Autora:
shiwavee
Rating: NC-18
Traductora: JadeJung
Sumario:
Rating: NC-18
Traductora: JadeJung
Sumario:
Yunho
necesita a Jaejoong.
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Era
una noche oscura cuando te conocí; una noche tan oscura que enviaba escalofríos
a través de mi columna. Las calles estaban vacías, pocas personas transitaban,
pero no eran muchas. Yo era uno de esos pocos; haciendo mi camino a casa cuando
escuche un gemido de dolor. Me voltee con miedo, pero no por mi vida; era por
quien estuviera agonizando.
Voltee
mi cabeza en dirección al movimiento y me encontré a mí mismo acercándome
lentamente a un pequeño callejón. Ahí, bajo la tenue luz de la calle, eras tú.
“¿Estas
bien?” llamé.
Pude
ver que te encogiste ante mis palabras; debías estar asustado. Por la manera en
que te acurrucaste, puedo decir que no estabas acostumbrado a tener personas a
tu alrededor. Me hizo sentir triste. ¿Cómo alguien puede ser tan solitario?
Avance
unos pasos hacia tu asustada figura. Retrocediste en protesta, pero fui rápido
en arrodillarme y demostrarte que no te haría daño. Me miraste a los ojos en
ese momento. Pude ver como temblabas y me saque el abrigo. Tú inclinaste la
cabeza confundido y tomé esa oportunidad para acercarme más a ti. Te envolví
con mi chaqueta y me aparte; no hiciste nada a la vez que yo me paraba y me
iba, escondiendo mis manos en mis bolsillos.
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Volví
a casa por curiosidad esa noche. Le di vueltas hasta que no pude soportarlo
más. Salí de la cama y deje mi casa. Volví en mis pasos y me encontré a mí
mismo de vuelta en el callejón, pero tú no estabas ahí. Mire alrededor, pero
aun sin señales de tu paradero. Justo cuando estaba por irme, apareciste en
frente de mi sin aliento. Colapsaste y fui lo suficientemente rápido para ir a
tu lado. Te sentía frio y con miedo. Te levante y me sorprendí por lo ligero
que eras. Corrí hacia el hospital—mi hospital. Te lleve hacia una habitación y
mande a varias enfermeras a traer los equipos necesarios. En medio de todo ese
caos, pude ver tus delgados dedos agarrarse a mi chaqueta.
“Doctor,
aquí tiene la intravenosa.”
Volví
a la realidad y sacudí mi cabeza para despejarme de cualquier pensamiento que
me distraiga de salvarte. Lentamente libere tu apretón de mi chaqueta y
enderece tus brazos a la vez que alzaba tu camiseta. Estabas cubierto de
moretones y rasguños, cortadas y cicatrices; estaba molesto. Removí el resto de
tu ropa y cogí la bata de hospital para colocártela. Inserte la intravenosa en
una de tus venas y vi cuando siseaste ante la intrusión.
“Sé
que duele,” susurré. “Pero solo quiero ayudarte.”
Te
calmaste y procedí a revisarte. Fui rápido al reconocer tus síntomas y apreté
la mandíbula con furia.
Estabas
envenenado.
Le
ordene a mis enfermeras que tomaran los fluidos que pudieran limpiar las
toxinas y me mantuve al tanto para asegurarme de que estuvieras bien. Tus ojos
eran grandes y hermosos, tus mejillas tenían un rojo rosáceo, y tus abultados
labios estaban ligeramente partidos. Me encontré a mí mismo hipnotizado por tus
facciones y no pude detenerme de tocarte. Tu mejilla era tan suave, pero fría.
Retraje mi mano y vi tu puchero de decepción.
“Necesito
saber tu nombre.”
Me
miraste cuestionando y abriste tu boca para hablar, pero ninguna palabra salió. Pusiste tu mano sobre tu garganta y sacudiste la cabeza.
“¿No
puedes hablar?”
Bajaste
la cabeza en respuesta.
“Doctor,
aquí tiene los fluidos.”
Los
tomé y puse el paquete limpio en la percha al lado tuyo. Pude sentir tus ojos viéndome
mientras conectaba los tubos a tu intravenosa.; vi que la solución ingreso por
la aguja y asentí con la cabeza en reconocimiento.
“Soy
Yunho.”
No
sé qué me hizo decirlo, pero sentí que debía hacerlo.
“Vas
a estar bien,” palmee tu cabeza gentilmente. “Lo prometo.”
Vi
que me mirabas con ojos acuosos y el intento por levantar las esquinas de tus
labios. Tratas de sonreír, y no pude ayudarte, pero te sonreí de vuelta. Estaba
a punto de irme cuando tu tomaste mi muñeca; me voltee y te vi mirar mi chaqueta.
La tomé y te la puse—te acurrucaste de nuevo y cerraste tus preciosos ojos,
quedándote dormido casi instantáneamente.
-----
Esa
noche no pude encontrar el valor de dejarte. Me quede a tu lado hasta que los
rayos del amanecer atravesaban la ventana. Tus ojos permanecían cerrar y yo
lentamente me levante de mi silla para cambiar tu bolsa de fluidos. Descubrimos
que estabas envenenado con anticongelante y fuimos capaces de detenerlo antes
de que dañara tu cuerpo.
Cuando
volví a tu habitación, tú estabas despierto.
“Buenos
días,” sonreí.
Vi
que te escondías bajo mi chaqueta y sacudí mi cabeza a la vez que una risa se
escapaba de mis labios.
“Voy
a reemplazar esto,” apunte hacia la bolsa. “¿Esta bien para ti?”
Pude
ver que asentiste y reí; la habitación se sumió en silencio con la excepción
del monitor cardiaco. Me encontré a mí mismo sentándome a tu costado una vez
más y tú finalmente agarraste coraje para sacar tu cabeza y mirarme con tus
bellos ojos. Volví a sonreír y tú escondiste tu cabeza como respuesta, justo
como un niño. Estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió
estrepitosamente.
“¡Doctor,
el paciente de la habitación 14B cayó en un paro cardiaco!”
