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domingo, 16 de febrero de 2014

More Than The Air I Breathe



Autora: shiwavee
Rating: NC-18
Traductora: JadeJung
Sumario:

Yunho necesita a Jaejoong.



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Era una noche oscura cuando te conocí; una noche tan oscura que enviaba escalofríos a través de mi columna. Las calles estaban vacías, pocas personas transitaban, pero no eran muchas. Yo era uno de esos pocos; haciendo mi camino a casa cuando escuche un gemido de dolor. Me voltee con miedo, pero no por mi vida; era por quien estuviera agonizando.

Voltee mi cabeza en dirección al movimiento y me encontré a mí mismo acercándome lentamente a un pequeño callejón. Ahí, bajo la tenue luz de la calle, eras tú.

“¿Estas bien?” llamé.

Pude ver que te encogiste ante mis palabras; debías estar asustado. Por la manera en que te acurrucaste, puedo decir que no estabas acostumbrado a tener personas a tu alrededor. Me hizo sentir triste. ¿Cómo alguien puede ser tan solitario?

Avance unos pasos hacia tu asustada figura. Retrocediste en protesta, pero fui rápido en arrodillarme y demostrarte que no te haría daño. Me miraste a los ojos en ese momento. Pude ver como temblabas y me saque el abrigo. Tú inclinaste la cabeza confundido y tomé esa oportunidad para acercarme más a ti. Te envolví con mi chaqueta y me aparte; no hiciste nada a la vez que yo me paraba y me iba, escondiendo mis manos en mis bolsillos.

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Volví a casa por curiosidad esa noche. Le di vueltas hasta que no pude soportarlo más. Salí de la cama y deje mi casa. Volví en mis pasos y me encontré a mí mismo de vuelta en el callejón, pero tú no estabas ahí. Mire alrededor, pero aun sin señales de tu paradero. Justo cuando estaba por irme, apareciste en frente de mi sin aliento. Colapsaste y fui lo suficientemente rápido para ir a tu lado. Te sentía frio y con miedo. Te levante y me sorprendí por lo ligero que eras. Corrí hacia el hospital—mi hospital. Te lleve hacia una habitación y mande a varias enfermeras a traer los equipos necesarios. En medio de todo ese caos, pude ver tus delgados dedos agarrarse a mi chaqueta.

“Doctor, aquí tiene la intravenosa.”

Volví a la realidad y sacudí mi cabeza para despejarme de cualquier pensamiento que me distraiga de salvarte. Lentamente libere tu apretón de mi chaqueta y enderece tus brazos a la vez que alzaba tu camiseta. Estabas cubierto de moretones y rasguños, cortadas y cicatrices; estaba molesto. Removí el resto de tu ropa y cogí la bata de hospital para colocártela. Inserte la intravenosa en una de tus venas y vi cuando siseaste ante la intrusión.

“Sé que duele,” susurré. “Pero solo quiero ayudarte.”

Te calmaste y procedí a revisarte. Fui rápido al reconocer tus síntomas y apreté la mandíbula con furia.

Estabas envenenado.

Le ordene a mis enfermeras que tomaran los fluidos que pudieran limpiar las toxinas y me mantuve al tanto para asegurarme de que estuvieras bien. Tus ojos eran grandes y hermosos, tus mejillas tenían un rojo rosáceo, y tus abultados labios estaban ligeramente partidos. Me encontré a mí mismo hipnotizado por tus facciones y no pude detenerme de tocarte. Tu mejilla era tan suave, pero fría. Retraje mi mano y vi tu puchero de decepción.

“Necesito saber tu nombre.”

Me miraste cuestionando y abriste tu boca para hablar, pero ninguna palabra salió. Pusiste tu mano sobre tu garganta y sacudiste la cabeza.

“¿No puedes hablar?”

Bajaste la cabeza en respuesta.

“Doctor, aquí tiene los fluidos.”

Los tomé y puse el paquete limpio en la percha al lado tuyo. Pude sentir tus ojos viéndome mientras conectaba los tubos a tu intravenosa.; vi que la solución ingreso por la aguja y asentí con la cabeza en reconocimiento.

“Soy Yunho.”

No sé qué me hizo decirlo, pero sentí que debía hacerlo.

“Vas a estar bien,” palmee tu cabeza gentilmente. “Lo prometo.”

Vi que me mirabas con ojos acuosos y el intento por levantar las esquinas de tus labios. Tratas de sonreír, y no pude ayudarte, pero te sonreí de vuelta. Estaba a punto de irme cuando tu tomaste mi muñeca; me voltee y te vi mirar mi chaqueta. La tomé y te la puse—te acurrucaste de nuevo y cerraste tus preciosos ojos, quedándote dormido casi instantáneamente.

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Esa noche no pude encontrar el valor de dejarte. Me quede a tu lado hasta que los rayos del amanecer atravesaban la ventana. Tus ojos permanecían cerrar y yo lentamente me levante de mi silla para cambiar tu bolsa de fluidos. Descubrimos que estabas envenenado con anticongelante y fuimos capaces de detenerlo antes de que dañara tu cuerpo.

Cuando volví a tu habitación, tú estabas despierto.

“Buenos días,” sonreí.

Vi que te escondías bajo mi chaqueta y sacudí mi cabeza a la vez que una risa se escapaba de mis labios.

“Voy a reemplazar esto,” apunte hacia la bolsa. “¿Esta bien para ti?”

Pude ver que asentiste y reí; la habitación se sumió en silencio con la excepción del monitor cardiaco. Me encontré a mí mismo sentándome a tu costado una vez más y tú finalmente agarraste coraje para sacar tu cabeza y mirarme con tus bellos ojos. Volví a sonreír y tú escondiste tu cabeza como respuesta, justo como un niño. Estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió estrepitosamente.

“¡Doctor, el paciente de la habitación 14B cayó en un paro cardiaco!”

