Capítulo 5

-¿Listo?– Me preguntó. Asentí e inmediatamente levantó sus pies. Su mano tiró de la mía y de repente estábamos precipitándonos colina abajo. 

Íbamos tan rápido que apenas podía respirar, pero no podía parar de reír. Probablemente le haya lastimado la mano a Yunho porque se la tenía agarrada muy fuerte, pero él no se quejó. 

En apenas unos segundos ya estábamos abajo. No podía parar de reírme ¡Fue asombroso!

-¡Oh Dios, quiero hacerlo otra vez! ¿Podemos ir otra vez?– le pregunté riéndome y girándome hacia él. 

Tan pronto como me giré, una bola de nieve me golpeó en la pierna derecha. Chillé por el asombro mirando a Yunho confundido. ¿Me la tiró a mí? 

-¡Hey! ¿No habías dicho que estaba prohibido hacerlo?– Tan pronto como pronuncié las palabras que salieron de mi boca, otra bola de nieve me golpeó. Apenas tuve tiempo para cubrirme la cara antes de que me golpeara en el trasero. -¡Oh, el juego empieza!– grité agarrando un montón de nieve y lanzándoselo. 

Tuvimos una enorme pelea de bolas de nieve en la colina. Uno de mis lanzamientos le dio justo en la cabeza a un niño con esquíes. 

El niño me miró asombrado, le sonreí y señalé a Yunho como el culpable, estaba sonrojado como loco intentando aparentar inocencia. El niño sonrió y se unió a la guerra de nieve. Después de eso casi todo el mundo en el lugar se nos había unido.

Enseguida nos dividimos en dos grupos: los grandes (de edad) donde estaba Yunho, y los menores, donde estaba yo, lo que era bastante favorable para mí, ya que había casi el doble de niños. Tiré unas cuantas bolas de nieve por aquí y por allá, quizá dando justo en algunas personas, pero mi atención la tenía Yunho, quien parecía estar muy contento con sólo golpear a tanta gente como le fuera posible, adultos, pequeños, lo que sea, no parecía importarle. 

Me deslicé por detrás y le susurré en el oído. 

-Hey- susurré, mordiéndome el labio para parecer sexy. Mi plan funcionó porque sus ojos fueron inmediatamente hacia mis labios. Levanté una ceja y él sonrió antes de besarme. Casi olvidé lo que estaba intentando hacer porque el beso fue muy dulce. 

Cuando recobré la compostura, lo empujé rápidamente aplastando el puñado de nieve por detrás de su cabeza. Me reí incontrolablemente cuando la nieve comenzó a caer por detrás de su suéter. Él jadeó y se sacudió hacia delante. Sus ojos eran una mezcla de acusación y diversión. 

Él se recompuso rápidamente y me agarró. Derribándome hacia el suelo con cuidado. Su cuerpo apretado contra el mío mientras me presionaba con su peso. Intenté escabullirme, pero me agarró de las muñecas y las puso sobre mi cabeza. Liberó una de sus manos y agarró un puñado de nieve. Cuidadosamente con su boca levantó mi suéter rojo, dejando al descubierto mi estómago. 

En el momento en que la nieve tocó mi estómago, me retorcí como un gusano mientras él frotaba su mano con nieve. 

-Para, para– chillé casi sin aliento. 

Él paró, pero no porque yo se lo hubiese pedido. Su mano dejó de moverse y sentí pasar un dedo por mi vientre, mirándome un poco sorprendido. 

-¿Tienes una marca de nacimiento aquí?– dijo, dejando libres mi manos e impulsándose para levantarse ya que todavía estaba apretándome las piernas contra el suelo congelado. Yo podía sentir la humedad empapando mi ropa. Pero no me importaba. Sólo podía enfocarme en la expresión de lujuria de Yunho cuando vio mi marca de nacimiento. A él definitivamente le gustaba y a mí me gustaba que le gustara. Mi cuerpo entero empezó a calentarse y mi boca se hizo agua. Él aun no me quitaba la mirada ni los dedos de encima. 

Tomé ventaja de su distracción y me levanté empujándolo y haciéndolo caer en el suelo, mientras yo corría a esconderme. Pude oírle reírse detrás de mí. 