Tenía
que dejarte, pero no por mucho. El hombre del 14B murió poco antes de que
llegara y no lo pude salvar. Regresé a tu habitación con un corazón roto, me
deslice y apoye mi cabeza sobre mis manos y me revolqué de dolor. Ahí fue
cuando tú me tocaste. Miré hacia arriba para ver tu torcida sonrisa y supe que
estabas tratando de reconfortarme. Tú gentilmente corriste tu mano a través de
mi cabello y el intenso dolor en mi corazón fue lentamente desapareciendo.
“Gracias,”
susurré.
-----
Te
recuperaste rápidamente. Los moretones desaparecieron, tu cuerpo parecía que
había botado todo el anticongelante, y tú caminabas. Feliz por tu recuperación,
firme tus formularios. Después de dejar el lapicero, sin embargo, me sentía
triste.
¿Cuándo
seria la próxima vez que te vea de nuevo?
Camine
dentro tu habitación y te vi parado en frente de la ventana. Avance pequeños
pasos hacia ti y te volteaste; me diste tu sonrisa torcida una vez más y te
devolví el gesto.
“Tengo
buenas noticias para ti,” dije.
Tus
ojos transmitieron tu anticipación.
“Te
puedes ir a casa hoy,” mire hacia abajo.
Aunque
tú estabas entusiasmado, yo estaba triste. No quería que te fueras; quería que
te quedaras— te quedaras conmigo.
Para
mi sorpresa, envolviste tus brazos alrededor de mío y hundiste tu cara en mi
pecho.
“¿Qué
pasa?” pregunté.
Sacudiste
tu cabeza y me miraste con una triste expresión.
“¿No
quieres irte a casa?” te miré con la misma triste expresión.
Tus
ojos me dijeron que ni siquiera tenías una. Tus ojos me decían que no te
querías ir. Pude sentir mi corazón palpitar y sin pensarlo mucho, lancé las
palabras que hacían eco en mi cabeza.
“¿Quieres
quedarte conmigo?”
Quise
abofetearme a mí mismo por ser tan estúpido, pero lance ese pensamiento lejos
cuando asentiste. No pude contener la felicidad correr a través de mí y te
abrace. Te tensaste al principio, pero rápidamente te relajaste y te dejaste
sostener por mí.
Fue
el momento más feliz de mi vida.
-----
Te
lleve hacia mi pequeña casa y te vi quedándote ahí mirando con miedo. Parecías
fascinado por cómo era mi casa y así te mantuviste hasta que saltaste por la
sorpresa cuando mi gato maulló.
“Esa
es Jiji,” dije.
Te
vi sonreir a la vez que te agachabas y la levantabas. Ella ronroneo en tus
brazos y soltaste una silenciosa carcajada a la vez que ella rozaba su cabeza
contra tus manos. Te veias tan feliz.
Completo.
Luego
te lleve a mi habitación y observe como no parabas de moverte por el lugar.
“¿Qué
pasa?” pregunte.
De
repente sacudiste tu cabeza y la agachaste; levante tu barbilla y cortésmente
demande una respuesta.
“Puedes
decírmelo,” susurré.
Tu
rostro de repente se enrojeció en una sombra oscura de rojo y me alarmé.
“¿Estas
bien?” pregunte frenéticamente.
De
repente te apartaste y sacudiste la cabeza, poniendo tus manos sobre tus
mejillas a la vez que cerrabas los ojos. Te mire confundido y sonreí cuando te
vi calmarte. Tomaste una profunda respiración y me miraste, un pequeño puchero
apareció en tus abultados labios.
“¿Qué?”
pregunte.
Tomaste
grandes pasos hacia mí y apuntaste hacia mi cama. La mire y luego volví hacia
ti.
“¿Mi
cama?” traté de entender qué tratabas de decirme.
Sacudiste
la cabeza y me mostraste tu dedo.
“¿Uno?”
adiviné.
Vi
que asentías y apuntaste hacia la cama una vez más; finalmente entendí qué es
lo que tanto te avergonzaba.
“O-Oh,
bueno…” rasqué mi cabeza a la vez que sentía mi cara arder. “Y-Yo puedo
dor-dormir en el sofá.”
Un
extraño silencio de repente nos envolvió y miramos hacia otro lado que no sea
al otro. Jiji debió haberlo notado, porque de repente ella maulló y ronroneo a
tus pies.
“Probablemente
ella esté hambrienta,” dije.
La
levantaste y dejamos la habitación; solté un suspiro de alivio y te seguí abajo
hacia el vestíbulo. Pusiste a Jiji en el suelo y me miraste. Te di una pequeña
sonrisa a la vez que abría un gabinete en la cocina y saqué la comida de Jiji.
Te la entregué y miré a la vez que tú lo abrías antes de colocarlo en el suelo.
Luego, me miraste. Sonreíste, una bella sonrisa y ese momento se detuvo.
Desde
ese momento, yo estaba determinado de mantenerte sonriendo así.
-----
Han
pasado un par de semanas desde que te mudaste conmigo. Te compré ropa, mucha a
pesar de tus protestas, y tú te quedaste en casa con Jiji mientras yo iba a
trabajar. Descubrí que tú tienes una afición por cocinar y te permití utilizar
la cocina a tu gusto.
Me
senté en mi oficina con una sonrisa en el rostro; estaba pensando en ti de
nuevo. Pensaba en qué comida deberías estar preparando para esta noche y si
Jiji se había dormido en la cama contigo de nuevo. Decidí dormir en el sofá
desde que tú viniste a vivir conmigo, pero no me importa mucho. Mientras que tú
duermas bien, nada más importa.
Un
pequeño golpe me devuelve a la realidad. Aclaré mi garganta antes de permitir
al invitado a entrar y vi tu cabeza aparecer.
“Hey,”
sonreí.
Me
devolviste el gesto y caminaste dentro, cerrando la puerta detrás de ti con
gentileza.
“¿Qué
haces aquí?” te abracé.
Levantaste
una caja y te encogiste ligeramente de hombros, mirando hacia otro lado avergonzado.
“¿Esto es para mí?” pregunté.
Asentiste y mordiste tu labio de manera
adorable.