Tenía que dejarte, pero no por mucho. El hombre del 14B murió poco antes de que llegara y no lo pude salvar. Regresé a tu habitación con un corazón roto, me deslice y apoye mi cabeza sobre mis manos y me revolqué de dolor. Ahí fue cuando tú me tocaste. Miré hacia arriba para ver tu torcida sonrisa y supe que estabas tratando de reconfortarme. Tú gentilmente corriste tu mano a través de mi cabello y el intenso dolor en mi corazón fue lentamente desapareciendo.

“Gracias,” susurré.

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Te recuperaste rápidamente. Los moretones desaparecieron, tu cuerpo parecía que había botado todo el anticongelante, y tú caminabas. Feliz por tu recuperación, firme tus formularios. Después de dejar el lapicero, sin embargo, me sentía triste.

¿Cuándo seria la próxima vez que te vea de nuevo?

Camine dentro tu habitación y te vi parado en frente de la ventana. Avance pequeños pasos hacia ti y te volteaste; me diste tu sonrisa torcida una vez más y te devolví el gesto.

“Tengo buenas noticias para ti,” dije.

Tus ojos transmitieron tu anticipación.

“Te puedes ir a casa hoy,” mire hacia abajo.

Aunque tú estabas entusiasmado, yo estaba triste. No quería que te fueras; quería que te quedaras— te quedaras conmigo.

Para mi sorpresa, envolviste tus brazos alrededor de mío y hundiste tu cara en mi pecho.

“¿Qué pasa?” pregunté.

Sacudiste tu cabeza y me miraste con una triste expresión.

“¿No quieres irte a casa?” te miré con la misma triste expresión.

Tus ojos me dijeron que ni siquiera tenías una. Tus ojos me decían que no te querías ir. Pude sentir mi corazón palpitar y sin pensarlo mucho, lancé las palabras que hacían eco en mi cabeza.

“¿Quieres quedarte conmigo?”

Quise abofetearme a mí mismo por ser tan estúpido, pero lance ese pensamiento lejos cuando asentiste. No pude contener la felicidad correr a través de mí y te abrace. Te tensaste al principio, pero rápidamente te relajaste y te dejaste sostener por mí.

Fue el momento más feliz de mi vida.

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Te lleve hacia mi pequeña casa y te vi quedándote ahí mirando con miedo. Parecías fascinado por cómo era mi casa y así te mantuviste hasta que saltaste por la sorpresa cuando mi gato maulló.

“Esa es Jiji,” dije.

Te vi sonreir a la vez que te agachabas y la levantabas. Ella ronroneo en tus brazos y soltaste una silenciosa carcajada a la vez que ella rozaba su cabeza contra tus manos. Te veias tan feliz.

Completo.

Luego te lleve a mi habitación y observe como no parabas de moverte por el lugar.

“¿Qué pasa?” pregunte.

De repente sacudiste tu cabeza y la agachaste; levante tu barbilla y cortésmente demande una respuesta.

“Puedes decírmelo,” susurré.

Tu rostro de repente se enrojeció en una sombra oscura de rojo y me alarmé.

“¿Estas bien?” pregunte frenéticamente.

De repente te apartaste y sacudiste la cabeza, poniendo tus manos sobre tus mejillas a la vez que cerrabas los ojos. Te mire confundido y sonreí cuando te vi calmarte. Tomaste una profunda respiración y me miraste, un pequeño puchero apareció en tus abultados labios.

“¿Qué?” pregunte.

Tomaste grandes pasos hacia mí y apuntaste hacia mi cama. La mire y luego volví hacia ti.

“¿Mi cama?” traté de entender qué tratabas de decirme.

Sacudiste la cabeza y me mostraste tu dedo.

“¿Uno?” adiviné.

Vi que asentías y apuntaste hacia la cama una vez más; finalmente entendí qué es lo que tanto te avergonzaba.

“O-Oh, bueno…” rasqué mi cabeza a la vez que sentía mi cara arder. “Y-Yo puedo dor-dormir en el sofá.”

Un extraño silencio de repente nos envolvió y miramos hacia otro lado que no sea al otro. Jiji debió haberlo notado, porque de repente ella maulló y ronroneo a tus pies.

“Probablemente ella esté hambrienta,” dije.

La levantaste y dejamos la habitación; solté un suspiro de alivio y te seguí abajo hacia el vestíbulo. Pusiste a Jiji en el suelo y me miraste. Te di una pequeña sonrisa a la vez que abría un gabinete en la cocina y saqué la comida de Jiji. Te la entregué y miré a la vez que tú lo abrías antes de colocarlo en el suelo. Luego, me miraste. Sonreíste, una bella sonrisa y ese momento se detuvo.

Desde ese momento, yo estaba determinado de mantenerte sonriendo así.

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Han pasado un par de semanas desde que te mudaste conmigo. Te compré ropa, mucha a pesar de tus protestas, y tú te quedaste en casa con Jiji mientras yo iba a trabajar. Descubrí que tú tienes una afición por cocinar y te permití utilizar la cocina a tu gusto.

Me senté en mi oficina con una sonrisa en el rostro; estaba pensando en ti de nuevo. Pensaba en qué comida deberías estar preparando para esta noche y si Jiji se había dormido en la cama contigo de nuevo. Decidí dormir en el sofá desde que tú viniste a vivir conmigo, pero no me importa mucho. Mientras que tú duermas bien, nada más importa.

Un pequeño golpe me devuelve a la realidad. Aclaré mi garganta antes de permitir al invitado a entrar y vi tu cabeza aparecer.

“Hey,” sonreí.

Me devolviste el gesto y caminaste dentro, cerrando la puerta detrás de ti con gentileza.

“¿Qué haces aquí?” te abracé.

Levantaste una caja y te encogiste ligeramente de hombros, mirando hacia otro lado avergonzado.

 “¿Esto es para mí?” pregunté.

Asentiste y mordiste tu labio de manera adorable.

“Huele delicioso,” aspiré el aire. “¿Qué es?”

