esperó. De alguna manera sentía que tenía que obtener el permiso de Glenna para poder acercarse más, como si en este pequeño acto la gorila tuviera voz y voto.

Glenna se acercó a la parte delantera de la jaula y lo observó. Lentamente el animal levantó el brazo y lo metió entre los barrotes. Jaejoong lo miró y se dio cuenta de que la gorila trataba de darle la mano. 

Glenna esperó pacientemente, con la mano tendida hacia él. A Jaejoong se le aceleró el corazón. Si apenas se atrevía a acariciar a un gatito, ni hablar de tocar a un animal salvaje. Quiso darse la vuelta, pero el animal parecía tan humano que ignorar su gesto hubiera sido imperdonable, y se acercó vacilante hacía ella.

Glenna se mantuvo inmóvil con la palma hacia arriba. Con gran renuencia, Jaejoong extendió la mano y tocó cautelosamente la punta del dedo de Glenna con su dedo índice. Era blanda y suave. Sintiéndose un poco más valiente, deslizó el dedo sobre el de la gorila. Glenna cerró los ojos y suspiró con suavidad.

Jaejoong se quedó allí un rato, acariciándole la mano, y sintiendo como si le hubiera encontrado sentido a su vida. 

Según transcurrió la mañana, se multiplicaron las dudas de Jaejoong sobre el cuidado correcto de los animales. Varias veces acudió a Digger para pedir consejo sobre piensos y rutinas diarias y, cada vez que se acercaba, Tater le daba un golpe con la trompa como si fuera el matón del patio. 

Digger respondió a las preguntas a regañadientes, por lo que Jaejoong supuso que todavía estaba molesto por lo ocurrido el día anterior. La segunda vez que se acercó a preguntarle ese día, él escupió cerca de la deportiva de él.

—No tengo tiempo para más preguntas, señorito. No quiero que nadie piense que no hago mi trabajo. 

—Digger, no dije que no hicieras tu trabajo. Sólo estaba preocupado por las condiciones en las que se encontraban los animales de la casa de fieras. —Jaejoong se preguntó para sus adentros si Digger conocería realmente la manera correcta de tratar a los animales de la exposición. Digger estaba loco por los elefantes, pero los demás le traían sin cuidado. Lo cierto es que el hombre no sabía que a los tigres les gustaba el agua. Jaejoong decidió informarse en su tiempo libre. 

Los legañosos ojos del anciano estaban llenos de resentimiento. 

—Llevo cincuenta años cuidando animales. ¿Cuánto llevas tú? 

—Sólo dos semanas. Por eso necesito tu consejo. 

—No tengo tiempo para hablar. Tengo demasiado trabajo que hacer. —El hombre miró por encima del hombro de Jaejoong y esbozó una amplia sonrisa que dejó al descubierto sus dientes amarillentos y los huecos de los que le faltaban. El joven se dio cuenta demasiado tarde de cuál era la fuente de su diversión. Tater se había acercado a él a hurtadillas.

«¡Zas!» 

Jaejoong sintió como si le hubieran golpeado en el pecho con una alfombra enrollada. Sin nada a lo que aferrarse, patinó por el suelo antes de tropezar con un fardo de heno. Cayó de lado sobre el estiércol golpeándose la cadera y el dolor le atravesó el cuerpo de arriba abajo. La risa cascada de Digger resonó en sus oídos. Jaejoong levantó la cabeza justo a tiempo de ver en los ojos de Tater una expresión que se parecía muchísimo a una sonrisa de satisfacción. 

Jaejoong comenzó a ver rojo. ¡Ya había tenido suficiente! 

Ignorando el dolor de la pierna y de la cadera, se puso bruscamente en pie y se plantó delante del elefantito meneando el puño ante sus narices.

—¡No vuelvas a hacerlo! ¡Jamás! ¿Me has oído? 

El elefante retrocedió torpemente mientras él avanzaba hacia él. 

—Eres bruto, sucio y malo. ¡Y la próxima vez que me tires, lo lamentarás! ¡No dejaré que sigas abusando de mí! ¿Me has entendido? 

Tater soltó un gemido lastimoso y agachó la cabeza, pero ya se había pasado demasiado con él y Jaejoong no se ablandó. Olvidando su aversión a tocar animales, le clavó el dedo índice en la trompa. 

—¡Si quieres mi atención, compórtate como es debido! ¡Pero no vuelvas a golpearme! 