“Huele delicioso,” aspiré el aire. “¿Qué
es?”
Sonreíste lindamente y me empujaste hacia
mi escritorio, poniendo la caja en frente mío. Levantaste la tapa y vi toda
clase de comida perfectamente surtidos. Mi boca hizo agua ante la vista y
tragué saliva que intentaba caerse. Tomaste los palillos del costado y los separaste
por mí antes de agarrar un pedazo de camarón y levantarlo hasta mis labios. Alegremente abrí mi boca y sentí como ponías el caliente convite dentro.
Mastique y trague satisfecho; fue absolutamente delicioso.
“Aquí,” agarre los palillos. “Come un poco
también.”
Al
principio vacilaste, pero eventualmente me dejaste alimentarte. Sonreí cuando
te vi masticar y juzgar tu propia cocina.
Nos
alimentamos uno al otro por—bueno, hasta que la comida desapareció. Empaquetaste la caja y limpiaste mi oficina.
“Gracias,”
incline mi cabeza. “Siempre haces la mejor comida.”
Pude
ver cómo tus mejillas se tornaban rosadas y mi sonrisa se amplió cuando
trataste de esconderlo. Rascaste tu cabeza y luego viste el notepad; lo
alcanzaste y agarraste uno de los lapiceros que estaban cerca. Te vi con
curiosidad garabatear algo en el papel y esperé a que me lo mostraras. Miraste
hacia tu propio trabajo antes de lentamente voltear el pad para que yo pudiera
ver lo que habías escrito.
“¿Jaejoong?”
lo leí fuerte.
Asentiste
y te apuntaste.
“¿Tu
nombre es Jaejoong?” pregunté.
Sonreíste
y volviste a asentir, el sonrojo volviendo a tus mejillas.
“Que
nombre más hermoso,” dije suavemente.
Cruzaste
tus brazos e hiciste un lindo puchero, tratando de esconder que tu rostro se
había tornado rojo. Reí y camine más cerca de ti, deteniéndome justo a un pie
de distancia.
“Te
queda,” añadí.
Pretendiste
olvidarte de algo e inclinaste la cabeza antes de caminar rápidamente fuera de
mi oficina, sin darme la oportunidad de explicarte la razón de mis acciones.
Suspire y dejé caer mi cabeza lentamente, dándome mentalmente un golpe por ser
tan idiota.
Solo
esperaba que tú te hayas ido porque de verdad te hayas olvidado de algo.
-----
El
día finalmente terminó y estaba haciendo mi camino de vuelta a casa. Tome un
profundo respiro en frente de la puerta y la abrí lentamente, revisando si tú
estabas por la sala de estar.
Después
de ver que no estabas, entre y me quite los zapatos. Vi a Jiji dormir en su
cama y sonreí antes de entrar totalmente en la casa.
Dejé
que mi cuerpo se desplomaba sobre el sofá e incliné mi cabeza hacia atrás,
mirando hacia el techo a la vez que cerraba los ojos. Estaba agradecido de por
fin poder relajarme después de un largo día de trabajo y entonces oí un poco de
arrastramiento desde el cuarto. Me imaginé que tú estabas dormido antes de que
yo llegara a casa y escucharme entrar; posiblemente fui un poco ruidoso.
Pude
escuchar tus tímidos pasos viniendo del pasillo y voltee mi cabeza, así podía
ver cuando vinieras. Solté una sonrisa cuando asomaste tu cabeza, tus ojos
buscándome.
“Hey,”
dije.
Me
sonreíste de vuelta y caminaste dentro de la sala, parándote en frente de mí.
Te mire preguntando, pero esperando a ver qué ibas a hacer. Miraste hacia el
sitio vacío junto a mí y finalmente lo entendí.
“Siéntate,”
palmee el cojín.
Te
sentaste y posicionaste tu cabeza sobre mi hombro mientras tu brazo rodeaba mi
cintura. Estuve un poco sorprendido de tenerte así, pero no iba a oponerme.
Envolví mi brazo alrededor de ti y puse mi cabeza sobre la tuya, la sonrisa en
mi rostro lentamente se amplió mientras sentía mis pesados ojos cerrarse.
-----
A
la mañana siguiente desperté con tu maravillosa cocina. Caminé dentro de la
cocina y te vi cocinar con una sonrisa en tu rostro, esa sonrisa me hizo derretir
tanto en mi interior.
“Buenas,”
dije casualmente.
Te
volteaste hacia mí e inclinaste tu cabeza antes de mirar de vuelta a la estufa.
Solté un pequeño puchero—tu siempre le prestas más atención a esa cosa.
“¿Qué
estas preparando?” pregunte a la vez que me sentaba.
Me
diste una rápida mirada a la vez que agarrabas un plato y ponías la comida
caliente en ella, situándola sobre la mesa. Mis ojos se ampliaron al ver
panqueques.
Yo.Amo.Los.Panqueques.
En
el momento en que me diste los cubiertos, excavé en ello. Hundí mi rostro hasta
que los panqueques desaparecieron, lamí mis labios asegurándome de que había
comida cada bocado. Me recline en la silla y palmeé mi estómago, un suspiro
escapando de mí.
“Gracias,”
cerré mis ojos.
Acariciaste
mi cabello en respuesta y te miré, nuestros ojos encontrándose. No podía
apartarme de ti y me encontré a mí mismo mirándote. Permanecimos en nuestros
lugares, nuestros rostros queriéndose acercar para romper la brecha—
—mi
celular de repente sonó y lo saqué. Aclaré mi garganta antes de levantarme y
caminar hacia la sala para contestar.
“¿Aló?”
Se
suponía que hoy era mi día libre, pero esa llamada era extremadamente urgente y
otra vez necesitaba ir al hospital. Exhale una gran cantidad de aire antes de
dirigirme de regreso a la cocina. Te vi lavando los trastes y solté una pequeña
sonrisa.
“¿Jaejoong?”
Te
volteaste para mirarme y caminé lentamente hacia ti, mi cabeza gacha porque no
podía ver la decepción en tu rostro.
“Me
tengo que ir,” dije suavemente. “El hospital me necesita.”
