El Chico más Guapo

No debería decirlo…

Es tan vergonzoso…

Iba a decírselos, pero ya me dio pena…

Bueno, lo que les voy a contar fue algo que nunca olvidaré.

Todo comenzó cuando era chico, maso menos a mis quince años, y estudiaba en un exclusivo colegio de Seúl.

Yo pertenecía al equipo de bádminton, era el más joven.

Los otros chicos eran altos, guapos y fuertes.

Como nuestro uniforme de deporte era todo pegadito, yo me la pasaba todo el entrenamiento mirando los bultos enormes de las entrepiernas de mis compañeros; pero había uno en especial, el de Yunho, el capitán del equipo, el que me atraía más, el mismo que al darse cuenta que lo observaba, se lo agarraba disimulada y provocativamente, como para excitarme aún más, creo que él sospechaba que yo era gay.

Siempre me hacía eso, me tentaba, me provocaba a que me acercara y le hiciera todas las cosas que tenía en mente.

Un día nuestro entrenador nos dijo que teníamos que practicar en parejas, él me eligió a mí, fue ahí donde me di cuenta que yo le gustaba. Era tan obvio su comportamiento, su manera de mirarme, tan inquisitivo, penetrante y misterioso… me excita.

Ese día nos quedamos entrenando en el colegio hasta tarde; cuando ya nos teníamos que ir a los vestidores, a mí me pareció que él quería algo conmigo, pero no sabía cómo iniciarlo.

Cuando estábamos caminando hacia los vestidores, por alguna razón, Yunho se dirigió hacia los vestidores del otro extremo del colegio, yo decidí seguirlo, pero sin que él se diera cuenta.

Cuando él llego, el sitio estaba vació, se quitó toda la ropa, se sentó en una de las bancas, y pude ver como lentamente comenzaba a masajear su bien formado, y sudadito cuerpo de atleta.

Yo lo miraba desde una ventana, sin que él me pudiera ver. Tenía un pene inmenso, grueso y venoso, el cual acariciaba lenta y hábilmente.

Decidí entrar y sorprenderlo.

Apenas entré, me miró y se asustó, por unos segundos se detuvo, pero luego me volvió a ver, y siguió masturbándose sonriendo de lado, con una sonrisa juguetona y maliciosa.

No podía creer la situación que se me estaba dando, precisamente con él, el chico más guapo del equipo, y uno de los más simpáticos de mi colegio.

Mi meta, era complacerlo.

Me comencé a quitar lentamente toda la ropa, luego fui hacia él, agarré su gran trozo de carne, y comencé chuparlo salvajemente; parecía un palo, por lo duro que estaba, pero eso no impedía que lo disfrute, es más, hacía más grande mi deleite.

Luego desplegamos una colchoneta que había en el baño, él se acostó sobre mí y empezó a besarme el cuello, luego el pecho, dándole una minuciosa y muy tortuosa atención a mis pezones, y después en los labios, fue increíble. Cómo movía su lengua dentro de mi boca, cómo sus labios masajeaban de la manera más placentera mis labios…

Luego me puso de costado, comenzó a masajear mis nalgas, y bajo, dubitativa y nerviosamente, hasta ponerse en perfecta posición, para lamer el interior de mis nalgas. Acercándose a observar la entrada fruncida de mi ano.

Luego se puso atrás mío, he intentó penetrarme, pero no pudimos, la tenía demasiado grande.

Se paró, cerró la puerta con seguro, fue hasta donde estaba su maletín, y sacó algo que parecía gel para el cabello y un preservativo. Se lo puso, se unto el gel por encima, y volvió atrás mío.

Poco a poco fue introduciendo su enorme miembro entre mis nalgas.

El horrible dolor inicial, fue dando paso a un magistral placer, que sacudía todo mi ser y mi interior.

Al principio, sus movimientos eran suaves, pero después, comenzó a moverse bruscamente, como si fuera un animal salvaje en plena temporada de apareamiento, hasta que todo su semen salió tal cual explosión de un volcán en plena erupción.

No resistí más, y yo también me vine.

Ahora somos los mejores amigos, algunas veces cuando nos encontramos, repetimos esa sesión carnal de besos y caricias, como aquella primera vez, en aquel baño de mi colegio.

Lo admito, somos más que amigos…

Podría decirse que amigos con derechos o amigos con roces, pero ¿quién nunca ha experimentado o soñado con algo parecido? 

Es simplemente, increíblemente placentero…

Es lo único que diré.

FIN.