Tradiciones

Tradiciones

Nota: Obviamente, su servidora, está fantaseándose con la historia. Pero es que cuando yo escribo un fic, es porque antes me imagine de frente la acción (hahahaha) así es como todo fic mío comienza, y como quise darle algún tipo de historia creíble… pues, me las ingenié, no estoy muy segura si los datos que pongo son ciertos.

Pero lo del mito lo escuche/vi en un documental… o ¿fue en un fanfic? (hahahahah)

Espero que les guste ^^ me esforcé por escribirlo TT 

Escribiré una segunda parte :D

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En un pequeño poblado en África, hubo un tiempo en que los coreanos fueron llevados de esclavos o simplemente para tener una mejor economía.

Con la llegada de los coreanos, las costumbres ancestrales no se vieron afectadas o cambiadas en nada. Los surcoreanos tuvieron que adaptarse a esas costumbres, si deseaban vivir ahí.

Eso lo sabe perfectamente nuestro joven protagonista, Kim Jaejoong.

Él es el bello fruto de una pareja surcoreana que llego a la tribu hace veinte años atrás, buscando un mejor futuro, ya que en Corea había una guerra interna.

Para sus padres fue difícil adaptarse al entorno y al cambio tan brusco de sociedad.

Ahora viven modestamente en su choza, cerca de las montañas, puesto que las familias con más recursos o autoridad, vivían en chozas cerca de la laguna.

Jaejoong, desde que estaba en el vientre de su madre, ya tenía escrito su destino.

Sus padres habían estado trabajando para una familia africana-coreana, que vivía cerca de la laguna.

Su madre, Lee Seungwha, y su padre, Kim Bokdong, trabajan para la familia del jefe de la tribu. 

Cuando el señor de la casa se enteró que una pareja de sus sirvientes iban a tener un hijo, les avisó que ese bebé iría directamente a él, en especial a su hijo de tres años.

La pareja tuvo que aceptar, porque los trabajos en la tribu eran hereditarios.

Después de cinco meses, nació un saludable bebé varón, al que le pusieron Jaejoong. El patrón de la familia Kim entró en la recámara en donde se encontraba la pareja y les indicó que debían seguir con la tradición.

Con tristeza y culpa, la pareja no les quedó más que aceptar y entregar a su bebé recién nacido a las manos del africano.

∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆ 14 años después ∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆

Un jovencito de catorce años, piel clara y nívea, con cabellos negros y ojos como los de un felino, se encontraba sentado en un conjunto de hojas, observaba al muchacho que estaba sentado en la hamaca al lado de él.

-Sabes que mi padre no te permitirá ir a visitar a tus padres- dijo el joven moreno de diecisiete años 

–Ni conmigo te lo permitirán-

-Perdón por haberte molestado, Yunho- se disculpó con un tono de tristeza.

Yunho es el hijo del jefe de la tribu y su madre es de los inmigrantes surcoreanos. A eso se le debe su piel canela, su altura y sus ojos afilados. Toda una combinación que generó a este gran semental.

En esta tribu, solo habitaban hombres, las mujeres se iban a una tribu al otro lado del lago, lejos de los hombres.

Solo una vez al año, las dos tribus se juntaban para procrear y seguir vigentes con sus costumbres.

Y para que los hombres estén satisfechos hasta la fecha del encuentro, se había impuesto una rara y peculiar tradición, que para algunos sería tabú.

Todos los hombres que ejercían más autoridad que otros, tenían un sirviente único.

Estos sirvientes eran chicos/hombres que a temprana edad le habían quitado algo. Sobrellevando la falta de su orgullo y sumiéndose a seguir la tradición de seguir a su amo.

Jaejoong era uno de estos chicos, que le quitaban lo más preciado.

A la hermosa edad de tres años, lo sometieron a una operación dolorosa. Usando algunos bichos y plantas de alucinógenos para su pequeño cuerpecito. Su padre había visto la operación, gracias a que él era inmigrante, no pasaba por lo mismo, pero su hijo debía hacerlo. Brotó sangre de su cuerpo, pero luego de una hora, terminaron la operación. Solo esperarían a que el tiempo anuncie si podría sobrevivir sin su miembro viril.

-Joongie- lo llamó el moreno –solo espera a que el cauce del río aumente para que puedas ver a tus padres, ¿sí?- lo consoló refiriéndose al día en que ambas tribus se reunían.

-Pero ese día debo estar junto a ti- recordó la tradición.

-No te preocupes por mí. Mi padre aún está escogiendo a una mujer, además, aún soy joven y si necesito algo, tú estás para mí- sonrió, provocando que el pelinegro se sonrojara y jugara con sus dedos.

-Es mi deber, Yunho- dijo bajito por la vergüenza.