No
sentí que hayas echo nada en respuesta y gané el coraje de mirarte.
Te
veías tan triste que casi llamo y digo que no voy.
“Te
prometo regresarte lo antes posible, ¿de acuerdo?” levanté tu barbilla. “Lo
prometo.”
Asentiste
ligeramente y te abracé gentilmente.
“Gracias
por el desayuno,” susurré. “Estuvo delicioso.”
Te
dejé ir y fui a la habitación para agarrar un cambio de ropa antes de dirigirme
a la duchar.
-----
Esa
noche.
-----
Regresé
a casa cansado y abrí la puerta, sacándome los zapatos lo más rápido que podía. Vi la luz de la cocina apagada, así que asumí que tú ya estabas dormido. Jiji
no se encontraba por ningún lado, así que asumí de que ella estaba afuera con
su novio gato.
Ella
podía ser una fácil a veces.
Iba
a ir directo a dormirme en el sofá, pero me imaginé que probablemente me
debería cambiar primero. Hice mi camino hacia la habitación y toqué ligeramente
antes de abrir la puerta.
“¿Jaejoong?”
llamé.
Pude
oír la puerta del baño abrirse y te vi caminar fuera. Entré a la habitación y
sonreí; tú siempre pones una sonrisa en mi rostro.
“Estoy
en casa,” dije suavemente.
Tú
sonreíste de vuelta y me abrazaste, enterrando tu rostro en mi pecho a la vez
que inhalabas mi esencia. Devolví el abrazo y te estreché, mis emociones
saliéndose de control a la vez que hacías más fuerte tu agarre en torno de mí.
Tuve
que apartarte antes de hacer alguna estupidez.
“Deberías
ir a la cama,” me aparté de mala gana. “Es tarde.”
Me
volteé antes de poder ver tu expresión cambiar e hice mi camino de regreso a la
sala, queriendo calmar mis frenéticas hormonas lo más que podía antes—
Sentí
un tiro detrás de mí y tú estabas ahí, mirándome con un indescifrable rostro. Estaba por decir una excusa de no estar contigo en ese momento, pero tú me
jalaste más cerca de ti, nuestros rostros a pulgadas de distancia.
Mi
corazón latía muy rápido de nuevo en mi pecho que pensé que iba a morir en
cualquier momento. Te mantuviste mirándome con una ingenua expresión que no
pude detenerme a mí mismo de sostener tu hermoso rostro.
Era
ahora o nunca, me dije a mi mismo.
“Jaejoong,”
susurré. “Hay algo que quiero decirte.”
Nuestras
narices se rozaban; podía sentir tu ligero aliento combinarse con el mío.
“Pero
yo…” miré hacia otra dirección. “Estoy nervioso de decirlo…”
Tú
sacudiste tu cabeza y sostuviste mi rostro, poniéndote de puntillas para juntar
nuestras frentes.
“Jaejoong,
yo…” cerré mis ojos. “Yo te amo…”
Tu
sonreíste, esa sonrisa que detiene el tiempo y supe que tú me devolvías la
confesión. Me sentí más que aliviado sabiendo que esto no era unilateral y tomé
el coraje de atraer tu rostro más cerca de mí. Inclusive te inclinaste hacia
delante y nuestros labios finalmente se unieron. El beso fue suave y cálido; yo
solo quería devorarte aquí y allá, pero me contuve. Pude sentir tus brazos
rodear mi cuello y empujarme aún más cerca de ti para hacer el beso más
profundo. Mis manos se movieron de tus mejillas hacia tu cintura y nuestras
cabezas lentamente se acomodaron cuando el calor se incrementó entre nosotros.
Quise
tanto tener una pequeña probada, solo una simple muestra de tu boca, la cual
inconscientemente recorrí con mi lengua en tu labio inferior. Para mi sorpresa,
abriste tus labios y acariciaste mi lengua con la tuya. Se enredaron y
arremolinaban entre sí mientras intercambiábamos oxígeno. Gemí cuando jalaste
de mi cabello, pero eso solo me alentó para empujarte contra la pared. Diste un
silencioso jadeo, liberando la inmensa unión que nuestras bocas tenían, pero
fui rápido para volverte a besar, sin darte tiempo de respirar. Dejé que mi
lengua explorara cada centímetro de tu caliente caverna, trazando tu paladar y
diente, gentilmente a la vez que tú rodabas los ojos. Podía sentir mi miembro
despertarse de nuevo dentro de mis pantalones y separé tus piernas con mi
rodilla. Saltaste ante el repentino movimiento, pero me dejaste aplastar mi
creciente erección contra ti; la manera en que succionabas mi lengua me decía
que te gustaba.
No
pude detenerme a mí mismo de mojar tus ropas, escuchando los botones de tu
camisa caerse al piso a la vez que exponía tu lechosa piel. Solo una mirada de
tu clavícula tenía mi boca babeando como si yo hubiese estado privado de agua y
comida. Seguí deslizándome hacia abajo a través del molesto material y besé tu
cuello, encontrando un lugar el cual succionar gentilmente—escogí tu mandíbula,
un lugar en donde tenía un pequeño lunar. Lo bese primero, dejándote sentir en
dónde iba a lamer. Te estremeciste y jadeaste por aire.
Debía
ser un punto sensible.
Continué
con mis toques cuando mis manos exploraron tu desnudo torso, sintiendo tu tersa
piel bajo mis palmas a la vez que corría mis manos de manera circular antes de
que mis dedos encontraran tus duros pezones. Los pinche y los retorcí,
sintiendo tu espasmo contra la pared cuando mordí bajo tu cuello, succionando
fuerte de nuevo tu piel e iba a morir si no lo hacía.
Probablemente
lo haría, de todas maneras.
No
quería pensar de esa manera, pensé. Te alejé de la pared y te dirigí hacia la
habitación. Gentilmente te recosté sobre el colchón y te miré cómo hacías tu
camino hacia las almohadas. Me removí mi propia camisa y la dejé caer al piso
antes de posicionarme encima de ti, entre tus piernas. Te mantenías atrayendo
mi rostro hacia tu cuello y sonreí cuando supe que tú querías que continuara
succionando tu irresistible carne. Besé tus labios brevemente antes de cumplir
tu deseo y en el límite de tu cuello con tu clavícula. Te estremeciste debajo
de mí y elevaste tus caderas, mostrándome cuán duro estabas.
