Capítulo 12

Jaejoong jaló su largo abrigo más cerca. Se sentía expuesto, casi desnudo, y lo estaba. Había sido interesante venir con este equipo. Jaejoong sabía que iba a volarle la cabeza a Yunho.

Jaejoong llevaba un largo y muy elegante abrigo que le llegaba hasta la mitad de sus espinillas. Para el observador normal, parecía que debajo llevaba una camisa bonita y un par de pantalones. De hecho, la camisa de vestir estaba cosida en el abrigo y los pantalones comenzaban en las rodillas y colgaban de tirantes. Aparte de eso, Jaejoong no llevaba nada.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Yunho, Jaejoong respiró hondo y salió. Se acercó a la mesa de Miseon y se sentó en el borde. —Hey, Miseon, ¿está el jefe?

—Está en una reunión ahora mismo, pero debe de terminar en pocos minutos— dijo Miseon —.¿Quiere que le mande un aviso para hacerle saber que usted está aquí?

—No, voy a esperar— sonrió Jaejoong —.Pero tienes que cancelar todas sus citas para el resto de la tarde.

Miseon se echó a reír. —Lo juro, el hombre nunca hará ningún otro trabajo más.

—Pero él es feliz.

Miseon sonrió. —Sí, él lo es, más feliz que lo que lo he visto nunca, gracias a usted.

 

—Lo amo— dijo Jaejoong simplemente. Para él, no era necesaria ninguna otra explicación. Eso, más o menos, lo decía todo. Jung Yunho era su marido, el amor de su vida. Era su deber y privilegio, hacer que el hombre fuera tan feliz como pudiera.

—¿Alguna noticia acerca de su padre?

Jaejoong hizo una mueca, sintiendo su burbuja feliz desinflarse un poco.

—Lo condenaron a tres años de prisión y lo sacaron de su cargo en el Senado. Mi madre se divorció de él y huyó con su contador y todo su dinero, y mis hermanos no quieren tener nada que ver con él.

—Podría hacer al tipo más agradable— sonrió Miseon.

—Sí, eso mismo pienso yo.

—¿Qué pasó con ese detective?

Jaejoong podía escuchar el disgusto en la voz de Miseon. Se sentía más o menos de la misma forma en lo que al detective Baek Hobun concernía. Jaejoong odiaba al hombre. —Se le pidió educadamente al agradable detective la renuncia.

—¿La renuncia?— exclamó Miseon —.¿Eso es todo? ¿Después de lo que hizo?

Jaejoong se encogió de hombros. —Argumentó que los golpes físicos fueron porque Yunho se resistió al arresto y trató de interferir con sus deberes como oficial de policía. Los otros dos policías lo apoyaron en eso.

—¿Y su pequeño comentario a la gente en la celda acerca de Yunho?

—Nada que pudiera probarse— dijo Jaejoong. Sintió que su enojo por la situación de hacía tres meses empezaba a resurgir y respiró hondo para detenerlo —.Había sólo unas pocas personas en la celda, y estaban borrachos o no querían declarar en contra de un policía. Es la palabra de Yunho contra la suya.

—¿Así que es eso? ¿Él sólo pierde su trabajo?— preguntó Miseon.

Jaejoong asintió. —Más o menos. Yunho aún está considerando una demanda civil. Shim Songpo está alentando el asunto. Dice que la gente como el detective Baek tiene que pagar por sus abusos de poder. Ellos están aquí para protegernos, y él sólo quería la gloria personal.

—Bueno, ¡duh!— resopló Miseon.

Jaejoong se rió entre dientes. —Bueno, después de que la prensa descubrió su relación con las acusaciones falsas del Senador Kim contra Yunho y comenzaron a hacer investigaciones sobre él, supongo que ese tipo de cosas se volvieron contra él. No se ven tan bien a la luz de las cámaras de la prensa.

—Entonces, ¿cómo se siente acerca de todo esto?— preguntó Miseon —.Me refiero a lo de que su padre vaya a la cárcel y todo eso.

Jaejoong se encogió de hombros. —Creo que al final, el detective Baek recibirá exactamente lo que merece. Él quería sus quince minutos de fama. Y los consiguió. En cuanto a mi padre, trató de herir a Yunho. Espero que se pudra en el infierno.— Él se rió más que Miseon —.Pero yo no estoy amargado ni nada.

Jaejoong se rió cuando Miseon rodó los ojos. —Sí, claro.

—No, realmente no lo estoy. Creo que él ha causado un montón de dolor y angustia, y por fin todo se dio la vuelta para morderlo en el culo. Él trajo todo esto sobre sí mismo. Si me hubiera dejado en paz, si nos hubiera dejado en paz a Yunho y a mí, nada de esto habría sucedido.

Jaejoong se encogió de hombros.

—Además, tengo a Yunho. Yo salí ganando en todo esto.

En ese momento la puerta del despacho se abrió y Yunho salió con otros dos hombres. Jaejoong se puso de pie y esperó a que Yunho lo reconociera. No pasó mucho tiempo en que lo hiciera. La sonrisa en el rostro de Yunho cuando vio a Jaejoong, hizo que cualquier malestar que pudiera haber sentido al estar desnudo debajo de su abrigo se desvaneciera.

—Liebling— exclamó Yunho. Jaejoong tomó con gusto la mano y el beso que Yunho le ofrecía —.Señores, este es mi marido, Jaejoong. Jaejoong, te presento a Yoochun y Junsu Park. Son dueños de una empresa de comercialización que se hace cargo de algunas de nuestras cuentas.

—Hola— dijo Jaejoong.

—Sr. Jung— dijo uno de los hombres mientras estrechaba la mano de Jaejoong —.He oído cosas maravillosas acerca de usted de su marido. Y tienes razón, Yunho, él es precioso.

Jaejoong sentía su cara arder de vergüenza. Yunho, el grandullón, sólo se rió cuando les dijo adiós a los dos hombres. Se giró y miró a Jaejoong, la curiosidad escrita en su cara.

—¿Qué te trae por aquí hoy, Liebling?

—Me compré un traje nuevo y quería tu opinión al respecto.

—¿Ah, sí?— Jaejoong podría decir que la curiosidad llevaría a Yunho a la locura. 

  

—Originalmente iba a venir con el bóxer que tú querías, pero no podía encontrar ninguno que me gustara. Luego me encontré este abrigo.— Jaejoong giró en un círculo —.¿Qué piensas?— Jaejoong podía ver a Yunho tratando de ocultar su decepción.

—Es muy bonito, Liebling.

—No estoy seguro de que vaya con estos pantalones, aunque...— Jaejoong desabrochó el cinturón, agarrando los extremos de la chaqueta antes de que cayera abierta y revelara su sorpresa —.Yo quería conocer tu opinión.

Jaejoong tiró de la chaqueta, abriéndola, dejando al descubierto su duro pene y su cuerpo desnudo ante la mirada de Yunho. Yunho siseó. Jaejoong sonrió mientras los ojos de Yunho lo comían.

—Entonces, ¿qué te parece?

—¡Maldita sea, Liebling!

Fin.