Aún le daba vergüenza, se ponía tímido cada vez que Yunho mencionaba el tema, y qué decir cuando lo hacían, los nervios lo consumía, no importa cuántas veces lo hayan hecho, siempre sería como la primera vez.

-Joongie~- Jaejoong levantó la cara y observó que Yunho se había abierto el taparrabo –Ya sabes qué hacer, pequeño- sonrió con lujuria el moreno.

El chico de tan solo catorce años asintió y se arrastró un poco más cerca, quedando entre sus piernas. Agarrando con sus manitas, aquel gran miembro que estaba frente a él, comenzando con la diversión.

Desde que Yunho entró en la pubertad, a los trece años, hizo uso de los beneficios de tener a Jaejoong como su sirviente personal. Dejando los juegos de niños y las conversaciones soñadoras. El moreno sentía cosas al ver el delgado, blanquecino y frágil cuerpo de su amigo. Así que un día se encerró en su propia choza con el menor, sin que este último haya captado su intención, en ese día lluvioso.

╚╚╚╚╚╚╚╚╚╚ Flashback ╝╝╝╝╝╝╝╝╝╝

-¿Qué haremos ahora, Yunie?- preguntó mirando por la ventana, como caía torrenciales en aquellos áridos y supuestamente, seco paisaje.

-Jaejoongie, siéntate conmigo aquí- señaló el moreno, sentado en el conjunto de hojas de palma sobre la tierra.

El pelinegro, obediente a lo que dijo, se sentó a su lado derecho. Ambos se miraban a los ojos. 

Jaejoong observó cierto brillo en los ojos cafés de Yunho.

Sintiéndose un poco intimidado por esa mirada, bajó la cabeza.

-¿Qué pasa, Joongie?- preguntó tomándolo por el mentón y levantarlo.

-No… no es nada. Es que… mirarte a los ojos me pone nervioso-

Yunho sonrió y se acercó un poco más a su rostro.

-Jaejoong, no hay nada por lo qué estar nervioso- concluyó con un beso suave y tímido. Era el primer beso para ambos, ninguno sabía qué hacer, pero Yunho se dejaba llevar por su instinto. Así que el beso se convirtió en algo más apasionado, más húmedo e igual de torpe.

Lentamente, el cuerpo de Jaejoong fue recostado sobre las hojas, con el moreno besándolo incasablemente. El mayor paseaba su mano izquierda por el suave cuerpo sobre la tela de león, causando que el pequeño gimiera mientras tenía sus manos sobre su casi bien formado pecho.

-Yu… Yunnie~~~- gimió Jaejoong en lo que podía del beso. Intentó empujar al moreno, para que lo dejara respirar y sólo logró que su boca fuera hacia su cuello, mientras su mano yacía bajo su taparrabo, tocando directamente la línea que llevaba hacia su entrada.

Yunho acarició varias veces la cicatriz que tenía el pelinegro por su zona pélvica, esa misma cicatriz que le dejó la cirugía que le practicaron hace ya más de una década atrás. Algo le decía que el menor podía sentir el tacto en esas zonas y era cierto, aún paseaba su mano por esa zona, y de vez en cuando frotaba su entrada con sus dedos, empujándolos un poco.

El pelinegro gemía más y más fuerte, hasta que sintió que un dedo entró en su ano. No le dolió en lo absoluto, solo se sintió un poco incómodo. Sentía como entraba  y salía, a veces más rápido y otras, rascaba su parte interna.

El moreno se volvió a acercar a sus labios para besarlo, a la vez que introducía un segundo dedo en la entrada del menor y su mano derecha manoseaba su pequeño y rosado pezón izquierdo, causando que Jaejoong se retorciera más y quisiera liberar su boca para poder lanzar los gritos de placer que eran retenidos por la boca húmeda del mayor.

Atreviéndose un poco más, metió un tercer dedo, viendo como el más bajito fruncía el ceño y se removía inquieto, adolorido. Haciendo caso a su instinto, aumentó la intensidad del beso y comenzó un vaivén con el trío de dedos que tenía metido en la entrada del pequeño.

-Aahhh…- el pelinegro respiró una gran bocanada de aire cuando al fin pudo alejar al mayor de su boca -¡Aahh!- empezó a gritar. No le importaba si alguien más de la tribu lo escuchaba gemir como pantera en celo, a fin de cuentas, para eso era que es el sirviente especial del hijo del jefe de la tribu. Jaejoong sabía que su puesto era el más codiciado y envidiado, porque escuchó a los otros niños también les extirparon el miembro, que a ellos les hubiera gustado servirle al moreno.

-Ya… ya no aguanto más, Jaejoong- jadeó el mayor. Acto seguido, retiró sus dedos del ano del otro, mientras se bajaba su taparrabo de leopardo.