Gemí de nuevo y
besé tu pecho y fui donde tu pezón izquierdo. Estuve hipnotizado por el color
rosa, pero tenía una apariencia alegre, pero sobre todo, tu desesperado
silencio. Succionaste tu labio inferior, mirándome anticipado con tus ojos
llenos de lujuria a la vez que abría mi boca y dejaba que mi lengua sienta el
rosado montículo. Tu respiración se aceleró y empuñaste la manta para mostrar
tu estado de placer. Chasqueé la lengua alrededor de tu pezón constantemente,
succionándolo a la vez que me enamoraba de tu salado sabor, aún dulce.
Me
tomó mucha voluntad de fuerza para alejarme, mirar mi obra y ver tu rosado
pezón, ahora con un tono más oscuro en él. Te miré y vi tu cara en un tono más
fuerte de rojo.; sonreí antes de besar hacia tu plano estómago y tu pequeño
ombligo. Levanté mi cabeza justo cuando empezaba a desabotonar tus jeans y vi
cómo intentaste cerrar tus piernas.
“¿Qué
pasa?” susurré.
Me
miraste con incertidumbre y escalé encima de ti, poniendo mi rostro enfrente
del tuyo. Te besé gentilmente y te miré, demandando una respuesta silenciosa.
Evadiste
mis ojos y suspiré antes de asentir.
“Está
bien,” dije suavemente. “Si no estás listo, entonces—“
Me
callaste con un beso y me apretaste así que yo estaba abajo; sonreí ante tus
tácticas y te dejé continuar.
Besaste
mi cuello justo como te lo hice yo a ti momentos antes, succionando gentilmente
antes de lamer con tu lengua mi piel para hacerme gemir desesperado por más.
Arrastre mis manos por tu suave cabello a la vez que tu procedías con mi pecho
y luego hacia mi pezón derecho. Fuiste despiadado, tomándolo dentro de tu boca
y rozando tus dientes alrededor a la vez que lo atrapabas entre la parte
superior de tu boca y tu lengua. Arqueé mi espalda ligeramente, jadeando por
aire ante el inmenso placer que me dabas.
Justo
cuando estaba por empuñar tu cabello, te separaste y besaste mi estómago,
haciéndome fruncir un poco el ceño.
“Jae…”
gimoteé.
Me
miraste con una sonrisa y pude decir que te gustó el sobrenombre.
“No
seas así,” continué.
Sacudiste
tu cabeza y empezaste a desabotonar mis pantalones, bajando el cierre a al vez
que cruzaba mis brazos detrás de mi cabeza. Fuiste rápido al removerlos y tomar
mi mojada erección de los bóxer; gemí alto a la vez que tus cálidas manos me
acariciaban lentamente y te dejé continuar.
“J-Jae-Jaejoong…”
gemí.
Bajaste
el elástico, mirando mi miembro rebotar para sentir el frio viento. Siseé en un
respiro a la vez que mi longitud sentía la temperatura del cuarto y lamí mis
secos labios para olvidarlo.
Tú
empezaste a acariciarme.
La
manera en que tus suaves manos sostenían delicadamente tiraban el prepucio
hacia dentro y hacia afuera, la manera en que hacías que mi pre semen aparezca
y desaparezca, era demasiado bueno para ser real. Mordí mis labios a la vez que
tú incrementabas tus atenciones, tirando de mi piel inclusive cuando tus manos
tiraron de mis caderas. Gemí silenciosamente, rodando mis ojos hacia atrás para
sostener el grito del cual tú estabas tan cerca de hacerme venir.
Pero
hablé demasiado rápido.
Posicionaste
mi miembro en tu boca y succionaste a lo largo con tus manos, bombeando tu
cabeza en un bello movimiento que me hizo abrir la boca y gritar. Tiré mis
manos desde atrás de mi cabeza a sostener tu cabello, sin poder creer el placer
que me dabas en ese momento. Pedí disculpas suavemente, pero en el fondo quería
que lo hicieras por ti mismo. Quería tu caliente boca devorarme completamente y
hacerme venir tan fuerte que sería imposible para mi mantenerme despierto.
Debiste
leer mi mente, porque me diste esa maravillosa sensación de nuevo y esa sonrisa
que se arrastraba en mis labios era tan grande para esconder. Gemí, sintiendo
el estremecimiento desde el fondo de mi pecho a la vez que te tragabas más
hondo mi miembro. Por breves momentos, el único sonido audible eran los sonidos
de tus labios deslizándose sobre la saliva que dejabas sobre mi longitud, el
resbaladizo sonido fue música para mis oídos.
Quería
tanto tocarte, chuparte como tú lo hiciste conmigo, pero si así era como
querías hacer las cosas, entonces no iba a oponerme. Esperaría hasta que fuera
mi turno.
“Ahh…
Jae…”
Tu succión
fue volviéndose más fuerte y eso me satisfacía de mil maneras. Ahuecaste tus
mejillas para estrecharlas y musité como si tú fueses una desesperada
prostituta.
No
pude soportarlo más.
Jalé
tu cabeza hacia arriba, a pesar de nuestras protestas, y te acosté de vuelta en
la cama. Fui rápido para desabotonar tus jeans y bajar tu cierre, revelando un
poco de cuán humedecido te encontrabas. No perdí tiempo en remover el denim del
jean y ver la forme en que tu miembro se asomó a través de tu ropa interior,
revelando la gran carpa que empapaba con tu pre semen. Posicione mi boca sobre
tu punta, succionándolo como podía y saboreándote por primera vez; finalmente
teniendo tu dulce jugo llenar mi boca. Pude oír tu lascivo gemido a la vez que
esparcías tus piernas para darme más espacio y me acomodé como silenciosa
respuesta. Aparte el elástico y vi tu miembro brincar en el aire, venas
palpitando mientras que siseabas una respiración. Fui rápido en envolverte con
mis labios y empezar a bombear, lamiendo el lado de tu longitud con mi lengua a
la vez que mis manos cogían tus hinchados testículos para frotarlos para
apartar cualquier frustración que hayan experimentado. Tarareaste en gratitud y
tarareé en respuesta. Te sacudiste cuando mis labios vibraron y repetí la
acción, recibiendo el mismo resultado. Usaba esto para mis avances a la vez que
bombeaba mi cabeza más rápido y de ahí sentí mi propio miembro sacudirse
desesperado. Estaba a punto de masturbarme, pero sabía que eso no sería
suficiente. Quería hundirme profundo en ti, para sentir tu abrazador calor
alrededor mío y mientras te embestía con cada gota de fuerza que tenía.