Seguimos jugando por otra media hora, mis manos tenían punzadas por el frío. Podía ver a Yunho agazapado con su grupo. Había cerca de cincuenta bolas de nieve preparadas por ellos, listas para ser lanzadas en cualquier ocasión. 

Oh, no.

De verdad ya he tenido suficiente.

Mi cuerpo entero estaba temblando de frío, todas mis ropas mojadas, mi pelo estaba goteando y colgando como colas de rata alrededor de mi cara. 

¡Wow, debo parecer extremadamente atractivo en este momento! 

-Yunho, ya tuve suficiente– grité y apropósito salí un poco de la ‘’zona de seguridad’’. 

-Bueno, vamos– gritó en respuesta. Su voz era divertida, pero a la vez desafiante.

No parece querer decir eso, sólo quiere que salga de mi lugar seguro.

Maldito competitivo.

-En serio, ya tuve suficiente, tengo frío– Me volví y eché un vistazo en dirección en donde Yunho se encontraba escondido. Una bola de nieve venía en mi dirección. Me las arreglé justo a tiempo para esquivarla. Dios es un buen tirador. -Yunho, por favor, ¿Podemos irnos? Te prometo que ya tuve suficiente– rogué.

-¿Es un truco? 

-No, lo prometo– me comprometí –Estoy saliendo– me impulsé fuera, saliendo con las manos arriba en señal de redición. Casi inmediatamente cerca de diez bolas de nieve volaron hacia mí. Grité y me escondí nuevamente. Gemí. ¡No quiero quedarme toda la noche aquí! –Yunho, quiero ir al baño, por favor– gimoteé. 

Podía escuchar a Yunho riéndose y hablando con los de su grupo. 

-Ok, ven entonces sal y nos iremos– gritó, sonando más genuino esta vez. Salí de nuevo del escondite y nada pareció venir en mi dirección. Exhalé un suspiro de alivio cuando no pasó nada mientras caminaba hacia él. Él estaba de pie a un lado esperando por mí junto a la puerta del personal. 

Yo estaba a mitad de camino cuando el equipo de él dio con todo. No había ningún lugar donde cubrirse. Todo lo que pude hacer fue volver mi espalda y cubrirme la cabeza mientras era cubierto por nieve en todas partes. De repente, unos brazos me envolvieron, volviéndome a un lado. Giré mi cabeza para ver que Yunho me había envuelto alrededor de forma en que las bolas de nieve le llegaban a él. Estaba riéndose lo cual hacía que su pecho vibrara contra mi espalda, mientras presionaba su mejilla en lo alto de mi cabeza, cubriéndome por completo. 

-Parará en un minuto, luego correrán y nosotros haremos lo mismo para huir- aseguró todavía riéndose. 

-¿Este era tu plan? ¿Traerme a campo abierto?– Dije haciéndome el enojado.

Lo acusé falsamente, jugando, presionándolo más cerca, adorando la sensación de calidez que emitía su cuerpo contra el mío frío. 

-No, les dije que íbamos a parar, estuvimos de acuerdo, luego todos empezaron a tirarte nieve cuando estabas en la mitad– replicó sacudiendo la cabeza –Están parando; prepárate para correr.

Luego de algunos segundos, se separó de mí y tomó mi mano, arrastrándome a toda velocidad hasta la salida. 

-A la misma hora la semana que viene, chicos– les gritó cuando llegamos a la puerta. Me empujó primero y cerró la puerta de un golpe cuando unas bolas de nieve chocaron contra la pared causando un gran ruido.

Estallé en risa –Eso en serio fue muy divertido– admití agitando mis manos, intentando calentarlas.

Caminó hacia mí y tomó mi cara entre sus manos. –Parece que estás congelado.

-Me siento congelado. Mis dedos están adormecidos– dije haciendo un puchero.

Él sonrió y tomó una de mis manos que estaban rojas, levantándola hacia sus labios, colocó dos de mis dedos en su boca. Estaba tan caliente que jadeé excitado. Su ojos profundos nunca abandonarlos los míos mientras sacaba y se colocaba otro dos. Coloqué mi mano en su camisa, luego por su estómago, intentando no verme tan desesperado ante lo que estaba haciendo con mis dedos. Yunho gruñó y su cuerpo se puso rígido, duro, sus ojos se ensancharon mientras mi mano calentaba su cuerpo y él me chupaba los dedos. Podía sentir mi cuerpo caliente temblando, pero no por el frío.