Sonreíste lindamente y me empujaste hacia mi escritorio, poniendo la caja en frente mío. Levantaste la tapa y vi toda clase de comida perfectamente surtidos. Mi boca hizo agua ante la vista y tragué saliva que intentaba caerse. Tomaste los palillos del costado y los separaste por mí antes de agarrar un pedazo de camarón y levantarlo hasta mis labios. Alegremente abrí mi boca y sentí como ponías el caliente convite dentro. Mastique y trague satisfecho; fue absolutamente delicioso.

“Aquí,” agarre los palillos. “Come un poco también.”

Al principio vacilaste, pero eventualmente me dejaste alimentarte. Sonreí cuando te vi masticar y juzgar tu propia cocina.

Nos alimentamos uno al otro por—bueno, hasta que la comida desapareció. Empaquetaste la caja y limpiaste mi oficina.

“Gracias,” incline mi cabeza. “Siempre haces la mejor comida.”

Pude ver cómo tus mejillas se tornaban rosadas y mi sonrisa se amplió cuando trataste de esconderlo. Rascaste tu cabeza y luego viste el notepad; lo alcanzaste y agarraste uno de los lapiceros que estaban cerca. Te vi con curiosidad garabatear algo en el papel y esperé a que me lo mostraras. Miraste hacia tu propio trabajo antes de lentamente voltear el pad para que yo pudiera ver lo que habías escrito.

“¿Jaejoong?” lo leí fuerte.

Asentiste y te apuntaste.

“¿Tu nombre es Jaejoong?” pregunté.

Sonreíste y volviste a asentir, el sonrojo volviendo a tus mejillas.

“Que nombre más hermoso,” dije suavemente.

Cruzaste tus brazos e hiciste un lindo puchero, tratando de esconder que tu rostro se había tornado rojo. Reí y camine más cerca de ti, deteniéndome justo a un pie de distancia.

“Te queda,” añadí.

Pretendiste olvidarte de algo e inclinaste la cabeza antes de caminar rápidamente fuera de mi oficina, sin darme la oportunidad de explicarte la razón de mis acciones. Suspire y dejé caer mi cabeza lentamente, dándome mentalmente un golpe por ser tan idiota.

Solo esperaba que tú te hayas ido porque de verdad te hayas olvidado de algo.

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El día finalmente terminó y estaba haciendo mi camino de vuelta a casa. Tome un profundo respiro en frente de la puerta y la abrí lentamente, revisando si tú estabas por la sala de estar.

Después de ver que no estabas, entre y me quite los zapatos. Vi a Jiji dormir en su cama y sonreí antes de entrar totalmente en la casa.

Dejé que mi cuerpo se desplomaba sobre el sofá e incliné mi cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo a la vez que cerraba los ojos. Estaba agradecido de por fin poder relajarme después de un largo día de trabajo y entonces oí un poco de arrastramiento desde el cuarto. Me imaginé que tú estabas dormido antes de que yo llegara a casa y escucharme entrar; posiblemente fui un poco ruidoso.

Pude escuchar tus tímidos pasos viniendo del pasillo y voltee mi cabeza, así podía ver cuando vinieras. Solté una sonrisa cuando asomaste tu cabeza, tus ojos buscándome.

“Hey,” dije.

Me sonreíste de vuelta y caminaste dentro de la sala, parándote en frente de mí. Te mire preguntando, pero esperando a ver qué ibas a hacer. Miraste hacia el sitio vacío junto a mí y finalmente lo entendí.

“Siéntate,” palmee el cojín.

Te sentaste y posicionaste tu cabeza sobre mi hombro mientras tu brazo rodeaba mi cintura. Estuve un poco sorprendido de tenerte así, pero no iba a oponerme. Envolví mi brazo alrededor de ti y puse mi cabeza sobre la tuya, la sonrisa en mi rostro lentamente se amplió mientras sentía mis pesados ojos cerrarse.

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A la mañana siguiente desperté con tu maravillosa cocina. Caminé dentro de la cocina y te vi cocinar con una sonrisa en tu rostro, esa sonrisa me hizo derretir tanto en mi interior.

“Buenas,” dije casualmente.

Te volteaste hacia mí e inclinaste tu cabeza antes de mirar de vuelta a la estufa. Solté un pequeño puchero—tu siempre le prestas más atención a esa cosa.

“¿Qué estas preparando?” pregunte a la vez que me sentaba.

Me diste una rápida mirada a la vez que agarrabas un plato y ponías la comida caliente en ella, situándola sobre la mesa. Mis ojos se ampliaron al ver panqueques.

Yo.Amo.Los.Panqueques.

En el momento en que me diste los cubiertos, excavé en ello. Hundí mi rostro hasta que los panqueques desaparecieron, lamí mis labios asegurándome de que había comida cada bocado. Me recline en la silla y palmeé mi estómago, un suspiro escapando de mí.

“Gracias,” cerré mis ojos.

Acariciaste mi cabello en respuesta y te miré, nuestros ojos encontrándose. No podía apartarme de ti y me encontré a mí mismo mirándote. Permanecimos en nuestros lugares, nuestros rostros queriéndose acercar para romper la brecha—
—mi celular de repente sonó y lo saqué. Aclaré mi garganta antes de levantarme y caminar hacia la sala para contestar.

“¿Aló?”

Se suponía que hoy era mi día libre, pero esa llamada era extremadamente urgente y otra vez necesitaba ir al hospital. Exhale una gran cantidad de aire antes de dirigirme de regreso a la cocina. Te vi lavando los trastes y solté una pequeña sonrisa.

“¿Jaejoong?”

Te volteaste para mirarme y caminé lentamente hacia ti, mi cabeza gacha porque no podía ver la decepción en tu rostro.

“Me tengo que ir,” dije suavemente. “El hospital me necesita.”

No sentí que hayas echo nada en respuesta y gané el coraje de mirarte.

Te veías tan triste que casi llamo y digo que no voy.