Levanté
mi mano hacia tus labios; fuiste rápido en entender y tomaste mis dedos en tu
boca, succionándolo y mordisqueando entre los espacios lo más que podías antes
de que yo los apartara. Los bajé y tanteé tu entrada, sintiendo la resistencia
ante mi primer dedo antes de gentilmente empujarlo. Debiste estar muy distraído
para notarlo y empecé a sacarlo y meterlo, gimiendo ante la manera en que te
cerrabas alrededor mío. Inserte un segundo dedo, sintiendo tu sacudida en
respuesta, pero no pude detenerme. Moví mi mano en un movimiento de tijeras a
la vez que te succionaba más fuerte, ahuecando mis mejillas a la vez que
deslizaba tu miembro por mi garganta. Mordiste el reverso de tu mano y soltaste
un leve gimoteo a la vez que metía mi tercer dedo, demasiado cegado de lujuria
para detenerme o considerar el dolor que probablemente experimentabas en ese
momento.
Parecía
no importarte el ritmo que impuse cuando rodaste tus caderas, empujando más
lejos tu miembro en mi boca a la vez que continuaba con mis dedos en tu
acogedora estrechez. Gemí una vez más, amando el sabor que dejabas en mi boca.
Pude sentir la sacudida de tus caderas de nuevo en mis manos y miré arriba
hacia ti, tus hermosos ojos cegados con un indescifrable apetito por amor y
quería tanto ser quien te lo diera.
Empujé
mi dedo final, viendo cuando tiraste tu cabeza hacia atrás con un silencioso
grito. Dejé libre tu miembro con un suave pop a la vez que me posicionaba sobre
ti, besando tu bella mandíbula antes de besar tus labios. Hundiste tus dedos en
mi cabello a la vez que continuaba moviendo mi mano de atrás hacia adelante,
expandiéndote lo más que podía antes de entrar por mí mismo. Tu lengua buscó la
mía, lamiendo mis labios hambrientamente como si pidiera permiso. Con alegría
abrí mi boca, mi lengua encontrándose con la tuya en una apasionada batalla de
dominancia. Mientras más se movía mi mano dentro de ti más podía sentir que tú
te familiarizabas con ser penetrado. Continúe empujando profundo inclusive
cuando mordiste fuerte mi labio, causando que siseara de dolor. Me miraste
arrepentido, pero desesperado; casi como si estuvieses preguntándome si podía
repetir el movimiento de mi mano una vez más. Lo hice y rodaste tus ojos hacia
atrás, tu rostro con una sombra roja a la vez que tu cuerpo quemaba
desesperado.
Debí
haber encontrado tu próstata.
Saqué
mi mano y vi tu ceño fruncido en protesta, pero te besé gentilmente en respuesta
a la vez que me posicionaba en medio de tus piernas. A la vez que me ocupaba de
tus abultados labios, embestí mi frustrado miembro antes posicionando la punta
en tu entrada. No estaba muy seguro si era suficiente distracción, pero me
empujé a mí mismo de todas maneras, sintiendo el rechazo de tu anillo a mi
tamaño y tratar de botarme.
“Relájate,”
susurré.
Jadeaste
fuertemente debajo de mí, una vez más intercambiando lugares a la vez que
continuaba empujándome a mí misma, más hondo en ti.
“Mírame,
Jaejoong,” dije suavemente. “Solo mírame a mí, ¿está bien?”
Tus
ojos volvieron a encontrarse con los míos y me diste una floja sonrisa, aquella
que solo tú podrías darme en momentos así, y me jalaste por un beso. Pude
sentir tus manos anclarse en mis hombros y gemí en respuesta, pero continué
entrando hasta que mi caliente piel se encontró con la tuya.
Me
quedé quieto, besándote mientras sentíamos estos nuevos sentimientos, estaba
con tu sofocante calor y tu a mi lado. Tu inhumano agarre en mis hombros fue
perdiendo fuerza y en ciertos momentos fuiste moviendo tus caderas como una
señal para que me moviera. Lentamente me alejé, sintiendo el frió aire
abrazarme de nuevo en la longitud y empujé de regreso, más profundo en nuestro
beso. Colocaste tus piernas alrededor de mi cintura y me estrechaste. Fui
rápido en complacer tu demanda y sentí tu gemido, la baja vibración que retumbo
en tu pecho que se perdió en algún lugar en nuestras bocas me hizo ir más
rápido y fuerte. Para saber que yo era la razón, la cause de tus sonidos de
satisfacción me hizo gritar a todo pulmón. Quería hacerte gritar, hacerte
llorar de total placer, pero por ahora, estos pequeños sonidos, esos gruñidos y
gemidos eran mejor de lo que pude haber pedido.
Ese
repentino estremecimiento te separó de nuestro beso y me hizo ver cuán
necesitado de aire estabas, tú y yo tratábamos de meter aire a nuestros
pulmones a la vez que continuaba moviéndome más profundo en tu interior,
embistiéndote sin parar. Escondí mi rostro en tu cuello, oliendo y saboreando
tu ahora húmeda piel. No había diferencia entre una flor de vainilla recién
arrancada y tú, solo podías oler la lujuria y la silenciosa necesidad, y solo
eso te hacia más deseable aún. Podía sentir tus dedos deslizarse por entre mis
cabellos; estabas nuevamente cálido, mi cuero cabelludo quemaba y te mordí la
carne, succionando duramente a la vez que mis caderas se movían más rápido y
fuerte dentro tuyo, explorando cada recoveco lo más posible que podía antes de
que la noche terminara. Jadeaste, y no estuve seguro si fue porque estaba
succionando en un área sensible o si fue porque arremetí fuerte contra tu próstata,
pero de repente estuviste empujándome hacia arriba.