Yunho sacó mi mano de su boca. 

-¿Mejor?– me preguntó. Su voz era tan ronca y sexy que mi cuerpo se entumeció.

Asentí –Mis labios también están un poco fríos– le dije burlándome levantando una ceja. 

Yunho sonrió. -¿Enserio? Los míos también– susurró mientras inclinaba su cabeza y besaba mis labios. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, agarrando con mis manos su pelo mojado, presionando mi cuerpo con el suyo. Me arrinconó suavemente contra la pared, besándome profundamente. Sus besos eran tan hermosos, perfectos que casi me hacen perderme en ellos. Una de sus manos frías voló debajo de mi suéter rojo, sus dedos jugaban con mis pezones y luego bajaban.

Le sonreí a través de sus labios, me besó en la frente. Sus ojos brillaban de pasión y lujuria. Debo de decir que fue muy duro para Yunho parar, pero lo más probable era que no quisiera apurarme después de lo que me había dicho de que era un jugador. 

-Debería, probablemente, llevarte a tu casa antes de que pesques una neumonía, tus ropa están mojadas– sugirió mientras me miraba muy despacio. 

-Tú también estás mojado– dije sacándole hielo del hombro.

-Eso es lo que el otro día él también dijo. 

Puse mis ojos en blanco y traté de no reír –Odio esas bromas.

-Sí, yo también, pero no sé por qué lo dije– Movió su cabeza riéndose. 

Me toma la mano y le sonrío.

-¿Entonces te has olvidado de gastarme bromas ahora?– me preguntó mientras caminábamos fuera del edificio en la noche fría. 

Entrecerré los ojos juguetonamente –No, realmente, aún tienes algo que hacer.

-Asombroso. Eso es lo que estaba esperando que dijeras– me respondió sonriendo y abrió la puerta del auto para que yo subiera. 

-¿Sí? ¿Qué quieres decir? 

-Significa que tienes que verme de nuevo– Con su sonrisa engreída, encendió el motor, calentándolo incluso el aire que respirábamos. Me mordí el labio porque era un tierno movimiento que él había hecho. 

De camino a casa calenté mis manos y retiré pedazos de hielo que había en mi pelo y cuerpo.

Se estacionó y apagó el motor -¿Vas a invitarme a calentar?– dijo coqueteando conmigo. 

-De acuerdo ¿Por qué no? Mis padres están en casa, así que tú puedes pasar y calentarte con ellos– Dije serio viendo el auto de ellos.

Él se rio y me desabrochó el cinturón de seguridad, alcanzando la manija de la puerta, la abrió. 

-Espera, qué ¿En serio?– Comencé a entrar en pánico. No podía dejar que mi padre lo ahuyentara todavía. -Em… es un poco temprano para conocer a mis padres– dije rápidamente. 

Se rio incrédulamente –Tú conociste a los míos ayer– él respondió encogiéndose de hombros con facilidad. 

Tragué saliva y asentí –Sí, pero los tuyos no amenazan con cortar los genitales como lo hace mi papá. 

Me miró y sonrió tímidamente –Bien, lo dejaremos por esta noche entonces. 

Me reí –debilucho– bromeé, inclinándome hacia él, presioné mis labios contra los suyos de nuevo. Yunho enredó su mano en la parte de atrás de mi cabello. Mi cuerpo vibra por la emoción. 

Luego de terminar el beso, abro la puerta y estoy dispuesto a salir. 

-Entonces… ¿Mañana por la noche?– me preguntó antes de salir. 

Asentí con la cabeza sonriéndole mientras salté de su jeep y prácticamente iba dando saltitos al igual que un niño de cinco años por la emoción. Me giré cuando llegué a la puerta y lo saludé con la mano antes de entrar a mi casa. Suspiré contento al oír que su coche ya se había ido. 

Recordé las flores y las fui a ver a la cocina. 

-¿Qué diablos te pasó, Jaejoong? Mírate, estás todo mojado– me preguntó mi madre con los ojos bien abiertos mientras miraba mi pelo despeinado y mojado con hielo.