“Te prometo regresarte lo antes posible, ¿de acuerdo?” levanté tu barbilla. “Lo prometo.”

Asentiste ligeramente y te abracé gentilmente.

“Gracias por el desayuno,” susurré. “Estuvo delicioso.”

Te dejé ir y fui a la habitación para agarrar un cambio de ropa antes de dirigirme a la duchar.

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Esa noche.

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Regresé a casa cansado y abrí la puerta, sacándome los zapatos lo más rápido que podía. Vi la luz de la cocina apagada, así que asumí que tú ya estabas dormido. Jiji no se encontraba por ningún lado, así que asumí de que ella estaba afuera con su novio gato.

Ella podía ser una fácil a veces.

Iba a ir directo a dormirme en el sofá, pero me imaginé que probablemente me debería cambiar primero. Hice mi camino hacia la habitación y toqué ligeramente antes de abrir la puerta.

“¿Jaejoong?” llamé.

Pude oír la puerta del baño abrirse y te vi caminar fuera. Entré a la habitación y sonreí; tú siempre pones una sonrisa en mi rostro.

“Estoy en casa,” dije suavemente.

Tú sonreíste de vuelta y me abrazaste, enterrando tu rostro en mi pecho a la vez que inhalabas mi esencia. Devolví el abrazo y te estreché, mis emociones saliéndose de control a la vez que hacías más fuerte tu agarre en torno de mí.

Tuve que apartarte antes de hacer alguna estupidez.

“Deberías ir a la cama,” me aparté de mala gana. “Es tarde.”

Me volteé antes de poder ver tu expresión cambiar e hice mi camino de regreso a la sala, queriendo calmar mis frenéticas hormonas lo más que podía antes—

Sentí un tiro detrás de mí y tú estabas ahí, mirándome con un indescifrable rostro. Estaba por decir una excusa de no estar contigo en ese momento, pero tú me jalaste más cerca de ti, nuestros rostros a pulgadas de distancia.

Mi corazón latía muy rápido de nuevo en mi pecho que pensé que iba a morir en cualquier momento. Te mantuviste mirándome con una ingenua expresión que no pude detenerme a mí mismo de sostener tu hermoso rostro.

Era ahora o nunca, me dije a mi mismo.

“Jaejoong,” susurré. “Hay algo que quiero decirte.”

Nuestras narices se rozaban; podía sentir tu ligero aliento combinarse con el mío.

“Pero yo…” miré hacia otra dirección. “Estoy nervioso de decirlo…”

Tú sacudiste tu cabeza y sostuviste mi rostro, poniéndote de puntillas para juntar nuestras frentes.

“Jaejoong, yo…” cerré mis ojos. “Yo te amo…”

Tu sonreíste, esa sonrisa que detiene el tiempo y supe que tú me devolvías la confesión. Me sentí más que aliviado sabiendo que esto no era unilateral y tomé el coraje de atraer tu rostro más cerca de mí. Inclusive te inclinaste hacia delante y nuestros labios finalmente se unieron. El beso fue suave y cálido; yo solo quería devorarte aquí y allá, pero me contuve. Pude sentir tus brazos rodear mi cuello y empujarme aún más cerca de ti para hacer el beso más profundo. Mis manos se movieron de tus mejillas hacia tu cintura y nuestras cabezas lentamente se acomodaron cuando el calor se incrementó entre nosotros.

Quise tanto tener una pequeña probada, solo una simple muestra de tu boca, la cual inconscientemente recorrí con mi lengua en tu labio inferior. Para mi sorpresa, abriste tus labios y acariciaste mi lengua con la tuya. Se enredaron y arremolinaban entre sí mientras intercambiábamos oxígeno. Gemí cuando jalaste de mi cabello, pero eso solo me alentó para empujarte contra la pared. Diste un silencioso jadeo, liberando la inmensa unión que nuestras bocas tenían, pero fui rápido para volverte a besar, sin darte tiempo de respirar. Dejé que mi lengua explorara cada centímetro de tu caliente caverna, trazando tu paladar y diente, gentilmente a la vez que tú rodabas los ojos. Podía sentir mi miembro despertarse de nuevo dentro de mis pantalones y separé tus piernas con mi rodilla. Saltaste ante el repentino movimiento, pero me dejaste aplastar mi creciente erección contra ti; la manera en que succionabas mi lengua me decía que te gustaba.

No pude detenerme a mí mismo de mojar tus ropas, escuchando los botones de tu camisa caerse al piso a la vez que exponía tu lechosa piel. Solo una mirada de tu clavícula tenía mi boca babeando como si yo hubiese estado privado de agua y comida. Seguí deslizándome hacia abajo a través del molesto material y besé tu cuello, encontrando un lugar el cual succionar gentilmente—escogí tu mandíbula, un lugar en donde tenía un pequeño lunar. Lo bese primero, dejándote sentir en dónde iba a lamer. Te estremeciste y jadeaste por aire.

Debía ser un punto sensible.

Continué con mis toques cuando mis manos exploraron tu desnudo torso, sintiendo tu tersa piel bajo mis palmas a la vez que corría mis manos de manera circular antes de que mis dedos encontraran tus duros pezones. Los pinche y los retorcí, sintiendo tu espasmo contra la pared cuando mordí bajo tu cuello, succionando fuerte de nuevo tu piel e iba a morir si no lo hacía.

Probablemente lo haría, de todas maneras.