Él encogió la trompa y plegó una de sus orejas. Jaejoong se irguió en toda su estatura. 

—¿Nos entendemos o no? 

Tater levantó la cabeza y le dio una cabezadita en el hombro. Jaejoong se cruzó de brazos, rechazando aquella oferta de reconciliación. 

—No puedo olvidar lo que has hecho. 

Él le dio otro empujoncito con la cabeza, con esos melancólicos ojos oscuros. Jaejoong se hizo el fuerte ante la mirada que él le brindaba tras las rizadas pestañas. 

—Lo siento, pero te va a llevar tu tiempo. Tienes que hacerme olvidar muchas cosas. Ahora si me perdonas, tengo que volver a la casa de fieras. —Se giró para marcharse.

Tater gimió. Desconsolado. Triste. Como un niño que hubiera perdido a su madre. 

Jaejoong aminoró el paso y se le rompió el corazón cuando vio al desolado elefantito con las orejas caídas y los oscuros ojos tristes. Arrastraba la pequeña trompa por el suelo manchándola de tierra.

—Tú te lo has buscado —señaló.

El animal soltó un gemido plañidero. 

—Yo intenté ser simpático.

Otro gemido patético. Y luego, para asombro de Jaejoong, vio que comenzaban a caerle lágrimas de los ojos. Digger le había dicho que los elefantes eran uno de los animales más sentimentales que existían y que además lloraban, pero no le había creído. Ahora, mientras observaba resbalar las lágrimas por la arrugada piel de Tater, se evaporó todo su resentimiento.

Por segunda vez en el día, ignoró la aversión que sentía a acariciar animales. Tendió la mano y acarició la trompa de Tater. 

—Eso no vale. Eres tan llorón como yo.

Él levantó la cabeza y dio unos pasos vacilantes hacia Jaejoong. Cuando estuvo a su lado se paró como si quisiera pedir permiso antes de restregarle la cabeza contra el hombro. 

Una vez más casi lo arrojó al suelo, pero esta vez el gesto había sido cariñoso. Jaejoong le acarició la frente. 

—No pienses que te perdono porque soy un debilucho. Tienes que mejorar tus modales o todo habrá terminado entre nosotros.

Él se frotó contra Jaejoong con la misma suavidad que un patito. 

—Nada de golpes. Nada de trucos. 

Tater dejó salir un suave suspiro y Jaejoong se rindió. 

—Eres un bebé tonto. 

Mientras Jaejoong perdía el corazón por el elefante, Yunho estaba en la puerta trasera del circo, observando lo sucedido. Vio cómo el elefante curvaba la trompa en torno al brazo de su esposo y sonrió. Lo supiera Jaejoong o no, acababa de hacer un amigo para toda la vida. Se rio entre dientes y se encaminó hacia el vagón rojo. 

Krystal nunca se había sentido tan desdichada. Sentada en la mesa de cocina de la Airstream de su padre, clavó la mirada en los deberes de la escuela, pero lo escrito en la página no captaba su atención. Como los demás niños del circo, recibía lecciones por correspondencia a través de la Calvert School de Baltimore, un lugar especializado en enseñar a los niños que no podían ir a la escuela. Cada pocas semanas llegaba un grueso paquete con libros, cuadernos y exámenes. 

Sully se había acostumbrado a supervisar la tarea escolar de Krystal, pero la educación de la mujer no había sido demasiado buena y no había mucho que pudiera hacer excepto comprobar los exámenes. Krystal tenía dificultades con la geografía y había suspendido lengua inglesa. 

En ese momento apartó el libro y miró el cuaderno de apuntes que había debajo, donde había garabateado algunos nombres. «Señora de Jung Yunho. Jung Krystal.» 

«Mierda.» ¿Porque él lo había permitido? ¿Por qué Yunho había dejado que Jaejoong lo besara de esa manera delante de todo el mundo? Krystal había querido morirse al presenciar ese beso. Odiaba a Jaejoong, y lo mejor que le había ocurrido esas dos semanas había sido verlo sucio y cubierto de mierda. Era lo que se merecía, estar cubierto de mierda. 

Más de una vez, Krystal había intentado aliviar la culpa que sentía por lo que le había hecho a Jaejoong diciéndose a sí misma que se lo merecía. Que allí no había sitio para él. Que no encajaba en el circo. Y que nunca debería haberse casado con Yunho. Que Yunho era suyo. 