Agarró por debajo de sus rodillas, alzándolo un poco para posicionar mejor su miembro y dejarlo en dirección a su entrada. Con un movimiento pélvico, empujó sus caderas hacia el ano del pelinegro. 

Para su desesperación, su miembro se dobló para un lado.

Un poco frustrado, dejó de alzar una de las rodillas y tomó su miembro para dirigirlo a la entrada del otro. Sosteniendo su propio pene, es que empezó a entrar en la cavidad anal de Jaejoong.

-Ahh… ¡aah!... Yunho… duele…- se quejó y se agarró de los antebrazos del mayor. Incrustándole en momentos, las uñas por el intenso ardor que sentía en su parte baja.

Ambos cerraron los ojos por las intensas sensaciones que les recorrían el cuerpo, por el estarse uniendo. El mayor, sin aguantar más, y ya queriendo estar dentro, empujó fuerte y preciso en el otro. 

Al fin estaba dentro de su pequeño Jaejoong, se sentía pleno, extasiado, causando que una pequeña sonrisa salga de sus labios. Abrió los ojos y vio cómo se encontraba el menor. Lo vio jadeando y llorando, con sus brazos tapándole la cara, mientras movía un poco las caderas por la incomodidad que sentía.

-Yun… Yunho… por favor…- hipó –no te muevas… me… me duele mucho… aah- siguió sollozando más fuerte cada vez.

El peli castaño se sintió un poco culpable, y lo único que se le ocurrió, fue agacharse para acercársele y abrazarlo mientras escuchaba que su llanto se intensificaba.

-Jaejoong… ya pasará… nng…- trató de consolarlo, ignorando el palpitar de su ano, que se contraía y se estiraba con su miembro dentro del otro, con cada respiración que daba –Recuerda ser fuerte, es… lo que tu padre… te dijo… ¿lo recuerdas?- le preguntó cerca de su oído derecho mientras acariciaba sus cabellos.

El más joven asintió lentamente, escuchando que su llanto disminuyó y que ahora solo son hipidos menores. Se abrazó del cuerpo del moreno, más bien rodeó su pecho hasta juntar sus manos en su espalda. Tomando una buena bocanada de aire, dejó caer su cabeza en las hojas.

-Puedes… puedes continuar, Yunho- le dijo mientras cerraba los ojos, esperando a que el acto comience y pueda terminar lo antes posible. Ya había sufrido dolor, pero no tan fuerte como su cirugía en la que le extirparon el miembro. Aún se preguntaba en cómo hubiera sido su vida, si tuviera su miembro viril…

Las estocadas comenzaron de a poco, entrando y saliendo por el fuerte y resistente anillo anal del menor. Yunho cerraba con fuerza sus ojos, la presión era exquisita, podía acostumbrarse a tener relaciones coitales con el menor.

Volvió a agarrarlo por debajo de las rodillas y de ahí, empezó a aumentar la velocidad de las embestidas. Haciendo que Jaejoong rebotara de arriba abajo, dependiendo de la intensidad en que decía ir su cuerpo.

Poco a poco sintió que la tensión por parte del de abajo, disminuyó. Ya no tensaba tanto los muslos y los músculos de sus nalgas se suavizaron, permitiéndole entrar más libremente y más rápido.

-Aahh… ahh… Yunnie… más… deprisa…- gimió el menor, alargando el cuello mientras estiraba sus manos y se agarraba de los hombros del que arremetía contra su cuerpo.

El mayor, haciendo caso de la petición del más bajito; se acomodó mejor sobre las hojas y se permitió mover más rápido y fuerte sus caderas. Intentando entrar en lo más profundo y recóndito del otro, que gemía más y más. Y escucharlo gemir era lo mejor, lo emocionaba más, le hacía querer darle más fuerte, ser más salvaje para escuchar que se queda atónito y sin aire por tanto placer que le recorre las venas.

Se sentía hechizado, como si estuviese poseído. Algo en su interior quemaba, comenzando desde su pecho y que descendía rápidamente hasta su ingle… Mientras más rápido salía y entraba en el pequeño, se sentía mejor.

Poco a poco su vista se nublaba, ya no veía mucho, solo sentía que explotaría. Algo más iba a pasar, y ya quería que ocurriera, le ardía todo el cuerpo.

Con una última estocada, al fin pudo eyacular y todo lo que le quemaba en las entrañas, desapareció. Siendo acompañado de su grito gutural y entre una tonalidad de aguda y grave, se sentía liberado y pleno.

-Ahh… aah…- solo se oían las respiraciones pesadas y rápidas de ambos menores.

Yunho aún mantenía los ojos cerrados y estaba con la cabeza gacha. Aún se escuchaba la lluvia caer con fuerza.