No quería pensar de esa manera, pensé. Te alejé de la pared y te dirigí hacia la habitación. Gentilmente te recosté sobre el colchón y te miré cómo hacías tu camino hacia las almohadas. Me removí mi propia camisa y la dejé caer al piso antes de posicionarme encima de ti, entre tus piernas. Te mantenías atrayendo mi rostro hacia tu cuello y sonreí cuando supe que tú querías que continuara succionando tu irresistible carne. Besé tus labios brevemente antes de cumplir tu deseo y en el límite de tu cuello con tu clavícula. Te estremeciste debajo de mí y elevaste tus caderas, mostrándome cuán duro estabas. 
Gemí de nuevo y besé tu pecho y fui donde tu pezón izquierdo. Estuve hipnotizado por el color rosa, pero tenía una apariencia alegre, pero sobre todo, tu desesperado silencio. Succionaste tu labio inferior, mirándome anticipado con tus ojos llenos de lujuria a la vez que abría mi boca y dejaba que mi lengua sienta el rosado montículo. Tu respiración se aceleró y empuñaste la manta para mostrar tu estado de placer. Chasqueé la lengua alrededor de tu pezón constantemente, succionándolo a la vez que me enamoraba de tu salado sabor, aún dulce.

Me tomó mucha voluntad de fuerza para alejarme, mirar mi obra y ver tu rosado pezón, ahora con un tono más oscuro en él. Te miré y vi tu cara en un tono más fuerte de rojo.; sonreí antes de besar hacia tu plano estómago y tu pequeño ombligo. Levanté mi cabeza justo cuando empezaba a desabotonar tus jeans y vi cómo intentaste cerrar tus piernas.

“¿Qué pasa?” susurré.

Me miraste con incertidumbre y escalé encima de ti, poniendo mi rostro enfrente del tuyo. Te besé gentilmente y te miré, demandando una respuesta silenciosa.

Evadiste mis ojos y suspiré antes de asentir.

“Está bien,” dije suavemente. “Si no estás listo, entonces—“

Me callaste con un beso y me apretaste así que yo estaba abajo; sonreí ante tus tácticas y te dejé continuar.

Besaste mi cuello justo como te lo hice yo a ti momentos antes, succionando gentilmente antes de lamer con tu lengua mi piel para hacerme gemir desesperado por más. Arrastre mis manos por tu suave cabello a la vez que tu procedías con mi pecho y luego hacia mi pezón derecho. Fuiste despiadado, tomándolo dentro de tu boca y rozando tus dientes alrededor a la vez que lo atrapabas entre la parte superior de tu boca y tu lengua. Arqueé mi espalda ligeramente, jadeando por aire ante el inmenso placer que me dabas.

Justo cuando estaba por empuñar tu cabello, te separaste y besaste mi estómago, haciéndome fruncir un poco el ceño.

“Jae…” gimoteé.

Me miraste con una sonrisa y pude decir que te gustó el sobrenombre.

“No seas así,” continué.

Sacudiste tu cabeza y empezaste a desabotonar mis pantalones, bajando el cierre a al vez que cruzaba mis brazos detrás de mi cabeza. Fuiste rápido al removerlos y tomar mi mojada erección de los bóxer; gemí alto a la vez que tus cálidas manos me acariciaban lentamente y te dejé continuar.

“J-Jae-Jaejoong…” gemí.

Bajaste el elástico, mirando mi miembro rebotar para sentir el frio viento. Siseé en un respiro a la vez que mi longitud sentía la temperatura del cuarto y lamí mis secos labios para olvidarlo.

Tú empezaste a acariciarme.

La manera en que tus suaves manos sostenían delicadamente tiraban el prepucio hacia dentro y hacia afuera, la manera en que hacías que mi pre semen aparezca y desaparezca, era demasiado bueno para ser real. Mordí mis labios a la vez que tú incrementabas tus atenciones, tirando de mi piel inclusive cuando tus manos tiraron de mis caderas. Gemí silenciosamente, rodando mis ojos hacia atrás para sostener el grito del cual tú estabas tan cerca de hacerme venir.

Pero hablé demasiado rápido.

Posicionaste mi miembro en tu boca y succionaste a lo largo con tus manos, bombeando tu cabeza en un bello movimiento que me hizo abrir la boca y gritar. Tiré mis manos desde atrás de mi cabeza a sostener tu cabello, sin poder creer el placer que me dabas en ese momento. Pedí disculpas suavemente, pero en el fondo quería que lo hicieras por ti mismo. Quería tu caliente boca devorarme completamente y hacerme venir tan fuerte que sería imposible para mi mantenerme despierto.

Debiste leer mi mente, porque me diste esa maravillosa sensación de nuevo y esa sonrisa que se arrastraba en mis labios era tan grande para esconder. Gemí, sintiendo el estremecimiento desde el fondo de mi pecho a la vez que te tragabas más hondo mi miembro. Por breves momentos, el único sonido audible eran los sonidos de tus labios deslizándose sobre la saliva que dejabas sobre mi longitud, el resbaladizo sonido fue música para mis oídos.

Quería tanto tocarte, chuparte como tú lo hiciste conmigo, pero si así era como querías hacer las cosas, entonces no iba a oponerme. Esperaría hasta que fuera mi turno.

“Ahh… Jae…”

Tu succión fue volviéndose más fuerte y eso me satisfacía de mil maneras. Ahuecaste tus mejillas para estrecharlas y musité como si tú fueses una desesperada prostituta.

No pude soportarlo más.

Jalé tu cabeza hacia arriba, a pesar de nuestras protestas, y te acosté de vuelta en la cama. Fui rápido para desabotonar tus jeans y bajar tu cierre, revelando un poco de cuán humedecido te encontrabas. No perdí tiempo en remover el denim del jean y ver la forme en que tu miembro se asomó a través de tu ropa interior, revelando la gran carpa que empapaba con tu pre semen. Posicione mi boca sobre tu punta, succionándolo como podía y saboreándote por primera vez; finalmente teniendo tu dulce jugo llenar mi boca. Pude oír tu lascivo gemido a la vez que esparcías tus piernas para darme más espacio y me acomodé como silenciosa respuesta. Aparte el elástico y vi tu miembro brincar en el aire, venas palpitando mientras que siseabas una respiración. Fui rápido en envolverte con mis labios y empezar a bombear, lamiendo el lado de tu longitud con mi lengua a la vez que mis manos cogían tus hinchados testículos para frotarlos para apartar cualquier frustración que hayan experimentado. Tarareaste en gratitud y tarareé en respuesta. Te sacudiste cuando mis labios vibraron y repetí la acción, recibiendo el mismo resultado. Usaba esto para mis avances a la vez que bombeaba mi cabeza más rápido y de ahí sentí mi propio miembro sacudirse desesperado. Estaba a punto de masturbarme, pero sabía que eso no sería suficiente. Quería hundirme profundo en ti, para sentir tu abrazador calor alrededor mío y mientras te embestía con cada gota de fuerza que tenía.