Se había enamorado de él hacía seis semanas, la primera vez que lo vio. Al contrario que su padre, Yunho siempre tenía tiempo para hablar con ella. No le importaba pasar el rato con ella e incluso, antes de que llegara Jaejoong, había dejado que lo acompañara a hacer algunos recados. Una vez, en Jacksonville, habían ido juntos a una sala de exposiciones y le había explicado cosas sobre los cuadros. También la había invitado a hablar sobre su madre y en dos ocasiones la había consolado por algo que le había dicho su terco padre. 

Pero a pesar de lo mucho que lo amaba, Krystal sabía que aún la veía como una niña. Últimamente había estado pensando en que tal vez, si él se hubiera dado cuenta de que era una mujer, la habría mirado de forma diferente y no se habría casado con Jaejoong. 

De nuevo sintió que le invadía la culpa. No había planeado coger ese dinero y esconderlo en la maleta de Jaejoong, pero había entrado en el vagón rojo y Jaejoong estaba ocupado con aquella llamada telefónica. El cajón de la recaudación estaba abierto y, simplemente, había ocurrido. 

Estaba mal, pero no dejaba de decirse a sí misma que no era tan grave como parecía. Yunho no amaba a Jaejoong, hasta Sully lo decía. Jaejoong cargaría con la culpa del delito y él se desharía de él ahora en vez de más adelante. 

Pero el beso que había presenciado esa mañana le decía que Jaejoong no iba a dejarlo escapar con tanta facilidad. Krystal todavía no podía creerse la manera en que se había abalanzado sobre él. ¡Yunho no lo necesitaba! No necesitaba a Jaejoong cuando podía tenerla a ella. 

¿Pero cómo iba a saber él lo que ella sentía si nunca se lo había dicho? Apartó los libros a un lado y se levantó de un salto. No podía soportarlo más. Tenía que hacerle entender que ya no era una niña. Tenía que hacerle entender que no necesitaba a Jaejoong. 

Sin darse tiempo a pensarlo dos veces, salió rápidamente de la caravana y se encaminó al vagón rojo. 

Yunho levantó la vista del escritorio cuando entró Krystal. La jovencita llevaba metidos los pulgares dentro de los bolsillos de unos pantalones cortos de cuadros, que quedaban casi cubiertos por completo por una enorme camiseta blanca. Se la veía pálida e infeliz, como un hada con las alas cortadas. Sintió pena por ella. La trataban de una manera muy dura, pero a pesar de eso seguía luchando y a él le gustaba que lo hiciera.

—¿Qué te pasa, cariño?

Ella no le respondió. En vez de eso deambuló por la caravana, tocando el brazo del sofá o cogiendo un archivador. Yunho vio una imperceptible mancha naranja en la mejilla, donde había intentado tapar una espinilla, y sintió un atisbo de ternura. Algún día, muy pronto, Krystal se convertiría en una auténtica belleza. 

—¿Problemas? 

Ella levantó la cabeza de golpe.

—No.

—Bien. 

Krystal tragó saliva y se aclaró la garganta. 

—Es sólo que pensé que tal vez quisieras saber... —La jovencita inclinó la cabeza y comenzó a mordisquearse una uña ya comida. 

—¿Saber qué? 

—Vi lo que Jaejoong te ha hecho hoy —dijo Krystal con rapidez. —Sólo quiero que sepas que sé que no puedes evitarlo y todo eso.

—¿Y qué me hizo Jaejoong? 

—Ya sabes a qué me refiero. 

—Pues me temo que no.

—Ya sabes —ella clavó la vista en un punto sobre la mesa. —Te ha besado donde todos podían verlo y todo eso. Te ha humillado.

Tal y como Yunho lo recordaba, había sido él quien lo había besado. No le gustaba la manera en la que todos miraban el vientre de su esposo y contaban los meses con los dedos. Tampoco le gustaba la manera en que lo ridiculizaban a sus espaldas, en especial cuando sabía que él tenía la culpa. 

—No sé qué tiene que ver eso contigo, Krystal.

Ella se agarró las manos y habló atropelladamente. 

—Todos saben lo que sientes por él y todo eso. Que no te gusta. Y cuando mi padre me dijo que no estaba embarazado ni nada, no pude entender por qué le casaste con él. Luego recordé que los hombres se vuelven locos si tienen un chico/acerca y no pueden... ya sabes... mantener relaciones con ellos, pero a veces les dicen que no conseguirán nada a menos que se casen con ellos. Así que me imaginé que fue por esa razón por la que te casaste con él. Pero lo que quiero decir es que... si quieres que se vaya y todo eso... 