Dejé
tu cuello con un sonoro beso, gruñendo satisfecho mirando mi trabajo. Miraste
como si intentaras hacer algo, pero la manera en que me movía dentro de ti te
mantenía rodando los ojos y dejando tu boca abierta con pequeños jadeos de aire
abandonando tus preciosos labios. No pude controlarme a mí mismo, no pude
controlar la repentina sed que acechaba en mi cuerpo por ti, la atracción que
llamaba por ti y por mí. Estuviste jadeando cerca de mi oído, dejándolo con una
sensación caliente a la vez que frotaba nuestras mejillas. Finalmente empujaste
mi cabeza hacia arriba y posicionaste nuestras frentes juntas, nuestros
alientos combinándose a la vez que nos mirábamos los ojos. Podía decir que tú
querías que cambiemos de posiciones, pero yo no estaba listo para dejarte hacer
eso. Gruñí en respuesta, enterrando mi miembro más profundo en protesta. Tiraste
tu cabeza hacia atrás y arañaste mis bíceps, dejando pequeñas cortadas de tus
uñas. Besé tu cuello y me moví rápido, escuchando el golpe del cabecero contra
la pared a la vez que la cama crujía por el movimiento. Te retorciste
violentamente debajo de mi por el placer, tu cara con una sombra de rojo
carmesí porque yo satisfacía tus necesidades.
Pude
ver tus labios formar mi nombre en un silencioso grito a la vez que me movía más
hondo en ti, tus ojos cerrados mientras movía mis manos por tus pezones. Los
pinche y froté suavemente, viéndote arquear to espalda ante el toque. Continúe
dejando besos en tu pecho y clavícula a la vez que mi longitud exploraba cada
centímetro de ti. Me miraste como si fueras a explotar si sigo continuando, y
me jalaste hacia arriba, deslizándome fuera en el proceso. Di un leve gimoteo a
la vez que me tirabas sobre la cama, pero te mire completamente aturdido cuando
te impusiste sobre mí. Colocaste tus manos en mi pecho antes de impulsarte
hacia abajo sobre mi miembro, tu entrada absorbiendo mi miembro que se
deslizaba con facilidad. Gemimos ante el contacto y tú empezaste a brincar
sobre mí con tu cabeza hacia atrás Podía ver la sonrisa de satisfacción en tu
rostro y coloque mis manos en tus caderas, dándote la seguridad de que no
caerías. Rebotaste más rápido y yo gemí en respuesta, sintiendo nuevos rincones
de tu dulce cuerpo que probablemente yo no podría encontrar si tu hubieras
seguido acostado. Miré hacia abajo para ver tu morado y chorreante miembro; lo
tomé en mi mano y lo agité con fuerza, miembro cómo gritabas ante el contacto.
“J-Jae…”
jadeé. “Ahh… se siente bien… ¿verdad?”
Asentiste
como respuesta, lamiendo tus labios a la vez que me mirabas a los ojos. No sé
qué me encendía más—tus ojos o tu calor. Podía eyacular infinitamente solo
teniéndote mirándome como lo hacías en ese momento, pero me contuve, queriendo
hacer este momento para siempre.
Me
levanté y estábamos tan cerca sentados en esa posición, tu rebotando en mi
regazo mientras yo te embisto y violaba tu lujurioso cuello. Cuando nuestros
cuerpos tenía una capa de sudor, nunca estaré seguro, pero estaba seguro de que
tú eras el único con el cual quería pasar el resto de mi vida.
Suena
loco; yo solo te conozco por unas semanas, pero este momento, la manera en que
nuestros cuerpos se amoldaban, no había manera de que pudiera sentirme de esta
manera con alguien más.
“¡Ahh!”
Gritaste
de dolor.
“Jae,”
te miré a los ojos. “¿Qué pasa?”
Seguiste
rebotando de la misma manera en que lo hacías antes, y te ayudé con eso. Mordiste
tus labios a la vez que tus ojos rodaban hacia atrás y sonreí mientras escondía
mi rostro en tu hombro.
Tu
próstata fue encontrada.
Me
moví contigo, golpeando hacia el dulce punto que te hacia reaccionar de tal
manera y rozando tu creciente erección entre nuestros cuerpos a la vez que tu
leche salpicaba en mi mano y en nuestros estómagos. Empuje dentro de ti un par
de veces más antes de que tus paredes me succionaran, mi propia eyaculación
dentro de ti. Nos mantuvimos quietos, sosteniéndonos mientras tratabas de
agarrar un poco de aire. Besé tu húmedo cabello, sonriendo cuando tus manos se
envolvieron alrededor de mi cuello.
“Te
amo,” susurré.
Miraste
dentro de mis ojos y sonreíste, dejando un casto beso en mi nariz antes de
abrazarme. Te devolví el gesto y gentilmente te levante, deslizando mi flácida
longitud y depositándote sobre la cama. Jale la frazada sobre nosotros y tú te
acurrucaste en mi pecho de nuevo, oliendo mi esencia con la misma sonrisa
creciente en tus labios. Envolví mis brazos alrededor de tu cintura a la vez
que nuestras piernas se entrelazaban entre sí y te mantenía cerca mientras hacía
círculos en tus caderas.
“Eres
lo mejor que me ha pasado,” dije suavemente.
Pude
sentir tu ligero apretón.
“Nunca
me dejas, ¿de acuerdo?” te besé en la cabeza. “Te necesito…”
Asentiste
y un breve silencio se filtró en la habitación antes de que el suave sonido de
tus ronquidos lo reemplazaran. El apretón se fue debilitando y sonreí ante el
suspiro que soltaste en sueños con tu boca ligeramente abierta.
“…
más que el aire que respiro.”