Levanté mi mano hacia tus labios; fuiste rápido en entender y tomaste mis dedos en tu boca, succionándolo y mordisqueando entre los espacios lo más que podías antes de que yo los apartara. Los bajé y tanteé tu entrada, sintiendo la resistencia ante mi primer dedo antes de gentilmente empujarlo. Debiste estar muy distraído para notarlo y empecé a sacarlo y meterlo, gimiendo ante la manera en que te cerrabas alrededor mío. Inserte un segundo dedo, sintiendo tu sacudida en respuesta, pero no pude detenerme. Moví mi mano en un movimiento de tijeras a la vez que te succionaba más fuerte, ahuecando mis mejillas a la vez que deslizaba tu miembro por mi garganta. Mordiste el reverso de tu mano y soltaste un leve gimoteo a la vez que metía mi tercer dedo, demasiado cegado de lujuria para detenerme o considerar el dolor que probablemente experimentabas en ese momento.

Parecía no importarte el ritmo que impuse cuando rodaste tus caderas, empujando más lejos tu miembro en mi boca a la vez que continuaba con mis dedos en tu acogedora estrechez. Gemí una vez más, amando el sabor que dejabas en mi boca. Pude sentir la sacudida de tus caderas de nuevo en mis manos y miré arriba hacia ti, tus hermosos ojos cegados con un indescifrable apetito por amor y quería tanto ser quien te lo diera.

Empujé mi dedo final, viendo cuando tiraste tu cabeza hacia atrás con un silencioso grito. Dejé libre tu miembro con un suave pop a la vez que me posicionaba sobre ti, besando tu bella mandíbula antes de besar tus labios. Hundiste tus dedos en mi cabello a la vez que continuaba moviendo mi mano de atrás hacia adelante, expandiéndote lo más que podía antes de entrar por mí mismo. Tu lengua buscó la mía, lamiendo mis labios hambrientamente como si pidiera permiso. Con alegría abrí mi boca, mi lengua encontrándose con la tuya en una apasionada batalla de dominancia. Mientras más se movía mi mano dentro de ti más podía sentir que tú te familiarizabas con ser penetrado. Continúe empujando profundo inclusive cuando mordiste fuerte mi labio, causando que siseara de dolor. Me miraste arrepentido, pero desesperado; casi como si estuvieses preguntándome si podía repetir el movimiento de mi mano una vez más. Lo hice y rodaste tus ojos hacia atrás, tu rostro con una sombra roja a la vez que tu cuerpo quemaba desesperado.

Debí haber encontrado tu próstata.

Saqué mi mano y vi tu ceño fruncido en protesta, pero te besé gentilmente en respuesta a la vez que me posicionaba en medio de tus piernas. A la vez que me ocupaba de tus abultados labios, embestí mi frustrado miembro antes posicionando la punta en tu entrada. No estaba muy seguro si era suficiente distracción, pero me empujé a mí mismo de todas maneras, sintiendo el rechazo de tu anillo a mi tamaño y tratar de botarme.

“Relájate,” susurré.

Jadeaste fuertemente debajo de mí, una vez más intercambiando lugares a la vez que continuaba empujándome a mí misma, más hondo en ti.

“Mírame, Jaejoong,” dije suavemente. “Solo mírame a mí, ¿está bien?”

Tus ojos volvieron a encontrarse con los míos y me diste una floja sonrisa, aquella que solo tú podrías darme en momentos así, y me jalaste por un beso. Pude sentir tus manos anclarse en mis hombros y gemí en respuesta, pero continué entrando hasta que mi caliente piel se encontró con la tuya.

Me quedé quieto, besándote mientras sentíamos estos nuevos sentimientos, estaba con tu sofocante calor y tu a mi lado. Tu inhumano agarre en mis hombros fue perdiendo fuerza y en ciertos momentos fuiste moviendo tus caderas como una señal para que me moviera. Lentamente me alejé, sintiendo el frió aire abrazarme de nuevo en la longitud y empujé de regreso, más profundo en nuestro beso. Colocaste tus piernas alrededor de mi cintura y me estrechaste. Fui rápido en complacer tu demanda y sentí tu gemido, la baja vibración que retumbo en tu pecho que se perdió en algún lugar en nuestras bocas me hizo ir más rápido y fuerte. Para saber que yo era la razón, la cause de tus sonidos de satisfacción me hizo gritar a todo pulmón. Quería hacerte gritar, hacerte llorar de total placer, pero por ahora, estos pequeños sonidos, esos gruñidos y gemidos eran mejor de lo que pude haber pedido.

Ese repentino estremecimiento te separó de nuestro beso y me hizo ver cuán necesitado de aire estabas, tú y yo tratábamos de meter aire a nuestros pulmones a la vez que continuaba moviéndome más profundo en tu interior, embistiéndote sin parar. Escondí mi rostro en tu cuello, oliendo y saboreando tu ahora húmeda piel. No había diferencia entre una flor de vainilla recién arrancada y tú, solo podías oler la lujuria y la silenciosa necesidad, y solo eso te hacia más deseable aún. Podía sentir tus dedos deslizarse por entre mis cabellos; estabas nuevamente cálido, mi cuero cabelludo quemaba y te mordí la carne, succionando duramente a la vez que mis caderas se movían más rápido y fuerte dentro tuyo, explorando cada recoveco lo más posible que podía antes de que la noche terminara. Jadeaste, y no estuve seguro si fue porque estaba succionando en un área sensible o si fue porque arremetí fuerte contra tu próstata, pero de repente estuviste empujándome hacia arriba.