Por primera vez desde que comenzó su acalorada perorata, lo miró directamente a los ojos y él vio desesperación en ellos. Krystal hizo una mueca y soltó a borbotones el resto de las palabras. 

—Sé qué piensas que soy una niña, pero no lo soy. Tengo dieciséis años. Puede que no sea tan bonita como Jaejoong, pero ya soy una mujer y puedo hacer que... te dejaría mantener relaciones sexuales conmigo y todo eso, así no tendrías que hacerlo con él. 

Yunho se quedó pasmado y no supo qué decir. Krystal se había puesto colorada como un tomate —probablemente igual que él— y no hacía otra cosa que mirar el suelo. 

Él se puso en pie lentamente. Se había enfrentado a sucios borrachos y camioneros con navajas, pero nunca a nada semejante. Krystal había confundido su amistad con otra cosa y tenía que aclararlo de inmediato. 

—Krystal... —Yunho se aclaró la garganta y rodeó el escritorio. Cuando se detuvo, Jaejoong apareció en la puerta detrás de Krystal, pero la adolescente estaba tan absorta en lo que había dicho que no se dio cuenta. Jaejoong debió de notar que estaba ocurriendo algo importante porque se detuvo y esperó.

—Krystal, cuando una jovencita se encapricha... 

—¡No es un encaprichamiento! —Krystal levantó la cabeza con los ojos suplicantes y llorosos. —Me enamoré de ti a primera vista, y creía que quizá tú también me querías, pero que, como era tan joven y todo eso, no te decidías a dar el primer paso. Por eso he venido a decírtelo. 

Yunho deseó que Jaejoong le echara una mano, pero él seguía inmóvil y en silencio, asimilando lo que acababa de oír. Por el bien de Krystal, él tenía que hacerle ver la realidad de la situación. 

—No me amas, Krystal.

—¡Sí te amo!

—Sólo crees que me amas. Pero eres una niña, es sólo un encaprichamiento absurdo. Lo superarás. Créeme, dentro de un par de meses los dos nos reiremos de esto. 

Krystal lo miró como si la hubiera abofeteado y Yunho se dio cuenta de que había metido la pata. La chica respiró hondo y se le llenaron los ojos de lágrimas. Pensó con consternación en cómo podría reparar el daño.

—Me gustas, Krystal, en serio. Pero sólo tienes dieciséis años. Yo soy adulto y tú eres todavía una niña. —Se dio cuenta por su expresión de que sólo estaba empeorando las cosas. Nunca se había sentido tan indefenso y le lanzó a Jaejoong una mirada suplicante. 

Para irritación de Yunho, su esposo puso los ojos en blanco, como si él fuera la persona más estúpida de la tierra. Luego se plantó delante de Krystal como un vaquero en un duelo. 

—¡Sabía que te encontraría aquí, lagarta! ¡Piensas que porque eres joven y muy guapa puedes robarme al marido sin que yo te lo impida! 

Krystal lo miró boquiabierta y dio un paso atrás. Yunho clavó los ojos en Jaejoong con incredulidad. De todas las idioteces que lo había visto hacer, y eran unas cuantas, ésta se llevaba la palma. Incluso un retrasado mental se habría dado cuenta de lo histriónico de sus palabras. 

—¡No me importa lo joven y guapa que seas! —exclamó Jaejoong. —¡No dejaré que arruines mi matrimonio! —y con aire dramático alargó el brazo y señaló la puerta con un dedo. —Ahora te sugiero que te largues de aquí antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirme. 

Krystal cerró la boca de golpe. Corrió a ciegas hacia la puerta y huyó de allí. 

Pasaron varios segundos antes de que Yunho se hundiera bruscamente en el sofá y preguntara:   

—¿La he cagado? 

Jaejoong lo miró con algo parecido a la piedad. 

—Para ser un hombre listo, no pareces tener demasiado sentido común.

23 comentarios:

  1. Woooo jaejoong reclamó y protegió lo suyo *.* bien hecho Jae ^.^

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  2. Yunho,yunho cada vez es mas encantador Y jae ni que se diga,es que hacen una hermosa pareja ;_; y krystal, era mas que obvio que sentia algo por yunho, xD aunque este nk supo manejar la situación y llego jae a defeder lo que por derecho es suyo jaja, me encanta este fic, gracias!