¿Tan poco duró su acto?

Bueno… al parecer así es siempre la primera vez… eyaculas rápido.

Lentamente y con mucho cansancio, abrió los ojos. Pudo distinguir a su pequeño Jaejoong jadeando con fuerza, con ambos brazos caídos a su costado. ¿En qué momento se dejó de agarrar de sus hombros? ¡Qué importaba eso ahora! La pequeña vela que aún seguía alumbrando la choza, le daba un cierto confort de poder ver a su amado.

Al parecer está bien…

-Jaejoong…- lo llamó.

-Ugh- emitió un pequeño sonido, igual al de los cachorros de leonas con los que siempre jugaban.

-¿Estas bien?- le preguntó, un poco preocupado. Apoyó sus manos a los lados del otro, para poder inclinarse y verlo mejor.

El pelinegro asintió y lentamente abrió sus ojitos. Viendo primero, la luz de la vela, giró su rostro y pudo apreciar la cara preocupada de su amigo.

-¿Qué ocurre, Yunnie?- estiró sus manitas y las colocó en ambos cachetes del otro. Dándole pausados masajes.

-Nada- respondió con una pequeña sonrisa -¿Estás cansado?-

-Un poquito- señaló con sus deditos, causando que el moreno sonriera más abiertamente.

Yunho salió lentamente del trasero del otro y vio como poco a poco su semen salía, con un poco de sangre.

-¿En serio te sientes bien?- preguntó aún preocupado.

-Sí, solo un poco incómodo y cansado- respondió tallándose los ojos.

-Me alegro. Mejor durmamos, que la lluvia no parará hasta un buen rato-

-De acuerdo, Yunnie- el alto ayudó al más pequeño a pararse y así se dirigieron a la hamaca de la choza.

Acurrucados, con una suave tela de tigre, terminaron durmiéndose. Ambos abrazados, compartiendo el calor corporal para no sentir el frío que dejaba la lluvia esa noche.

╚╚╚╚╚╚╚╚╚╚ Fin del Flashback ╝╝╝╝╝╝╝╝╝╝

Por ahora solo mantenía la cabeza del miembro viril del moreno en su cabeza, trazando varios círculos alrededor, escuchando como gemía de placer… placer que él le provocaba.

-¡Ahh!- gritó porque al fin pudo separarse del pene del otro y poder respirar.

-Jaejoongie- lo llamó el alto –ponte en el suelo- le ordenó con la respiración alterada.

Acatando sus órdenes, se acomodó sobre las hojas, apoyando su pecho y sus codos, levantando lo más que podía su zona inferior y abriendo las piernas… esperando a que el otro prosiga con sus necesidades.

Yunho se arrodilló detrás del pelinegro y se agarró el miembro para dirigirlo a la entrada del ano de Jaejoong.

Con sumo cuidado, fue metiendo su pene hasta pegar su zona pélvica con el trasero del pelinegro.

Acomodó amabas manos sobre sus caderas y empezó con las embestidas. Ya no era necesario ser gentil, el cuerpo del menor estaba tan acostumbrado a los actos coitales, que simplemente podía 

empezar como quisiera.

-Aah… ahhh… aah… más… más… rápido… agh…- al menor le encantaba gemir, era lo que más adoraba hacer, porque mientras más gemía, Yunho le daba más rápido y fuerte, justo como él quería.

El peli castaño aumentó la rudeza de sus embestidas, empujando el cuerpo más pequeño, teniendo que llevar su mano izquierda al abdomen del otro para que regrese y se encuentre con sus sacudidas.

-Ya… ya no… más… no más… no aguanto más… ¡aah!- Jaejoong soltó un agudo gemido, a la vez que su ano estallaba, liberando una sustancia blanquecina.

A Yunho no le importó que el otro ya se haya venido, faltaba él. Y últimamente, para eyacular, tarda un buen rato…

¿Qué? De alguna manera los varones sin miembros deben llegar al éxtasis del placer. En este caso, el cuerpo de Jaejoong se adaptó como pudo. Los vasos que liberaban la sustancia blanquecina para que se combinara con los espermatozoides, de alguna manera se conectó a su ano.

A ninguno de los dos les importó mucho esta anomalía.

Jaejoong no se siente diferente ni nada, y a Yunho… a él le encanta, porque cuando el menor se viene, es más excitante para él. Todos los sonidos que ocasiona ese líquido en su parte trasera…

Así siguieron por el resto de ese día, comportándose como lo que son… Humanos.

Posiblemente se les vea en un futuro documental… Quién sabe.

Ellos seguirán con su vida, hasta que el jefe de la tribu decida quién será la destinada para su hijo y puedan procrear, o podría haber la posibilidad de que Jaejoong se quede con él…

 Continuara...