Dejé tu cuello con un sonoro beso, gruñendo satisfecho mirando mi trabajo. Miraste como si intentaras hacer algo, pero la manera en que me movía dentro de ti te mantenía rodando los ojos y dejando tu boca abierta con pequeños jadeos de aire abandonando tus preciosos labios. No pude controlarme a mí mismo, no pude controlar la repentina sed que acechaba en mi cuerpo por ti, la atracción que llamaba por ti y por mí. Estuviste jadeando cerca de mi oído, dejándolo con una sensación caliente a la vez que frotaba nuestras mejillas. Finalmente empujaste mi cabeza hacia arriba y posicionaste nuestras frentes juntas, nuestros alientos combinándose a la vez que nos mirábamos los ojos. Podía decir que tú querías que cambiemos de posiciones, pero yo no estaba listo para dejarte hacer eso. Gruñí en respuesta, enterrando mi miembro más profundo en protesta. Tiraste tu cabeza hacia atrás y arañaste mis bíceps, dejando pequeñas cortadas de tus uñas. Besé tu cuello y me moví rápido, escuchando el golpe del cabecero contra la pared a la vez que la cama crujía por el movimiento. Te retorciste violentamente debajo de mi por el placer, tu cara con una sombra de rojo carmesí porque yo satisfacía tus necesidades.

Pude ver tus labios formar mi nombre en un silencioso grito a la vez que me movía más hondo en ti, tus ojos cerrados mientras movía mis manos por tus pezones. Los pinche y froté suavemente, viéndote arquear to espalda ante el toque. Continúe dejando besos en tu pecho y clavícula a la vez que mi longitud exploraba cada centímetro de ti. Me miraste como si fueras a explotar si sigo continuando, y me jalaste hacia arriba, deslizándome fuera en el proceso. Di un leve gimoteo a la vez que me tirabas sobre la cama, pero te mire completamente aturdido cuando te impusiste sobre mí. Colocaste tus manos en mi pecho antes de impulsarte hacia abajo sobre mi miembro, tu entrada absorbiendo mi miembro que se deslizaba con facilidad. Gemimos ante el contacto y tú empezaste a brincar sobre mí con tu cabeza hacia atrás Podía ver la sonrisa de satisfacción en tu rostro y coloque mis manos en tus caderas, dándote la seguridad de que no caerías. Rebotaste más rápido y yo gemí en respuesta, sintiendo nuevos rincones de tu dulce cuerpo que probablemente yo no podría encontrar si tu hubieras seguido acostado. Miré hacia abajo para ver tu morado y chorreante miembro; lo tomé en mi mano y lo agité con fuerza, miembro cómo gritabas ante el contacto.

“J-Jae…” jadeé. “Ahh… se siente bien… ¿verdad?”

Asentiste como respuesta, lamiendo tus labios a la vez que me mirabas a los ojos. No sé qué me encendía más—tus ojos o tu calor. Podía eyacular infinitamente solo teniéndote mirándome como lo hacías en ese momento, pero me contuve, queriendo hacer este momento para siempre.

Me levanté y estábamos tan cerca sentados en esa posición, tu rebotando en mi regazo mientras yo te embisto y violaba tu lujurioso cuello. Cuando nuestros cuerpos tenía una capa de sudor, nunca estaré seguro, pero estaba seguro de que tú eras el único con el cual quería pasar el resto de mi vida.

Suena loco; yo solo te conozco por unas semanas, pero este momento, la manera en que nuestros cuerpos se amoldaban, no había manera de que pudiera sentirme de esta manera con alguien más.

“¡Ahh!”

Gritaste de dolor.

“Jae,” te miré a los ojos. “¿Qué pasa?”

Seguiste rebotando de la misma manera en que lo hacías antes, y te ayudé con eso. Mordiste tus labios a la vez que tus ojos rodaban hacia atrás y sonreí mientras escondía mi rostro en tu hombro.

Tu próstata fue encontrada.

Me moví contigo, golpeando hacia el dulce punto que te hacia reaccionar de tal manera y rozando tu creciente erección entre nuestros cuerpos a la vez que tu leche salpicaba en mi mano y en nuestros estómagos. Empuje dentro de ti un par de veces más antes de que tus paredes me succionaran, mi propia eyaculación dentro de ti. Nos mantuvimos quietos, sosteniéndonos mientras tratabas de agarrar un poco de aire. Besé tu húmedo cabello, sonriendo cuando tus manos se envolvieron alrededor de mi cuello.

“Te amo,” susurré.

Miraste dentro de mis ojos y sonreíste, dejando un casto beso en mi nariz antes de abrazarme. Te devolví el gesto y gentilmente te levante, deslizando mi flácida longitud y depositándote sobre la cama. Jale la frazada sobre nosotros y tú te acurrucaste en mi pecho de nuevo, oliendo mi esencia con la misma sonrisa creciente en tus labios. Envolví mis brazos alrededor de tu cintura a la vez que nuestras piernas se entrelazaban entre sí y te mantenía cerca mientras hacía círculos en tus caderas.

“Eres lo mejor que me ha pasado,” dije suavemente.

Pude sentir tu ligero apretón.

“Nunca me dejas, ¿de acuerdo?” te besé en la cabeza. “Te necesito…”

Asentiste y un breve silencio se filtró en la habitación antes de que el suave sonido de tus ronquidos lo reemplazaran. El apretón se fue debilitando y sonreí ante el suspiro que soltaste en sueños con tu boca ligeramente abierta.

“… más que el aire que respiro.”

-Fin.    