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  3. jajjaja mi niño a si se ase jajajaj gracias por el capitulo

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  4. Omoooo!!! ;3 este JJ se sintió ofendido por que Yunie lo estaba protegiendo después de tener sexo candente xD jajajajaja y que onda con la loca de krystal definitivamente esta loca por Yunho aunque JJ supo como manejar la situación si no que horrible hubiera sido para todos

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  5. Pues fue mejor la manera en que jaejoong la echo xD

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  6. Hay Yunho no que muy listo, y la regaste, lo bueno es que Jae te salvo de esta...

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  7. jajaja bien hecho jaejoong hay que defender lo que es tuyo XD!
    esa krystal me imagino que va a traer mucho problemas e_e

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  8. Jajaja lagarta.. Q genial!
    Se pone cada vez mejor! XD

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  9. hay Kristal acéptalo Yunho no es para ti y ya tiene a alguien que le jale las cuerdas asi que mejor supéralo...jajaja amo a Jae lo he dicho pero de verdad lo amo <3

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  10. Yunho… ..enserio no tienes tacto jajaja pero ahi esta jae para que defienda lo suyo jajajja lindos

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  11. yunho y su sutil manera de decir als cosas..!! xD

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  12. esa krystal lagartona me encanto la manera en que jae sobreactuo para defender a su macho jaja debe de limitar sus terrenos XD tengo que segir leyendo!!

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  13. Jae defendió a su marido de las insinuaciones de Krystal, sabia que ella estaba enamorada de el y cuando ella se había ido a ofrecer a Yunho no sabia que hacer pero Jae vino a su rescate, Jae ya se hizo amigo de tater y el cuida muy bien de las fieras a pesar de que les tiene miedo

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  14. kristal debe entender q yunho es de JJ ¬¬
    y q lo q ella siente es solo admiracion x yunho e,e
    waa pobre elefantitu x andar de malo jj se enojo sadasdsa ♥

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  15. me encanta la personalidad de Jae, es tan optimista y lucha contra las adversidades. la conversación con el elefantito fue tan hermosa.. y Yunho presenció todo.
    cómo defiende Jae a su matrimonio. bien hecho por él

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  16. bien jae protege lo que es tuyo
    y yunho noseas tan tonto quieres

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  17. wuaaaa jae puede escuchar los pensamientos del sinjun ....y no puedo creer lo que le dijo krystal a yunho..hasta yo me puse roja como tomate...ademas yo tambien creo creo que es un capricho ...es xq yunho fue amable y se preocupo por ella ....esta confundida...menos mal que jae ayudo a yunho...aunque algo dramatico..pero tenia que defender lo suyo...nadie destruira el matrimonio del YUNJAE~ ^^

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  18. Wooooo!!!
    Jae defendio lo que es suyo siiiiiiii
    gracias^^

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  19. Rayos hubiera sido una buena oportunidad para q krystal confesara todas sus maldades pero algo me dice q no se quedara con las manos cruzadas y buscara venganza pobre Jae :/

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  20. jaja esa chiquilla tonta no puede con jae a pesar de como lo trato y culpo de lo que el no hizo toda vía se atreve a querer quitarle el marido a jae pero jae ya se encargo de ponerla en su lugar le hubiera dado un zoquete mínimo se lo merecía por zorra

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  21. El beso que le dio Yunho a Jaejoong *u* Es lo mas bonito que Yunho pudo hacer por Jae para demostrarle a todos que el en verdad si significa algo para elc:
    ¿Pero que rayos con Krystal? Primero roba dinero, luego hace que culpen a Jae por lo que le ponen tareas duras, ¡y ahora le quiere robar a Yunho! -.-'

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  22. Yunho aveces lo quiero patear pero cuando le dio un beso delante de todos es como decir es mio y que nadie se le acerqué jejeje ....pobre peque pero el idiota de Yunho no supo como resolverlo ash pidiendo ayuda a su esposo XD

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  23. Jajaja "Lagarta" Ay no que risa, entre Jae sacando a Yunho del apuro y la reprimenda del elefantito esto se pone precioso. En verdad que esperaba que esa niña revelará la verdad del robo... Pero creo que eso no va a pasar.... Error Yunhi, Jae no hace estupideces como tú comprenderás...él está tomando el toro por los cuernos y luego bajita la mano te da tus pataditas. ese beso fue hermoso porque a Yunho en serio le nació dárselo.

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