-Fin.
wwwwwwwwwwwwuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaa...!!!! excelente...me encanto!!.. YUNHO cuan hermoso pueden ser sus sentimientos hacia JAEJOONG !! siempre protegiéndolo de todo.. y cayendo ante la hermosura que solo JAEJOONG posee y ante la cual hace que YUNHO caiga rendido .. aunque JAEJOONG no pudiese hablar.. podía expresar claramente con su mirada todo lo que sentía!!... un gran trabajo ..felicitaciones.. y muchas gracias !!
ResponderBorrarQue bonito *w* Yunho ama y protege a Jae y jiji linda :) Yunho describe su historia d amor con Jae tan románticamente . son un amor esta parejita, muchas gracias por traducir amiga *.*
ResponderBorrarAhhhhhhhhhh el lemon!............
ResponderBorrarJae es todo puro e inocente, pero a la hora de la hora en la accion es lo mas apasionante que se pueda ser... ...crei que iba a ser un chico perdido, pero se dejo ser, dejandose llevar por sus instintos con Yunho, fue hermoso, lleno de amor y entrega.
Que habra sido antes de Jaejoong? porque lo habran envenenado, porque no podra hablar?........ bueno ahora todo lo que haya sufrido quedara en el olvido, Yunho lo encontro y l amo desde el primer instante.......
SE AMAN!......NUNCA SE DEJEN!.
Jamas va a existir alguien para elllos que n sea el contrario, nacierron para estar juntos SIEMPRE!
Gracias me encanto!
fué hermoso o sea senti que el shot plasmaba el alma tan hermosa de jaejoong y la felicidad que trae a la vida de yunho lo amé muchas gracias por compartirlo con nosotros ♥
ResponderBorrarQue hermoso oneshot, como yunho encontro a jae y este no podia hablar ;_; pero yunho lo salvo,cuido y amo, su relacion que poco a poco fue evolucionando? Tan hermoso ellos dos juntos, gracias por compartir esta bella historia♡
ResponderBorrarOww fue bonito. me gusto mucho *W* todo narrado por yuho
ResponderBorrarme gusto es muy bueno este onestot yunho cuidando a jae y protejiendo buenicimo ,gracias por compartir
ResponderBorrarHermoso, lo amé *-*
ResponderBorrarLo que demuestra que los doctores pueden tener sentimientos, solo encontrando a la persona indicada claro.
Lo leía con el miedo de que le fuera a pasar algo a JJ en algun momento porque al principio estaba envenenado D:
Uno de los mejores lemons que he leido en toda mi vida *¡¡*
Me encantó como era YunHo de cariñoso y aunque Jae no pudiera hablar se podía expresar muy bien :')
Quisiera solo saber porque no podía hablar :(
Pero bueno.. nuevamente digo que quedo genial. No pudo dejar de sonar en mi cabeza la canción de Picture of you donde dicen esa parte "more than the air i breathe" *-* hermosa
Sigo leyendote
me has dado una idea! :3
BorrarPondre el link del video para que lo escuchen mientras leen el fic x3
Eres una genia! ♥.♥
awww tan romantilemon...
ResponderBorrarYunho lo cuenta de una forma tan romántica... y cuando llego el momento de la verdad... JJ no se quedo atrás :3 pero mi gran intriga es y sera que fue JJ antes de conocer a Yunho? porque lo encontró en esas situaciones? me intriga y mucho... pero el final tan hermoso!.... como el aire que repiro...awwww me encanto la historia...gracias por compartirlo ^^
Es super hermoso este fic ^-^
ResponderBorrarK lindo k esta JIJI tambien hahah XD
Owooooooooo :3' que hermoso esta súper kawaioso pero aun no entiendo porque jae no hablaba era mudito :c pobeshito pero yunnie sabe cuidarlo y amarlo *_* en serio que ame este shot era tan boñis cuando se daban amor mutuamente kya boo salio atrevido xd y quien no se transformaría cuando se trata del gran yunhotron woww -se me cae la baba xd
ResponderBorrarme encanto la historia yunho rescatando a su bello príncipe de morir envenenado pero a todo esto quien fue el que le izo todo esto a jae
ResponderBorrarbueno lo importante es que están juntos y así se quedaran juntos y amándose mucho me encanto muy dulce y tierno yunho con jae
Owwwww que tierno *-* fue una historia bien hermosa... me hubiera gustado saber porque Jae no podia hablar, pero es tan lindo un amor sin palabras, que solo se pueda mostrar con sus gestos ahhh tan bello.
ResponderBorrarMe encanto, gracias por compartir.
Que preciosa historia, tan tierna, llena de amor. Eso si es amor a primera vista, lo que es estar destinados nadie lo puede cambiar. Gracias por tan linda historia
ResponderBorraral principio me dio pesar por jae que lo envenenaron y todo.. pero que bueno que yunho lo pudo salvar... aqui se demostró que las palabras sobrn para expresar el amor...^^ aunq que jae no podia hablar supo decirle a yunho que lo amaba y que siempre estaria con el *v* me encanto.. yunho como siempre todo un angel <3
ResponderBorrares lo más romántico que he leído. tan perfecto, aunque el inicio de la historia cuenta de un Jae abandonado y maltratado, tuvo la gran suerte de toparse con Yunho, el amor de su vida, que lo protegió y lo cuidó.. sacándolo de ese mundo tan oscuro y malvado.
ResponderBorrarahora serán felices porque se aman y están juntos. La pega es que Jae es mudo ,pero ellos igual tienen el lenguaje del amor para comunicarse.
muchas gracias
me encantó la historia desde el comienzo cuando lo rescató de la calle y lo salvo que bueno que alla regresado que hubiera sido si no regresaba pero era el destino >o< .... lo llevo a vivir con el no podía dejarlo solo pero no solo fue por eso fue un flechazo al ver al hermoso angel que rescató pero con el tiempo los sentimientos fueron creciendo aunque jaejoong no hablará con solo su mirara bastaba para transmitirle lo que pensaba y yunho lo.comprendía tan bien ... Pero que escena paraa mas hot jejeje jaejoong tampoco se quedaba atrás todo un pícaro pero super tierno y románticos
ResponderBorrarGracias ^o^/