18 comentarios:

  1. wwwwwwwwwwwwuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaa...!!!! excelente...me encanto!!.. YUNHO cuan hermoso pueden ser sus sentimientos hacia JAEJOONG !! siempre protegiéndolo de todo.. y cayendo ante la hermosura que solo JAEJOONG posee y ante la cual hace que YUNHO caiga rendido .. aunque JAEJOONG no pudiese hablar.. podía expresar claramente con su mirada todo lo que sentía!!... un gran trabajo ..felicitaciones.. y muchas gracias !!

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  2. Que bonito *w* Yunho ama y protege a Jae y jiji linda :) Yunho describe su historia d amor con Jae tan románticamente . son un amor esta parejita, muchas gracias por traducir amiga *.*

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  3. Ahhhhhhhhhh el lemon!............
    Jae es todo puro e inocente, pero a la hora de la hora en la accion es lo mas apasionante que se pueda ser... ...crei que iba a ser un chico perdido, pero se dejo ser, dejandose llevar por sus instintos con Yunho, fue hermoso, lleno de amor y entrega.
    Que habra sido antes de Jaejoong? porque lo habran envenenado, porque no podra hablar?........ bueno ahora todo lo que haya sufrido quedara en el olvido, Yunho lo encontro y l amo desde el primer instante.......

    SE AMAN!......NUNCA SE DEJEN!.
    Jamas va a existir alguien para elllos que n sea el contrario, nacierron para estar juntos SIEMPRE!

    Gracias me encanto!

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  4. fué hermoso o sea senti que el shot plasmaba el alma tan hermosa de jaejoong y la felicidad que trae a la vida de yunho lo amé muchas gracias por compartirlo con nosotros ♥

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  5. Que hermoso oneshot, como yunho encontro a jae y este no podia hablar ;_; pero yunho lo salvo,cuido y amo, su relacion que poco a poco fue evolucionando? Tan hermoso ellos dos juntos, gracias por compartir esta bella historia♡

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  6. Oww fue bonito. me gusto mucho *W* todo narrado por yuho

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  7. me gusto es muy bueno este onestot yunho cuidando a jae y protejiendo buenicimo ,gracias por compartir

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  8. Hermoso, lo amé *-*
    Lo que demuestra que los doctores pueden tener sentimientos, solo encontrando a la persona indicada claro.
    Lo leía con el miedo de que le fuera a pasar algo a JJ en algun momento porque al principio estaba envenenado D:
    Uno de los mejores lemons que he leido en toda mi vida *¡¡*
    Me encantó como era YunHo de cariñoso y aunque Jae no pudiera hablar se podía expresar muy bien :')
    Quisiera solo saber porque no podía hablar :(
    Pero bueno.. nuevamente digo que quedo genial. No pudo dejar de sonar en mi cabeza la canción de Picture of you donde dicen esa parte "more than the air i breathe" *-* hermosa
    Sigo leyendote

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    1. me has dado una idea! :3
      Pondre el link del video para que lo escuchen mientras leen el fic x3
      Eres una genia! ♥.♥

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  9. awww tan romantilemon...
    Yunho lo cuenta de una forma tan romántica... y cuando llego el momento de la verdad... JJ no se quedo atrás :3 pero mi gran intriga es y sera que fue JJ antes de conocer a Yunho? porque lo encontró en esas situaciones? me intriga y mucho... pero el final tan hermoso!.... como el aire que repiro...awwww me encanto la historia...gracias por compartirlo ^^

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  10. Es super hermoso este fic ^-^
    K lindo k esta JIJI tambien hahah XD

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  11. Owooooooooo :3' que hermoso esta súper kawaioso pero aun no entiendo porque jae no hablaba era mudito :c pobeshito pero yunnie sabe cuidarlo y amarlo *_* en serio que ame este shot era tan boñis cuando se daban amor mutuamente kya boo salio atrevido xd y quien no se transformaría cuando se trata del gran yunhotron woww -se me cae la baba xd

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  12. me encanto la historia yunho rescatando a su bello príncipe de morir envenenado pero a todo esto quien fue el que le izo todo esto a jae
    bueno lo importante es que están juntos y así se quedaran juntos y amándose mucho me encanto muy dulce y tierno yunho con jae

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  13. Owwwww que tierno *-* fue una historia bien hermosa... me hubiera gustado saber porque Jae no podia hablar, pero es tan lindo un amor sin palabras, que solo se pueda mostrar con sus gestos ahhh tan bello.
    Me encanto, gracias por compartir.

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  14. Que preciosa historia, tan tierna, llena de amor. Eso si es amor a primera vista, lo que es estar destinados nadie lo puede cambiar. Gracias por tan linda historia

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  15. al principio me dio pesar por jae que lo envenenaron y todo.. pero que bueno que yunho lo pudo salvar... aqui se demostró que las palabras sobrn para expresar el amor...^^ aunq que jae no podia hablar supo decirle a yunho que lo amaba y que siempre estaria con el *v* me encanto.. yunho como siempre todo un angel <3

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  16. es lo más romántico que he leído. tan perfecto, aunque el inicio de la historia cuenta de un Jae abandonado y maltratado, tuvo la gran suerte de toparse con Yunho, el amor de su vida, que lo protegió y lo cuidó.. sacándolo de ese mundo tan oscuro y malvado.
    ahora serán felices porque se aman y están juntos. La pega es que Jae es mudo ,pero ellos igual tienen el lenguaje del amor para comunicarse.
    muchas gracias

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  17. me encantó la historia desde el comienzo cuando lo rescató de la calle y lo salvo que bueno que alla regresado que hubiera sido si no regresaba pero era el destino >o< .... lo llevo a vivir con el no podía dejarlo solo pero no solo fue por eso fue un flechazo al ver al hermoso angel que rescató pero con el tiempo los sentimientos fueron creciendo aunque jaejoong no hablará con solo su mirara bastaba para transmitirle lo que pensaba y yunho lo.comprendía tan bien ... Pero que escena paraa mas hot jejeje jaejoong tampoco se quedaba atrás todo un pícaro pero super tierno y románticos
    Gracias ^o^/

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