Suspiré. Esta noche tuve la mejor cita que jamás he tenido, eso es lo que pasó– me brotó una lágrima de lado. 

Tomé el jarrón y le di un beso en la mejilla a mamá antes de irme a mi habitación. 

-Buenas noches, te quiero mamá– le dije antes de subir. 

*

En el transcurso de tres semanas y medias, vi a Yunho cada noche, excepto el viernes y el sábado porque él trabajaba en un club. En esos dos días, fuimos a almorzar a su casa, ya que él dijo que quería verme. Honestamente habían sido las mejores tres semanas de mi vida. Cada cita en la que me había llevado era diferente. A veces hacíamos cosas tradicionales como películas o picnics en el parque u otras alocadas como ir a fiestas, Ski, me llevó a ver partidos de fútbol y también a jaulas de béisbol, pero personalmente creo que esa fue sólo una excusa para envolver sus brazos alrededor de mí mientras me enseñaba a batear como la gente normal. Dimos un paseo en la pHyunjoonga, también fuimos a una carrera de autos. 

Yunho era honestamente increíble y nunca vez me presionó para que nos acostáramos, lo que me hizo incluso estar más loco por él. Hoy era martes, por lo que debía estar por aquí en cualquier momento. Tenía puesto una camiseta negra y encima una camisa roja a cuadros con unos pantalones negros apretados. Me aseguré de usar ropa interior que fuera sexy, unos calzoncillos que me apretaban el trasero como Dios manda. Definitivamente nos había hecho esperar el tiempo suficiente. Cada vez que él me besaba, mi cuerpo ansiaba más y más porque sabía que esta era La noche.

Cuando se detuvo en mi casa, salté hacia él antes de que incluso bajara completamente del auto.

-Hey, guapo– Coqueteé mientras subía en el lado del pasajero. Su boca cayó con un chasquido audible. 

-Maldición, te ves tan caliente– Me felicitó lentamente. Un rubor se esparció por mi rostro mientras me acomodaba en el asiento. 

-Ese es un lindo hola– me burlé. 

Él sonrió tímidamente –Tienes razón, hola, precioso– se corrigió, inclinándose para besarme, enrosqué mis manos en la parte de atrás de su cabello y lo besé hambrientamente. Un pequeño gemido que hizo él con la parte posterior de su garganta hizo a mi piel tomar vida. -Entonces… ¿A dónde vamos esta noche? Dijiste que hoy era tu elección– preguntó mientras arrancaba el auto.

Me encogí de hombros. –Pizza para llevar. 

Frunció el ceño –Bueno, eso no es muy romántico ¿A dónde vamos a comer? ¿En el parque o algo así? 

-No.– sonreí burlonamente. Me miró curioso y negué con la cabeza. -Sólo conduce hasta allí, te diré después.– Un entusiasmo nervioso burbujeaba dentro de mí y estaba empezando a acobardarme. 

Yunho nos condujo hasta el mismo lugar de comida después de habernos conocido. Mientras se estaba cocinando la pizza, tomó mi mano y besó mi cuello. Haciéndome poner la piel de gallina por todo mi cuerpo. 

Finalmente cuando estaba enojado por tanto esperar e iba a mandar todo al carajo, la pizza salió, Yunho la tomó y me llevó de vuelta al auto. 

-Entonces... ¿A dónde?– preguntó de nuevo. 

-A tu apartamento– contesté, encogiéndome de hombros. Él me miró con los ojos muy abiertos, sorprendido. –Pensé que podríamos tener una noche con una película para cambiar– Mentí. Asintió, frunciendo el ceño, pareciendo aprensivo. 

Espera, ¿Él no quiere dormir conmigo o algo así?

¿Entiende lo que estoy pidiendo, piensa que sólo quiero ver una película? 

-¿No quieres?– pregunté preocupado. 

Su rostro se suavizó al instante –No es eso. Sólo desearía que me lo hubieras dicho antes. Podría haberle pagado de nuevo al hijo de mis vecinos para que limpiara– contestó sonriendo. Estallé en carcajadas, sacudiendo mi cabeza con diversión. –Mi casa es un desastre, Jaejoong– hizo una mueca y me miró con sus ojos profundos pidiéndome disculpas.